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Tormenta por Kunay_dlz

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Notas del fanfic:

Los personajes de Naruto pertenecen a Masashi Kishimoto.


Los personajes de Fullmetal Alchemist pertenecen a Himura Arakawa.

 

Continuación de Olvido.

 

Segundo fic de la serie Si l'amour existe.

 


 


Tormenta


 


 


 


La aldea de Konoha estaba de fiesta, el nombramiento del nuevo Hokage estaba a punto de suceder, además, el capitán de los Anbu también cambiaría; los habitantes estaban contentos, al fin el sueño de un rubio escandaloso al fin se hacía realidad, aunque el mismo rubio no lo recordase, no con la misma intensidad con la que lo llevó a superar un millar de pruebas. A pesar de esto, los habitantes jamás se habían sentido tan satisfechos al haber tomado una decisión tan extrema, cortaron de raíz lo que provocaba dolor y sufrimiento al rubio, en cambio, ahora el rubio escandaloso ahora estaba más feliz de lo que alguna vez fue.


Ahora, el rubio escandaloso, el próximo Hokage, vivía por otro rubio, uno más pequeño en estatura, con hermosos ojos y cabellos de oro, un poco temperamental y con una convicción desbordada en su mirada, además del aura de melancolía que cautivo al rubio de Konoha.


Llegó un día de la nada, llegó para salvarle la vida al rubio escandaloso luego de un fatal encuentro con la fuente de su sufrimiento; llegó para hacer feliz al rubio de ojos zafiro: se convirtió en su amigo, en su rival, en su mejor amigo y, recientemente, se convirtió en su pareja.


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Justo ahora, dentro de lo que es su hogar, el Dúo Amarillo se resguardaba de una terrible tormenta, fuertes vientos, gruesas gotas de lluvia, relámpagos entre las obscuras nubes pese a ser de día además de los rayos y potentes truenos tenían al rubio de pelo dorado acurrucado en los brazos del rubio escandaloso. Naruto observaba a su amado, recostado en su pecho con los ojos cerrados tratando de conciliar el sueño, no porque estuviera cansado, no, más bien por el deseo de dejar de escuchar los murmullos y gritos de la tormenta en el exterior.


Para ayudar a su amado, Naruto inició a acariciar la espalda del pelilargo, intentaba relajarlo con suaves círculos de sus manos intentando no llegar a tocar ciertos puntos que estaba seguro no ayudarían por el momento, su objetivo era tranquilizar al rubio con cabellos de oro, no hacerlo explotar.  Su táctica funcionaba, la respiración de su pareja estaba haciéndose cada vez más lenta, claro indicio de estar durmiendo. Miró la cara del joven que le robó el corazón, tan apacible, casi angelical, no pudo evitar recordar el día en que justamente lo aceptó como pareja ya de vuelta en Konoha luego que la guerra shinobi terminara.


 


 ***Flash Back***


El Dúo Amarillo daba un paseo por el campo de entrenamiento, después de haber recorrido la aldea para observar los cambios que la reconstrucción había hecho decidieron ir a uno de sus lugares favoritos, es decir, el campo de entrenamiento donde su lazo se fortalecía cada vez que en ese lugar se reunían.


--¿Por qué querías que te aceptara como ‘pareja’ en primer lugar? –preguntó el rubio pelilargo recordando lo sucedido el último día en el campamento de la Alianza Shinobi.


--Porque quería besarte cada que me diera la gana. –contestó el rubio de ojos azules con la sinceridad que lo caracteriza.


La respuesta franca y sin titubeos hizo sonrojar al ahora capitán de los Anbu.


--Y… si, y si esa la razón… ¿Por qué no, por qué  no lo has hecho más que cuando me lo propusiste? –dijo el de ojos dorados tratando de regularizar su nerviosismo disfrazándolo de curiosidad.


