Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Tres formas NO infalibles de conquistar a un pelirrojo. por NeblinaLlameante

[Reviews - 7]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

¡Hey! Este One Shot es el regalo de cumpleaños de una gran amiga mía. Espero lo disfrute tanto como yo al escribirlo. 

Con todo mi afecto, Karla :)

Notas del capitulo:

~

Tres formas NO infalibles de conquistar a un pelirrojo

_________________________________________________________________________

Aomine Daiki tenía problemas.

... Muchos problemas.

Para empezar, había comenzado a transpirar sin siquiera haber calentado para la sesión de hoy. ¡Qué va! Ni siquiera tenía razón para estar agitado, se encontraba sentado en la banca esperando a que Riko terminara con aquel "Entrenamiento personal" que gustaba de darle a cada miembro del recién formado Vorpal Swords.

Otro problema era que ese intenso calor de sus mejillas no se reducía, y eso que llevaba varios minutos queriendo apartar la vista de aquello que lo causaba.

Y por último, al fracasar en el punto anterior y mientras contemplaba el bastante bien formado trasero de Kagami Taiga, que se pavoneaba sensualmente por la cancha mientras gotas de sudor resbalaban por su frente, le fue revelada su identidad sexual.

Aomine se cuestionaba si era legal utilizar ropa tan ridículamente floja para entrenar básquet. Cada que aquel imbécil saltaba para encestar, al volver al suelo el short de su uniforme dejaba muy poco a la imaginación.

Con un bufido molesto apartó la mirada. Estúpido pelirrojo buenorro, algún día lo empotraría contra un muro y le haría gritar su nombre hasta quedar afónico.

En esas estaba cuando la puerta del gimnasio se abrió, dejando entrar a un peliazul de baja estatura y mirada fría.

Venía ya vestido con el uniforme y portaba una pequeña mochila en el hombro, que abrió con lentitud una vez se sentó a lado suyo.

--Buenos días, Aomine-kun.

--Hn, Kuroko.-- No es que quisiera ser grosero... Bueno sí, le encantaba serlo, pero esta vez no estaba de humor para entablar una conversación, mucho menos con la sombra de aquel que no salía de su cabeza.

Al peliceleste no le importó lo más mínimo su respuesta, sino que se apuró a sacar un libro de bolsillo. Tenía el lomo rojo y letras negras en la portada. No tuvo tiempo suficiente para ver el título antes de que Kuroko lo apartara de su vista, y luego un acontecimiento dentro de la cancha le hizo olvidarse de preguntarle por tan curioso objeto.

Himuro caminaba hacia el centro, donde Kagami se secaba el sudor con el dorso de la mano y se apoyaba sobre sus muslos para regular su respiración. Llevaba una botella de agua y su eterna cara de póker, pero ese simple gesto era molesto para Aomine.

--No lo haces mal, Taiga.-- Arrojó la botella a la mano de este, que le dedicó una sonrisa mientras abría el envase y vertía el contenido por su garganta.

Una venita apareció en la frente del moreno. ¿Qué diablos hacía él en el entrenamiento de SU equipo? ¿Sólo por ser su amigo de la infancia cree que puede venir a verlo cuando se le dé la gana? ¿Y qué hacía Aomine Daiki pensando en esas idioteces? Ya estaba bastante mal de la cabeza.

Entonces el chico a su lado se levantó del asiento, dejó el libro abierto sobre la banca y apresuró sus pasos a la salida.

--Oi, Kuroko, ¿a dónde vas?

--Dejé a Nigou en la jardinera cerca de los baños, no tardo.-- Y desapareció por la puerta.

El moreno estaba confundido, ¿Tetsuya olvidando a su clon en una jardinera? No lo sabía tan descuidado.

Su vista bajó hacia donde había estado antes el peliceleste. Ahora podía leerse el título con claridad a pesar de la distancia a sus ojos.

"Tres formas infalibles de conquistar a un pelirrojo"

...¿Qué?

Tomó el pequeño libro entre sus manos y con curiosidad leyó el reverso.

"Conquistar no es un tema que se tome a la ligera en la actualidad, y mucho menos cuando nos referimos a los pelirrojos. Su naturaleza salvaje e indomable cierra considerablemente nuestro panorama de opciones. Acompañe a la Doctora Alejandro a esta aventura y descubra las tres formas infalibles para tener al pelirrojo de sus sueños en sus brazos. ¡Garantizado!"

... Pero ¿qué carajo estaba leyendo Kuroko? Volteó a los lados discretamente para ver si alguien cerca lo estaba observando. Para su suerte, quedó solo cuando fue el turno de Murasakibara de entrar a la cancha.

Tomó un profundo suspiro y releyó aquel ridículo resumen. Kuroko había colocado tres separadores en donde  suponía empezaba cada técnica de conquista, pero lo había dejado abierto en las primeras páginas.

