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De Pesadilla a Sueño por DanyNeko

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Notas del capitulo:

Yugi-oh! Duelo de Monstruos! Ni ninguno de sus personajes me pertenecen, yo solo los utilizo en mis locas ideas. Créditos a Kazuki Takahashi y a mi loca imaginación (y a mis clases de psicología)

 

El joven albino caminaba temeroso por la calle, mirando a todos lados, hacia atrás y por los callejones que pasaba, esperando que nada lo sorprendiera, encomendándose a Isis que brillaba llena esta noche.

Ryou no sufría del ‘delirio de persecución’ simplemente era algo temeroso, cosa perfectamente comprensible si caminabas a la una de la mañana por una calle prácticamente desértica en un barrio que no es que contara con la mejor reputación… y usando un jodido disfraz de sirviente.

Si, como lo oyeron, iba disfrazado. ¿Por qué? Preguntaran, la respuesta es sencilla, Ryou había asistido a la fiesta de Halloween que sus compañeros habían organizado en la mansión de Kaiba; entre Yugi y Malik lo habían convencido de usar ese provocativo y vergonzoso -para él- disfraz.

Su cabello blanco estaba finamente alisado, decorado con un par de broches azules en forma de estrella a los lados; sus ojos estaban delineados y su cuello estaba cubierto por una liga de encaje en color blanco amarrado en la nuca, sus hombros blancos estaban descubiertos pues traía una ligera chamara roja anudada a su cintura, su pecho y abdomen estaban cubiertos por un top gris con detalles en negro, le seguía un corto short de jean negro con rebordes plateados, luego unas mayas rojillas transparentes que terminaban en unas botas negras hasta debajo de las rodillas con baches plateados y dibujos en rojo.

¿Comprenderán ahora su temor? ¿No? Quizás si le aunamos al hecho de que se fue temprano de la fiesta pues el anfitrión -el conocido CEO- había intentado propasarse con él un punto de la noche, por suerte para el albino sus amigos había irrumpido en el momento perfecto y él se había excusado inmediatamente, dejando a sus amigos sumamente confundidos.

¿Lo entienden ahora, verdad?

Ryou soltó un suspiro al divisar desde la esquina contraria, el edificio de departamentos donde vivía, aceleró su andar para llegar a la seguridad de su hogar.

…Pero ya era demasiado bueno para ser verdad, era ley de la vida que cuando un día -o noche- iba mal solo podía empeorar.

Justo al cruzar la calle se venían acercando tres chicos con pintas de pandilleros que tiraban para atrás, Ryou trató de no mirarlos y llegar a la portería pero ellos lo interceptaron con expresiones burlonas y sonrisas de superioridad.

—Eh, principito ¿a dónde vas tan rápido? —lo cercó uno de ellos, con cabello magenta y ojos grises.

—Yo… amm tengo que llegar a casa —dijo con la vista gacha.

— ¿Cuál es la prisa? La noche es joven ¡Ven a divertirte con nosotros! —otro de ellos, con cabello castaño y ojos cian le agarró con brusquedad del brazo.

—En serio debo llegar, disculpen —Ryou intentó jalar su brazo de vuelta pero solo consiguió alterar más a los otros.

—Oh no señorito —dijo con burla el oji-gris —tú te vienes con nosotros —lo jaló por el callejón donde pasaban, que daba a los jardines del conjunto de departamentos, y lo puso contra la pared con brusquedad.

Ryou soltó un quejido al sentir su cabeza golpearse contra el muro de ladrillos, sus manos pronto fueron aprisionadas contra el mismo y sus piernas abiertas de par en par con tanta fuerza que pudo escuchar la tela del short resentirse.

—No por favor, suéltenme, déjenme en paz —empezó a revolverse en su lugar, sollozando, intentó patalear contra su captor pero le tenían las piernas tensadas y apenas si podían moverse.

—Ja! Llora lo que quieras, nadie va a venir niño tonto —se burló el que lo tenía sujeto.

—Dale duro al callejero, Alister —dijo con gran malicia el tercero del grupo, un chico rubio y fornido de ojos color índigo.

