Se encontraba sentado en una de las mesas de su cafetería favorita ‘Sweet Butterfly’ (un nombre demasiado femenino para su gusto, pero le encantaba el menú), tomando una taza de café, la mesa estaba ubicada junto al ventanal que le permitía ver hacia el exterior.
Suspiraba cada cierto intervalo de tiempo, en su rostro se dibujaba una expresión de cansancio combinada con aburrimiento, por fuera eso era lo que cualquiera notaba, por dentro se encontraba angustiado, preocupado, abatido. Acababa de ser despedido sin una razón con sentido, ya que fue por causa de un compañero de trabajo que lo odiaba, ¿Por qué lo odiaba? No tenía ni la mínima idea, desde el momento en que empezó a trabajar en aquella empresa le había expresado su desagrado tanto con palabras como con acciones, pero él al principio no prestó atención o reclamó por algo; al parecer al otro le molestó su indiferencia hasta el punto de inculparlo y presentar ‘pruebas’(obviamente falsas) que lo acusaban sin dejarle defenderse y negar tales acusaciones, lo despidieron y sacaron del edificio junto con sus cosas sin delicadeza, lo último que vio antes de que le cerraran las puertas en las narices fue el rostro del tipo con una sonrisa de superioridad y satisfacción.
Trabajó 4 años para esa empresa, en esos años la empresa progresó bastante gracias a su desempeño y al del equipo que dirigía; fueron 4 años soportando a ese tipo, a sus comentarios burlones, degradantes y ofensivos, a sus acciones crueles, cuando se hartó de tanto hostigamiento intentó hablar con él (varias veces), saber el por qué, pero lo único que recibía eran miradas de desagrado, agresiones físicas leves si estaban solos, era precavido, no se arriesgaba a que lo vieran tratándolo, su despido fue el golpe final y aún después de pensarlo tanto no le encontraba sentido al odio infundado de ese sujeto.
Sabía que hacía bien su trabajo por eso no le tomaba importancia y se empeñaba en mejorar más, tal vez por eso lo odiaba. Sacudió su cabeza y decidió dejar de pensar en esa desgracia, había apartado la vista de la ventana al estar sumido en sus pensamientos y la había centrado en su taza antes llena de café; volvió la vista hacia el exterior, miraba el transitar de las personas en el parque frente a la cafetería en la que se encontraba, ajenas a todo lo que no se tratara sobre ellos mismos.
A lo lejos sentado en una banca bajo un frondoso árbol observó a ¿un hombre o era una mujer?, no estaba seguro, se encontraba algo lejos y él nunca había gozado de tener buena vista. El caso es que esa persona llamó su atención, lo poco que su mala visión le dejaba diferenciar era que iba vestido de manera casual pero elegante, aunque no estaba muy seguro, ya que no sabía de estilo ni combinaciones, él prefería la comodidad antes que la moda; pero ese ¿chico o chica? esa persona lucía realmente bien y si no llevara puestas esas enormes gafas oscuras que cubrían gran parte de su rostro podría apreciarlo mejor.
Debido a la distancia no pudo observar bien qué fue lo que se acercó a esa persona, vio que se agachó para tomar algo del suelo, cuando lo elevó sólo vio una pequeña mancha negra, un bebé no era - idea descartada -, entonces se sorprendió, era un perro, al parecer un cachorro porque era pequeño y se acomodó muy bien entre los brazos que lo cargaban, vio que le dio un besito en su cabecita; se levantó de la banca y emprendió marcha, perdiéndolo de vista entre tanta gente.
Pagó su pedido (sólo el café), salió de la cafetería y dirigió sus pasos al parque, lo atravesó hasta llegar a la banca antes ocupada por aquella persona y su pequeña mascota, notó un objeto sobre la banca, un celular, miró a su alrededor por si alguien cercano era el dueño de dicho objeto, al parecer no era así; lo tomó y se sentó, era un celular moderno y excesivamente caro, se deducía al ver la marca y el diseño de parte posterior que al parecer era un sello personal; presionó un botón al lateral del objeto y la pantalla se iluminó mostrando la fotografía de un canino de pelaje oscuro y los puntos que indican el patrón de desbloqueo.
Por el color del pelaje del can supuso que el dueño sería la persona que había estado observando, “Tal vez lo olvidó por hacerle cariñitos al cachorro”, pensó, no creyó buena idea el llevarse el celular, decidió esperar hasta que el dueño llamase reclamando por su pertenencia o hasta que empezara a oscurecer, faltaban al menos dos horas y media para eso, creía que era suficiente tiempo para que notara la ausencia. Una hora después el celular sonó con una música estridente que lo asustó, ya que se había distraído observando cómo el viento mecía las ramas de los árboles, casi tira el objeto al suelo pero logró contenerlo y atendió la llamada, aunque no había una imagen que identificara de quién se trataba y marcaba ‘número desconocido’.
─ ¿Hola? ─ preguntaban del otro lado de la línea, no sabía qué decir, esa voz grave y profunda (mucho más grave que la propia) lo había dejado sin palabras… y le quitó el aliento por unos segundos. ─ ¿Hola? ¿Podrías contestar? ─ se escuchaba molesto.
─ Eh… Hola. ─ lo único que de sus labios lograron articular.
─ Eh, sí… Hola. ─ se escuchaba nervioso ─ Ese celular que tiene es mío y… lo olvidé por descuidado. ¿Podría devolvérmelo? ─
─ Sí, claro. ─ se tranquilizó pero seguía sorprendido ─ Aún estoy en el parque, en la banca donde lo olvidó, lo puedo esperar aquí para entregárselo. ─ mordió su labio inferior.
─ Sí. ─ estaba dudando ─ Verá, hay un pequeño problema, estoy muy lejos de allí y no puedo ir ahora. ─
─ Entonces, ¿Le parece si nos reunimos mañana? ─ se sonrojó, eso le sonó como a una cita, sacudió su cabeza ─ Quiero decir, ya es algo tarde y por ser un desconocido no puede decirme dónde se encuentra, por eso propongo que nos veamos mañana a plena luz del día y para más seguridad en un lugar público. ─ no supo por qué razón se encontraba nervioso.
─ Está bien. ─ escuchó una risita que le pareció graciosa y le hizo sonreír ─ ¿Podría decirme su nombre? para saber al menos algo de usted antes de encontrarnos. ─
─ Eh, claro… Mi nombre es Tanabe Yutaka. ─ esperó que el otro también le dijera su nombre.
─ Bien, Tanabe-san nos veremos mañana en la misma banca en la que se encuentra, me identificará por el cachorro que se ve en la pantalla de bloqueo, ya que lo llevaré conmigo. ─ se sintió un poco decepcionado porque no le dijo su nombre, acordaron la hora y Yutaka le dijo algún objeto que lo identificara ─ Ah, por cierto. Mi nombre es Matsumoto Takanori. Hasta mañana, Tanabe-san. ─ terminó la llamada.
─ Matsumoto Takanori. ─ repitió para sí mismo ─ Bonito. ─ sonrió y se encaminó a su apartamento, descansaría bien para esta presentable y Takanori no creyera que era un ladrón o que quería hacerle daño.
Estuvo pensando si Takanori sería la misma persona que había visto en ese lugar o si ese aparato era de otra persona que tal vez se acercó a la banca antes de que él saliera de la cafetería, sea como sea mañana lo averiguaría y con eso se quedó dormido olvidando la desgracia y lo horrible que fue ese día.