--¿Mmm? –el rubio escandaloso sonrió como sólo él sabe hacerlo, se colocó frente al pelilargo y contestó –Porque estaba esperando que tú me dieras tu consentimiento para hacerlo… y porque esperaba que tú me lo pidieras. –susurró muy cerca del rostro del rubio pelilargo.


--… no tenías que esperar tanto… –susurraba el rubio pelilargo embriagado en la esencia del más alto.


El rubio de ojos azules sonrió para reclamar esos labios que atormentaban sus sueños. El rubio pelilargo se entregó a ese sentimiento que el estar tan cerca de Naruto siempre le provocaba, acostumbrado sólo al dolor y a la soledad, la simple presencia de Naruto le hacía sentir que había alcanzado el paraíso que le fue negado hace tanto tiempo.


***Fin Flash Back***


 


Un rayo demasiado cerca hizo respingar al pelilargo, otro rayo y esta vez se encogía el más pequeño tratando de buscar más seguridad en el pecho donde estaba recostado. Naruto rodeo con sus brazos a su amado para darle esa protección que tanto busca. ¿Quién iba a decir que el capitán de los Anbu le tendría miedo a las tormentas eléctricas? Sonrió al hacerse esa pregunta.


--¿Por qué sonríes? –escuchó que una voz soñolienta le preguntaba.


--Sólo pensaba en que no creo que nadie en la aldea sepa que el capitán de los Anbu le teme a las tormentas y… que es un secreto que no pienso compartir con nadie. –admitía Naruto en un susurró como temiendo que alguien pudiera escucharlo.


--Bueno, tampoco saben que su Hokage teme dormir solo en la obscuridad y que le aterroriza el color negro. –dijo el rubio adormilado.


--Jejeje… hablemos de otra cosa. –pedía Naruto con nerviosismo.


--Como qué… será mejor que sea algo que me distraiga de los rayos y truenos y el odioso ulular del viento que provoca la tormenta allá afuera. –decía más despierto aunque aún sin abrir los ojos.


--Estaba recordando, el día en el que me permitiste besarte cada que me diera la gana. –dijo el de ojos azules con una sonrisa sincera.


El pelilargo frunció el entrecejo, cerró aún más fuerte sus ojos y sus mejillas se tornaron rojizas. Naruto sonrió aún más, nunca se cansaría de provocar esas reacciones en su amado, se enorgullecía de ser el único que podía sacar de sus cacillas al rubio pelilargo, de ser la causa de ese tinte rojizo tiñen sus mejillas y de ser el único que le hace decir cosas que jamás diría a nadie más.


--¿Recuerdas también cuando te pedí matrimonio? –preguntó Naruto.


 


***Flash Back***


El Dúo Amarillo caminaba por el parque que estaba cerca de la torre del Hokage, habían tomado un descanso de su entrenamiento personal como próximo Hokage y como capitán Anbu según cada uno. Iban platicando amenamente, hubo un momento en que Naruto se puso serio para continuar con su charla.


--Y estaba pensando, ‘¿Cómo debo pedirle que se case conmigo?’, pensé en llevarte a un lugar especial y casualmente pedírtelo, luego pensé que tal vez una cena en un lugar elegante y darte el anillo primero así aprovechando tu sorpresa y pedírtelo, luego pensé en juntar a nuestros amigos y pedírtelo frente a ellos… luego pensé, ‘es Ed de quien estoy hablado, el hermoso chico que le gustan las cosas simples y al que si acepta, me hará el hombre más feliz en los cinco países y más allá, así que se lo pediré luego de un paseo como los de costumbre, y, ya que me haya aceptado haré todas las cosas que antes pensé para que me reafirme su respuesta y así asegurarme que su respuesta no fuera un sueño.’ –terminó de decir Naruto mientras miraba los ojos dorados que tanto ama, en su mirada pedía por una respuesta afirmativa.


--Naruto… –dijo el pelilargo aún aturdido por lo que acaba de escuchar.