—Jezz! —el llamado Alister se puso a mordisquear con rudeza el cuello de Ryou mientras jalaba el top  para descubrir su blanco pecho.

Ryou lloraba copiosamente, ya resignado su suerte, en esos momentos hubiera preferido estar en la fiesta, aun con el acosador de Seto, a ser agredido de esta manera.

¿Pero ya que se le iba a hacer?

— ¡ahhh! —gritó de dolor al sentir un mordisco bruto en su clavícula.

De un momento a otro sintió que la presión con que lo sujetaba desaparecía junto a un quejido ahogado, abrió sus ojos café mientras se deslizaba hasta el suelo, solo para ver al tal Alister tumbado en el piso con una herida en su sien, al lado de su cabeza había una piedra mediana manchada con la sangre del peli-magenta.

— ¿Qué demonios? —se quejó Alister mientras su amigo castaño lo ayudaba a levantarse — ¿Quién carajos es?

—Dejen en paz al chico —dijo una agresiva voz seria desde la entrada del callejón —lamento interrumpirles la fiesta pero él se va conmigo.

Por alguna razón Ryou no sintió miedo ante la propiedad con la que el recién llegado hablaba de él al enfrentarse a sus agresores, sobretodo porque su voz le sonaba de algo pero con el temor que cargaba no podía identificarlo.

El otro se acercó con pasos seguros haciendo saltar otra roca en su mano, Alister y su compañero se pusieron a la misma altura, listos para pelearse con el ‘entrometido’ el otro lanzó la piedra pero no atinó a ellos.

—Ja! vaya puntería de mierda —se burló el castaño.

El otro sonrió de lado — ¿por qué no revisan bien? yo tengo una excelente puntería —señaló hacia atrás de ellos.

Con desconfianza, ambos chicos voltearon, solo para encontrarse al rubio tirando en al suelo con una contusión justo al lado del ojo izquierdo por donde brotaba sangre. Estaba inconsciente.

—Nunca bajen la guardia —dijo el ‘salvador’ de Ryou acercándose a asestarle una patada en las costillas a Alister, tumbándolo, llevándose al castaño de paso —idiotas —les dio un golpe a ambos en un punto específico, dejándolos inconscientes.

Ryou tembló en su lugar, acomodándose el top para taparse el pecho.

— ¿Estás bien Ryou? —consultó su salvador.

Al escuchar que sabía su nombre se giró a mirarlo por primera vez mientras se levantaba, su ‘héroe’ era un muchacho algo más alto que él, su cabello igualmente blanco estaba alborotado y algo esponjoso, tenía dos mechones levantados, sus ojos eran de un color marrón oscuro, vestía una playera de rayas blancas y azules bajo una gabardina negra, jeans blancos y tenis gris con azul.

Ryou lo reconoció entonces, era uno de sus vecinos. Vivía, si no recordaba mal, dos pisos debajo de su departamento, con su hermano mayor… ¿Cómo era su nombre? B-Ba…

—Bakura —recordó de pronto, nunca interactuaba mucho con él, pero sí que se lo topaba al menos una vez al día: en el ascensor, en los jardines, cuando iba a clases o cuando llegaba, nunca había detallado el parecido que compartían —A-a-arigatou gozaimasu —se inclinó profundamente frente a él, con las ultimas lagrimas aun bajando por sus sonrosadas mejillas.

Bakura se acercó tranquilamente al menor, relajando su tez y poniéndole las manos en los hombros para que se irguiera —no es necesario ¿estás bien? —repitió.

—Umm —asintió —gracias a ti —dijo, limpiándose las lágrimas.

Bakura limpió con su mano el rastro de agua salada en su mejilla derecha —es una suerte que estuviera por aquí, sino quien sabe qué hubiera pasado.

Ryou tembló en su lugar —y que lo digas… demo ¿Qué hacías afuera a estas horas? —consultó —ups, lo siento, realmente no es de mi incumbencia —se tapó la boca, ruborizado por su indiscreción.

