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Io ti Penso, Amore por azumicard

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Notas del fanfic:

Luego de un tiempo vuelvo a escribir un fic.


En esta ocasión, será sin mi Beta. Asumo todo la responsabilidad que conlleve la historia. La cual será narrado en primera persona; tanto la perspectiva de Sherlock como John.  Un estilo que deseo experimentar, espero hacerlo bien.


Por otro lado, es un AU. Tiempo atrás tuve la idea de escribir una historia con temática musical, por varias influencias. Una de ellas, fue ver una imagen de Martin Freeman tocando el piano. Y por supuesto, la magnifica destreza de Sherlock, al tocar el violín.  

Notas del capitulo:

Desde el punto de vista de Sherlock. 


Glosario:

*Forte :del italiano forte, "fuerte".  se utiliza en notación musical para indicar un grado determinado de intensidad del sonido, es decir, un matiz dinámico. La intensidad que señala es fuerte

*Cantabile: es un término musical que en italiano significa literalmente 'cantable' o 'como una canción.

Era… un cuadro inolvidable verle sentado al piano como un clarividente, perdido en sus sueños; ver cómo su visión se comunicaba a través de su ejecución, y cómo al final de cada pieza, él tenía la costumbre de pasar un dedo a lo largo del teclado en reposo, como forzándose en arrancarse a sí mismo de un sueño.  Los sonidos calaron en lo profundo  de mi ser y  quedando a su merced.

La naturaleza de la música requiera entonación perfecta, dominio de técnicas y talento que se debe formar. Es un arte organizado sensible  y lógicamente, una combinación coherente de sonidos y silencios, utilizando los principios fundamentales de la melodía, la armonía y el ritmo, mediante la intervención de complejos procesos paico-anímicos. De esta manera, ambas facultades, virtuosística y compositiva, revierten entre sí de manera recíproca, llegando a compenetrarse y a recurrir constantemente una en favor de la otra, hasta producirse una maravillosa simbiosis que acaba por ofrecer espléndidas piezas musicales.

No sabía que la música era capaz de abrir puertas dentro de uno mismo, de transportarte a un lugar que ni el compositor habría previsto. Así de poderosa es su influencia en la persona. Encarna sentimiento sin forzar a que se sostengan y se combinen con el pensamiento, como es obligación en la mayoría de las artes y especialmente en el arte de las palabras. Y así como el clima afecta el tono, algunas veces un pequeño incidente puede cambiar completamente el resultado…

 

Aquella mañana el clima era caluroso. Estaba caminando por los  ambientes de La Royal Academy of Music (o a veces abreviado RAM) Es un conservatorio situación en Londres, cuna de grandes músicos, sin embargo parece que estuviera en el lugar incorrecto.  Las notas musicales que escuchaba, es una especie de tortura auditiva; insoportable.

— “Él apesta como violinista; los intervalos de octava, décima y terceras son pésimas. Sin mencionar en doble de cuerdas, escalas y arpegios de gran velocidad. ¡Maldición!, la posición de su mano derecha es incorrecta.  ¿Cómo demonios entró al conservatorio? “

 

A juzgar por la inclinación del cuello, él  es una estudiante de segundo año y toma como excusa a que durmió mal para  justificar lamentable interpretación.  Parecida situación se repite aquí. Llevo menos de cinco minutos de haber  escapado de una tortura para llegar a otra. Ahora se trata de un cantor, a quien se le ocurrió la brillante idea de cambiar la letra de COSÍ FAN TUTTE  por entretener y llamar la atención de una supuesta conquista. Ella también  es mediocre…  ¡¿Qué demonios sigo haciendo aquí?!

Pensé que lo mejor sería salir de aquel lugar abrumador, aceleré el paso hasta llegar  a un ambiente distinto a los anteriores; tranquilidad absoluta.  Continué caminando por aquel pasadizo desolado. De repente llegaron hasta mí, los sonidos de una melodía un tanto desordenada.