--Así que, Edward Elric, ¿Me harías el gran honor de aceptar casarte conmigo? –preguntaba el rubio escandaloso colocando un anillo en la mano del alquimista. –Si dices que sí, me harías tan feliz que podría explotar de alegría y dicha… si dijeras que no, entonces pediría que sacaras tu arma preferida y me quitaras la vida que tan solo es para ti, o de lo contrario, me tendrías tras tuyo siempre de rodillas hasta que me dieras el ‘sí’.


--¿Cómo puedes decir esa clase de cosas? –preguntó más que sonrojado el rubio pelilargo.


--Son el tipo que cosas que sólo pienso y digo cuando se trata de ti. –contestaba el de ojos azules.


--Sabes que soy un chico, yo no sería capaz de darte una familia en el futuro. –dijo el pelilargo con amargura, creyendo que eso algún día eso sería la causa del desprecio de Naruto.


--Estoy al tanto que eres un chico, y hay varias maneras de formar una familia como la adopción, mientras, no perderíamos nada con intentar conseguir una nosotros mismos. –dijo Naruto con una sonrisa juguetona –Además, al ser de otra dimensión podría haber hecho cambiar tu cuerpo para asegurar que tu ‘especie’ sobreviva.


--¿Ha? –dijo/preguntó sorprendido.


--Lo dijo Shikamaru, él llegó a esa conclusión y bueno, nosotros no perdemos absolutamente nada con ‘comprobar’ esa teoría ¿Cierto? –dijo rascando su cabeza, claro signo de nerviosismo pero sin dejar su sonrisa de lado.


--Hai. –concordaba el pelilargo pensando en la ‘teoría’ de Shikamaru.


--Después de todo casi siempre él tiene razón ¿Cierto? –preguntaba Naruto para comprobar que su pareja estaba en su modo ‘analizando las cosas a profundidad’.


--Hai. –contestaba escuetamente el pelilargo aun pensando en las probabilidades de la teoría de su amigo pelinegro.


--Además si lo ves por el lado de la conservación de las especies su teoría es bastante acertada ¿Cierto? –insistía Naruto solo para despistar una vez más a su brillante pareja.


--Hai. –se dejaba llevar el de ojos dorados.


--Entonces aceptas casarte conmigo y nunca arrepentirte ¿Cierto? –al fin soltó Naruto completamente seguro que su pareja aceptaría.


--Hai… Espera, ¿Qué? –al fin salía de su análisis el futuro capitán Anbu.


--Siiiiiii, Ed, estoy tan feliz, yo sabía que no te negarías, te prometo que te cuidaré y te amaré cada vez más. –celebraba el rubio con brincos de alegría y con poses de victoria un poco… llamativas.


--Naruto tal vez deberías… –intentaba hablar el pelilargo acercándose a Naruto para detener su ‘baile de victoria’.


--No puedo esperar para contarles a todos que aceptaste. –seguía exclamando Naruto sin detenerse aún bajo el tacto de Ed.


--Naruto tal vez… –seguía en su intento de disuadir al de ojos azules.


--Edward Uzumaki… no, no, Edward Namikase… no, no, Edward de Uzumaki… ¿Cuál te gusta más? –fantaseaba Naruto.


--Naruto… –se estaba desesperando el de ojos dorados.


--¿En dónde quieres que sea la boda? ¿En la torre Hokage? ¿Cerca del lago? ¿Aquí en el bosque donde solemos pasear?


--¡Naruto! –gritó ya exasperado el pelilargo y girando a Naruto para tenerlo de frente.


--¿Qué? –preguntaba algo sorprendido Naruto aunque claro, sin perder su sonrisa.


--No he aceptado. –dijo Ed aún confundido por los cambios de conducta tan radicales en su pareja.


--¿Piensas negarte? –preguntó Naruto con un poco de temor.


--… no. –respondía Ed pensando bien la respuesta.


--¿No?... ¿No quieres casarte conmigo? –preguntó Naruto a punto de llorar.


--No, digo sí, ¡Sí quiero casarme contigo! Es sólo que… –trataba de corregir el malentendido.