La curiosidad le comía por dentro; aparentemente, no era el único que estaba tras los huesitos de Taiga. Pensándolo bien, era evidente la atracción del peliceleste hacia su supuesta "Luz". Sus formas de verse durante el entrenamiento decían más de lo que las palabras podrían alguna vez.

Impulsado por ese último pensamiento, abrió el libro en la primera página marcada, encontrando, en efecto, la primera forma de conquista.

"Los pelirrojos son personas valerosas y arriesgadas que no conocen el miedo, por lo que emprenden aventuras y luchas de todo tipo sin reparar en el riesgo que éstas puedan significar. Son la personificación de fuerza vital, la semilla que brota. Poseen un carácter fuerte y decidido, son orgullosos, autosuficientes y ambiciosos.

Cuando reciben malos aspectos su espíritu netamente luchador se vuelve agresivo; son hirientes e intolerantes, irritables, ingobernables y su carácter pasa del don de mando al de la dictadura.

Utilizando estas características simples, podemos asegurar que los pelirrojos gustan de retos de alto riesgo, algo que aprovecharemos para nuestra primera técnica.

Lo que debe hacer, efectivamente, es retar al pelirrojo de sus sueños a una actividad en la que compartan habilidades, pero usted tenga obvia ventaja. Ofrézcale algo jugoso como recompensa, digno de un espíritu como el suyo para que acepte el reto sin rechistar.

El verdadero ataque viene con lo que usted pida a cambio, algo simple que nuestro enamorado deberá aceptar o su orgullo se verá dañado. Las ideas sobre qué pedir a cambio pueden ir desde una cena romántica hasta el contacto físico. Es libre de elegir, pues para estas alturas tendrá al orgulloso pelirrojo ¡comiendo de su mano!"

Aomine quiso darse un tiro. ¿Qué clase de consejo era ese? ¿De verdad ese libro gastaba veinte páginas en cada supuesta "técnica" de conquista?

Y sin embargo, una idea asaltó su mente de forma inmediata.

Básquet.

El mismo Kagami le dijo una vez que nunca podría ganarle en un One by One y estaba completamente de acuerdo. El libro tenía razón con respecto a muchas actitudes del pelirrojo, lo cual le sorprendió. ¿Acaso se negaría a un partido de básquet con su rival más fuerte, Aomine Daiki? No, eso era bastante predecible.

Dejó con rapidez el libro en su lugar, justo como lo dejó Kuroko, segundos antes de que éste entrara por la puerta con Nigou en brazos. Su mirada pasó del moreno al libro, pero al no encontrar nada sospechoso soltó al cachorro y continuó con su lectura.

Aomine sonrió, utilizaría el libro del peliceleste en su contra;  ya tenía la estrategia mejorada para su conquista.

________________________________________________________________________

 

Himuro no se lo podía creer. ¿Al final Kuroko compró ese estúpido libro? Lo habían visto cuando una entrenadora muy molesta los había mandado a comprar botellas de agua, luego de ver que eran los únicos que no estaban haciendo nada en el entrenamiento y de que a Himuro se le escapara un comentario algo insolente respecto a su copa B.

No podía negar que le hizo falta tacto, pero al menos no había mentido. Después no quiso discutir con ella por miedo a perder a sus hijos, y por la cara que puso Kagami cuando se acercó amenazantemente, supo que su miedo era completamente justificado.

Ya iban de regreso sin haberse hablado en todo el camino, cuando Kuroko se detuvo en el aparador de una librería.

Himuro y el peliceleste... Nunca se habían llevado bien, pero el pelinegro había tenido miedo de regresar a los brazos de esa loca sin compañía. Por lo cual había soltado un suspiro de fastidio y se había colocado junto a él para observar los libros un momento.

Al buscar  la mirada de Kuroko para continuar su camino, la había encontrado fija en un pequeño libro de lomo rojo y letras negras en la portada.

"Tres formas infalibles de conquistar a un pelirrojo"

... En un momento de estupidez posiblemente influenciada por Kagami en la infancia, había pensado que Kuroko estaba prendido de Akashi, pero al pensarlo mejor...

Vaya, además de copiar su nombre y ponerle una "e" en vez de "a" para volverlo más cool, también quería quitarle al pelirrojo que era suyo por derecho de antigüedad.

Después de eso habían vuelto al lugar de entrenamiento y se había olvidado del asunto, hasta que vio la pasta del libro y supo que Kuroko estaba chiflado.

Vio a la perfección cuando el peliceleste salió por su perro y, algo  asombrado, como Aomine tomaba el libro y empezaba a leer a partir de la primera marca.

...¿Cuántos en ese maldito lugar estaban hasta los huesos por SU pelirrojo? El pensamiento le hizo cerrar los puños con fuerza y desear que un meteorito destruyera la cancha en ese instante.

--Aomine, es tu turno.-- Gritó Riko. El moreno se levantó con gesto cansino, caminando con la misma pesadez que le caracterizaba.

