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Quédate a mi lado por Ame_Chan

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Notas del capitulo:

Hai ^^

Bueno XD he por fin aquí en 'Amor yaoi' mi super fic XD! o por lo menos el más largo que he hecho ^^U he trabajado mucho con el y de verdad espero que les guste ^^ REVIEWS ONEGAI!! De ellos como XD

- QUEDATE A MI LADO -

Por: Ame Chan

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Disclaimer: Los personajes aquí utilizados son todos propiedad de Masashi Kishimoto (si fueran míos, la serie estaría catalogada 100% yaoi y hard lemon XDD)
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-¿Jamás te preguntaste el por que de mi frialdad? ¿Nunca pensaste que mi arrogancia hacia ti estaba cargada de miedo al rechazo, miedo a tu mirada? ¿No te preguntaste alguna vez si te amaba?
Sasuke Uchiha Memories

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Mi mano se deslizaba por la ardiente piel de aquel individuo que ocupaba todos los días de mi vida mi mente, desfogándose con su contacto mi pasión. Dios, es increíble esta sensación, el saber que estas bajo mi control, saber que eres mío. Sonaré egoísta, si, pero son mis más profundos pensamientos los que me albergan en este momento cargado de mi pasión.

Me miras inocentemente, como siempre lo has hecho, con esos lagos azul intenso que adornan tu ya perfecto rostro, tratas de decirme algo, pero te acallo con un beso, que te toma de sorpresa. ¿Qué no sabes que eres delicioso? ¿Qué eres demasiado para mi conciencia y mi control? Naruto, te adoro como jamás creí querer a alguien.

Siento tu calor, como siempre lo quise sentir, tu respiración en mi rostro, tu aliento bañando mis labios, tu voz ahogada en mis besos desenfrenados… entonces te desvaneces lentamente.

No, dime que no es verdad… no ese sonido de nuevo… Naruto, no me abandones así… no puedo permitirme esto… ¿acaso este es…?

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-¿…Un sueño?...
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Me restriego el rostro mientras el despertador suena como todos los días, arruinando como siempre mi deseo reprimido. Demonios, no hay un solo día que no sueñe con ese rubio, no hay día que no lo haga mío en mis sueños, que oiga su respiración entrecortada en mi oído, pidiendo más…
Pero como siempre, este aparato infernal lo estropea, regresándome a esta cruel realidad a la que estoy atado.
Tomo el aparato entre mis manos y lo apago, conteniendo mi resentimiento hacia el. ¿Qué no podía dejarme dormido así para siempre? Por lo menos así podría estar eternamente con mi querido Naruto.
Aparto unos mechones rebeldes que me estorban en el rostro, y me incorporo con pesadez. He, ¿Quién lo diría? El perfecto, arrogante y frío Uchiha Sasuke descarriado con un despertador por sus fantasías. Pues aquí me tienen, querido público, tal como soy.
Hago un ademán de saludo como si fuera una estrella de cine, un ser de plástico que solo existe para ser visto como un mono en un circo, para después avergonzarme de mi propia estupidez.

Me levanto completamente y me dirijo hacia la cocina. Hace un poco de frío, pues ya es otoño, como me cercioro en mi calendario antes de tomar una taza de café en el comedor de mi piso. Tomo un sorbo del líquido amargo, pues odio todo lo relacionado con el dulce, y fijo mi mirada nuevamente en el calendario. Entonces, casi derramo el contenido de mi boca por la sorpresa de la fecha en la que me encuentro en el mismo.

-Diez de octubre… hoy es el cumpleaños de Naruto…- ¿Pero como demonios se me pudo haber olvidado?

Me doy un sermón interno por haber dejado pasar ese detalle. ¿Cómo es posible que tenga tan mala memoria? Decido entonces que me apuraré lo más que pueda, y le compraré algo. Ahora es momento de hacer memoria de los gustos de ese rubio.

-Veamos… le gusta el ramen… y… creo que las ranas… y más ramen… y ramen… demonios, ¿Qué no hay otra cosa que no sea ramen en la vida de ese inútil…?