--¿Es solo que…? –animaba Naruto a continuar la frase de Ed.


--¿Tú crees… que la aldea esté de acuerdo? Digo, serás su Hokage después de todo. –al fin expresaba sus dudas el pelilargo.


--Yo sólo te quiero a ti ¿Recuerdas? Si aquí no ‘me permiten’ casarme contigo entonces buscaremos otro lugar donde lo permitan, y si no es permitido en algún otro lugar, aun así seguiré a tu lado. Estaré contigo, siempre a tu lado, aún más allá de este mundo. –declaraba Naruto para abrazar con ternura a Ed, éste, con un asentimiento de cabeza le dio a entender a su pareja que en efecto,  aceptaba casarse con él.


***Fin Flash Back***


 


Un relámpago que iluminó todo el interior de la habitación en la que estaban obligaba a Ed a aferrarse a su pareja con fuerza, el abrumador trueno se dejó escuchar provocando que el pelilargo ahogara un gemido de temor. Naruto afianzó su agarre en la espalda y cintura de su pareja, el sobresalto por estar distraído en los pensamientos del más pequeño le indicaba que sí había recordado el día en que le propuso matrimonio.


--Aún sigo muy feliz que aceptaras casarte conmigo, y tu llegada a la boda con tu atuendo negro, botas de combate, gabardina roja y tu pelo trenzado sólo me cautivó más. Eres único, eres mi mayor tesoro y sigo agradeciendo a quien quiera que te colocó en mi camino por permitirme conocerte. –suspiró el rubio escandaloso.


--Me pregunto de dónde sacas todas esas palaras vergonzosas. –Naruto estaba seguro que su amado estaba más colorado que el pelo de Gaara –Con lo referente a la boda, jamás me habría puesto el kimono que Sakura me dejó en el cambiador y menos iba a soltar mi cabello, te había advertido ¿no?, yo soy un chico y así fue que preferí casarme con mi vestuario de siempre. –comentó el pelilargo.


--Apuesto que te habrías visto impactante, pero yo te quiero así, siempre siendo tú mismo, siempre viviendo bajo tus reglas, siempre haciendo lo inesperado. Siento que te amo casa vez más que haces las cosas a tu manera… cada que eres ‘Ed’. –decía Naruto acariciando el pelo de su pareja.


--¿Me amarás siempre? –preguntaba bajito Ed.


--Te amaré siempre. –afirmaba Naruto.


--¿No importa qué? –volvía a preguntar Ed en voz baja, casi un susurro.


--No importa qué, siempre te amaré. –volvía a afirmar Naruto mirando a los ojos dorados de Ed.


--Tsunade me ha dicho la razón de mis ‘extraños’ comportamientos, mi fascinación por la comida salada, mi furia contra algunos shinobis bajo mi mando, las siestas cuando el sol está en su punto más alto, mi gusto por los paseos en el bosque tras los rostros de los Hokage… incluido mi reciente temor por las tormentas eléctricas. –susurraba Ed.


--¿Mhmm? ¿Y qué puede ser? –preguntaba curioso Naruto.


Ciertamente su querido Ed estaba actuando extraño desde hace un par de semanas y aunque no lo quisiera admitir, la fobia a las tormentas eléctricas tenía más tiempo de antigüedad aunque no lo diría en voz alta, lo importante era saber la razón de los hábitos raros que su rubio estaba adquiriendo.


--Verás… ¿Recuerdas la teoría de Shikamaru? –ante el asentimiento de Naruto prosiguió –Pues, resultó ser verdad. Y no dudo que Kurama tienen algo que ver, verás, oficialmente estoy… esperando… un bebé… que nacerá, dentro de seis meses.


Terminó de decir Ed aún acurrucado en el pecho de Naruto, tras el silencio que siguió empezó a sentir molestia, qué le constaba a Naruto responder algo, lo que sea, ¿si nunca se callaba la boca porqué justo ahora guardaba silencio?  Levantó la cabeza para regañar a su pareja pero este se le adelantó.