--Deja de enojarte en vano, capitana, te van a salir arrugas.-- Contestó este a la vez que estiraba los brazos y daba un enorme bostezo.

--Tatsuya, deja de fruncir el ceño, o te pasará lo mismo que al idiota de Aomine.

Su rostro se suavizó a la vez que volteaba a ver a Kagami, que le dedicó una sonrisa tan genuina como cuando eran más jóvenes. Realmente no supo en qué momento se enamoró del pelirrojo, pero tenía claro que sus sentimientos no habían desaparecido cuando él marchó a Japón.

--Hablas como si el ceño fruncido no fuera una característica tuya, Taiga.-- Contestó mientras recibía la botella de agua y lo veía sentarse a su lado.

Tuvieron una charla trivial antes de que la entrenadora juntara a todo el equipo y los llevara a dar la vuelta a todo el campus.

--Muévanse, niñitas.-- Cuando quería, era bastante agresiva.-- Himuro, cuida nuestras cosas por favor.-- Era una manera de decirle que no los siguiera, cosa que se le estaba haciendo costumbre.

El pelinegro ni se preocupó por contestar, se recostó sobre la banca dispuesto a disfrutar un rato de relajación sin el eco de las pisadas y la molesta voz de Kise rebotando en las paredes.

De repente volteó a la banca donde había estado el peliceleste, y descubrió con sorpresa que había dejado el libro sobre esta aun cuando se puso a entrenar. ¿Que no tenía miedo que alguien lo viera?

En su cabeza, otra opción se presentó. ¿Y si leía alguno de los consejos? No para utilizarlos, claro, pero bien podría dejar en evidencia a Kuroko y Aomine cuando intentaran algo con Kagami.

Convencido por esa idea, se levantó y tomó el libro. Los chicos no volverían hasta dentro de unos quince minutos, incluso más si Riko no estaba de humor hoy.

Se saltó la primera marca del libro, la que leyó el molesto moreno, y se dispuso a leer el segundo consejo.

“Los pelirrojos, por su naturaleza, disfrutan de las emociones fuertes y los riesgos. ¿Un viaje en auto? ¿O tal vez en motocicleta? Lleva a tu amado pelirrojo a dar el viaje de sus sueños, un paseo interminable donde la adrenalina del momento ayude a colmar su corazón de amor hacia usted. Muéstrese valiente y decidido, ¡los pelirrojos aman eso! Asegúrese también de finalizar la deliciosa velada con el aperitivo favorito de la persona querida.”

... Okay, debía admitir que esperaba algo mucho peor, pero el consejo no sonaba tan mal en su cabeza. Al menos un viaje de ese tipo subiría el ánimo de Kagami, y si él era el responsable, tendría aún más oportunidades de...

Un momento, ¿no se suponía que él no iba a seguir ningún consejo? Con un chasquido de fastidio, pasó el resto de las páginas hasta llegar al tercer consejo.

"Pero al final, lo que a cualquier pelirrojo enloquece es..."

--Te dije que estoy bien, Murasakibara-kun, no tienes por qué gastar tus energías en cargarme.

Himuro casi se cae de la banca cuando escuchó esa voz. Dejó el libro en su lugar y volvió a su sitio, donde fingió estar analizando el techo.

Se escuchó el sonido de la puerta del gimnasio abrirse y el joven alto con cabeza de uva entró cargando a Kuroko, que parecía lesionado. El resto del equipo entró segundos después, no tan cansados y sudorosos como esperaba.

--Murasakibara.-- Kagami se acercó con el ceño fruncido, después de adelantar a todos, para colocarse a lado de éste.-- Puedes darme a Kuroko, yo lo llevaré a la enfermería.

Murasakibara no contestó, debía tener demasiada flojera para eso. Depositó al peliceleste en los brazos del pelirrojo y caminó de vuelta a su banca. Kuroko ni siquiera protestó, se dejó llevar como doncella en apuros hasta la puerta que conducía a la enfermería.

Ignoraba que tanto el pelinegro como el moreno tenían ahora solo una idea en la mente: Hacer que ese estúpido libro se fuera en su contra.

_____________________________________________________________________

Atardecía, el equipo de básquet recogió sus cosas y se preparó para salir. Aomine tenía todo listo, lo que diría, lo que pediría y hasta una lista de posibilidades ante cada cosa, algo muy elaborado tratándose de él.

Pero no contaba con que el idiota de Kise se le pegara como liendre al cuero cabelludo y ofreciera acompañarlo a su casa.

--Qué lástima lo que le pasó a Kuroko-chi, ¿verdad Aomine-chi? El pobrecito ni podía caminar. Ah, suerte que Kagami-chi lo cargó hasta la enfermería, Murasakibara-chi parecía a punto de soltarlo en medio de la cancha.-- Los ojos del rubio brillaban como si de su más grande héroe estuviera hablando. Aomine ni lo miraba, escribía un mensaje en su celular, el que mandó unos segundos después. --Y al final, ni volvió al entrenamiento por cuidarlo, ¡qué caballeroso es Kagami-chi! Oh, por cierto, ¡ahí viene!

