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Aún llevo tu olor impregnado en mí por Lady Akari

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Notas del capitulo:

Espero que les guste a pesar de que sea un poco abstracto <3

Aún llevo tu olor impregnado en mí

   

    Acarició con una sublime sutileza aquel mármol que enjaulaba el que había sido su más preciado tesoro. El tacto de las letras grabadas bajo su mano acrecentaba el dolor de su pecho, los gritos de su infierno  y la oscuridad del abismo.

Sonrió.

    Sus labios rozaron con la esponjosa lana que cubría su cuello, el fin de la travesía agonizante que escapaba de ambos ojos sin rumbo ni objetivo, pero con un origen devastador:

-        Un año más, perdóname –dijo cuándo su mano se transformó en puño, mientras reflejaba la impotencia acumulada, aquella arma afilada en su pecho.

 

 

Su presencia era delatada  por el sello que dejaba en la nieve. Era una fría noche de invierno y jamás lo iba a olvidar. Cuando elevó la vista hacia el horizonte pudo divisar el lago más hermoso bañado de blanco, la luna era preciosa esa noche. Una pequeña brisa sacudió sus cabellos y una delgada y esbelta figura hacía sombra en el paisaje.

Su corazón comenzó a latir con fiereza y sus ojos amenazaban con llorar. Él estaba seguro de lo que creía. Avanzó hasta aquella silueta y antes de mover sus labios, ya había sido captado:

-        ¿Le tienes miedo a la tormenta? –sonó  inquietante.

-        No le tengo miedo a nada.

Él sonrió. Aún de espaldas, sabía que había sonreído:

-        Estoy seguro de que mientes.

Se dio la vuelta para clavar su mirada en la del más bajo:

-        Le tienes miedo a la realidad JiHoon.

El fino rostro de su acompañante se escondía tras una larga bufanda blanca de lana. Su pelo castaño enmarcaba sus rasgos afeminados, pero bien definidos. Jamás creyó que aquella imagen tuviera un negativo en su mente, una esquina donde retratarlo en su corazón. Iba en sincronía con el paisaje y él, era espectador de tan espléndida obra:

-        Ya dejé de amarla hace tiempo.

-        Aún no ha sido suficiente. No eres capaz de enfrentarte a tus sentimientos, a tus recuerdos con ella.

-        Ella ahora es el pasado.

El castaño alzó una mano y la posicionó en su corazón. Pensó que a esa distancia el otro sería capaz de oír los latidos desbocados, pero en su lugar la retiró dejándola caer por el grueso abrigo que lo envolvía y sus ojos se desviaron hacia el lago, remarcando su bello perfil:

-        En tu corazón todavía significa un presente –Apretó los puños al oír sus palabras.- ¿Lo ves?

-        Yo te quiero a ti –declaró mirándolo fijamente a los ojos, seguro de lo que decía.

-        Me quieres pero tu corazón todavía no puede amar. No estamos listos para un nosotros y yo no me puedo quedar.

Maldecía que tuviera razón. Lo quería, mucho. Lo quería a él. Quería tenerlo a su lado, pero aún no podía amarlo; no cuando todavía estaba ella:

-        La tormenta es demasiado presuntuosa, devastadora e  incluso voraz –vocalizó mientras los mechones castaños acariciaban sus marcados pómulos- No puedo luchar contra ella y el tiempo no tiene piedad.

Esas palabras retumbaron en lo más hondo de su ser. Su ignorancia aquel día lo hizo cometer el mayor error de su vida. En aquel momento supo que era receptor de una lanza afilada y él gustosamente había puesto su pecho:

-        ¿Por qué tengo miedo ahora? –se cuestionó nervioso.

Sentía en el eco de la frase una oscuridad tan eterna que su cuerpo se estremeció y sembró el terror en su ser. Por primera vez en su vida sentía que se ahogaba en tierra, que volaba en el suelo y se escondía en el aire. Su luz se eclipsaba y sus pupilas se dilataron como respuesta:

-        No te vayas –lo miró asustado.

El alto sonrió nostálgico  y le acarició la mejilla con sus ojos cristalinos:

-        No me puedo quedar, hay alguien esperando mi regreso.

-        Tengo miedo… -sujetó la cálida mano en su mejilla. Ahora comprendía eso.

-        ¿De qué tienes miedo? –ladeó la cabeza.