— “La sonata para piano "Pathétique" de Beethoven... que elección más obvia, por favor. Un momento… obvia, pero perfecta. Que ejecución tan maravillosa. ¿De dónde sale? ¿Quién la toca? “


Me vi obligado a detenerme porque así lo dispusieron las notas musicales que penetraban mis oídos. Giré  y busqué el origen del espléndido sonido.  Mis pies me llevaron a ningún sitio en concreto,  fue necesario concentrarme un par de segundos ya que me encontraba en las  salas de ensayos.  Di inicio al proceso de aislamiento, cerrar los ojos ayudó bastante, al volverlos abrir, sabía a dónde dirigirme.  Unos metros más… estaba parado frente a una puerta,  el cual tenía una  rendija  para ver a la persona que ocupaba la habitación de ensayo. El sol del atardecer se posó enfrente de mis ojos  y no podía distinguir claramente la figura que tenía delante de mí.  Pero, si quedé hipnotizada por magnífica interpretación.

No me importó continuar parado varios minutos, simplemente quería escuchar  toda la melodía, entrar sin aviso arruinaría la ejecución.  No obstante mi cuerpo se movió por voluntad propia, de un momento a otro tenía la mano puesta en el picaporte, listo para abrirlo.  A escasos milímetros de ejercer presión para abrir la puerta, una voz a lo lejos frustró mis planes.

— ¡Sherlock!... creí haberle dicho que espere dentro del vehículo – se refirió a mí, Athena, la asistente personal de mi hermano Mycroft.

—  Iba a morir de aburrimiento si permanecía un minuto más dentro de aquella prisión. Te recuerdo que estuve cinco horas sentado en un avión, otra hora de viaje en automóvil.  Era indispensable realizar esta pequeña caminata; necesitaba  recobrar movimiento muscular.

— Solo era un par de minutos. Finalizó la entrega de la documentación correspondiente… - una característica  en ella era que siempre manipulaba el móvil mientras  mantiene una conversación o permanece inactiva, pero en palabras - … si terminaste de inspeccionar el lugar, volvamos-.

—  Voy a rechazar la invitación de Mycroft – caminé en dirección opuesta. La distancia terminó por opacar aquella increíble  melodía; lo primero bueno que encontré al llegar a Londres.  Anduve merodeando  por otros ambientes permitidos, nada ni nadie llamó mi atención que terminó por llevarme a la salida – Debe tratarse de algo importante para tomarse la molestia de aguardar por mí – dije al ver a Athena parada al contado del vehículo negro, estacionado en la misma entrada.

—  Solo obedezco  órdenes. Nada personal- el conductor abrió la puerta, subiendo ella primera, enseguida yo – Sus padres aguardan su llegaba…-.

 

 

Si tan solo hubiera traído la billetera conmigo, no estaría envuelto en esta situación.  Un encuentro con Mycroft, era lo último que quería, no después de la inoportuna aparición de Athena,  Si, aún la melodía  baila en mi cabeza, será imposible borrar ese recuerdo.   Toda la  información recepcionada pasa por un filtro de selección, en el proceso elimino datos inservibles y  conservo lo importante.  En pocas ocasiones he sido extasiado con ejecuciones perfectas;  experimenté algo distinto que no puedo explicar mediante palabras.  Y al igual que Athena, me mantuve callado todo el trayecto, claro, ella nunca apartaba  sus ojos de la pantalla del móvil. No tengo la menor idea de cuándo habíamos llegado a  la residencia, estaba absorto.  Bajé del vehículo, mostrando mi malestar por estar contra mi voluntad en aquel lugar; las reuniones familiares  son acontecimientos que evito.   Hice una excepción,  por tratarse de un hecho “especial”,  pero al transcurso de la velada,  afirmé mis sospechas; realmente no sé lidiar con este tipo de reuniones.  Estuve todo el tiempo en piloto automático y cuando sentí los ojos inquisidores de Mycroft, no me quedó otra opción que realizar un resumen  de mi viaje a tierras Italianas y Francesas. Al fin la  tortura acabó.  Mientras todos se fueron a dormir, yo  preferí estar a solas con mis pensamientos. Sentado en el sofá, contemple el magnífico piano de cola.

— Curioso… - toqué la nota musical Fa, al escuchar  unos pasos acercarse – Mycroft, dejaste sin efecto tu amenaza.

—  Nunca te amenacé, Sherlock – respondió muy tranquilo.

— Claro que sí.

— No, no – negaba, moviendo su cabeza- Lancé una advertencia, más no una amenaza. Son conceptos distintos – se paró frente mío, con ese aire de superioridad – Por qué no tocas algo para comprobar tus habilidades o tus debilidades.