Al moreno casi se le rompe el cuello por la rapidez con la que volteó a donde Kise señalaba.

En efecto, el pelirrojo iba hacia ellos en un trote lento.

--¿Algo nuevo para mañana?-- Preguntó apenas llegó.

--¡Kagami-chi! ¡Le decía a Aomine-chi que eras muy caballeroso con Kuroko-chi por llevarlo cargando hasta la enfermería!.

... De verdad, pocas ganas le faltaban para golpear a Kise y dejarlo inconsciente. ¿Acaso no se daba cuenta de lo vergonzoso que era eso?

--Bah, una manera tonta de omitir el entrenamiento, Bakagami.-- Dijo el peliazul intentando mejorar la trágica situación.-- Pero esta vez me encargaré yo de eso. Taiga, tengamos un One by one.

Dejó que el peso de sus palabras cayera sobre él, regodeándose por la leve sorpresa en el rostro de Kagami, y el intenso ambiente que se formó entre ellos.

--¿He? ¡Yo quiero ver! ¡Un one by one entre Aomine-chi y Kagami-chi! ¡Será impresionante!-- Dijo Kise entusiasmado, alzando un puño y sonriendo como niño pequeño.

Aomine sonrió internamente cuando en celular del rubio sonó.

--¿Hola? ¿Eh? ¿Momoi? Pues ahorita mismo iba a ... Ah... Pero... Bien... Voy enseguida.-- Guardó su celular con gesto derrotado.-- Tengo que irme, Momoi quiere que me reúna con ella. Bah, ¡y yo que quería ver su partido!

Todo este tiempo, el moreno no apartó su vista de los ojos del pelirrojo, era una mirada tan intensa que quemaba, dos luces luchando por la supremacía.

--Bien, me voy chicos. ¡Suerte a los dos!-- Kise se alejó corriendo, y se perdió de vista en pocos segundos.

--Vamos, Taiga, tengo pensado algo interesante para este juego.-- Reanudó su camino, esta vez rumbo a la cancha al aire libre. Escuchó los pasos del pelirrojo tras él, cosa que le hizo sonreír demasiado para su gusto.

Apenas llegaron, el peliazul soltó sus cosas a lado de la cesta y se quitó la chaqueta, quedando con una playera negra bastante ajustada, que se ceñía a su piel y enmarcaba sus pectorales.

Se le escapó una sonrisa de suficiencia ante la fija mirada de Kagami, y no precisamente a sus ojos. Botó el balón unas cuantas veces antes de hablar.

--Esta vez, el juego viene con una sorpresa. El que pierda, tendrá que cumplir el reto que le asigne el ganador, sin importar su índole. Los retos quedarán establecidos antes de que inicie el partido. Primero di el tuyo.-- Le pasó el balón con un bote; el pelirrojo lo atrapó con naturalidad. Sonrió al moreno de forma retadora, ignorando que ese gesto solo alborotaba la testosterona dentro de él. Aomine tragó duro.

--Bien.-- Kagami se enfrascó en una profunda reflexión respecto a lo que quería conseguir de Aomine Daiki. ¿Su eterna devoción? ¿Que lo llamara Kagami-sama? O tal vez debería pedir algo mucho más valioso, algo que deseaba de Aomine desde hace mucho tiempo.

--Si gano, me comprarás treinta hamburguesas y malteadas en el restaurante de comida rápida.

--¿Treinta? ¿Estás enfermo acaso? ¡Se echarán a perder antes que te las termines!

--Me como veinte en un día.

--…

--…

--… Bien. Tendrás tus hamburguesas.—Y un dolor de estómago tan fuerte como el del bolsillo del moreno.

--¿Y bien?—Kagami observó a Aomine mientras cruzaba los brazos. --¿Qué me vas a pedir tú?

El aludido sonrió con suficiencia, las reacciones de Kagami eran casi palabra por palabra como las describía el libro. Moría por llegar a la parte de su recompensa.

--Un beso.

... El pelirrojo no estaba seguro de haber escuchado bien.

--Un... ¿Beso?

--Exactamente, Taiga.-- El moreno se regodeaba con el rostro del chico, que no salía de su estupefacción. Lamió su labio inferior con suavidad, su rostro lleno de egocentrismo.

--¿Estás seguro de que eso es lo que quieres?-- El pelirrojo seguía sin poder creérselo. Había muchas otras formas de dejarlo en ridículo, pero si Aomine quería ESA... ¿No significaba entonces que...?

--¿Aceptas o no? No tengo todo el día.-- En el fondo, se sentía nervioso por la respuesta, pero internamente hizo una oración a aquel estúpido libro para que tuviera la razón y Kagami dijera...

--Sí.

Wooooooo, lo dijo lo dijo lo dijo, el moreno quería bailar de felicidad pero... Por favor, era él, no podía permitirse esa idiotez.

