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Te encontré por Eirin009

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Todos los días eran monótonos para él, esos seres carentes de un alma le rodeaban y eso le fastidiaba. Decidido a cambiar eso salió del infierno al lugar donde se encontraban las criaturas que más detestaba pero que necesitaba para existir, llamados humanos por el creador pero no eran mejores que los demonios algunos incluso eran peores, habían excepciones, unos cuantos se dedicaban a servir al creador, ayudados por esas criaturas hermosas y fuertes que parecían frágiles pero tenían el mismo poder que los demonios.

-Ah- suspiro cansado –Todos los humanos son aburridos, solo buscan poder y riquezas sin importarles a quien deban lastimar en el camino- dijo eso observando a un ladrón por un callejón intentando quitarle el bolso a una mujer indefensa –Al final esa mujer se rendirá ante el ladrón sin pelear como todas las demás y caerá en desgracia.

-Te equivocas- se escuchó una voz clara y hermosa de tras de él –Se levantara y seguirá adelante, ella tiene esa fuerza.- volteo el rostro observando a un niño de cabello azulado, una tez clara y unos hermosos ojos color zafiro, con un par de alas blancas en su espalda –Es lo que alguien como tú no logra distinguir a simple vista- le respondió de una manera superior que hizo molestar al demonio.

-Eres un ángel- le dijo algo cautivado por la apariencia del niño aunque no lo demostró.

-Parece que tienes buena vista- soltó una risilla burlona.

-Vaya pensé que no podías sonreír- le dijo descaradamente que hizo enojar al ángel.

-Se supone que los demonios no salen a la superficie durante el día- dijo con un tono indiferente.

-También se supone que un ángel no habla con los demonios- dijo viéndolo profundamente con sus ojos escarlata.

-Eso es porque estoy aburrido- contesto con un leve sonrojo en el rostro y volteando la mirada.

-Así que los ángeles también se aburren- le dijo sin preocupación alguna –Comprendo el sentimiento, todo siempre es igual, nada cambia al rededor- soltó un suspiro que llamo la atención del niño.

-Se nota que hace mucho no venias al mundo humano- contesto sin darse cuenta en voz baja pero aun así audible para el otro.

-¿Por qué dices eso?- contesto curioso

-¿Eh? Bueno yo…yo solo creí que- se puso nervioso al verse descubierto. Esto llamo la atención del demonio quien se fijó en sus labios que intentaban articular palabras, parecían tan suaves que pensó en probarlos, sonrió internamente al descubrir aquello –No es nada, olvídalo quieres- finalmente dijo avergonzado.

-Tienes razón, hace 20 años que no vengo, te importaría darme un recorrido- le dijo con una sonrisa que dejo mudo al pequeño que solo asintió. –Bueno, te sigo- El ángel reacciono y empezó a moverse para que le siguiera, abrió sus alas y emprendió el vuelo, sabía que el demonio no podría volar por lo que le espero pero al voltear vio las enormes alas del demonio, eran oscuras y mostraban elegancia junto a su portador.

-Se supone que los demonios no tienen alas- dijo sorprendido abriendo los ojos.

-Si- dijo son una risilla –Los demonios normales no tienen alas, pero yo no soy como ellos- callo por unos segundos viendo al pequeño y continuo –No me gusta mostrarlas ya que me molesta como me tratan al verlas pero por esta ocasión lo hare, quiero que sepas más de mí y yo quiero saber de ti- dijo como si nada.

El pequeño solo se sonrojo y empezó a alejarse, el demonio le siguió hasta alcanzarlo, no dijeron nada en el camino, se adentraron al bosque llegando a una cascada con flores alrededor, era una vista hermosa y agradable.

-Este es mi lugar secreto, nunca eh traído a alguien más- dijo algo el ángel avergonzado por sus palabras.

-¡Vaya! ¿A qué se debe tal honor?- dijo algo feliz.

