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No fue coincidencia por mistdowner

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Notas del capitulo:

Espero les guste este nuevo proyecto. Planeo hacerlo de pocos capítulos largos, sin embargo nunca se sabe. Tal vez cambie de planes, como siempre.

Los personajes de esta obra no me pertenecen, son propiedad de Disney y Dreamworks.

No lo comprendía. ¿Cómo podía el amor desvanecerse de un día para el otro? ¿O es que acaso ella nunca lo amó? Miles de preguntas se formaban en su mente, tratando de alejarlas revolviendo sus castaños cabellos. Suspiraba todas las noches, y una que otra vez se encontró con los ojos húmedos por los recuerdos felices que le embargaban. Ahora estaba solo. La llamó mil veces, pero nunca contestó. La buscó por todos lados: en su trabajo, en su hogar, en los lugares que frecuentaba… Pero la reacción de su amada nunca era buena. No es como si lo viera con asco u odio. No. Simplemente sus orbes reflejaban resignación. ¡Hubiera dado todo de sí porque reflejaran amor! Y la historia se repetía todos los días. Buscarla, ser rechazado, ignorar ese hecho y seguir viviendo, para empezar de nuevo con el círculo vicioso. Todo iba cuesta abajo. Hiccup lo sabía, pero no quería terminar de aceptar ese hecho. No, de seguro había cometido algún error, tal vez por ser tan descuidado…

-Vete, no hagas esto más difícil.

-No, no. Dame otra oportunidad, si hice algo mal…

-No hiciste nada malo.

-¿¡Entonces!? Por favor, solo…

-Hiccup…Yo….Nunca te amé.- de repente su mundo se vino abajo. Podía ser rechazado una y mil veces, soportar algunos empujones débiles de la rubia y demás…Pero…Aquello había cruzado un límite. No reaccionó de repente. Pestañeó con pesadez, como si aquello fuera tan doloroso que no pudiera asimilarlo a tiempo. Respiró. No, no. Era una broma. Astrid solo decía eso porque estaba siendo un pesado, sí. Asintió con una sonrisa forzada, y susurró un leve: “te veo luego”, para darse media vuelta, dispuesto de nuevo a sumergirse en depresión, para más tarde volver a intentar. No se daría por vencido.

-N-no…Busca a alguien que te ame.-la voz de la oji azul tembló, en un tono tan bajo que dudaba de que el castaño la hubiera escuchado. Vio su figura perderse por las calles.

Sí, era algo horrible. Hacer ese camino a diario se había vuelto algo a lo que el denominaba “la pasarela del bufón”, y es que, debido a su horrible estado, todos le miraban con pena, como si se tratase de algún cachorro a medio morir de hambre. Detestaba aquello. ¿Cuándo comenzó a hacerse tan sensible? Siguió caminando, casi sin pensarlo, con los ojos nublados por las lágrimas. ¿De nuevo iba a llorar? ¿En la calle? Diablos. Para su suerte, no había mucha gente alrededor. Tal vez era el clima frío, tal vez la hora. ¿Importaba? El alto castaño solo proseguía su caminata, sin más que arrastrar los pies y aguantar ese nudo en su garganta. Tan ensimismado iba en sus pensamientos, que no escuchaba nada. Y por ese motivo, cuando alguien se estrelló de lleno contra su espalda, se sobresaltó.

-R-rayos…- escuchó murmurar. Se dio media vuelta aun aturdido, y se dio con la joven figura de un chico. Y vaya que chico. Era realmente extraño, con su pelo blanco y sus ojos tan azules…Como su amada. Por Odín.- Disculpe, no le vi.

-No importa.- Comentó con la voz algo quebrada, ignorando al chico y siguiendo con su paso lento y doloroso. Por su lado, el chico desconocido ladeó un poco la cabeza: no todos los días te encontrabas con un tipo tan…Atractivo. Sí, debía admitirlo. ¿Sería modelo? Bueno, daba igual. ¿Por qué habría estado tan triste?

-¡JACKSON, VEN AQUÍ!