--Bien, prepara tus labios, Taiga, porque te haré gritar.

Aomine no estaba hablando precisamente de básquet.

_____________________________________________________________

--Gracias, Misaki, de verdad te debo una.

--No te preocupes por eso, Tatsuya, sólo no vayas a rayarla, o me dedicaré a partirte en cachitos muuuuy pequeñitos.

Sonrió ladinamente, sin dejarse intimidar, aunque en el fondo la advertencia de su amiga casi le hizo mojar sus pantalones. Después del susto, no pudo dejar de felicitarse por tener una amiga tan bien acomodada, hija del dueño de una de las empresas más reconocidas de Japón.

Una hermosa motocicleta último modelo lo esperaba, recargada sobre la pared del edificio como si lo incitara de forma muy sensual a montarse sobre ella. Acarició levemente el asiento y los manubrios, dejándose llevar por la emoción de un viaje con esa belleza.

Sonrió de nuevo. Aomine podría hacer lo que quiera que dijera el primer consejo y Kuroko hacer el ridículo con el último, ya que aunque Taiga no fuera un gran fan de las motos, el viaje a toda velocidad por la carretera seguramente despertaría esa vena en su corazoncito que tanto deseaba.

Subió en ella, tomando su tiempo para acomodarse, ligeramente nervioso. Fue hace mucho que manejó una moto, antes de volver a Japón, pero recordaba lo básico.

Se colocó el casco, y se dispuso a partir cuando una cabellera rubia muy conocida llamó su atención.

--¿Kise?

________________________________________________________________

Kagami jadeó, exhausto, mientras Aomine volvía al piso luego de encestar la pelota por cuadragésima quinta ocasión, haciendo un total de más de cien puntos.

Sonrió con suficiencia a pesar de las enormes gotas de sudor que escurrían por su frente. Habían ido muy parejos hasta hace unos tiros, 98 vs 96. Kagami dijo que un tiro más y el juego se terminaba, con la esperanza de que en un empate ninguno tuviera que cumplir su reto... O al contrario.

Pero el moreno esperaba eso, por lo que en un sorprendente tiro, el marcador finalizó con 100 vs 96, él con la corona.

Casi se le salió el alma unos segundos atrás, cuando Kagami estuvo a punto de encestar una de tres puntos. No tenía el dinero para comprar tanta comida, lo cual además de recordarle su pobreza, le hizo ver que su objetivo estaba a punto de perderse. Maldijo al libro, a la editorial, a la autora que debía estar dándose un baño en las lágrimas de sangre de sus lectores y a su madre por concebir semejante demonio. Entonces recordó que era Bakagami, y que los tiros de tres puntos simplemente no eran su fuerte.


"A huevo, triunfó el mal"

Ahora, con ambos sudados y jadeantes, la idea del beso era aún más prometedora. Los labios de Kagami seguramente enviarían vibraciones a todo su sistema, su camisa desprendería ese aroma que lo enloquecía y ese endemoniadamente cachondo pelirrojo clamaría por más y más contacto.

--Bien, Kagami, has perdido.-- No era necesario decirlo, pero oh, qué bien se sentía.

El pelirrojo alzó la mirada, que se debatía entre frustración y... Una sana curiosidad. La lujuria inundaba ya los ojos de peliazul y su sonrisa casi perfecta aguardaba el tan esperado acto.

--Bien. Cumpliré.

Si Aomine hubiera sido una mujer, se habría desmayado ante aquellas dos palabras saturadas de testosterona. El pelirrojo se acercó lentamente, con indecisión al principio, para después tomarlo por los hombros y fijar su mirada en los ojos del otro.

Sus jadeos se volvieron más suaves, marcados más por la emoción que por el cansancio del juego. El cuerpo de Taiga despedía un intenso calor que llamaba al peliazul de muchas maneras; el toque en sus hombros era lo que lo mantenía en la tierra mientras su mente amenazaba con escapar. Sólo eran necesarios... Unos centímetros más, y se fundirían en aquel beso apasionado que tanto deseaba.

El aliento de Kagami rozó sus labios, enviando escalofríos por todo su sistema. Sintió la imperiosa necesidad de terminar esa distancia entre sus labios. Entrecerró sus ojos al sentir como sus narices colisionaban; era tan perfecto. Sólo un poco más, un poco más...

Cerró los ojos por completo, sus brazos inertes a sus costados, la boca entreabierta a la espera.

Sintió un pequeño roce...

Y luego no sintió nada.

Abrió los ojos cuando no sintió a Kagami cerca de él, y se encontró al aludido en el piso. Un balón rebotaba a unos metros de él y sus ojos en espirales giraban sin control.

--Ah, con que aquí estabas, Kagami.

Himuro no podía creérselo. Le dijo a Kagami que tenía un pequeño pendiente, pero volvería para acompañarlo a su casa. Entonces el idiota de Kise le dijo que tendrían un One by One en las canchas al aire libre y supo que debía ir de inmediato.