-        No quiero abrir los ojos, porque no estás en mi realidad. Allí no te veo.

-        Tienes que enfrentarte a tus recuerdos, a tu dolor y al amor que sentiste. De esa forma me podrás ver.

-        Quédate conmigo, por favor… -sus lágrimas descendieron estrepitosas por su pálida cara, la desesperación lo sucumbía.

Sin borrar la sonrisa de sus labios, retiró la mano de su mejilla y empezó a desenvolverse la prenda que abrigaba su cuello. La estiró bien y se la colocó esta vez a su acompañante:

-        Jamás dejaré de estar contigo. Mi amor permanecerá junto a ti.

Lo vio acercarse a él, pero lo sintió cuando ambos labios se tocaron por primera y última vez. El eclipse lo había anulado y el esplendor se había desvanecido. No pudo decir nada. La razón se la llevaba consigo y su caminar autosuficiente. Las lágrimas caían frías junto a los copos de nieve que comenzaba a descender sin causa aparente. Veía su espalda y le dio miedo. Lo vio más lejos y le dio miedo:

-        ¡JeongHan! –lo vio pararse y le dio miedo.- ¡Yo quiero amarte!

Tan pronto como vio su sonrisa a lo lejos le dio miedo. Se percató de su asentimiento y vio sus finos labios susurrarle:

-        No llegues tarde…

 

 

Se lo dijo, se lo había advertido. Se lo suplicó con sus ojos y besó las palabras al llegarles al oído. ¿Qué hubiera significado llegar a tiempo? Se hubiera tatuado la respuesta de haberla sabido y hubiera obligado a su corazón a corregir semejante error.

 

 

El paso del tiempo no había hecho mella en aquel lugar, seguía intacto. El mismo lago, la misma luna espectadora, aquel invierno empuñando sus sentimientos. La misma visión, pero con un corazón diferente. El cumplimiento de la promesa lo había llevado de nuevo al pasado. Se acercó con un semblante serio y una mirada furtiva. Lo había esperado. Por él.

Se sentó a su lado y notó como le sonreía. Volvió a tener miedo:

-        He vuelto –anunció.- Comprendí lo que me negué a ver y aprendí de mis errores.

-        Deseé siempre que lo hicieras, no puedo estar más feliz.

 

Sus ojos, presos de una atracción magnética, no podían apartarse de él, pero su cuerpo sufría una polaridad contraria:

-        Miénteme ahora –miró su pálido rostro. Su piel juraba hermandad a la nieve, pero su pelo castaño solo se mecía orgulloso de adornar el arte en vida.

-        Esta es mi realidad –sus ojos derramaban lágrimas, una estampa que se ancló de manera salvaje en su cabeza.

-        ¿Podrás perdonarme antes de irte? –sujetó su mano y lo miró a los ojos, buscando la llama que había encontrado tiempo atrás. Esa luz que lo había cautivado y que parecía ser soplada con malicia.

-        No has cometido otro error, mi espera cumplió su cometido. No tengo nada que perdonarte.

-        Te amo, JeongHan –declaró pasando su mano por la fría piel retirándole las lágrimas.

-        Deseo, esta vez, permanecer junto a ti el resto de mi vida.

-        Miénteme, por favor –sintió su propio llanto bañar su cara.

-        Gracias.

Justo antes de cerrar por completo los ojos, sujetó su cuerpo atrayéndolo hacia su pecho. Fue testigo de cómo su amor quedó entrelazado y de cómo, su deseo había sido cumplido. Sus últimos minutos de vida los había pasado junto a él. Acarició una de sus mejillas y depositó un cálido beso en los finos labios por los que había esperado.

 

 

 

No quiso enfrentarse a esa realidad, no esa vez.

Hundió su rostro en la bufanda apreciando por milésima vez la textura suave que lo abrigaba. Miró de nuevo hacia el lago que lo observaba y sonrió con nostalgia. Se limpió las lágrimas y sacudió la nieve de sus pantalones. Sus ojos divisaron la luna y sintió lo impertinente que era el tiempo:

-        JeongHan –agarró la prenda mirando la radiante foto-. No puedo creer que después de tanto tiempo, tú olor siga impregnado en mí.

 

Esta vez iba a haber alguien que llevara en su corazón para siempre.

 

Notas finales:

Denle amor a Seventeen <3


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