De un momento a otro Ed estaba siendo besado por su pareja, ya con ternura, ya con pasión pero siempre infringiéndole la alegría de la que era preso. Naruto le dejó respirar y empezó a sonreír como loco, estaba más que feliz, comenzó a saltar por la habitación, a caminar por el techo, pero siempre con una sonrisa, incluso se asomó por la ventana y gritó que sería padre.


Ed solo lo miraba, luego de la confusión, con una sonrisa al saberse de alguna manera el motivo de la felicidad del de ojos azules.


--Espera, ¿Qué no se supone que los síntomas deben ser antojos extraños y cambios de humor más que gusto por paseos o fobias a eventos naturales? –preguntó el rubio escandaloso sin desaparecer su sonrisa.


--Bueno, Tsuna dijo que podría ser una de ‘mis peculiaridades’. –dijo como restándole importancia a la frase.


--Peculiaridades ¿eh? Me pregunto qué más me esperará en los próximos seis meses. –dijo el rubio escandaloso para volver a abrazar su pelilargo con cariño.


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Tras seis largos meses de raros hábitos en Ed, meses en los que cada habitante se vio inmiscuido de alguna manera en los arranques de furia del rubio pelilargo, algunas veces esos arranques casi terminaban en asesinatos de algunos shinobis que colmaban la paciencia del rubio pelilargo y ninguno de ellos sabía decir del porqué de su encuentro con la muerte.


Además de extrañas comidas que le quitaban el apetito a su pareja y a quienes llegaba a contemplar tan raros platillos que Ed solía comer a cualquier hora del día, algunos llegaron a comer tan solo las píldoras especiales que llevaban en misiones luego de pasa unas pocas horas con el rubio pelilargo. Sin contar la abundante cantidad de comida que consumía en sólo una semana dentro y fuera de la residencia Uzumaki-Elric.


Otra cosa de los que pocos se enteraron era de los días enteros en los que Ed no permitía que su pareja descansara de sus ‘ejercicios privados’, así, mientras en la Torre Hokage estaban preocupados y algunos celosos de la vida privada de Naruto en la casa del Dúo Amarillo había… mucho que contar. No era extraño que la próxima vez que volvían a ver al Hokage éste tuviera una enorme sonrisa en su cara que no se borraba por nada.


Pasara lo que pasara, Naruto jamás le mostró mala cara a su amado, siempre estaba dispuesto a calmar su furia, a detenerlo de cometer homicidios, incluso a cocinarle lo que su pareja le pidiera por muy repugnante que se escuchara o las veces que tuviera que hacerlo… Ed le daría el más grande regalo de todos, uno que crecerá y que le llamará papá. Sin contar que en ciertas ocasiones también salía ganando.


El temor de los consejeros de la aldea por que el rubio pelilargo destruyera toda Konoha debido a sus ataques de ira o tal vez que se llegara a cometer un nuevo genocidio dentro de tan pacífica aldea al fin terminó a finales del año.


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El Hokage salió de su oficina para llegar directamente al hospital donde varias enfermeras, Sakura y Tsunade estaban al tanto de un adolorido rubio de ojos dorados: la espera había terminado.


Naruto tomó de la mano a su adoración, le miró a los ojos para transmitirle su apoyo, su amor y el agradecimiento por lo que el momento significaba. Los ojos dorados de Ed jamás abandonaron sus zafiros… podría decir que estaba feliz, podría decir que su Ed estaba familiarizado con el dolor, no sabía que maldecir o agradecer ese hecho, mientras, se acercó a su esposo y le besó la frente.


Era un milagro.


Después del beso, al volver a conectarse sus ojos, el llanto de un recién nacido aferrándose a la vida abarcaba toda la habitación, un nuevo brillo se dejaba ver en los hermosos ojos dorados que a Naruto tanto gustaban, al fin eran padres.  


Era maravilloso.