-¡Rayos!- con aquel grito, recordó porque andaba corriendo, y es que Bunny, como le gustaba llamarlo, venía detrás de él con la clara intención de molerlo a golpes. Continuó con su carrera, de nuevo acercándose a ese desconocido castaño. Ya cuando estuvo a su lado, lo medio empujó con uno de sus hombros, para luego sobrepasarlo. Eso hizo que Hiccup lo viera extrañado, siguiendo con la mirada su cuerpo que se iba alejando poco a poco. Por un momento pensó ver mal, sin embargo no era así. En efecto, antes de doblar en la esquina, el joven peliblanco lo saludó con una gran sonrisa. Vaya que había gente buena en el mundo. Quiso devolverle el gesto, sin embargo no reaccionó a tiempo, y solo se quedó como un bobo, quieto y altamente impactado. Ese tipo de cosas no le pasaban a menudo. De hecho…No recordaba la última vez que alguien le había sonreído. Desde su ruptura con Astrid, su encierro en el departamento se volvió ley, y de a poco sus amigos se fueron borrando del mapa. Tal vez hasta ellos nunca fueron lo que dijeron ser.

-¡JACKSOOON!- otro sobresalto invadió su cuerpo, mirando por sobre su hombro, justo a tiempo como para reaccionar, y quitarse del camino de aquel hombre enfurecido.-  ¡DEVUELVE MI PINCEL!- y cómicamente, aquel moreno siguió el camino del singular chico. Gente loca. Hiccup suspiró. Gracias a ese extraño episodio, había podido olvidar su tristeza. Sonrió huecamente  y prosiguió con su paso, dándose alientos para el día de mañana volver a tocar la puerta de su amada.

****************

La alarma sonó. En medio de aquella lúgubre cama, todo desordenado, yacía el castaño. Otra noche de dormir menos de dos horas. Se levantó, sintiendo algo de alivio de no tener que matar más el tiempo. Se dio una ducha, y se cambió para bajar, y encontrarse igualmente con un desastre que se hacía llamar cocina. Preparó lo que pudo con los pocos alimentos que tenía y se sentó a comer. Para su desgracia, ni bien dio dos cucharadas, el estómago lo traicionó. ¿Qué rayos? Bien, no había estado comiendo muy bien últimamente, pero tampoco era para no poder digerir siquiera unas cucharadas…Tal vez eran los nervios. Sí, eso era todo. Cuando regresara con Astrid, todo estaría bien. Comería y dormiría como antes. Con ello en mente, preparó todo y salió rumbo al trabajo. No quería ser regañado de nuevo por una falta o tardanza.

Y así pasó toda la mañana. Encerrado en la herrería, diseñando, siendo alabado por sus ideas novedosas y creativas. Lástima que todas esas palabras caían en oídos sordos. El no tenía más atención. Sólo quería concentrarse en terminar, comprar algún regalo caro y rosas, correr por todas las calles, y encontrar a Astrid.

-¡Hiccup! Buen trabajo, muchacho!- con una de sus características palmadas destruye columnas, Bocón, su jefe, le sacó de su mundo.

-Agh…Gracias señor.

-¿Qué pasa muchacho? ¡Te ves delgado como un poste, feo como un grano! ¡Horrible como el dragón que me arrebató la pata!

-Señor, con todo respeto, un dragón no le…

-Shh, no digas nada. Ellos te pueden oír.

-¿Quiénes?

-Los dragones…JAJAJAJAJA.

No quiso saber más del tema. Lentamente, mientras su loco jefe seguía riendo, se escabulló por entre los empleados. Ya había terminado su jornada, por lo cual ahora solo restaba ir a comprarle algo a su amada. Salió del edificio cansado, con la cabeza martillándole. Tal vez era por no haber comido, o quizás se debía a las pocas horas que dormía. Recorrió las calles como siempre, cabizbajo, ideando mil y una formas de volver a pedir la mano de aquella rubia. Para cuando se dio cuenta, se había pasado algunas tiendas del lugar donde se suponía, iba a comprar el regalo. Volvió, entrando sin mayor reparo. Allí el dueño lo atendió como era costumbre, y le ofreció algunos objetos preciosos. Lo dudó por un rato. ¿Qué le gustaría a Astrid? Al fin un colgante azul y unas rosas fueron lo que decidió llevarse. Salió del comercio apurado por encontrarse con la chica, pero algo inesperado pasó. En medio de la caminata, su conocimiento casi se pierde. Fue como apagarse por solo un segundo, haciéndolo tambalear.