Confirmó sus sospechas momentos atrás, cuando los vio a punto de besarse. Lo odiaba, odiaba al cabeza de cerillo marca "La central" por jugar tan sucio, pero tampoco se iba a rebajar a su nivel.

--Parece que ya terminaron de jugar, ¿cierto? Entonces no te importará que me lleve a Kagami a su casa.

Aomine pasó de estar completamente extasiado a estar colérico en cero punto dos segundos. ¡Estuvieron a nada de besarse! ¡Y el estúpido pelinegro había golpeado a Kagami a propósito con el balón para dejarlo fuera de juego!

--¿Qué demonios te pasa, Tatsuya?-- Le gritó furioso. Se acercó a Kagami para darle una mano, pero el rostro de este estaba teñido de alivio.

--Al fin llegaste, te estaba esperando, idiota.

... El pequeño y casi inexistente corazoncito de Aomine quiso romperse en mil pedazos, pero bah, nadie que no fuera él podía hacer eso.

Vio al pelirrojo levantarse y avanzar hacia Himuro.

--Oi, no terminaste tu reto, Bakagami.

--Quedará pendiente, Daiki.-- Contestó con una sonrisa.

... Ay Dios, ¡dijo quedaría pendiente!

Los vio alejarse y subirse en una moto que no había visto nunca. Así que esa era la idea de Himuro. Aomine volteó al cielo mientras una sonrisa se posaba en su rostro. Tenía la forma perfecta de frustrar al pelinegro.

________________________________________________________________


La carretera que Himuro eligió para el viaje estaba milagrosamente vacía. Aumentó la velocidad conforme tomó confianza a aquella máquina y el viento los golpeó en la cara. Sentían la frescura del día colarse por sus ropas y rozar su piel, una creciente euforia en sus pechos producto de esa ilusión de libertad.

Una risotada se escuchó tras de él. Kagami se levantó levemente de su asiento y cerró los ojos al golpear la brisa en estos. Se veía realmente hermoso, los cabellos ondeando, así como su camisa, y esa sonrisa que robaba el aliento del pelinegro como si no hubiera otra cosa en el mundo que valiera la pena mirar.

El pelirrojo mantenía un fuerte agarre en la cintura de Himuro, lo que le provocaba una gran cantidad de sensaciones en esa zona. Sentía también el pecho de Kagami contra su espalda. La agitada respiración masajeaba ligeramente su columna, tentándolo.

--Tatsuya, déjame conducir ahora.-- Gritó Kagami para que pudiera escucharlo.

El pelinegro se sentía tan feliz que le concedió ese pequeño capricho, además, le permitiría palpar a sus anchas la deliciosa cintura del pelirrojo mientras éste conducía.

Se orillaron lo necesario para hacer el cambio de lugares y reanudaron la marcha. Himuro dejó pasar un rato más antes comenzar a decir lo que venía callando desde hacía mucho.

En su cabeza, planteó tres posibles respuestas.

----

1° Posible respuesta de Kagami.

--Kagami, yo... Quiero decirte que, me gustas.

Kagami detiene la moto y lo mira con horror.

--Pero, Tatsuya, ¿qué acabas de decir? ¿Entonces todo esto solo fue para sabrozearme? ¡Maldito! ¡Traicionaste mi confianza! ¡No quiero verte de nuevo maldito pervertido, aléjate!

Kagami baja a Himuro de un empujón y se pierde en la moto prestada en la distancia.

Himuro llora.

----

... Okay, Kagami no era tan malo para hacer aquello, ¿verdad?

Debían ser los nervios jugándole una mala pasada a su inocente corazón enamorado. No le convenía pensar en eso porque... La moto era prestada.

----

2° Posible respuesta de Kagami.

--Kagami, yo... Quiero decirte que, me gustas.

Kagami voltea a verlo sorprendido y detiene la motocicleta. El viento agita con fuerza sus cabellos mientras se baja del vehículo para observarlo de frente.

--¿Es verdad lo que dices, Tatsuya?-- Pregunta mientras toma sus manos suavemente.

--Cla-claro que lo es, Taiga.-- Contesta levemente avergonzado.

Kagami sonríe como solo los príncipes en los cuentos de hadas. 

--Yo... He estado enamorado de ti, Tatsuya, desde que tengo memoria.-- No... No me imagino una vida sin ti.

Concluyen con un bello beso con la puesta de sol en medio de la carretera.

----

...

Himuro prometió en ese momento que iría a terapia apenas terminara su asunto con el pelirrojo.

Pasó de un extremo a otro en las posibles reacciones, estaba de acuerdo que Kagami no era agresivo, pero tampoco tan... Romántico.

Todavía estaba la tercera opción, que era un bello equilibrio entre ambas posibilidades, muy conveniente para él.

----

3° Posible respuesta de Kagami.

