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Tsuki no tenshi: Ladrón de media noche por Eiri_Shuichi

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Notas del fanfic:

Esta historia es una versión escrita prácticamente desde cero de un fic que publiqué entre el 2006 y el 2009. Decidí volver a hacerla porque en la versión original dejé muchos cabos sueltos, creo que demasiadas cosas no fueron congruentes o quedaron confusas; estoy usando esta oportunidad para pulir la historia y añadir muchos detalles que en su momento no supe manejar.

Si alguien no ha leido la primera versión y quiere leer esta, recomiendo ampliamente que no le presten mucha atención a la otra; le tengo cariño, pero las diferencias son muchas (empezando por la ortografía).

Inquieto

(I)

 

Conozco un secreto sobre un cuento que en verdad pasó, sobre el tiempo, sobre personas, sobre el amor, el rencor y la venganza. Conozco un secreto sobre la luna.

No soy el único, ni siquiera el primero; probablemente sea solo una casualidad, pero es mío, tanto como mi nombre, como la sangre que corre por mis venas y mi destino.

Soy una de esas personas que puede escuchar los susurros del viento, puedo ver los colores en la sombra, sentir el paso del tiempo... escuchar la canción que brota a media noche y crea los sueños.

Mi existencia es un espejismo que durante el día parece sólido, pero al anochecer se va evaporando hasta mezclarse con el mundo entero porque todo lo que me ata es efímero, la ilusión a la que llamamos realidad. La verdad es también una idea fantástica, el anhelo que se rinde ante la necesidad, después de todo, ¿quién puede saber realmente la verdad?.

No estoy solo, somos muchos los que seguimos ese ritmo palpitante del pasado que nos llama, nos invita a recordar cada instante quiénes somos y de dónde venimos, pero sobre todo, nos indica qué camino seguir en esta telaraña a la que llamamos destino, donde surcar la cuerda floja es la única manera de sobrevivir. Tal vez algún día alcancemos la meta que buscamos, la joya de la corona, el tesoro preciado que nos fue arrebatado tiempo atrás, mucho antes de que naciéramos.

Mi camino apenas comienza y sin embargo el espíritu de miles me acompaña en cada instante, de todos aquellos que han estado antes que yo y, más que nadie, Yume; ella es nuestro origen, nuestra líder y nuestro ancestro, la que nos da fuerza cuando todo parece difícil y nos recuerda quienes somos. Es la esperanza, el sueño, la flor de la que brotamos para existir, el obsequio de un ángel, la alegoría de nuestra lucha.

La melodía infinita poco a poco se vuelve más clara, me cuenta la historia completa de lo que ha sido y me regala mensajes sobre lo que vendrá, haciéndome saber que estoy aquí, que existo, que hay fuerza en mi cuerpo y no es en vano.

Veo la luna clara, perfectamente hermosa, de luz etérea y presencia absoluta. Su forma parece infinita en el vasto universo, tan poderosa que controla la marea de mis emociones y es entonces cuando lo comprendo, que esta es solo la primera de muchas y largas noches, pero solo puedo tener fe, porque ya no hay tiempo para dudar o temer.

Conozco el secreto de un ladrón de media noche que no conoce límites, de una canción eterna y el amor más allá del tiempo. Conozco el rostro del décimo sexto "Tsuki no koe", la voz de la luna.

 

Las sirenas producían un eco estridente rompiendo el silencio en medio de la noche con relampagueantes luces rojas mientras las personas se aglomeraban tan cerca como podían, chocando las unas con las otras ansiosas de saber que ocurría, y es que la audacia de un delincuente para llegar a un área tan lejana y repleta de seguridad debía ser demasiada.

Los oficiales de policía intentaban contener a la muchedumbre mientras otros buscaban rastro alguno sin conseguir nada útil, pues quien fuera, sin duda alguna, había planeado la huida sin dejar cabos sueltos y a esas alturas debía haberse escondido, o incluso existía la posibilidad de que estuviera entre los curiosos, pasando desapercibido, regodeándose viendo la escena del crimen donde ni un oficial podía hacer nada para capturarlo.

Eiri Uesugi, el alto hombre de cabello rubio y ojos miel casi dorados observaba la escena meticulosamente, meditando las posibilidades; tenía claro que el perpetrador era un delincuente de guante blanco y la motivación también resultaba evidente. Las víctimas de esa noche en particular eran los dueños de una casa de subasta, más específicamente la bodega que tenían en el embarcadero de la ciudad, donde habían resguardado en total secreto la llegada de sus más recientes adquisiciones llegadas, apenas horas antes, desde Europa y si bien afirmaban que las obras de arte y reliquias permanecían en el sitio, una valiosa vasija había desaparecido, lo que justificaba que lo hubieran llamado a la policía, aunque no específicamente a él, un importante detective encargado de investigar homicidios en Tokio y zonas aledañas.

—Esa maldita bruja se escapó de nuevo— la voz de un hombre caucásico, alto y pelinegro llamó su atención al instante, más con disgusto que con cualquier otro sensación. Al instante supo que la noche se haría muy larga.

—¿Por qué estás tan seguro que se trata de una mujer?