Una criaturita con las características de ambos padres, con sus mismas capacidades, posiblemente un genio como Ed, posiblemente un poderoso shinobi como Naruto, probablemente con los ojos de oro líquido, posiblemente con resplandecientes zafiros, con el tono de pelo de uno de los dos, o quizá de sus abuelos… pronto lo conocerían.


Era increíble.


Quizá, si los padres no estuvieran fantaseando sobre la ‘apariencia’ de su hijo, habrían notado que el llanto en la habitación se había duplicado… y que Tsunade aún estaba ocupada revisando a Ed.


Tsunade, Sakura y las enfermeras sonrieron, valla sorpresa que se llevarán el Hokage y el capitán Anbu.


¡¡¡Que qué!!!


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En la casa Uzumaki-Elric, jamás habría silencio… no después de la sorpresa que todo el mundo se llevó al enterarse que el rubio escandaloso de Konoha y su amado rubio dorado fueron padres de una linda niña: Katie Hime, tenía una pelusa rojiza al tope de su cabeza, y sus ojos eran tan azules como los del Hokage.


En realidad, había otra niña: Tiffany Joshira, su pelusa era castaña, y sus ojitos eran igualmente azules como su padre Naruto.


Sí, Naruto y Edward eran padres de dos hermosas niñas… y un niño: Marcus Ritsu, un niño con el pelo amarillo, igual que su padre Naruto pero con los ojos dorados como su papá Ed, era un pequeño clon del Hokage pues también tenía sus marcas en cada mejilla.


El Hokage y el capitán de los Anbu (de baja temporal) tenían dos hermosas niñas y un niño… en realidad, había otro niño: Raiden Alexander, este niño tenía abundante pelo dorado y sus ojos igualmente dorados, toda una copia al carbón de si papá Edward.


Ahora sí, la familia Uzumaki-Elric estaba conformada por Naruto Uzumaki, actual Hokage de Konoha; Edward Elric, capitán Anbu; y sus niños: Katie Hime, Tiffany Joshira, Marcus Ritsu y Raiden Alexander.


--Aún sigo sin entender cómo es que tuviste cuatro, CUATRO bebés, ¿Cómo es que nadie se dio cuenta? –preguntaba el Hokage mientras ayudaba a cambiar el pañal a los niños y Ed alimentaba a lasniñas.


--¿Te estás quejando? ­–preguntaba Ed con una sonrisa para sus niñas que lo miraban pero con un tono de voz que su esposo conocía muy bien.


--No amor, es solo que sigo sorprendido… ellos son el mejor regalo que me pudiste haber dado. –corregía Naruto antes de meterse en problemas con su rubia adoración.


--Es bueno saberlo. Aunque, creo que Kurama tiene algo que ver… casi puedo verlo llorando de risa cuando nos dimos cuenta de nuestros tesoros. –dijo lo último jugando con las manitas de Tiffany que no lo soltaban.


--Tienes razón, estoy seguro que en el hospital escuché la risa de alguien pero estaba tan conmocionado mirando a nuestros hijos que no verifiqué. –decía el Hokage mientras le daba a Marcus un biberón de  los que uno de sus clones de sombra había traído de la cocina, mientas el clon le daba in biberón a Raiden.


--Tus clones… no me extrañaría que Kurama hiciera algo como esto en una extraña manera de ver tu habilidad de clones de sombra con más actividad. –decía Ed mientras con suaves palmaditas sacaba el aire a Katie.


--Como una cruel broma querrás decir. –dijo Naruto.


Desde la llegada de los niños, hizo un clon que estuviera en la Torre Hokage cumpliendo con ‘su deber’, un segundo clon estaba ayudándoles a preparar los biberones, y el alimento de los bebés y uno más estaba con él y con Ed para cuidar a los cuatro angelitos que iluminan su vida. Sonrió, sí que estaba feliz.


--Ed, ¿Sabes que me siguen preguntando por el color de pelo de las niñas? –comentó el rubio escandaloso al recordar la plática con Sai por la mañana cuando el pelinegro llegó de visita.