—  Olvídalo, Mycroft, no voy a tocar nada. Lo dije en la cena y vuelvo a repetirlo.

— Por supuesto. Lograste arruinar una reunión por un capricho tuyo – caminó de un lado a otro, colmando mi paciencia - Entonces, descarta la idea que  irás a tu nuevo piso en este preciso momento. Tus pertenencias y  el afinador llegaran mañana a primeras horas. Quédate a dormir, al menos esta noche.

 —  ¿Tengo otra opción? 

— No.

—  Otra vez te anticipaste a mis acciones y sacaste ventaja.

— Eres fácil de predecir hermanito. Tu plan consistía: el reconocimiento de las instalaciones del conservatorio e ir directamente a tu piso. Lo demás ibas a ignorarlo como sueles hacer – parecía que buscaba más información en mi semblante – Debió suceder algo en tu última parada antes de venir aquí. Estuviste más distraído que de costumbre y tus ojos tienen un brillo especial que no podría definir el motivo. Al menos no por el momento, pero lo sabré tarde o temprano.

— Acaso no deberías estar en una reunión o algo parecido – cambie el rumbo de la conversación. Me cuesta admitirlo, pero Mycroft es mejor deduciendo que yo – No necesito un espectro merodeando por los alrededores.

—  Entendí tu mensaje, hermanito. Disfruta tu tiempo a solas –por el mismo lugar donde entró, también salió.

 

 

Sin duda alguna, el silencio se convierte en una especie de mundo alterno, donde tomas el control de todo.  Mis dedos buscaron el contacto con las teclas del piano; en estos últimos meses se ha convertido en una atracción natural entre ellos. De un momento a otro, ya me encontraba tocando la misma melodía que no podía sacarme de la cabeza.  Perdí la noción del tiempo, después de la segunda pieza, quedé sumergido en cada nota musical. Los débiles rayos del sol que se filtraron por las cortinas, dieron cerca de mis ojos, obligando a mis ojos a entrecerrarlos. Fue la señal para dejar de tocar como también volver a la realidad. Estaba listo para abandonar el lugar que albergaba a mi familia, camine hacia la sala en busca de la dirección de mi nuevo piso. Sobre la mesa había un juego de llaves, y una tarjeta indicando la dirección y el número.  Sabía  que ahorrarme la despedida, ganaría un regaño de parte de Mummy, pero iba a correr el riesgo.

El taxi se estacionó  frente a un complejo de apartamentos, incrédulo,  cuestioné al conductor por equivocarse de dirección. Sin embargo, él replicó con dureza, me dijo como  3 veces que estamos en el lugar que indica la tarjeta.  No dije otra palabra más,  pague por el servicio y baje del vehículo. Ahí estaba parado frente al edificio; efectivamente todo había sido planeado por Mycroft.  Al final solo era un lugar donde podía practicar y dormir, cubrir las necesidades básicas de un ser humano. No le daría el placer a mi hermano de verme derrotado por un simple obstáculo llamado: sociabilizar.  Desempaqué lo indispensable y las otras cajas quedaron olvidadas en un rincón. El lugar era espacioso para una sola persona, tenía todas las comodidades que un estudiante de música requería. Y por supuesto en el centro de la sala, había un piano de cola.  Cuando me dispuse a tocar, comprobé la ausencia del afinador. Tenía que esperar hasta la tarde para poder utilizar el instrumento.

Fue necesario tomar una refrescante ducha, el verano pronto iba a concluir, pero el calor era persistente. Así que vestí una camisa corta y unos pantalones; estaba listo para las lecciones correspondientes de aquel día que marcó mi vida.

—… vuelva a tocar desde el segundo movimiento – era  la tercera vez que dijo lo mismo;  empezaba a fastidiarme- No, no, no… demuestre más intensidad. Seguir las notas no es suficiente. Otra vez, ahora nada de equivocaciones-.

¿Es en serio?  Demuestro  una impecable técnica que he logrado a base de  interminables horas de práctica.  Me trataba como un principiante, quizás menos que esa categoría.  Escuchar su insoportable voz, me llevó a ignorarlo por completo y concentrarme en la ejecución de la pieza.  De un momento a otro, esa melodía resonaba en mis oídos y terminó por distraerme.