Bakura le sonrió —está bien, vamos a dentro primero que nada —se sacó la gabardina negra que traía como chaqueta y se la ofreció al menor, Ryou se sonrojó más al recordar el atuendo que traía y se cubrió lo más posible con la prenda mientras ingresaban al conjunto —discutí con Akefia y está ahora con alguien en el departamento así que preferí salir —respondió a la pregunta anterior, encogiéndose de hombros —estaba sentado en las ramas de un árbol cerca al callejón cuando escuche tu voz y fui de inmediato.

—Vaya, que suerte —dijo Ryou con una sonrisa —digo, que hayas estado allí —se corrigió —no el que te pelearas con… ¿tu hermano?

Bakura asintió —si, mi hermano mayor —tomaron el ascensor, Ryou iba a marcar el piso de Bakura pero él lo detuvo justo al instante, tomándolo por la muñeca, levantando unos centímetros la mano para marcar el piso del menor —como te dije, no quiero estar en casa, Akefia está ocupado.

—Pero, ya es tarde.

—Está con una chica.

—Ahhhh, eso lo explica —rió nervioso —en ese caso, quédate en mi departamento… digo, si quieres —ofreció apenado.

—Bah, no te preocupes por mí, no quiero molestar.

— ¡¿Pero qué dices?! Acepta por favor, es lo menos que puedo hacer después de que me salvaras —le miró a los ojos.

Bakura desvió la mirada con ligero sonrojo que el menor no alcanzó a ver —de acuerdo, gracias… ¿puedo preguntarle yo algo ahora?

—Por supuesto —aceptó sonriendo.

—No quiero que te ofendas, pero ¿Por qué estás vestido así?

Ryou se miró a sí mismo, se sonrojó y soltó una risilla nerviosa, cubriéndose más con la gabardina —es que… jejeje, estaba en una fiesta de disfraces con mis compañeros —respondió, las puertas se abrieron y salieron —iba a regresar como a las dos con mis amigos pero tuve que salirme antes y… bueno, ya ves —dijo mientras sacaba sus llaves.

—Entiendo —Ryou abrió la puerta.

—Pasa, por favor —dijo encendiendo las luces. Bakura entró cerrando la puerta tras de sí, ojeando el lugar.

— ¿Lo decoraste tú? —preguntó viendo la sala, yéndose a sentar en el sofá.

—Así es… ¿quieres algo de tomar? —Bakura asintió —limonada o te.

—Limonada —dijo el mayor —está lindo —retomó viendo la cocina en donde se movía Ryou, sirviendo dos vasos de limonada para llevarle uno a su salvador.

—Gracias, aquí tienes —le ofreció la bebida, sentándose a su lado.

—Gracias —repitió él, tomando el vaso — ¿todo en orden? Ese tuvo que ser un gran susto.

—Sí, pero ya estoy algo más tranquilo, gracias de nuevo por ayudarme.

—Bah! Ni lo menciones —tomó un sorbo.

—Creo que es la primera vez que mantenemos una conversación más allá de los buenos días —notó Ryou. Bakura sonrió, dándole la razón —entonces… etto ¿a qué escuela vas?

—Secundaria Kotaharo —respondió, Ryou ladeó la cabeza — ¿pasa algo?

—Nada, solo, pensé que estabas en preparatoria —dijo apenado.

—Empiezo el otro año —corrigió

—Igual que yo —añadió con una sonrisa, Bakura lo sabía, sabía muchas cosas acerca de Ryou, aunque él no se percatara, siempre lo observaba.

— ¿A qué preparatoria iras? —preguntó Bakura fingiendo desinterés, ese era un dato que desde hace mucho estaba buscando.

—Aplicaré para la preparatoria Domino —le respondió —igual que mis amigos —tomó un sorbo — ¿y tú?

Bakura no se lo pensó dos veces —también quiero entrar a esa.

— ¿En serio? Sería genial, podríamos quedar en la misma clase —le sonrió dulcemente, Bakura le parecía un chico de lo más agradable, se preguntó porque nunca antes intentó llevarse con él, le gustaba mucho… “¡Alto! ¿Qué? ¿Gustar?” irrumpió el hilo de sus pensamientos “m-me gusta como persona, es decir” se corrigió así mismo, reprimiendo una risilla nerviosa, hasta que se percató de un suave aroma que no recordaba haber olido antes pero que a la vez sentía que había estado varias veces en presencia del mismo ¿qué era? Inspiró profundo un par de veces hasta que identificó el olor como una mezcla de brisa marina y vainilla, lo siguiente se dio cuenta de que provenía de la gabardina que estaba usado, la de Bakura ¿ese era el aroma de Bakura? Era delicioso a su parecer “¿pero en qué diablos estoy pensando?” se regañó mentalmente.