-Vaya vaya, te ves algo contrariado ototo-kun – interrumpo inmediatamente mi monólogo de recordatorio y dirijo mi mirada hacia el sujeto que se había dirigido a mi.

-¿Acaso hay algo que te inquiete? ¿Problemas de ninja? ¿Del corazón? ¿O acaso alguna chica que ocupe por fin la mente de el tan codiciado Uchiha Sasuke?- La burlona voz de Itachi Uchiha se hace resonar en mis oídos, mientras éste toma la jarra de café de la mesa y se sirve su porción. Hago una mueca irónica.

-No te metas donde no te llaman nii-san. Podrías salir mal parado.- Mi hermano solo frunce el ceño y clava su mirada en la mía. Odio que haga eso, normalmente lo hace cuando quiere develar lo que ocupa mi pensamiento. Y lo peor es que casi siempre acierta. Aparto mi mirada de la de Itachi y sigo con mi taza, la cual esta medio vacía.

-Oh vamos Sasuke, cuéntame. Nada tiene de malo que tu hermano sepa de tus albedríos de adolescente- ese engreído se ríe a carcajada limpia mientras yo me sonrojo, furioso con sus palabras. ¿Acaso no sabe hacer otra cosa que no sea meterse donde no le llaman?

-Itachi Uchiha, déjame en paz de una buena vez.- le reprocho con enojo. Éste se me queda viendo inquisidoramente mientras pone en su taza unos cuantos cubos de azúcar.

Sinceramente Itachi es más sorprendente de lo que creí. Hace ya años que por una cosa u otra, yo había olvidado mi resentimiento contra el, pues éste había regresado del Akatsuki con un semblante de arrepentimiento inmenso. Por un extraño motivo, creo que me conmovió que pidiera perdón tan desesperadamente cuando lo hallé a la puerta de mi casa, deshecho por completo. Ahora las cosas se han aclarado, y soy prácticamente feliz viviendo con el. Itachi ha vuelto a ser ese hermano que perdí hace años, cuando solo era un niño. Pero me sorprende su habilidad para hacer hablar a las personas, su capacidad de intuición y persuasión son demasiado para mi. Por suerte puedo resistirme a ellas.

-Entonces… ¿son problemas del corazón no?- Mi hermano sonríe con suficiencia, alegre de haber adivinado mis penas. Lo miro con enfado, aun sonrojado.

-Te equivocas- le digo poco convencido, cosa de la que se da cuenta éste.

-Si claro, tu rostro me lo dice. Estas sonrojado, tus manos tiemblan y me miras con temor. Eres muy obvio ototo-kun.- Otra vez me sorprende la maldita habilidad de Itachi, pero mantengo mi voz firme, y trato de detener el temblor de mis manos. Cambio de estrategia: retirada.

-No te importa- Me levanto de la mesa, dejando la taza ya vacía en el fregadero, dispuesto a ducharme y salir a comprar el regalo para el rubio.

-No importa que lo escondas Sasuke, ¡Lo sabré en el momento oportuno!- Oigo su grito desde la escalera, y sonrío con suficiencia. ¿Momento oportuno? No creo que exista tal cosa en lo que me preocupa en este momento. Supongo que sería una gran impresión para Itachi saber que su querido ototo kun esta enamorado de su mejor amigo. Mejor dejemos las cosas como están.

Llego a mi habitación y me desvisto lentamente, añorando la calidez de las prendas, pues el frío se acrecentaba conforme me despojaba del pijama. Me metí a la ducha con una toalla alrededor de la cintura y abrí el grifo de agua caliente. Realmente el chorro despejaba mi mente, y pensaba en una posible manera de entregarle el regalo a Naruto sin que este sospechara nada extraño. Vamos, años y años de rivalidad y de repente tu supuesto enemigo te da un regalo de cumpleaños. Lo más probable es que pensara que era una bomba o alguna otra cosa extraña. Una ligera risa sale de mis labios mientras me imagino la escena. Que tontería.

