Año 2001.
Mi nombre es Sebastian Michaelis. Tengo 12 años y a mi corta edad, aunque parezca imposible ya deseo suicidarme. Mi vida es espeluznantemente horrible; Mi padre es un ebrio imbécil, traficante de drogas que lo único que sabe hacer es maltratar a mi madre. Y ella ni hablar… trabaja en una farmacia, en otras palabras vende remedios, pero a veces hace el trabajo de mi padre; vende drogas a los niños y adolescentes que van a su establecimiento como si vendiera “caramelos”.
Ella, como mi padre, es alcohólica y lo único que sabe hacer a la perfección es gritarme y castigarme sin razón alguna.
Siempre los escucho pelear y gritar, con rabia y furia, y, para mi desgracia y desaliento, la mayoría de las veces ambos se desquitan conmigo, me golpean hasta a veces hacerme sangrar, me gritan como si su vida dependiese de ello y si están ebrios casi llegando a su límite… son capaces hasta abusar de mi cuerpo.
Todos pensaran lo mismo “pobre niño”… “debería buscar ayuda”, “seguro es horrible”, y déjenme decirles que no importa cuántas veces pida ayuda… jamás la encuentro. Le he dicho a la policía sobre mi caso y lo único que hacen es sentarse y preguntarme lo mismo: “¿Eso realmente pasó?” “No te creemos, seguro eres otro niñato más que solo viene aquí para hacer quedar mal a sus padres cuando se enojan con ellos. Niño malcriado”.
Además…aunque mis parientes saben acerca de esto pero jamás han dicho palabra alguna. Son como todos los humanos que existen en el mundo, solo se preocupan por su propio bienestar.
Nadie en mi corta vida me ha ayudado, nadie me ha preguntado “¿Oye… te encuentras bien?”, nadie…
Antes iba a la escuela pero he dejado de ir a los 10 años, ya que mi padre dice que debo ayudar en su pequeña “compañía”.
Todos mis vecinos son drogadictos, así que no tiene caso pedirles ayuda… en mi barrio, nadie vale realmente la pena.
Empecé a escuchar música que según mi madre y la gente que me conoce es fuera de lugar, pero no es nada vulgar como esa clase de canciones que lo único que hablan es de sexo, alcohol, drogas y prostitutas. En realidad yo detesto con mi alma esa clase de música. Me encanta la música del genero heavy metal… es mi pasión. Me gusta mucho Led Zeppelin, Black Veil Brides y Skillet, simplemente me encantan. Muchos creen que por escuchar eso me iré al infierno y yo digo que se irán ellos al infierno por criticar y ser de mente cerrada.
Algunos de mis conocidos hablan muy mal de mí a mis espaldas y dicen cosas como “niño enfermo” o “alguien debe llevarlo a un psiquiátrico” y esas cosas; realmente que digan tantas estupideces se vuelve insoportable.
Mi vida estaba llegando a tal punto que creí que la mejor manera de dejar de sufrir era la muerte, un lento suicidio silencioso, aunque lo que me pasaba era casi lo mismo, era un suicidio permanecer en mi casa, en mi familia, la única diferencia es que era un suicidio eterno.
Tenía todo preparado, tenía las pastillas sobre la mesa (se las había robado a mi madre de la farmacia), un vaso de agua fresca y una última y bella canción para descansar en paz y dormir eternamente. La canción era “Saviour” y sabía bien lo que significa esa canción… aunque ella me habría salvado en momentos de gran depresión, ahora sería la canción con la que cometería el más grande crimen contra la religión… el suicidio. Cuando estaba por tomarlas, algo que creí y desee con todo mi corazón que no pasara … ocurrió; entro mi padre pidiéndome que lo ayude en su “compañía”, ya que siempre me pide que lo ayuden en altas horas de la noche, y al ver lo que estaba por hacer, entro en pánico… pero no un pánico “paternal” o por que se preocupara por mí, tenía pánico de que mis vecinos llamaran a la policía, vinieran, revisaran el lugar de punta a punta y en eso encontraran su laboratorio para crear drogas. Antes de que yo pudiera reaccionar, el las agarro y las tiro por el inodoro sin remordimiento alguno. Seguido de ese acto me abofeteo fuertemente el rostro dejándome una marca notablemente visible.
Comenzó a golpearme, maltratarme y gritarme como de costumbre pero con un tono mucho más elevado.
Mis planes de suicidio fueron horriblemente frustrados por el maldito de mi padre… desde ese momento lo único que hice fue odiarlo más.
Mi madre al enterarse por voz de mi padre lo que casi cometo; se enojó con mi padre considerablemente, ya que yo era por decirlo así un “estorbo” en su vida. Aunque jamás estuve realmente seguro si lo que ella dijo era realmente serio, pues ella estaba completamente borracha y drogada. Pero ya saben lo que se dice… los humanos en el momento de ebriedad son completamente sinceros.
Vivo en un barrio muy inseguro ya que todos son drogadictos, incluyendo los niños de mi edad, esa es la razón número uno de por qué jamás salgo.