-Solo pensé que sería agradable estar con alguien más aquí- respondió viéndolo a los ojos sonrojado –No suelo estar con los demás ángeles, ellos solo me molestan- dijo agachando la mirada demostrando miedo en su rostro, el demonio lo vio y algo dentro de él lo impulso, le abrazo y cubrió con sus alas.

-¿Qué estas…-comenzó a decir con un sonrojo pero fue interrumpido.

-Lo lamento, no pude resistir verte así, eres demasiado hermoso para tener esa expresión, déjame abrazarte un poco más- le dijo cerrando los ojos y un tono preocupado, el otro solo se dejó hacer. Pasaron unos minutos y el abrazo se relajó un poco. -¿Estas bien?- dijo el mayor con un tono dulce.

-Si- respondió el más joven –Lamento preocuparte, son asuntos que solo me afectan a mí, no debí decirte que- fue apretado una vez más.

-No digas eso de nuevo- le dijo sin mirarlo –Quiero que me digas todo de ti, incluso eso, dime que han hecho y juro que iré al cielo y me desharé de esos que se atreven a molestarte- dijo tomando su rostro entre sus manos.

-…y-yo…- Su rostro se puso rojo en demasía por lo que le había dicho -Eres un tonto- dijo con una risilla avergonzado –No necesitas hacer eso, yo puedo hacerlo solo, ¿no soy alguien débil sabes?- puso un gesto molesto en su rostro al decir aquello.

-Me lo supuse, eres algo orgulloso para ser un ángel tan pequeño- rio sin dejar de mirarlo.

-Tu eres algo arrogante tal como tu título dice- dijo mirándole.

-¿Te diste cuenta verdad?

-Por supuesto, no soy tonto, los demonios no tienen alas a menos que sean de la realeza, tu alas son enormes y…- callo de inmediato, eso llamo la atención del otro y se acercó a su rostro, le vio algo nervioso.

-¿Y? ¿Hay algo más?- dijo mostrando una sonrisa sínica, sabía lo que iba a decirle pero quería escucharlo de él.

-Eres alguien atractivo- susurro lo más bajo que pudo estaba demasiado sonrojado y cerró los ojos.

Es lo que quería escuchar, a decir verdad los demás demonios no contenían belleza alguna, ellos utilizaban engaños para parecer atractivos enfrente de sus presas, solo los que tenían sangre del primer desterrado del cielo poseían esos encantos y se destacaban por tener alas y poderes especiales.

-Tú no te quedas atrás- dijo haciendo que abriera sus ojos, vio confusión en la cara del menor y un ligero toque carmín –Debería ser más claro, eres demasiado lindo y tu ojos muestran pureza, eres lo más hermoso que eh visto en toda mi existencia- el menor se sorprendió y abrió un poco sus labios, el mayor se aprovechó de ello y se acercó más a él haciendo rozar sus labios, le miro a los ojos y continuo, deposito un suave beso y se alejó un poco.

-¿Qué me dices? ¿Aceptas mi proposición?- le dijo viéndolo dulcemente.

Para los demonios que eran seres fríos que no demostraban emociones dar un beso significaba que te proclamaba suyo y que habías hechizado su oscuro corazón. El ángel se quedó viendo como el demonio le sonreía y se le acercaba nuevamente, se detuvo a unos centímetros de sus labios y le miro fijo, pudo ver el rojo vivo en sus ojos, supo que el demonio lo decía enserio y el ángel acabo con la distancia entre los dos, le beso torpemente aceptando, había aceptado ser suyo.

-Vaya no pensé que podrías ser más lindo- lo cargo en sus brazos y se acercó al rio –me encantaría continuar besándote pero no podría detenerme y no quiero que me temas- ante esto el ángel se sonrojo.

-¿Qué estás diciendo? Yo no te tengo miedo, nunca podría temerte incluso si llegases a atacarme nunca lo haría- volteo el rostro lleno de vergüenza. El demonio sonrió y le beso la frente.