Me enjabono el cuerpo, poniendo cuidado en cada área que pasaba la esponja. Miré con detenimiento las casi invisibles cicatrices que marcaban mi nívea piel, las marcas finas de unas delgadas agujas, lanzadas por cierto ninja de la niebla, provocadas por proteger a Naruto…

La verdad es que en ese tiempo no tenía ni la menor idea de mis sentimientos hacia el chico Uzumaki, lo veía como el típico idiota que se idolatra sin tener la mas mínima idea de lo que hace. Pero como me había equivocado. Recuerdo que cuando vi que las agujas de Haku se dirigían a un Naruto inconciente, un fuerte calor se extendió en mi pecho, y por un impulso me coloqué frente a el, recibiendo de lleno el impacto.
Sonreí nuevamente, no me arrepiento lo mas mínimo de mi acto. Aún siento los brazos de Naruto envolverme en su calidez cuando caí, vencido por los delgados instrumentos que me perforaban intensamente. Su mirada llena de lágrimas, su voz entrecortada, pronunciando mi nombre con desesperación, abrazándome más a el…
Creo que en ese momento me enamoré de Naruto, pero mis confusos pensamientos me impedían aclarar que sentía exactamente por el. Cierta vez, cuando me corrompí por el sello maldito, le dije que era mi mejor amigo, y de verdad era lo que sentía en ese momento. Temía el tener que matarlo, me dolía, pero en ese entonces solo me interesaba el poder. Que tonto fui, mi estupidez trasciende barreras que jamás creí que existieran.

Sacudí mi cabeza, haciendo que mis cabellos mojados me tapasen la cara. No debía pensar en ese pasado oscuro, lo había prometido a Naruto, y no pensaba faltarle a su promesa.

Salí de la ducha, mojando el piso pulcro que mi hermano había restregado el día anterior. Se enojaría de sobremanera si sabía que su batalla campal contra la suciedad había sido en vano. Me envolví en la toalla y con un pañuelo limpié el agua derramada.
Me dirigí nuevamente a mi pieza y saqué de los cajones de cedro una remera oscura, unos pantalones blancos y la ropa interior. Me comencé a vestir, y cuando me hube arreglado completamente, miré mi reflejo en el espejo de cuerpo completo. Dios, pareciera que no tuviera otra ropa que esa remera de cuello alto y esos pantalones blancos, pues ya era costumbre mía usarlos a diario. Me volví a dirigir a los cajones, buscando algo diferente con que cubrirme. Cielos, una repentina vanidad se había apoderado de mi, pero me daba igual con tal de estar lo más presentable posible ante Naruto.

Rebusqué entre toda la ropa y hallé algo que consideré adecuado, pero acuerdo con mi personalidad. Bien, no era que los colores difirieran mucho, pero algo era algo. Volví a mirarme. Pantalón oscuro con bolsas a los lados de la rodilla y una remera gris claro de cuello que se abotonaba, y con manga hasta los codos, donde los doblé un poco hacia atrás, dándome el porte de elegancia que quería. Desabotoné algunos botones de mi cuello, dejando ver algo mi torso. Tomé unas sandalias oscuras de Itachi (espero que no me descubra) y decidí dejar el protector en mi buró. No tenía sentido llevarlo en un día libre. Otro vistazo en el espejo. Perfecto.

Bajé de mi habitación hacia el salón, donde tenía algunos ahorros almacenados. Cuando llegué me percaté de la presencia de Itachi, que jugaba con una consola en el televisor enorme que me había obligado a comprar (“Vamos, un pequeño regalo de nosotros para nosotros mismos” me había dicho casi suplicando el año anterior, haciendo que suspirara de resignación, antes de entregar el dinero al dependiente), completamente absorto en la pantalla. Menos mal, pues si hubiera visto mi aspecto, no tardaría ni un segundo en…

- ¡Dios! ¿A dónde vas tan elegante hermanito?- … comenzar a molestarme. Lo ignoré y pasé de largo al sillón, donde se encontraba, y me dirigí a un recipiente con dinero que conseguía en mis misiones. Ahora me pagaban más, puesto que las misiones de un jounin como yo son mucho más valiosas y complicadas que las de un gennin (y por supuesto, mejor pagadas). Tomé el dinero que consideré necesario y me dispuse a salir de la casa, pero el brazo de Itachi me detuvo. Una sonrisa maliciosa asomaba por su rostro. Lo miré por un segundo.