— Qué se supone que estás haciendo – levantó su voz de protesta cuando de pronto paré de tocar - Que manera es esa de tratar a tu compositor favorito.

— Por qué no se calla de una vez – era momento de protestar - Grita  como un prestamista, exigiendo la vuelta del dinero prestado. *¡Forte!  ¡Forte!   ¡Forte!   Una y otra vez como un tonto. ¿Se supone que  éstas son las grandes clases  dadas por ti? me fastidia  - encaré al instructor. Tuve que caminar varios pasos para estar frente a él -  Si admites que tengo talento, no enseñes cosas redundantes.

— No te emociones tú solo – respondió con rudeza, no se iba a dejar intimidar -  Claro que tienes talento, pero la palabra humildad y respeto no aparecen en tu diccionario personalizado. Además… - tuve que interrumpir.

— Además, todos tus alumnos tocan el piano de la misma manera. Vergonzoso…

— ¿Es todo lo que tienes que decir?

— No, de hecho… 

—Es suficiente – suspiró profundo antes de continuar- Entendido muy bien tu postura… Así que no vengas a mis clases nunca más. Fue mi error sobrevalorarte… que tenga un buen día Mr. Holmes-.

 

 

Lo vi retirarse del salón muy enojado y a la vez decepcionado. En el escaso intercambio de palabras, pude notar que el instructor de piano, tenía la frente arrugada, signo básico de ira.  Todo su cuerpo proyectaba un desprecio hacia mi persona, la razón es sencilla: herí su orgullo como músico. Ya que no tenía ningún otro motivo para quedarme un minuto más ahí, me dispuse a retirarme. Sin darme cuenta terminé caminando por ese pasadizo, como la última vez el lugar estaba solitario. Mi subconsciente conservó la inútil esperanza de volver a escuchar aquella  la melodía y poder dar con la identidad de la persona. Escuchaba filtraciones de sonidos de distintos instrumentos, entre ellos dos pianos, pero ninguno tocó con pasión, eran mecanizados. De alguna manera me sentí decepcionado, hasta ahora no puedo comprender porque una interpretación terminó por afectarme tanto. Perdido en mis interrogantes, el sonido del móvil me devolvió a la realidad.

— Qué deseas, Mycroft

—No llevas ni tres horas y ya fuiste expulsado –habló en tono irónico- Tenías un excelente instructor, pero tú te encargaste de deshacerte de él.

— Se autoeliminó – le corregí-  Imparte sus   clases  a los  estudiantes como si le debiéramos algo. Me fastidia saber que puede ser considerado instructor cuando carece de varias habilidades.

— Por qué no consideras la opción de pedir disculpas. Solucionarías el problema

— Rechazo tu sugerencia. No tengo intención de convertirme en pianista –dije convencido de mis ideales- El piano solo es para ensayar, siempre fue una segunda opción, más no mi prioridad.

— Entonces por qué perder el tiempo en un instrumento que no te satisface. Eres un tonto hermanito y estás  admitiendo tu derrota sin antes luchar por ganar la batalla.

— Transformaré la situación en un  desafío digno.

—  Suerte en ello – su voz sonó a incredulidad, típico de él.

— Y tú, suerte en la dieta – corté la llamada, no tenía los ánimos para mantener una conversación, escucharlo me irritaba más.

 

 

Era consciente que durante la conversación, algunos estudiantes del conservatorio se quedaron mirándome; en especial del género femenino. Del cual debo mencionar que son una especie nada interesante a excepción de unas cuantas. En vez de tomar un taxi  tuve la brillante idea de volver caminando, así pondría a prueba mi capacidad de almacenamiento de información. Conozco a la perfección todas las calles de la ciudad, estar fuera del país por un año no afecto en lo absoluto la información registrada. Fue sencillo regresar al edificio donde vivía.

Busqué entre las cajas que faltaba desempacar la cajetilla de cigarros; son más efectivos que los inútiles parches de nicotina. Fui a la terraza para poder fumar, coloqué un cigarro en mis labios y lo encendí. El humo invadió la cavidad bucal, garganta y por último las fosas nasales que fueron el conducto de salida del humo.  Continúe fumando lentamente, disfrutando cada exhalación en compañía de la no tan silenciosa ciudad de Londres. Cerré los ojos y alcé la vista, de pronto escuché una débil melodía. Al principio no preste mucha atención, pero al intensificarse el sonido, sabía que conocía esa melodía; era imposible olvidarla.  Abrí los ojos de golpe y comprobé que la música provenía del departamento continuo, así que no perdí el tiempo, y toque el timbre insistentemente.