-Gracias- le beso los labios –Pero nunca te atacaría, no en ese sentido- le guiño un ojo  con una sonrisa sínica- el menor solo cubrió la cara con las manos, ¿Cómo se le ocurría decir eso? En eso recordó algo importante, no sabía su nombre.

-Espera, no se tu nombre- dijo el menor con algo de vergüenza y temor ¿Cómo había aceptado al demonio sin saber su nombre?

-Dame un nombre- dijo tranquilo.

-¿Qué?- se sorprendió ¿él no tenía un nombre?

-No tengo uno por el cual ser llamado, han pasado siglos desde que tuve uno.

-En ese caso te llamare Sebastian- dijo avergonzado –Te queda bien.

-Perfecto- le sonrió –Ciel desde ahora en adelante seré Sebastian.

-¿Cómo lo supiste?- él no recordaba haberle dicho su nombre.

-Es un secreto- le susurro en el oído a lo que el menor sintió un temblor por su cuerpo. -Creo que es hora, ¿Debería ir con el creador a pedir tu mano? Ya sabes él quiere que todo se haga bien- le dijo confiado.

-¿Qué pasaría si no lo acepta?- dijo con temor.

-Nunca pasara eso, además me debe un par de favores.

-¿Qué favores?

-Bueno digamos que los arcángeles no son lo que parecen, son demasiado competitivos entre ellos y han destrozado varios lugares importantes para los demonios, tuve que meter mis manos para no causar una guerra.

-¿Qué? ¿Es enserio?- dijo sorprendido.

-Sí, es enserio- soltó una risilla- Bueno allá vamos- salieron volando tomados de la mano, llegaron a las puertas del cielo pero antes de entrar le apuntaron al demonio con lanzas y arcos, este se puso frente al ángel protegiéndolo con sus alas sin dejarlo ver.

-¿Qué hace alguien como tú en el cielo? Está prohibido el paso a los demonios- grito un ángel al frente de los otros.

-Miguel no vengo a hablar contigo necesito ver al creador.

-Estas demente si piensas que te dejare entrar al cielo.

-¡Esta bien! El viene conmigo- dijo el pequeño dejándose ver –Miguel déjanos pasar.

-¿Tú de nuevo? Creí haberte dicho que no estorbaras en mis asuntos- dijo enojado, Ciel se llenó de temor pero Sebastian le cubrió de nuevo con sus alas y dejo ver sus ojos escarlata en señal de enfado nadie le gritaría a su pequeño.

-Miguel, será mejor que calles si no quieres morir a manos de él- se escuchó una voz haciéndole voltear.

-Gabriel ¿Qué quieres ahora?- dijo Miguel molesto.

-Déjalo pasar, el creador ha dado su permiso, él no dañara a nadie a menos que sigas insultando al pequeño Ciel frente a él- dijo señalándolos, Miguel les vio molesto y bajo su arma –Pasen, él los ha estado esperando- dijo para que le siguieran, llegaron frente a una puerta – Bien, solo pasaras tu- señalo al demonio.

-Está bien, Ciel espérame aquí- beso su frente y entro por la puerta cerrándola tras de él.

-Así que ¿tú y ese demonio?- dijo Gabriel haciendo sonrojar a Ciel.

-Si- respondió tímido.

-Bueno, te deseo lo mejor- le dijo con una sonrisa –él es alguien extraño.

-Lo sé, apenas lo conocí hoy, pero sé que es lo que más necesito- mostró una sonrisa que sorprendió a Gabriel, él nunca había sonreído en el tiempo que lo conoció. Pasaron unos minutos y Sebastian salió de la habitación, cargo a Ciel y le beso los labios.

-Ha dado su consentimiento, pero hay algo que me molesta- dijo Sebastian ladeando el rostro.

-¿Qué es?- pregunto Ciel.