-¿Qué pasa?- le pregunté con la mayor tranquilidad posible. El solo rió y me susurró al oído:
-¿A quien vas a ver tan elegante ototo kun?- me preguntó divertido, mientras me agarraba de la camisa. Yo solo hice un mohín de disgusto y logré zafarme de su mano. El solo soltó una carcajada, y cuando ya estaba tomando el picaporte, su risa se detuvo al instante. Me voltee, curioso por saber el motivo de su silencio, y vi que me miraba a los pies. Oh no, problemas…

-¡Sasuke Uchiha! ¿Quién te dio permiso de usar mis sandalias?- una mirada furiosa se asomaba por su rostro, pero sabía que jugaba. O eso esperaba yo. Salí corriendo lo más rápido que pude, no fuera que ese ogro me siguiera hasta sacarme sus preciadas sandalias. Lo oí blasfemar a lo lejos, pues ya estaba cruzando la acera cuando apenas el había salido a la puerta. Seguí corriendo, por si acaso, y entonces, repentinamente choqué contra algo. O más bien alguien.

-¿Pero que demonios…? – oí que había exclamado la persona, y caímos juntos al pavimento. Yo me sonrojé, y sin mirar, me disculpé.

-Lo lamento, fue mi culpa, yo iba corriendo y…

-Vaya Sasuke baka, jamás creí que fueras tan cortés datte bayo- oí la voz de el en mis oídos, y mi corazón dio un salto. Ahí lo tenía, Uzumaki Naruto frente a mí, sacudiéndose el polvo y mirándome socarronamente. Atiné a salir de mi sorpresa y sonreír irónicamente.

-¡Ah, eras tu dobe! Creí que era alguien inocente que pasaba por aquí, pero veo que no es así usuratonkashi, si hubiera sabido que eras tu no me habría detenido- Las palabras salían por si solas de mi boca, mientras yo deseaba que se callaran. ¿Por qué demonios tenía que fingir de esa manera? Vi su mirada en la mía, con un dejo de… ¿tristeza? Pero pronto desapareció esa sensación y la alegre sonrisa y los zafiros brillantes volvieron a su rostro, ignorando mi insulto.

Me levanté y sacudí también mi vestimenta. Naruto también se incorporó, y reparó en mis ropas. Solo me miró con sorpresa, para después sonreír malicioso. O al menos eso me pareció.

-¿Por qué estas tan elegante Sasuke? ¿Acaso hay algo especial hoy?- Vi que su mirada tenía dolor al decir “especial”, pues su cumpleaños seguramente había sido olvidado por todos. Transformó su rostro a uno muy alegre, pero el dolor aún se hacía ver en sus ojos. Lo miré y sonreí ligeramente, tragándome las ganas de decirle que yo no había olvidado ese día especial.

- ¿Por qué no vamos a comer a Ichiraku? Me muero de hambre, solo desayuné una taza de café amargo. – Me sorprendió sobremanera oír eso de mis labios, y más a Naruto, el cual casi cae nuevamente al pavimento.

-¿Sa…Sasuke? ¿Te encuentras bien? ¿De verdad no te afectó la caída?- con un vuelco en mi corazón, sentí su mano en mi frente, queriendo tomar mi temperatura. Lo sentía muy cerca de mí, su calor me envolvía y su aroma me embriagaba… pero no es el momento de perder la cordura, debía actuar rápido.
-¡Dobe, que estoy bien!- aparté muy a mi pesar su mano suavemente, sin dejar de sentir su toque- bueno, ¿vienes o no? Que yo tengo hambre.

Naruto, incrédulo, sonrió sinceramente.

-¡Por supuesto! Yo no desperdiciaría un tazón de ramen por nada del mundo, y menos si me lo regala… - se detuvo un segundo en este punto, dejando por unos tortuosos instantes la frase al viento, dándole muchos significados en mi mente-… mi mejor amigo.