-¿Qué…?- preguntó extrañado. Se palmeó el rostro un poco para despertarse, pero eso solo hizo que su dolor de cabeza aumentara. Tal vez solo era el hambre. No quería retrasarse más, sin embargo no quería llegar al lado de la rubia solo a dar pena, por lo cual buscó con la mirada algún local donde comprar algo comestible. ¡Bingo! Ahí, solo a unas calles, le parecía ver una cafetería. Genial. Con lo poco de fuerzas que le quedaban, caminó rumbo al lugar. Una vez llegó delante de la puerta, entró algo cohibido. El ambiente acogedor le recordaba un poco a navidad, y la decoración parecía ser alusiva a la pascua y a otras fechas que no sabía reconocer por su estado. Se sentó apartado de la entrada, casi en un rincón perdido del local, dejando los presentes a un costado, mientras suspiraba claramente perdido, peinando sus castaños cabellos. No pasó mucho antes de que una adorable chica lo atendiera.

-¿En qué puedo ayudarlo?- desde su cabello multicolor, hasta sus lindos y vivos ojos, le llamaron la atención. Tal vez si no estuviera perdidamente enamorado de Astrid, se hubiera fijado en esa chica.

-A-ah, lo siento, no leí ni el menú.

-No importa, tome su tiempo.- y dedicándole una sonrisa gentil, la chica desapareció. Hiccup suspiró leyendo pesadamente el menú, tirando al azar lo que comería. No tenía muchas opciones al decir verdad, ya que presentía que solo un simple café serviría para revolverle el estómago. Suspiró, y terminó por decidirse por un té con una rebanada de pastel. De seguro ni podría terminar.

***********************

-¿Un nuevo cliente?- comentó sonriente, como siempre estorbando en el trabajo. 

-Cállate y vete.- le contestó Bunny, mientras terminaba de adornar un pastel con bastante meticulosidad, concentrado en su deber.

-Oh, sí, un hombre- exclamó con algo de misterio Tiana, causando que solo la curiosidad del chico creciera.

-Norte, dile a Bunny que es un tonto.-Siguió el joven de pelo blanco, como si nada, dirigiéndose justamente a un gran hombre que comenzaba a entrar en la espaciosa cocina.

-Ya, ya, muchachos. Jack, ¿por qué no vas a ver si el cliente ya se decidió?- al fin el dueño del local tomó cartas en el asunto, enviando al más joven de sus empleados a otro lugar para parar el conflicto. El chico bufó un poco antes de salir de la cocina, con cara de pocos amigos. Caminó entre las mesas, tomando del mostrador una libreta y un lápiz para anotar la orden. Claro que no se esperaba para nada encontrarse con aquel “modelo” que el otro día casi había atropellado en su loca carrera. Abrió los ojos con impresión, para luego sonreír por la coincidencia. Loca vida. Con paso seguro se dirigió al desconocido, con una radiante sonrisa que se quebró al ver al nuevo cliente acariciar aquellos regalos con extraña tristeza en sus ojos. Al parecer adonis tenía una Julieta. El castaño parecía simplemente no caer en su presencia, a pesar de estar a su lado inmóvil, observando toda la escena.

-Hm, ¿señor?- preguntó indeciso, provocando que Hiccup se sobresaltara, dejando de lado los presentes que serían para su amada.

-L-lo siento.- se disculpó apenado, no siendo capaz siquiera de mirar a la cara al empleado.

-¿Ya se decidió?

-Sí, solo un té y una rebanada de pastel. El que sea.