Cuando la puerta se abrió, tenía frente a mí a una persona de estatura promedio, relativamente mayor que yo.  Su corto cabello rubio resaltaba sus ojos verdes que me miraban de manera extraña y única. La contextura física de él era como la de un soldado, tonificado los músculos, no había la necesidad de verlo desnudo para comprobarlo. También tenía varias ojeras notorias que no parecía importarle.

— ¿Puedo ayudarlo en algo? – se dirigió a mí con un tono de voz curioso.

— Me ha sorprendido que fuese usted... el que tocaba el piano hace un momento. Sonaba maravilloso.

— Disculpe.

— Sus manos.

De inmediato llevó la mirada a la parte que indiqué.

— Los dedos de sus manos son largos, ideales para tocar el piano. Solo es un aspecto superficial, pero necesario –no parecía convencido de mis palabras-  Permíteme aclarar su inquietud. Desestimo la posibilidad de invitados ahora mismo y uno de ellos sea el responsable de tocar el piano. Porque habría indicios en la entrada, anunciando la cantidad de personas, en este caso: uno. Si vamos por la opción más obvia, en este momento escucharía algún ruido proveniente del interior, pero no es el caso; usted está completamente solo. Y es de las personas que no recibe visitas sin anticipación porque interrumpe su horario de prácticas con el piano. Lo poco que observo desde mi posición, me doy cuenta que lleva un promedio de un año viviendo aquí y hace una semana que presenta problemas financieros. No acude a su familia por dinero porque… - me tomó unos segundos deducirlo, pero preferí callar - ¿Acerté en todo?-.

—  Si… -arrastró la palabra- Puedo saber quién es usted.

— Mi nombre es Sherlock Holmes. La persona que desde hoy ocupará el departamento del costado – extendí la mano.

— Mucho gusto, John Watson.

— Estás en el conservatorio ¿no? Me encantaría volver a escuchar la  melodía que estuviste tocando antes que interrumpiera – en sus ojos podía leer su mente, ante mí era como un libro abierto. 

— Bien… - de alguna manera extraña logré crear ese ambiente de confianza para que él  me invite entrar a su departamento – No tengo visitas hace…

— Tres semanas para ser exacto – me apresuré a completar la oración.

— Cómo es que adivinó –dijo sorprendido.

— No adivino, fue simple observación. Las personas manifiestan toda clase de cosas inconscientemente. Una vez que lo entiendas, puedes leer esas señales fácilmente. En tu caso, puedo leer la línea de tiempo en tu semblante.

— Eres sorprendente… – sonrió y continuó caminando hasta llegar a la sala.

 

Durante el trayecto aprecié que el lugar se encontraba estrictamente ordenado; cada cosa en su respectivo lugar. El suelo relucía de limpieza, era completamente distinto al desorden que tenía como departamento. Una fotografía familiar ubicada en el librero, confirmó mi hipótesis: John Watson tenía como padre a un militar. Toda la disciplina que proyecta es debido a la educación estricta  impartida por su padre. Debió ser una noticia decepcionante enterarse que su único hijo varón, tomó la decisión de ser músico profesional que seguir la carrera militar. Eso explica su problema financiero; su familia le dio la espalda.

Me ubiqué a unos metros del piano y Watson tomó asiento y respiró profundo antes de situar sus manos en las teclas del piano. Dio inicio una hermosa ejecución de una sonata. Un caprichoso *Cantabile interpretado libremente como si fuera un canto. Las notas musicales invadieron el lugar, atrapando mi atención por completo. Cerré los ojos para disfrutar aún más la pieza, no había duda, él es la misma persona que logró influenciar su música en mí. Justo como pensé se le da muy bien el piano. Toca los fragmentos más complejos con una pasmosa facilidad...un momento…

— ¡Te has equivocado! – reclamé y la melodía cesó.

— ¡UH!

— Vuelve a tocar los últimos  compases de la misma forma- caminé hasta llegar a él – Así…- tuve que tocar un poco para que se diera cuenta a que me refería. Sí que los estaba tocando así. Pero... es interesante.