De acuerdo. No era lo que esperaba, pero eso era lo que fingíamos, por lo menos de mi parte. Una amistad. Aunque lo mío podía deletrearse amor. Noté un ligero rubor en el rostro moreno del rubio, y sonreí. Era tan lindo verlo apenado.

Llegamos a Ichiraku y tomamos asiento. Vi con desagrado que muchas chicas se me quedaban viendo con lujuria, y les voltee el rostro, mostrándoles mi poco interés en ellas.

-Wahh Sasuke, ¿estas seguro que me invitas a comer? Sabes que yo no me contento con un solo tazón- Naruto se sonrojó al confesar su enorme gusto po el ramen, y solo sonreí. Ya es manía la mía de sonreír a cada momento, creo que este rubio me hace cambiar muy rápidamente.

-Anda, pide lo que tengas que pedir, de lo demás yo me encargo.

Ordenamos un tazón cada uno, y vi que Naruto estaba tentado en pedir uno extra grande, pero se contuvo por que sería yo el encargado de la cuenta. Así que tuve que idear algo. Me acerqué al dependiente, con la excusa hacia el rubio de que iría al baño, y le susurré algunas palabras. El dependiente me sonrió y me dijo que el se encargaba.

Volví a mi asiento, y comencé a hablar de temas variados con el chico. Era tan placentero estar los dos así, juntos y hablando de cualquier cosa, mientras su sonrisa solo era para mi, aunque podía percibir cierta amargura en su voz. Seguramente nadie habría dado señas de recordar su cumpleaños. Era triste esa situación, pues aunque de cierta forma Naruto y yo nos parecemos en cuanto a nuestra soledad (la cual acabó ya para mi, con la llegada de Itachi), por lo menos yo era admirado y aún lo soy entre la gente, como un Uchiha ejemplar y un gran ninja. Pero Naruto, al contrario, era odiado por media aldea. Más de una vez escuché a unas chicas decir que no les importaría que el rubio muriera, al fin y al cabo era un demonio. Recuerdo que aquella vez tuve unas ganas enormes de callarlas a bofetadas, pero me contuve.

Definitivamente la vida de Naruto era triste. Yo sabía que era la soledad, y por eso me dolía mas verlo así.

-Chicos, ¡sus ordenes!- una chica con un pañuelo en la cabeza nos acercó los tazones de ramen, y Naruto casi se desmaya al ver el enorme plato que tenía ante sus ojos, siendo que el había pedido un normal. Le agradecí a la chica, y esta solo sonrió.

-Pero… yo ordené un tazón normal, ¡no esto tan enorme!- un perplejo Naruto miró a la chica, la cual lo miró alegremente.

-¡cortesía de la casa!- se limitó a responder, y se alejó, dejándonos solos nuevamente. En realidad había quedado en que yo lo pagaría aparte, haciendo creer al rubio que el Ichiraku se lo regalaba. Naruto seguía callado, y lo miré algo preocupado. Quizá no había sido muy buena idea el pedirle ese favor al dependiente.

-Sasuke… - susurró el chico seriamente, con la cabeza gacha, para después sonreírme enormemente, mirándome a los ojos- ¿puedes creerlo? ¡Cortesía de la casa! ¡Y precisamente hoy que es mi…!- se calló en ese punto, con nostalgia en la mirada, y se limitó a decirme que comiéramos. Me mordí la lengua para no preguntarle a que se refería, aunque sabía bien que significaba ese arrebato que había tenido.
Los dos comíamos en un incómodo silencio, hasta que un par de insoportables ya conocidas chicas se nos acercaron… o más bien se acercaron a mí.

-¡Sasuke kun! ¡Qué coincidencia que estés precisamente aquí, donde Ino y yo planeábamos comer! – la irritante voz de Sakura llamó con desagrado mi atención. ¿Qué jamás se cansaba de molestar? Y para empeorar la cosa, venía con su ‘querida amiga’ Ino. Solté un bufido de exasperación y las ignoré. Naruto se quedó quieto, mirando a las dos chicas, las cuales lo pasaron categóricamente por alto. Que patético.