Por estar perdido en sus pensamientos Ryou nuevamente no se percató del sonrojo que sus palabras y sonrisa provocaron en el mayor.

Bakura hacia lo posible porque no se le notara el rubor, si desde antes Ryou le parecía un chico de lo más dulce y tierno -de esos que ya no hay- ahora, de cerca, hablando como dos viejos amigos, era de lo más adorable y encantador a sus ojos. Desde que lo vio la primera vez Bakura había quedado prendado a esos expresivos ojos caoba y a esa dulce sonrisa, enmarcaba por dos bellos y seguramente suave pétalos de cerezo como era sus labios. Él era un chico muy reservado, casi nunca expresaba sus sentimientos y por consecuencia nunca se midió a hablar con Ryou, sin embargo trataba de verlo por lo menos una vez al día, amaba cuando coincidían ellos solos en el elevador y podía llenar sus pulmones del delicioso aroma del menor, dulce como helado de vainilla; le fascinaba verlo asentarse en los jardines bajo la sombra de algún árbol a leer o simplemente sentir la brisa. Todo de Ryou le atraía de un modo que jamás había experimentado.

Y ahora, estaba frente a frente con el objeto de su deseo, de su casi obsesión, hablando como si llevaran años de conocerse, luego de haberlo salvado.

¿Había algo mejor?

Sí que lo había.

—Entonces, mi salvador —dijo coqueto, pestañeando un par de veces — ¿hay algo que pueda hacer para agradecerle debidamente su valeroso acto? —dijo con una sonrisilla.

—Ahh, yo… emm —Bakura se atragantó con su limonada.

Ryou ahogó una adorable risilla ante la reacción de Bakura ¿lo había puesto nervioso? Su expresión era terriblemente encantadora a sus ojos.

—Dime ¿tienes hambre? ¿Se te antoja algo de comer? —ofreció de nuevo.

Bakura parpadeó confuso —no crees que es un poco tarde para comer —dijo mirando un reloj en el salón que marcaba la una y media de la madrugada.

—Un bocadillo nunca viene mal —respondió levantando el índice derecho, con una amigable sonrisa y los ojos cerrados — ¿qué me dices?

—Aceptaré encantado lo que tú quieras darme —respondió en voz baja, como ido, perdido en la hermosa expresión del menor.

—Enseguida regreso —aun sonriente, Ryou se levantó y regresó a la cocina para preparar un par de emparedados —aquí tienes —le ofreció un plato cuando terminó con su cometido.

—Muchas gracias —dijo, totalmente encantado de poder probar algo preparado por el amable chico —esta delicioso.

—Exageras —se apenó Ryou —es un simple emparedado.

—Pero lo hiciste tu —respondió sin darse cuenta.

A Ryou se le subieron los colores al rostro, casi se atora con su ultimo bocado, Bakura le ofreció lo que quedaba de su limonada.

Mientras Bakura terminaba su bocadillo Ryou empezó a cabecear en su lugar, los ojos se le cerraban de vez en cuanto y un pequeño bostezó bailoteó en sus labios.

Bakura lo observó de reojo encantado con el menor, hasta que el pequeño se recostó en su hombro con somnolencia, Bakura abrió los ojos sorprendido ante eso, el dulce aroma del menor lo rodeó de inmediato por lo que aspiró profundamente, pasando con timidez un brazo por su espalda para que se acomodara mejor.

Estuvo así un minuto más o menos hasta que Ryou recobró la conciencia, irguiéndose de inmediato apenado —discúlpame, por favor, no me di cuenta.

—Descuida, no hay problema —reposó su brazo en el espaldar del sofá ─creo que es hora de que duermas —le dijo con suavidad.

—Sí, tienes razón —se frotó un ojo —sígueme por favor —se levantaron y Ryou lo guió a una habitación desocupada pero perfectamente arreglada —puedes dormir aquí, siéntete como en tu casa Bakura —ofreció.