-Como guste.- el chico anotó todo antes de marcharse por donde vino, con una extraña sensación acuestas. En esos pocos segundos de charlas, había notado claramente signos alarmantes en el contrario, como sus prominentes ojeras, sus ojos perdidos, y la molestia que parecía generarle el solo hecho de estar despierto. Como si no hubiese dormido en días. Pobre tipo. Suspiró dando la orden, para luego volver a fregar algunos platos, como siempre, solo que esta vez en un silencio sepulcral. No era típico de él meterse en los problemas ajenos ni nada por el estilo, pero no dejaba de rondarle por la cabeza aquella extraña situación. Es decir, ¡vamos! El tipo era todo un modelo, bien formado y atractivo, y al parecer andaba penando y descuidándose en lo más básico por una chica ¡Por una chica! Cuando podría tener miles con chasquear los dedos. ¿Tal vez había algo más profundo detrás? ¿Y si las cosas no eran para una chica? ¿Y si eran para una madre? ¿¡Y si su madre estaba en coma y él lloraba por ella comprándole flores todos los días!? ¡Pobre tipo!

-Jack.

¿¡Y si eran para su hija!? Aquella de quién había sido separado dolorosamente luego de un divorcio, y a quien no podía ver seguido. Aunque, bueno…El tipo parecía ser muy joven para tener hijos. ¡Pero nunca se sabe!

-Jack…

¿¡Y si iban para una tumba!? ¡Luna se apiade de él! Oh, sí, ya se lo imaginaba. Una trágica historia de amor que culminó con la muerte de su mejor amiga, aquella a la que nunca pudo declararle sus sentimientos, y que partió en un trágico accidente… Y que…

-¡JACKSON!

-¡W-waaa!- el sobresalto que sufrió por tener la voz grave de Bunny en sus tímpanos le valió un plato roto, cosa que Norte le reprendió ni bien escuchó el ruido.

-¿¡En qué rayos piensas, imbécil!?

-¡No te incumbe!- se defendió el adolescente, mientras recogía los pedazos rotos del plato.

-¡Solo ve y entrega la orden, bueno para nada!- y con eso, el hombre de piel morena y ojos grises salió enfurecido del camino, tomando sus pinturas para proseguir con la decoración que tenía encargada. Jack suspiró molesto, mientras de nueva cuenta sentía aquel sabor de boca amargo al recordar al “adonis”. ¿Qué debería hacer? Norte siempre le había enseñado a ser un chico bueno, generoso y preocupado por los demás…Pero una cosa era serlo con los niños, criaturas puras y de buen corazón. Y otra cosa era serlo con un adulto, como lo era aquel extraño. Chasqueó la lengua, mientras tomaba la rebanada junto con la taza de té. Suerte que debido a la experiencia de arruinar muchas órdenes, ahora era un experto en justamente, no hacer lo mismo que antes. Caminó indeciso hasta la mesa del castaño, y una vez allí le dedicó una sonrisa, cosa que al parecer tomó desprevenido al mayor, ya que desvió la mirada.

-“Yo tratando de animarlo y él evitándome.”- gruñó por dentro, pero no exteriorizó nada. Solo se limitó a dejar las cosas en su lugar. El silencio era tan pesado, que por un momento Jack pensó que moriría. Vale que antes hubiera tenido clientes extraños y callados, pero este tenía “algo” especial que lo hacia “especialmente” insoportable. O al menos eso pensaba al sentir su cuerpo tenso. No podía dejar de tenerle pena, como si el contrario fuera un cachorrito abandonado.- “¡Parece de veinte!”- volvió a quejarse en su mente, ya terminando de arreglar todo.- ¿Se le ofrece algo más? – con todo el tacto y sonrisa fingida que podía, su pregunta hizo que Hiccup mirara como hipnotizado la bebida, mientras negaba lentamente.- Bien, entonces yo me mar…

-Gracias.-Sin poder evitarlo, Jack enarcó una ceja. Tal vez era su imaginación, pero por una fracción de segundo, vio los ojos ajenos vidriosos. Oh, Luna. Incómodo, se dio media vuelta, caminando más rápido de lo habitual, y volviendo a la cocina con una cara de pena total. Suspiró, llevándose una mano al rostro, como si tuviera entre manos un gran problema. Bunny, quien seguía enfrascado en su trabajo, parecía notar el comportamiento de su compañero de trabajo por el rabillo del ojo, haciendo una mueca de desagrado.

-¿Qué hiciste ahora?- cuestionó sin llevarle realmente el apunte a lo que pudiera recibir de contestación.