--Kagami, yo... Quiero decirte que, me gustas.

Éste voltea a verlo sorprendido.

--E-estás jugando, Tatsuya.-- Contesta con un leve sonrojo en sus mejillas.

--No miento, Taiga, enserio me gustas.-- Dice mientras aprieta levemente los costados del pelirrojo.

El otro no sale de sus sorpresa y sigue con la viste enfrente.

--Yo… no sé qué decir.-- Suelta una sonrisa.

--No tienes que contestar nada, Taiga, solo te dije lo que siento.

Pasa un momento de extraño silencio cuando el pelirrojo vuelve a hablar.

--En realidad... Quiero decirte que... Yo... Amo a Kuroko.

...¿Qué? De repente, el ambiente era muy diferente, el sol se perdía de vista y el viento comenzaba a arrasar contra ellos.

--Sí, llevamos meses saliendo, tuvimos nuestra primera vez en el gimnasio cuando todos se fueron y si como tanto últimamente es porque me embarazó.

--¿Qué? Pero, Kagami, ¡Yo te amo!

--Lo lamento, Tatsuya, mi corazón pertenece a alguien más.

La motocicleta ahora volaba junto a las nubes de tormenta, se abrió un misterioso boquete por donde salió un ángel peliceleste, que tomó a Kagami de una mano mientras la otra tocaba un arpa.

--Lo siento, de verdad.

Kagami se aleja volando junto con Kuroko y la motocicleta empieza a caer. Himuro intenta volar pero de repente se convierte en una tortuga, observando con horror que el suelo estaba cada vez más y más cerca.

--¡NOOOOOOOOOOOOO!

----

Abrió los ojos de golpe. Todo estaba bien, Kagami seguía conduciendo y la carretera desierta. Se había quedado dormido cómodamente en la espalda del pelirrojo, que al parecer ni se había dado cuenta.

“Un sueño, todo fue un sueño” Se dijo mientras su respiración se regulaba y se dejaba engullir por el tranquilo ambiente.

Ya no debía vacilar, tenía que decirle a Kagami lo que sentía porque este ya había dado la vuelta de regreso. No entendió por qué hasta que una gota cayó en su nariz. Había una enorme nube sobre ellos y amenazaba con ser una fuerte tormenta. Era ahora o nunca.

--Kagami, yo…necesito decirte algo.

Pero sus palabras se vieron interrumpidas por el repentino trueno que retumbó en sus oídos. Primero unas gotas, después un aguacero torrencial tipo Sekaiichi Hatsukoi que no te da oportunidad de decir lo que quieres. En unos segundos tenía la cara empapada y escalofríos. Escuchó que Kagami mencionó algo sobre acelerar el paso y le contestó con un agarre firme en la cintura.

“Maldita sea”

_______________________________________________________________________

El aguacero no les permitió llegar a la casa de Kagami. Terminaron refugiándose en una parada de autobús que quedaba a unas cuadras de la preparatoria Seirin. La moto quedó recargada contra el anuncio lateral  mientras ellos miraban a la nada.

Podían haber tenido una buena conversación, pero el pelirrojo tenía un problema mucho mayor que enfrentar.

--Muero de hambre, Tatsuyaaaaaa.-- La última letra se perdió mientras Taiga se dejaba caer en la banca. Estaban en un estado deplorable, las ropas de ambos escurrían debido a la lluvia que no pudieron evadir y sus estómagos clamaban por alimento inalcanzable.

De repente, por una calle lateral apareció una Jeep Commander negra, la cual se estacionó al lado de la parada iluminando a ambos chicos con sus luces delanteras.

Una persona salió del lado del asiento del conductor y caminó hacia ellos con una sombrilla. Tardaron unos segundos en darse cuenta de quién era.

--Aomine, ¿qué haces aquí tan tarde?-- Taiga estaba sorprendido, los recuerdos de unas horas antes se agolparon en su mente y no pudo mantener su mirada mucho tiempo.

--Sólo pasaba por aquí y los vi varados. ¿Quieren que los lleve?-- Aomine traía una sonrisa Made In Daiki. Les pasó la sombrilla cerrada que traía en la otra mano e hizo ademán de guiarlos hasta el auto.

--Sólo basta con que nos prestes tu sombrilla, Aomine, la casa de Taiga está a unas cuadras de aquí.-- Himuro habló con toda la confianza de un hermano mayor. Kagami lo volteó a ver como si estuviera loco, no llegarían a su casa con esa lluvia, no caminando.

--¿Has visto ya sus ropas, Himuro? ¿Acaso quieren enfermarse? Suenas ridículo.-- Espetó el moreno cruzando los brazos. ¡Ni loco permitiría que su pelirrojo se fuera caminando!

--Unas cuadras más no nos afectarán mucho, no queremos desviarte de tu camino.-Contestó el pelinegro con sorna.-- Además,-- Se acercó de forma amenazante.-- no creo que seas el indicado para hablarme de hacer el ridículo.-- Finalizó, poniendo su dedo índice en el pecho del moreno.