Mi casa es de sociedad mediana-alta. Tiene dos pisos y no es una casa fea en lo absoluto ya que es grande, tiene 7 habitaciones (dos baños, un comedor, una cocina, un living, mi habitación y la de mis padres) sin contar los lugares en los que mi padre cocina sus “medicamentos”. Lo único que agradezco de mis padres es que tuvieron la amabilidad de darme mi propio baño y por suerte jamás lo usan para crear sus “productos”.
Mi habitación es lo que más adoro… las paredes son de un color rojo vivo, como el infierno mismo. Mi cama tiene sabanas de algodón supina y de un bello color zafiro. Mis frazadas al igual que mis sabanas tienen ese color tan hermoso que lo único que me recuerda son mis penas. Luego tengo mi pequeño televisor y mi Mp3 lleno de mi hermosa música. Por ultimo tengo mi armario de madera y como eh dicho antes mi propio baño.
Amo la literatura, me fascina en demasía Edgar Allan Poe… sus obras son algo digno de admirar. Tengo mi propio librero de unos dos metros de alto y cincuenta centímetros de ancho y tengo repleto de libros cada uno de los estantes.
Mis padres son de buena apariencia y usan ropa de calidad. Mi madre se llama Rachel Phantomhive y mi padre se llama Francisco Michaelis. A pesar de estar casados, mi madre sigue usando su apellido de soltera, cosa que mi padre detesta.
Ambos son de buen parecer, por ejemplo mi madre es hermosa… tiene un bello cabello color ámbar, ojos celestes, un cuerpo bien proporcionado, sus peinados siempre son los de una dama de alta sociedad y su ropa es de la mejor calidad del país. Mi padre, también es de buena apariencia, se viste formal, tiene un cabello negro como la noche y tiene un acento un tanto encantador.
A pesar de todo, eso no quita el hecho de que lo único que hacen es vender drogas y maltratar a su hijo. Tienen un disfraz perfecto, tanto que ni el mismo Jesús podría adivinar quienes son realmente.
Lo más peculiar en mi o en mi familia es que mi madre tiene ojos azules, mi padre ojos café y yo tengo ojos color carmesí igual que el fuego. Algunas personas se asustan al ver mis ojos y antes me hacían burlas como “Niño endemoniado”, “Demonio” o “Hijo del maldito averno”.
Según mis conocidos (como ya he dicho antes) dicen que soy un enfermo y que jamás podré llegar al cielo… soberana estupidez. Jamás creí en Dios ni en su bondad, aunque todos crean en eso y hablen de eso, yo jamás lo eh creído. Si Dios existiera me habría ayudado y hasta ahora no veo su “Divina Bondad”. Además… la mayoría de los religiosos dicen cosas como “Dios sabe de todo” o “Jesús es nuestro salvador, por eso debemos orarle siempre” y luego de eso lo único que hacen es cometer pecado y contratan a la primera cortesana que ven en su camino.
Aparte dejando eso de lado… si Dios es el más poderoso de todos… ¿Por qué deja a los hombres por su cuenta y no les dice que se acerquen a él? Dios siempre les dice a otros que le hablen de él pero… según la biblia Dios sabe cómo ira nuestra vida, cada paso que tomemos, cada segundo entonces… ¿Por qué otros se van al “infierno”? ¿Acaso Dios elije a los que quiere salvar? ¿Entonces el no ama a todo ser vivo? Esa y mil preguntas más se me cruzan a la mente cuando escucho la palabra Dios…
Como ves, mi vida no es placentera pero… al menos no debo someterme a la religión o al menos eso creí…
05 DE SEPTIEMBRE, AÑO 2001
El joven muchacho de cabello oscuro como la noche misma, estaba en su habitación, tranquilo, recostado cómodamente sobre su suave cama y disfrutaba embriagado por la dulce y ácida sensación de calidez que recorría su cuerpo, simplemente estaba recordando los únicos segundos en los que fue feliz en la escuela en la que estaba, antes de que cruelmente todo le fuera arrebatado a causa de sus padres. Se encontraba escuchando esa música tan hermosa pero para otros tan toxica… esa música que le ponía los cabellos de punta, a decir verdad escuchar Black Veil Brides era casi intoxicante y adictivo.
Todo era perfecto pero desdichadamente, una mujer de cabellos rubios y ojos azules como el cielo, entro inesperadamente por la puerta color blanco.
-Sebastian, baja debemos hablar de algo serio.
-¿Paso algo malo? –Sebastian aunque no lo pareciese estaba aterrado pues era probable que lo golpeen hasta otra vez dejarlo sin conciencia-
-No… o eso creo. Solo baja y allí te explicare todo.
-Como órdenes.
Sebastian bajo las escaleras siguiendo a su madre, aunque su terror solo iba en aumento exteriormente parecía no verse afectado en absoluto.
Al llegar al último escalón pudo notar de lo lejos que en la sala había más de una persona… al parecer habría un invitado del que Sebastian no estaba enterado, pero la verdadera pegunta es… ¿Quién será esta nueva persona?