-¡No he hecho nada!- se quejó infantilmente el peliblanco, y es que le molestaba que todos siempre pensaran que algo había hecho mal.

-¿Entonces porque tu horrenda cara?- El joven ya estaba por contestar de mala manera como era su costumbre, hasta que repentinamente se calmó, cambiando su semblante a uno mucho más grave, cosa que hizo que el hombre dejará el pincel y lo mirara serio.- ¿T-te pasó…?

-No a mí.- Algo apenado el chico desvió la mirada, como si fuera algo que realmente no quería decir. Bunny solo blanqueó los ojos, retomando su tarea. Jack frunció el ceño.- ¿Me oíste?

-Hm.- con igual forma de actuar, el chico se acercó “desinteresadamente” hasta el lado del mayor, quien mirándolo de reojo trataba con todas sus fuerzas de ignorarlo. De un momento a otro, ya tenía al menor mirándolo sin descanso, con la clara intención de molestarlo. Gruñó, sin dejarse vencer. Bien podía ignorar a Jack. Llevaba años haciéndolo, pero…Últimamente…

-Bunny…

-¡Agh!- tiró el pincel a un lado, mirando rápidamente hacia otro lado. Sin quererlo sus mejillas comenzaban a adquirir un tono rojizo. El peliblanco rio por lo bajo, mientras negaba.-¿Qué quieres? ¡Habla de una vez!

-Hay un tipo que parece estarlo pasando mal y no sé como ayudarle…

-¿Y?

-¡Que quiero ayudarlo!

-Déjate de tonterías, es su problema.

-Agh, ¿para qué me molesto?- haciendo evidente su molestia, el joven se largó del lugar, dejando por fin en paz a Bunny, quien suspirando miró el pastel que llevaba haciendo con tanto esfuerzo.

-El único que la está pasando mal aquí soy yo, idiota…- susurró, antes de retomar su trabajo.

************************

Luego de que hiciera un esfuerzo sobre humano por no revolver, de algún modo la comida entró en su cuerpo. De una manera forzada y agria, pero lo hizo. No se sentía mejor que antes, pero por lo menos tenía el consuelo de pensar que en unos minutos su malestar se calmaría. Astrid. Su única cura de todo lo miraría por un rato. Y eso era más que suficiente. Dejó el dinero bajo el plato de la taza, tomó los presentes con una mano, y se marchó del local con una pobre sonrisa agrietada en los labios. El viento no tardó en acariciarlo los cabellos castaños en su agitada carrera hasta la casa de la rubia, y era porque prácticamente corría. Su paso era tan efusivo y rápido, que muchos lo observaban con una ceja en alto. Parecía un loco. Y sí, lo estaba. Al fin llegó a la puerta de la casa, tocando el timbre. No pasó mucho antes de que una voz por el aparato a la izquierda comenzara a hablar.

-¿Quién es?- Hiccup contuvo el aire. Su corazón latía ansioso.

-Y-yo…

-Vete…

-No, no, vamos…Te traje algunas cosas y…

-No las quiero, Hiccup… Ya te dije que lo nuestro no podrá ser.

-Ábreme la puerta…

-No, ve a casa, por favor, y no vuelvas…

-Sabes que no me daré por vencido, Astrid, yo…

-Solo vete.

El sonido claro del tono de final de llamada pareció ser una lanza caliente clavada en su pecho. Suspiró, pegando su frente a la puerta y cerrando los ojos. Estaba muy cansado, de todo en general, pero no quería rendirse. Simplemente no podía tirar la toalla.

-Volveré…- susurró como si alguien le escuchara, volviendo por donde regresó. De nuevo tenía ganas de llorar. ¿Por qué siempre era lo mismo? Bueno, solo tomaría un poco de tiempo. Mañana de seguro todo estaría bien. Sonrió vacíamente como ahora solía hacer, y continuó con su paso, mirando el cielo teñirse de gris. No podía creer su suerte. ¿Llovería hoy o mañana? Bueno, daba igual. Los días no se detendrían.