Los ojos de Aomine relampagueaban de furia.

--Eh… chicos…-- Kagami quería decirles que la lluvia comenzaba a menguar.

--¿Qué no soy el indicado? Dime cuánto te costó la renta de esa motocicleta y te diré lo ridículo que te ves.

--¿Lo dice el que no tenía auto hasta hace unos minutos? ¿No te quejas todo el tiempo de tener que caminar hasta tu casa?

--A diferencia de ti, no me costó un centavo, mi padre me lo prestó para no mojarme con esta lluvia.

--Chicos… (‘-’)/

--A mí tampoco me costó, tengo contactos, Daiki.

--O sea que aparte de no poder alquilar una moto decentemente, tienes que pedir caridad.

--Con contactos me refería a amistades, imbécil. ¿Quién fue el que tuvo que pedir un beso mediante una apuesta?

--... Mi idea dio mejores resultados que tu patética excursión en moto. ¿Acaso no viste el clima? Definitivamente tienes retraso mental.

--¡Ha! ¿Tu idea? Por favor, te vi hojeando el estúpido libro de Kuroko.

--Si sabes de qué va quiere decir que tú también lo leíste, vaya hermano mayor.

--Cuidado, Aomine, no tengo por qué ser considerado contigo.

--¿Has visto nuestra diferencia de estaturas, idiota?

--Me refiero que es obvio que Kagami me tiene mucha más confianza a mí que a ti. ¿Te diste cuenta de su cara de alivio cuando interrumpí su teatrito?

--¡Lo golpeaste en la cara con un balón! ¿¡Qué clase de persona hace eso!?

--...

--¡Y yo soy el salvaje aquí!

--Aomine.

--¿Qué? ¿Ahora actuarás de forma civilizada?

--Yo no lancé el balón.

--¿Qué?

Ambos voltearon a donde se encontraba el pelirrojo, para darse cuenta de que ya no estaba ahí. La lluvia se había detenido hace mucho y no se encontraba ni su maleta ni su… presencia.

Y las piezas encajaron con rapidez.

--Kuroko.-- Dijeron a unísono.

_________________________________________________________________________

"Pero al final, lo que a cualquier pelirrojo enloquece, es que la persona interesada en él la lleve a hacer sus actividades preferidas. Esto puede sonar muy simple y hasta tonto, pero para un pelirrojo cuya mentalidad es muy cambiante e intensa, que una persona sepa sus gustos fijos es como un regalo. Sea paciente y escuche cuanto tenga que decir si ha tenido un día malo. Ofrézcale lo que necesite y deje que guíe la conversación a los puntos que quiera tocar. Los pelirrojos, aunque no lo parezca, gozan de los mimos como nadie. Son criaturas consentidas y caprichosas. ¡Le deseo un profundo éxito!”

Kuroko suspiró tranquilamente y cerró el libro, lo guardó en su mochila mientras pensaba en que todo había salido mejor de lo que esperaba. El balón era algo que tenía previsto desde el principio, pero la lluvia y la interrupción de Aomine lo hicieron todo más fácil y seguro.

Kagami caminaba a su lado, secándose la cabeza con una toalla que Kuroko casualmente llevaba en su mochila y contándole de lo raro que fue su día.

--Después Aomine me dijo que lo que quería a cambio era un beso, ¡un beso! ¿Puedes creerlo?

--Definitivamente no me lo esperaba, Kagami-kum.--Contestó con voz tranquila, como si no lo hubiera planeado desde antes, cuando decidió dejar a Nigou en la jardinera como pretexto.

--Por cierto, ¿qué tal el pie?--Preguntó Kagami observando hacia abajo.

--Nada que no pueda tolerar.-- Y torcerse el pie a propósito no era nada fácil, le costó un raspón en su mano con el que no contaba.

--En fin, ¿a dónde vamos ahora? Muero de hambre, Kuroko.

El peliceleste sonrió sin que Kagami lo notara.

--En vista de que has tenido un mal día y por ayudarme a llegar a la enfermería, vamos a Magi Burger, yo invito.

--¿En serio?-- Kagami estaba realmente sorprendido, ya que invitarlo a comer era declararse en bancarrota apenas saliera la orden.

--Claro, Kagami-kun, te lo mereces.-- Contestó con una sonrisa.

--Jajaja, Kuroko, eres la mejor sombra que pude tener.-- Dijo Kagami mientras pasaba un brazo por los hombros del peliceleste y lo acercaba más a él.

Kuroko sintió su cuerpo estremecer por el contacto, sonriendo levemente.

“Y esas son las tres formas NO infalibles de conquistar a un pelirrojo” Pensó mientras entraban al restaurante.

 

Notas finales:

Bien, no tengo experiencia con Kuroko no Basuke pero evité lo más posible el OOC 

 

Espero lo hayas disfrutado 7u7

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).