-Etto… Hola Sakura Chan- Naruto hacía un gran esfuerzo por tratar de llamar la atención de la chica, la cual apenas se inmutó. Lo miró como si viera al animal más repugnante que jamás haya tenido enfrente. Apreté mis puños bajo la mesa.

-ah, eres tu... hola...

-¿Qué demonios quieren? Estoy tranquilamente comiendo con mi amigo – dirigí una fugaz mirada al rubio- y ustedes llegan a arruinarme la paz. ¿Qué no tienen algo mejor que hacer? – lo admito, quizá fui algo rudo, pero esas dos locas me sacaban de mis cabales. Miré a Naruto, el cual se veía triste por el rechazo de la pelirrosa, y mi furia aumentó. ¿Quién se creía esa estúpida para poner en esa situación a Naruto? Y peor, precisamente ese día…

-Sasuke kun, lo que pasa es que queremos invitarte a una fiesta que estamos organizando- mencionó Ino con alegría. El corazón se me paró un momento. ¿De verdad ellas serían lo suficientemente concientes para hacerle una fiesta a Naruto? Observé que este se quedó boquiabierto, compartiendo mi idea de la fiesta.

-¿Una… fiesta? – esta vez fue Naruto el que habó, con un hilo de voz. Su mirada se iluminó por unos instantes.

-Si, hoy es un día muy especial- siguió la pelirrosa, acentuando más su sonrisa- hoy nos graduamos Ino y yo de Jounins. ¿A que no es un gran acontecimiento?

Sentí mi sangre hervir, tenía unas enormes ganas de golpear a esas dos estúpidas, sobre todo a Sakura. ¿Qué no veían el dolor que se iba formando en los ojos de Naruto? ¿Qué no percibían su rostro decepcionado y su cabeza gacha, incapaz de terminar su plato?

-De acuerdo Sasuke, nos vemos en una hora en la casa de Ino, irán todos los chicos- remató la rubia, y se fueron riendo, las muy arrogantes. Yo me quedé mudo por el odio contenido, que no pude gritarles en sus caras que no me interesaba su estúpida graduación, mucho menos su fiesta. Que lo único que me importaba era Naruto, y nada más.

Viré mi rostro hacia el mencionado, y vi que su cabeza seguía gacha. Sentí una horrible presión en mi pecho.

-Naruto…- el chico pareció salir de su ensimismamiento, y con un respingo me miró al rostro, haciendo que la visión me matara por dentro.

-Vaya Sasuke, hehe, deberías apurarte a arreglarte, puesto que debes estar presentable para la fiesta… aunque no hay mucho que hacer, ya estas bien así… no te quito más tu tiempo, espero que te diviertas…- el rostro de Naruto mostraba una sonrisa enorme, pero sus palabras eran quebradas, y de sus ojos amenazaban salir lágrimas, llenas de tristeza. Se levantó y salió corriendo del local. Yo traté de seguirlo, dejando unas cuantas monedas en la mesa, y logré divisarlo a lo lejos, pero una gran avalancha de gente atareada me hizo perder a Naruto de vista.

-Maldición…-murmuré por lo bajo, y metiendo mis manos a mis bolsillos caminé por el centro de Konoha, con la vista ida. Como odiaba a esas dos imbéciles que se metían en mi vida cada vez que por fin sentía algo de tranquilidad. Y ahora Naruto. No se como el puede tratar tan bien a Sakura si ella ni siquiera lo mira. Golpee con un puño un poste, de pura frustración contenida, alarmando a algunas personas que pasaban a mi lado.

Seguí caminando sin rumbo por Konoha, hasta que me percaté que el sol ya se ponía. Los matices del cielo se encontraban y daban a la ciudad un aspecto acogedor y místico. Casi no había ya gente en las calles, puesto que ya casi anochecería. Entonces reparé en el dinero que tenía aun en los bolsillos.