**************************

El día era húmedo y frío, apto para cargarse con todos los abrigos que uno tuviera a mano. Jack lo sabía, pero de todas maneras no le gustaba la idea de privarse de la hermosa sensación del frío. A pesar de que lo habían regañado mil y una veces en apenas una hora, no habría sus oídos a otra opinión que fuera suya. Con su típica sudadera azul y unos jeans negros ceñidos a su cuerpo, recorría la cafetería de un lado a otro aburrido. A veces trapeando el suelo, otras dibujando sobre las ventanas empañadas… ¡Que aburrido!

-¿Ya hiciste tus deberes?- la melodiosa voz de Tiana lo sacó de las tonterías que hacía con las servilletas, sobresaltándolo.

-Claro.- La mujer lo vio enarcando una ceja, cosa que dio por resultado que Jack bufara.- Bueno, no. ¿Contenta?

-Jack…

-Los haré luego, son fáciles.

-Sé que se te da bien aprender, eres un chico listo. Pero si te dejas estar…

-“Te podría ir mal y terminar bajo un puente y bla…” Sí, ya lo sé. Los haré luego.- La mujer rió por el comportamiento del chico, para luego mirar por la ventana y dejarse notar algo sorprendida. -¿Qué?- susurró el peliblanco, siguiendo la línea de mirada que la fémina tenía en la ventana. Para su sorpresa, el mismo desconocido de antes venía cargando otro ramo de flores, cabizbajo, con un paso tan lento que hasta una abuela con problemas de columna podría ganarle.

-¿No crees que se ve muy triste?

-¿Bromeas? Es la persona más alegre del mundo.- ironizó el oji azul, arrugando las figuras de papel que había hecho con las servilletas para luego tirarlas.- ¿Por qué crees que sea?- Tiana se encogió de hombros.- Mal de amores, supongo.

-¿Y si su madre murió? ¿O si son para su hija...? ¿Y sí…?

-Jack, no hay manera de saberlo.

-A menos que pregunte- La mujer lo miró seria por un minuto, para luego reír y negar.

-Solo no te metas en problemas.- y con esa frase, Tiana se perdió rumbo a la cocina, como dejando implícito que le dejaría al menor hacer el trabajo de atender al cliente. Por algún motivo Jack se emocionó. Por lo general no pasaba nada nuevo o divertido en esa aburrida cafetería, y el que un misterioso chico llegara de la nada con esa imagen, era la invitación perfecta para jugar a ser un detective. Y el mejor de todos. Se apresuró a esperar en la puerta la llegada del extraño, con la más brillante sonrisa.

-¡Bienvenido se--! – toda su fachada de felicidad barata se rompió al ver al hombre con los ojos llorosos.- ¿S-se encuentra usted…Bien?- recibió de respuesta un leve asentimiento, cosa que lo hizo tragar saliva. La cosa parecía ser mucho más seria de lo que aparentaba. Sin decir una palabra, el castaño tomó asiento donde anteriormente lo había hecho, dejando todo lo que cargaba a un lado. Jack indeciso se acercó con el lápiz en mano, listo para anotar de una vez la orden y salir disparado hacia la cocina, a pedirle a Tiana que se hiciera cargo. Bien, quería saber más del extraño ese, pero ahora… ¿Qué se suponía que debía hacer? Hasta se sentía culpable de siquiera haber notado que el tipo existía. Entró en la cocina, encontrándose con Norte.

-¿Qué pasa, muchacho?-el gran hombre de barba blanca pareció notar en el instante el semblante angustiado de Jack, empezando a hostigarlo con preguntas.- ¿Problemas con el colegio? ¿Los chicos te molestan de nuevo? ¿Es por tu fam..?

-No, Norte. Es solo que un cliente ha venido con una apariencia terriblemente penosa, y me ha terminado por contagiar su ánimo de muerte.- cruzándose de brazos, el oji azul bufó molesto, como si el extraño castaño tuviera la culpa de que él le pusiera tanta atención. El hombre sonrió.

-Oh, Jack… Siempre tan…

-Agh, no lo digas.

-¿Qué vas a hacer?

-No sé.

-Bueno…¿Recuerdas lo que te enseñé?

-¿Lo de las muñecas?

- Sí, bueno… Tal vez ese chico necesita recordar como es su interior.