—Ahh, muchas gracias Ryou.

El menor le sonrió —mi habitación es la que está a la derecha, si necesitas algo no dudes pedírmelo —Bakura asintió —buenas noches, que descanses Bakura —le dio una última sonrisa y se dirigió a su cuarto, dispuesto a obtener una buena noche de sueño después del par de sustos que se había llevado esa noche. Realmente no daba para más.

-

Bakura fue a sacarse su chamarra, dándose cuenta de que Ryou se había quedado con ella, sonrió ante eso, probablemente la prenda quedaría impregnada de su dulce aroma.

-

Ryou llegó a su habitación y apenas si prendió una lamparita de su escritorio, estaba muy cansado como para darse un baño así que decidió simplemente cambiarse por el pijama, fue entonces cuando se percató de la gabardina de Bakura, sonrió inconsciente al quitársela, ese chico era todo un caballero, colgó la prenda negra en la cabecera de su cama y se deshizo de su disfraz y accesorios, le lavó la cara y cepillo sus dientes antes de tumbarse en la cama sin delicadez alguna, ni siquiera se cubrió pues cayó dormido de inmediato.

-o-  

Bakura despertó como a las tres de la mañana con una extraña presión en su pecho que le inquietaba, se dio vuelta en la cama extrañándose de no estar en su habitación hasta que recordó o que había pasado en la noche y sonrió como bobo, enterrando la cara en la almohada. Entonces alcanzó a escuchar de forma ahogada un ligero quejido que provenía de alguna parte de la casa, se levantó y colocó su playera que se había quitado para dormir, salió de la habitación en completó silencio, dispuesto a hallar el origen de aquel sonido, afinó su oído y llegó a la puerta de Ryou, la cual estaba entreabierta ligeramente.
Dudó un poco pero finalmente entró con lentitud, el lugar estaba ligeramente iluminado por una lamparita sobre un escritorio, en una de las paredes estaba pegada una cama grande, y en ella reposaba un encantador joven de cabellos blancos. Bakura se tomó un momento para observarlo, le parecía sumamente hermoso en su pijama celeste sin embargo al fijarse más detenidamente notó que los quejidos que había escuchado provenían de él, quien se revolvía en su lugar con el gesto fruncido y una tez de sufrimiento, cosa que le hizo preocuparse.

Se acercó a la cama para sentarse a su lado, seguramente el pobre chico estaba teniendo una fea pesadilla, normal después de la experiencia de hace unas hora, pero él no quería que estuviera así, quería que sonriera, que estuviera feliz, pero no sabía qué hacer.

Recordó que cuando él tenía pesadillas de pequeño, Akefia le acariciaba el cabello y eso lo calmaba un poco así que eso hizo, llevó una mano a los sedosos cabellos y frotó con suavidad.

Mientras en el sueño de Ryou

El pequeño de amables ojos cafés, ahora empañados por el terror corría y corría desesperado, avanzaba veloz por un siniestro camino cercado por altos y grises edificios que hacían más tétrica la escena, en determinado momento Ryou miró hacia atrás, divisando la silueta de Alister que le pisaba los talones con perturbadora facilidad.

Luego de varios minutos así alcanzó a divisar un tenue rayo de esperanza: Yugi, Malik y Joey estaban allí, esperándolo. Sonrió aliviado de ver a sus amigos y aceleró para ponerse al día con ellos pero algo le cercó el paso… más bien alguien… Seto Kaiba.

Ryou lloró desesperado, se hizo bolita en su lugar al ver que estaba atrapado por ambos lados; Alister y Seto lo tenían entre la espada y la pared. Se tapó los ojos sollozando, las lágrimas cayeron de sus ojos al piso hasta que sintió un toque suave, se sorprendió pues esperaba agresión por parte de sus atacantes por lo que levantó el rostro sorprendido, encontrándose con nada más ni nada menos que su encantador salvador: Bakura.

Bakura —le llamó aliviado, levantándose de inmediato para rodearle el cuello con sus brazos y esconder el rostro en su fuerte y cálido pecho. En respuesta, el mayor lo alzó en brazos al estilo nupcial, logrando que el menor se sonrojara.