— ¿A-acaso usted es estudiante de piano también? – preferí no responder su pregunta.

— Solo Sherlock.

— ¿Qué?

— Puede llamarme por mi nombre, no hay necesidad de formalidades.

Se me quedó viendo por un largo tiempo con el ceño fruncido y  no pude apartar la mirada de él.  Agachó la cabeza para no establecer contacto visual, enseguida volví a escucharlo tocar. Sus manos recorrían la extensión del piano, moviéndose libremente; era como sentir la brisa de los campos. No lo tocaba con una pasión común y corriente, fue… fue increíble. La toca como si estuviera cantando. Quedé satisfecho por la interpretación, así que le pedí continuar con la segunda pieza.

— ¡Dedo equivocado! –protesté-   No te olvides del cambio de tono – con la corrección dado prosiguió, no obstante escuché sonidos extraños.

— Me he vuelto a equivocar.

—  Oye... ¿De verdad estudias en el Conservatorio?

— Sí.

 

Las correcciones no surgieron efecto en Watson, parecía que sus manos no seguían el ritmo impuesto por las partituras que tenía en frente de él. Cómo era posible que ésta persona sea la misma que tocó hace unos minutos una espléndida pieza.

— ¡No!  ¡La primera nota con el índice!  ¡Otra vez! - grite muy enojado, pero continuo tocando desordenado - Esta pieza está en el repertorio de los exámenes. ¡No has practicado, nada de nada!  ¿¡Qué has estado haciendo en estos meses!?

— Un momento… recién acabamos de conocernos y ya estás gritándome como si fueras mi madre – mi comentario molestó a Watson, tenía los ojos inyectados de ira.

—  Eres orgulloso para ser singular – dije sonriendo al final – La valentía de un soldado – sus ojos se posaron en los míos, intentando intimidarme para obtener una respuesta -  La fotografía familiar –dije.

— Ahí no hay nada que puedas asegurar que mi padre es militar.

— Claro que si – proseguí- Los pequeños detalles son imperceptibles al ojo humano,  ven solo lo superficial. Es verdad que no lleva un uniforme, pero con solo observar la fotografía  puedes llegar a esa conclusión.

— ¡Sherlock, eres sorprendente! – exclamó- Aparte de ser bueno con el piano, también tienes un excelente habilidad observando – de un momento a otro tenía a Watson adulándome. ¿A dónde fue a parar su enojo?

— La mayoría de personas dicen que me vaya a la mierda cuando las deduzco.

 

 

Al final de mis palabras ambos nos reímos por un tiempo prolongado. De alguna manera no encontré aburrido a Watson, sino… es una persona distinta a los que he conocimos durante mi vida. Es común, simple, con un coeficiente intelectual estándar y su estilo no es el más elegante. De inmediato llamó mi atención y la acaparó. Debo admitir que no dejé de pensar en él desde aquel día que lo escuché tocar el piano. Ahora siento más curiosidad por saber hasta dónde puede llegar como artista; estoy dispuesto a ser parte de ese hecho.

Aunque considero la alimentación un proceso en el cual se malgasta energías en la digestión, acepté la invitación de Watson para quedarme a cenar. La razón, ni yo mismo lo sé. Aguarde en la sala, mientras él cortaba vegetales con una precisión exacta; tiene habilidades culinarias. Observarle hubiera sido una pérdida de tiempo porque no necesito aprender a cocinar; mi cuerpo se alimenta de lo necesario, así que me entretuve leyendo varias partituras que saqué del librero.  No pude evitar esbozar una sonrisa burlona al darme cuenta  que no es fanático de las obras de Mozart sino prefiere a Beethoven. Cada quién tiene inclinación a cierto artista por diversas razones, pero al final terminas interpretando todas las piezas sin excepción. Al poco tiempo nos encontramos disfrutando de una agradable cena en completo silencio. Algo curioso sucedió, el apetito que creí haber olvidado, apareció, obligándome a comer doble ración. Quedé satisfecho, no solo por  la comida, sino también porque había encontrado al responsable de maravillosa interpretación. John Watson, es el nombre marcó un antes y un después…

Durante la noche estuve despierto,  sentado en el sillón con los pies desnudos extendidos y las palmas de las manos juntas, apoyadas en el mentón.  Cerré los ojos, visualizando las melodías que tenía pendiente por practicar. Primero analizo las partituras, lo desgloso por partes; buscar la intensión del autor al componer la pieza.  Cuando volví abrir los ojos, vi el lugar iluminado por luz natural; había amanecido.  Entré a mi habitación en busca de ropa limpia,  una camisa púrpura y pantalones negros formaron parte de mi vestimenta. Al salir inconscientemente observé la puerta de  al lado, en definitiva él aún permanecía adentro, continué caminando hasta llegar a la calle, donde tomé un taxi.