—Sabes que solo pudo haber sido una persona, la misma ladrona de hace diez años Eiri

—Eso es imposible, no hay modo de que un delincuente que lleva inactivo una década aparezca de la nada. Por si eso fuera poco, la persona de quien hablas en realidad desapareció hace quince años, no diez

—Fue ella, te aseguro que lo que le ocurrió a Sachi fue culpa de Tsuki, no hay otra explicación; es nuestra oportunidad de hacer justicia

—No intentes arrastrarme a tu locura viejo decrépito

—¡Esa no es forma de hablarle a tu superior y mucho menos a tu padre!, ¿acaso piensas dejar las cosas así?

—Claro que no voy a atrapar al ladrón, quien quiera que sea, mi trabajo es atrapar asesinos, no hacer que un anciano frustrado pueda morir en paz

Siempre era la misma discusión; Taiyo Uesugi, un veterano bien conocido entre el cuerpo policiaco de Tokio, un hombre determinado a dar su vida para hacer cumplir la ley y a quien todos respetaban, para él no era más que un hombre necio, negado a aceptar el retiro y sobre todo obsesionado con aquel evento trágico que había marcado a su familia quince años atrás. El mismo por el que Eiri se negaba a someterse a él, en el que había perdido su fe en la humanidad y que, a sabiendas de lo que pensaba, igual lo había llamado, deseoso de involucrarlo en aquel caso en particular.

Los minutos pasaron sin que se hicieran avances; habían llegado demasiado tarde. La alarma había sonado tal y como debía y ellos no dudaron ni un momento en acudir al muelle, sin embargo, todos los esfuerzos resultaron ser en vano y poco tiempo hiso falta antes de que los curiosos se dispersaran, seguidos después por los oficiales y, sin embargo, él era demasiado determinado para irse así nada más.

Estaba solo, con el viento frío soplando, el aroma salado del mar que inundaba el muelle y las sombras de las múltiples embarcaciones como criaturas vivientes que se bamboleaban sutilmente con sus ecos metálicos. Se decidió, contra todo sentido lógico, a inspeccionar nuevamente la estructura, que por fuera se conservaba mucho mejor por el mantenimiento constante, mientras que al interior, según le parecía, había quedado al descuido desde hacía tiempo debido a que los objetos que apenas y se guardaban ahí algunas cuantas horas rara vez se almacenaban fuera de la planta baja haciendo que el piso superior de piso de madera humedecida resultara más bien inútil.

Tenía una corazonada que no podía describir, mucho menos siendo él un hombre de carácter lógico y racional, pero sentía una extraña necesidad por subir las viejas y oxidadas escaleras que emitían un sonido chirriante bajo su peso escalón a escalón y al llegar a la planta superior descubrió que los tablones, increíblemente desgastados, parecían mucho más frágiles que desde abajo, pero armado de valor y con aquella sensación a punto de abrumarlo recorrió pausadamente la estancia.

Lo siguiente que escuchó fue un crujido claro, sorpresivo y alarmante, seguido de una sensación de vértigo mientras veía brumosamente la oscuridad rodeándolo con mayor intensidad y sus manos se asían con toda la fuerza de su cuerpo a una superficie que ni siquiera reconoció inmediatamente. Cerró los ojos durante un segundo en que contuvo la respiración oyendo perfectamente como los tablones se estrellaban estrepitosamente en el suelo de concreto; entonces, tan asustado como estaba, vio hacia abajo calculando que estaba a unos cuatro metros de altura, no mortales por sí mismos, pero peligrosos si caía mal, si nadie se molestaba en aparecer mientras se desangraba o si chocaba con algo afilado.

Consideró sus posibilidades y aún así no encontró ninguna opción más que sostenerse, hacer el mayor esfuerzo posible y ponerse a salvo, pero el crujir de la madera no cesaba y las posibilidades de que resistiera a su peso el lapso suficiente. Sin esperarlo sintió un par de manos que lo asían fuertemente por el brazo derecho, una silueta no identificable que le brindaba ayuda inesperadamente, mostrando una fuerza que superaba las expectativas del cuerpo menudo que parecía tener.

El rubio no dudó un instante y se impulsó con la mano izquierda mientras el desconocido lo halaba hacía sí y conseguían elevarlo, sacarlo de aquel vacío y se apresuraban a alejarse del peligro con dirección a la escalera. Las respiraciones agitadas eran una mezcla del miedo y el desgaste físico, una manifestación de consciencia por lo que acababa de pasar.

Distinguió por primera vez a su salvador; una figura de cabello oscuro, cuerpo delgado de estatura promedio y el rostro cubierto con una máscara blanca con orejas y detalles en rojo de kitsune. No necesitaba meditar demasiado en el asunto, porque era demasiado claro que aquel individuo era el mismo que había hurtado la vasija, ese a quien habían buscado en vano; Tsuki no tenshi. Pero lo que más lo impresionó fue esa sospecha, esa casi seguridad de que, en medio de aquella noche el ladrón le sonreía con franco alivio al verlo sano y salvo.

Se llevó la mano a la cintura debajo del saco de vestir, tomó su arma por el mango un instante y tomó una gran bocanada de aire, sabiendo perfectamente lo que debía hacer.

Notas finales:

"Restless" - Within Temptation

https://goo.gl/z4IoPl


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