“Mierda, olvidé el regalo de Naruto”
me dije a mi mismo, y pensando en el rubio, me dirigí instintivamente a su casa. Recordé su rostro de esa tarde, y una tristeza me albergó enormemente. Lo amaba demasiado, tanto, que podía sentir sus penas como propias, sus alegrías como si fueran mías, su piel como si me perteneciera…

Vi la ventana de su piso cerrada y las luces apagadas. Me extrañé, ya era algo tarde para que estuviera en la calle. Comencé a caminar nuevamente sin rumbo, pensando en un posible lugar donde se hallaría el chico. Tenía unas enormes ganas de abrazarle, besarle, desfogarme en su ser…

Mis pies me dirigieron a la academia ninja, y los recuerdos revolotearon en mi mente. Sonreí ampliamente, había tenido tantas vivencias en ese lugar, incluido el primer contacto de mis labios con los de Naruto… como me encantaría repetir esa escena, pero esta vez con la plena conciencia de lo que hago, y con la voluntad de los dos.

Entonces voltee. Ahí estaba el, solo, sentado en el columpio de madera frente al edificio y balanceándose ligeramente. Me escondí tras un árbol, sin saber bien por qué. Entonces los oí. Sollozos. Me asomé un poco más y pude ver con claridad su expresión. Sus ojos emanaban abundantes lágrimas, su voz pronunciaba unas palabras entrecortadas, como si solo fueran para su dueño, y sus manos se aferraban fuertemente a las sogas del columpio. Me acerqué sigilosamente y logré oír unas palabras que me helaron la sangre y me perforaron el corazón.

-¿Por qué? ¿Por qué soy tan diferente? ¿Cuál es mi motivo de estar aquí? Demonios, ni siquiera se si hubiese sido bueno nacer, siquiera existir…Odio este dolor, maldita sea, odio que esto duela tanto… y todo por este maldito zorro… -se sujetó el estómago- tu, maldita criatura, eres la culpable de mis penas… ya no vale la pena llorar… me siento tan vacío que ni las lágrimas salen ya… ni siquiera merezco llorar. Y para acabar de maldecirme, Sasuke no me presta la mas mínima atención… aunque hoy fue muy amable, como si supiera que hoy es mi cumpleaños… no, no… es imposible que el se halla dado cuenta de que día era hoy, ni siquiera le importo… como duele que la persona que mas quieres te ignore…

Me quedé helado, las palabras aún no se procesaban bien en mi mente… pero una frase definitivamente me había marcado “como duele que la persona que más quieres te ignore…”
Mi mente daba vueltas, me rogaba por correr hacia Naruto, abrazarlo, decirle que yo si había recordado ese día, decirle que el era la persona que mas quería, decirle que lo amo… pero mi cuerpo no reaccionaba. Entonces, lo siguiente me llenó de horror.

-Ya estoy cansado… ya no quiero llorar- Vi como Naruto sacaba un kunai de su estuche, y se lo acercaba a la garganta lentamente, con una amarga sonrisa- por fin podré descansar… Sasuke, ojala hubieras sabido que…

Eso dio en la llaga. Mis piernas reaccionaron al ver la expresión de falsa alegría en el rostro del rubio, y como si de eso dependiera mi vida, me dirigí corriendo hacia Naruto, arrebatándole el kunai y abrazándolo fuertemente. No pude contener las lágrimas.

-Sasuke… ¿Qué…?

-Imbécil… eres un completo idiota Naruto…- sollozaba en su hombro, aferrándome fuertemente a su chaqueta. Me daba miedo perderlo, tenía miedo de no volverlo a ver.

-Sasuke…- el chico me apartó un poco, y pude ver su rostro. Estaba salpicado en sangre. Me asusté, pero vi que era mi propia sangre la que había manchado el rostro de Naruto. Al arrebatarle el kunai me había hecho una cortadura en el dorso de la mano, cosa que no me importó.- ¿por qué? ¿Por qué me detuviste? ¿Qué acaso no comprendes mi sufrimiento? Yo…

No lo dejé continuar. Uní mis labios a los suyos, acallándolo en un gemido de sorpresa. Fue un leve roce, pero me marcó por toda la vida, por fin sabía que no era una ilusión. De verdad estaba besando a Naruto. Me separé un poco de el, y le susurré al oído la verdad.

-Lo hice… por que te quiero demasiado. No quiero que te vayas de mi lado Naruto... no quiero perderte. Te amo.


Continuará…

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