El instructor cuyo nombre no es de importancia, estaba impartiendo clases sobre  análisis musical  a varios estudiantes que prestaban bastante atención a sus palabras.  Por mi parte, ocupé el tiempo en analizar otras piezas musicales ¿En serio, qué se supone que hago en una clases como ésta? Es un verdadero desperdicio de tiempo.

—... Sobre las partituras resonaron emotivos acordes de tercera – su mirada se pose en mí porque era el único que no prestaba atención-  Usted – se dirigió a mí – Mr. Holmes, podría  compartí su explicación de la pieza en cuestión.

— Bien…- me bastó ver parte del pentagrama para ubicar la pieza  - Acerca de la presentación del primer tema. Los motivos A-B son el corazón de la pieza entera. Una melodía usada en el desarrollo aparece en las notas del bajo del siguiente *Forte. Pero además, es el desarrollo de dos motivos en el primer tema.

— Así es. Ahora, el segundo tema aparece en el siguiente menor, pero… - Otra vez el monólogo de nunca acabar.

 

 

 ¡Aburrido!  Pero no tan molesto como la  mirada de una joven que desde que llegue al salón  estaba pendiente de cada uno de mis movimientos.  Grandioso, una segunda molestia, he ahí una  de las muchas razones  por el cual  encuentro al género femenino insípido.   Finalizado la tediosa clase,  tuve que ir a la siguiente que era práctico; al fin algo de interesante por realizar.   

— Empecemos – la  instructora temporal  habló – Sonata de Scarlatti  - acomodó la partitura frente a mí.

— “¿Scarlatti? “-  me tomó un par de minutos estudiar la pieza porque era la primera vez que la tocaría. 

— Puede empezar Mr. Holmes.

La estructura de la  melodía es alegre; bastante para mi gusto. Mientras mis ojos leía la partitura, mis  dedos  se desplazaban por las teclas del piano, logrando sacar el mejor sonido.  A pesar que es el mismo compás, tiene un tono diferente; como escuchar una orquesta.  

— “Es impresionante la técnica que posee, estos sonidos de colores... El movimiento de sus muñecas... Es como estuviera bailando ballet sobre las teclas” – sonreía complacida; tenía su  aprobación.  El  tiempo restante lo dedicó a  mencionar algunos datos relevantes con respecto a  la pieza.

— Podría dejar de hablar, me distrae… – le pedí respetuosamente y en el salón solo se escuchaba los sonidos perfectamente moldeados.  

—  Sabía que podrías hacerlo – dijo, finalizado la pieza-  Qué profundidad  tiene esa melodía. Lo hiciste bien. No puedo entender por qué el instructor  Walcottte dejó de lado.  Eres increíble,  uno de los mejores del conservatorio. Tienes un futuro prometedor, nunca me equivoco al predecir el futuro a partir de escuchar las interpretaciones…- los elogios hacia mi persona continuaron -  Mr. Holmes ¿A dónde cree que  va? -.

—  La clase terminó.  No tengo nada que hacer aquí.

 

 

Anduve caminando por un tiempo indeterminado,  llegando al lugar correcto.  Tenía previsto practicar el resto de la tarde las piezas que me asignaron,  pero mis planes sufrieron una metamorfosis en el instante que escuché aquella voz familiar decir mi nombre varias veces. Cuando volteé, encontré a Watson frente a mí con una sonrisa en los labios.  ¿Estaba contento por nuestro encuentro? No, su sonrisa escondía algo más que una emoción simple; estoy 80% seguro de saber  la razón.  Nos saludamos mediante un  apretón de manos y fuimos a sentarnos en un área dedicados a reuniones entre los estudiantes.

Notas finales:

Agradecería que me hagan llegar sus apreciaciones, referente al primer capítulo.

Hasta la siguiente actualización. Ciao ciao

 

 

 

 


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