-Creo que es un tonto,  simplemente eso.- Norte dejó salir una gran risa sonora, mientras le quitaba de las manos el papel a Jack, y gritaba la orden directo a Bunny. Luego de eso le guiñó un ojo al joven, y desapareció hacia su despacho, dejando al menor sumido en sus pensamientos.

No pasó mucho para que la orden estuviera servida. Tiana ya estaba por ir a servirla ella misma, cuando de repente Jack le pidió ser él quien atendiera a ese cliente. La mujer rió por la ocurrencia, asintiendo con sus gentiles ojos antes de pasar el pedido a manos del peliblanco, siendo este último el que salió decidido a hacerle frente a ese extraño.

-Señor, aquí esta su orden.- comentó como si fuera a declarar una tercera guerra mundial. Hiccup lo miró por un minuto, antes de esbozar una sonrisa que dejó helado al empleado.

-Gracias.- y desenrollando la bufanda que traía puesta, retirando el gorro, se dispuso a comer. Por supuesto, era totalmente ajeno a la idea de asombro que había plantado en Jack.

-“¿¡Qué!? ¡Pero él estaba a punto de llorar y ahora…!”

-¿Pasa…Algo?

-¡A-ah! No, gracias por su compra.-  y algo cohibido por haberse visto descubierto en plena reflexión, volvió sobre sus pasos a encerrarse en la cocina, mirando de vez en cuando como el extraño comía tan lento, que parecía que ni le gustaba la comida. Hasta le pareció captar una arcada. Cuando ya la comida se iba terminando, casi voló hacia la mesa del castaño, donde esperó paciente el pago.- ¿Le gustó la comida?

-Ah, sí, estuvo muy rica.- pobre comentario. ¿Sería tal vez que al adonis no le gusta lo dulce? ¿Cuál era el sentido de volver a una cafetería y pedir pastel entonces?- Toma. – y extendiendo el dinero necesario, el extraño solo tomó sus cosas, saliendo del lugar. Jack por su lado se quedó estático en su lugar. Todo lo sucedido, desde la falsa sonrisa hasta el comentario y la arcada eran para pensar. O al menos así lo consideraba él. Pestañeó un poco para recoger el plato y demás, cuando notó como cierta prendar descansaba a un lado del asiento. La tomó con rapidez, y sin pensarlo salió corriendo del lugar, golpeando su rostro de lleno con el frío aire. Miró por todas las direcciones posibles, y no muy lejos localizó al dueño de la bufanda, caminando como un muerto en vida, como parecía, le era habitual.

-¡Hey!- gritó, echando una carrera para alcanzar al castaño. Este solo por coincidencia se dio media vuelta, sorprendiéndose al darse con la presencia del aquel peliblanco tan extraño a sus ojos.- S-se le olvidó…- medio jadeó, extendiendo la prenda a su sueño. Hiccup aún no salía de su asombro para cuando la tomó entre sus manos.

-Lo siento…

-¿A-ah?

-Lo siento por hacerte correr.

-Ah, no importa…- un silencio incómodo se instaló entre ambos, cosa que hizo que Jack se aclarara la garganta.- B-bueno yo…Me voy.

-Claro.- asintió el oji verde, poniéndose la bufanda con algo de torpeza. Jack se dio media vuelta sincronizadamente  con el castaño, y dio algunos pasos, antes de morderse el labio con fuerza, y darse media vuelta.

-¡E-espere!- Hiccup se dio media vuelta curioso, observando como el peliblanco se le acercaba una vez más.-Me llamo Jackson Overland.- esa oración pareció no ser entendida por ninguno de los dos. Uno por no saber porqué rayos la había dicho, y el otro porque no sabía que debía contestar ahora.

-Y…Y yo Hiccup Horrendous Haddock…- contestó dudoso el castaño.

-Un gusto…Y…Ehm…¡Nos vemos!- tan rápido como su boca se había soltado, su cuerpo salió disparado de vuelta a la cafetería, dejando al castaño con las palabras en la boca. ¿Qué se traía entre manos ese chico?

 

Notas finales:

Espero les haya gustado <3 Nos leemos~


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