--Mmm, supongo que será algo que preguntarán por el resto de sus vidas. A menos que quieras decirles. –contestó Ed mientras recostaba a Katie quien se había quedado dormida y luego levantaba a Tiffany para repetir el proceso que sigue después de comer.


--Sólo se lo dije a Sai, sé que a pesar de sus bromas y comentarios raros es un buen amigo, y no quería que se tomara en serio el rumor que Gaara tuvo algo que ver con la concepción de Katie… así que le conté de mi madre, de su apariencia y, también le conté del parecido de Tiffany con tu mamá. –dijo Naruto mirando a su esposo en espera de alguna reacción.


--Está bien, Sai es un buen shinobi,  inteligente y analítico, pero cuando se trata de Gaara puede actuar al igual que los demás. –contestó Ed aún con Tiffany en brazos.


--¿No te molesta el que haya surgido el rumor? –preguntaba el clon de Naruto que estaba ya sacándole el aire a Raiden.


--Lo que digan o dejen de decir sobre mí me tiene sin cuidado, no acostumbro a dar explicaciones de mis actos y menos a quienes no tienen nada mejor que hacer que andar hablando a las espaldas de otros. –decía el rubio pelilargo con voz baja para acostar a su dormida Tiffany –Eso sí, que se cuiden las espaldas si intentan dañar a mi familia de alguna manera.


--Temo por la gente de Konoha. –susurró Naruto al depositar a un dormido Marcus en su cuna.


Naruto y Ed miraban el cuarto de los bebés, era muy espacioso como para tener cuatro cunas hechas por el mismo Ed, cuatro sillones, dos mecedoras y una amplia mesita que usan para cambiar a los niños… eran sus hijos los que veían, increíblemente cuatro niños les llegaron de golpe, tan inesperados como lo eran ellos mismos.


--Naruto, ¿El uso continuo de tus clones no es demasiado para tí? Quizá deberías descansar. –comentaba el rubio pelilargo para darle un abrazo a su esposo y una sonrisa de agradecimiento al clon que acababa de acostar a Raiden.


--No sabes cuánto te amo –susurró Naruto para mirar a su amado, tras el rubor que siempre aparecía cunado le hablaba así con tanto cariño había una pregunta muda –lo digo porque tú tuviste a cuatro bebés en tu interior por nueve meses, pasaste por la cesárea, y no has descansado nada pese a las recomendaciones de Oba-chan, sin contar que cada que nuestros niños lloran en la noche eres el primero en levantarte… lo que yo hago en este momento no es nada comparado con lo que tu hiciste y sigues haciendo hasta ahora y aun así, te preocupas más por mí que por ti. –terminó de decir el Hokage para besar los labios a los que era adicto.


--No sé lo que sería de mi si jamás te habría conocido. –dijo Naruto después del beso.


El sonrojo en las mejillas del pelilargo era más notorio. No importaba el tiempo, cada que Naruto le dedicaba esas palabras llenas de amor y ternura, su corazón no dejaba de volverse loco, no dejaba de reaccionar ante el hombre que ama.


--Yo tampoco sé lo que sería de mí… si no te hubiera conocido. –dijo Ed.


El rubio escandaloso sonrió, volvió a abrazar a su amado, sin duda su vida no podía ser mejor… es probable que hubo veces en los que se preguntaba sobre su pasado, es probable que hubo veces en las que se preguntó por las miradas que intercambiaban las personas que estaban a su alrededor… quizá un día llegue al fondo de esas dudas, mientras, mientras tiene cosas más importantes que hacer, personas especiales que amar y un esposo al que demostrar lo mucho que lo ama.


 


 


 


 


Fin. 


 

Notas finales:

 

Agradecimientos especiales a:

Kira uzumaki

Araiy

Lin Phantomhive

Mitsuki

Alin

Espero que lesguste  n.n

 

Gracias por leer.


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