-Dijo que primero tenía que esperar antes de tomarte por completo- dijo mirándolo a los ojos.

-¿Tomarme?-miro confundido al mayor.

-Él se refiere a devorarte- Dijo Uriel entrando seguido de Rafael.

-¿Qué?- Ciel pensó por unos momentos hasta que capto lo que intentaban decirle, su rostro se volvió rojo como un tomate y oculto su rostro en el pecho del mayor.

-Ciel será mejor que no hagas eso- dijo Rafael viendo como el demonio encendía sus ojos en un tono rosado –Claro si no quieres que lo haga ahora- y soltó una risilla.

-Bueno esto ya está arreglado- sentencio Sebastian –Ciel vendré todos los días a verte ya que no puedo quedarme aquí, tengo obligaciones que cumplir y unas cosas que arreglar- dijo sonriendo.

-¿No puedo ir contigo?- dijo Ciel de una manera tierna ante los ojos de los demás.

-No- negó Sebastian con un rostro serio, Ciel entristeció pero Sebastian continuo –No puedo llevarte ya que si vas al infierno otros demonios querrán acercarte a ti, no podría soportar eso y terminaría matando a todos esos infelices- dijo volteando el rostro. Ciel se sorprendió y soltó una risilla, tomo la cara de Sebastian y le deposito un beso en los labios

-¡Tonto! No podría fijarme en alguien más que en ti, además yo puedo cuidarme solo.

-Lo sé, pero morir en tus manos será algo que solo yo puedo hacer- el menor se sonrojo y Sebastian le beso y recorrieron el cielo hasta que llegó el momento de despedirse.

Pasaron varios meses y todo el cielo estaba acostumbrado a ver al demonio y al ángel juntos, se había vuelto una costumbre verlos pasear, claro que los arcángeles no los dejaban solos, debían cuidar al pequeño de las garras del mayor, ya que este no desaprovechaba una oportunidad de besarlo.

-Sebastian- susurro el ángel al verse liberado de los labios del mayor, él quería continuar al igual que el demonio pero los arcángeles los vigilaban –Por favor- suplico con la mirada, el demonio no pudo resistir y extendió sus alas y cargo al joven en brazos.

-Ya no puedo esperar más- le susurró al oído –Has roto la poca cordura que me quedaba.

-¡Hey tú! Será mejor que lo bajes- gritó Miguel con su arma apuntándolo.

-Miguel cálmate- Rafael  hablo- Creo que él ya espero demasiado.

-¿Qué opinas tu Gabriel?- Uriel le preguntó.

-El creador dio su permiso hace unas semanas así que no importa, hagan lo que quieran.

-Gracias- dijo Sebastian y salió volando de ahí con Ciel en brazos.

-¡Oye! Gabriel no deberías dejar que contamine a un ángel.

-Miguel esa unión ya ha sido aprobada no hay necesidad de preocuparse.

-Exacto- respondió una voz clara y firme detrás de ellos haciéndolos sorprenderse, era raro verlo ahí.

-Creador- todos se inclinaron ante él.

-No hay necesidad de hacer eso, levántense- todos le obedecieron –Al parecer el pequeño Ciel sonríe más con él a su lado, él siempre fue muy reservado con sus emociones, además Sebastian lo cuidara bien, no haría algo para lastimarlo- sonrió de medio lado –Eso me recuerda- volteo a ver a los cuatro presentes –Necesito que me expliquen cómo es que destruyeron el santuario de las rosas hace dos días- dijo sonriendo haciendo que los otros se asustaran iban a responderle pero les interrumpió –Bueno eso no importa, su castigo será reconstruirlo y también deben limpiar todo el cielo por no haberlo dicho, así que empiecen – demostró algo de enojo y se marchó de ahí dejando a los arcángeles congelados del miedo.

Notas finales:

Los personajes son propiedad de Yana Toboso.


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