Ya estás a salvo, mi dulce niño —le dijo el mayor con voz galante, aferrándolo entre sus fuertes brazos.

Bakura —los ojos de Ryou temblaron, estaba hechizado con la actuación del mayor, era como su caballero de brillante armadura -podían llamarlo cursi o infantil si querían, pero Ryou siempre se había sentido atraído por ese tipo de cosas- —eres increíble,  muchas gracias.

Lo que sea por ti, mi bello angelito —las mejillas de Ryou se sonrojaron con fuerza.

-o-

Ryou se despertó de golpe, sentándose con la respiración agitada ¿qué onda con ese extraño sueño?

— ¿Te encuentras bien? Solo fue un sueño feo, tranquilo

Ryou se sonrojó al ver a Bakura en su habitación, luego del sueño que había tenido con él —creo que es la tercera vez que me preguntas eso esta noche —dijo con una sonrisa —estoy bien, gracias —miró a su ventana, notando que no debía haber pasado mucho tiempo, y aun tenía mucho sueño, de hecho los parpados amenazaban con cerrársele —perdóname si te desperté —dijo en un bostezo, volviendo a recostarse de lado, de frente a Bakura.

—No te disculpes.

Ryou quería volver a dormir, pero no quería volver a soñar con Seto o Alister… y Bakura se percató de ello.

—Duerme tranquilo, aquí estoy, nada malo te va a pasar —dijo con voz cálida que hizo sentir seguro al menor.

Ryou bostezó de nuevo —gracias, Ba… Kura —se quedó dormido así sin más.

Bakura sonrió al verlo, se tumbó al lado del menor, perdiéndose en las facciones de Ryou hasta que él mismo cayó en brazos de Morfeo.

-o-

Ryou despertó primero a eso de las siete de la mañana, sorprendentemente no había vuelto a tener otra pesadilla en el resto de la madrugada, se revolvió en su lugar sintiendo que su almohada estaba demasiado cómoda, olía bien, y además respiraba ¿si había despertado?

Frotó sus ojos y miró su ‘almohada’… el pecho de Bakura… las mejillas le ardieron al menor, también estaba cubierto por la gabardina negra del mayor, acurrucado en su cuerpo como si se tratara de su peluche favorito de niño.

Sintió el latido acelerado de su corazón, y las ganas de volver a acurrucarse en él y seguir durmiendo, respirando al mismo compás del suyo mientras depositaba esporaneos besos en su pecho… ¡Alto! ¿Qué? ¿En qué demonios estaba pensando? seguramente no había dormido lo suficiente… esa era su excusa.

Se rindió de luchar con sus confusos pensamientos y volvió a recostar su cabeza en el marcado pecho, cosa que terminó por despertar a su acompañante.

— ¿Estás despierto? —susurró el mayor.

—Sí, acabo de despertar —levantó la cabeza ─buenos días Bakura —sonrió

—Buenos días —le regresó, viéndolo acomodarse en su pecho.

—Ah! Discúlpame, no me di cuenta cuando… —Ryou iba separarse cuando se percató de que seguía sobre su nuevo amigo, pero Bakura lo detuvo, rodeándolo con los brazos.

—No te preocupes, no me molesta —lo empujó de vuelta a su pecho, jalando su chamarra para cubrirlos bien —quédate así, Ryou —dijo casi como si fuera una súplica.

Ryou se ruborizó ante eso, pero hizo caso y volvió a acomodarse. Bakura se le quedó mirando atento, formando inconscientemente una pequeña sonrisa.

— ¿Por qué me miras así? —preguntó en un susurro apenado el menor.

—Pensaba que… me gustaría pasar más tiempo contigo, Ryou —respondió el mayor, también en voz baja —me agradas.

Ryou se sonrojó — ¿qué me estas proponiendo? —jugó.

— ¿Te parece si vamos a algún lado a desayunar? —preguntó ─yo invito.

Ryou sonrió —no quieres regresar a casa y buscas la forma de posponerlo lo más posible —regañó él, tocándole la punta de la nariz con el dedo índice suavemente —pero acepto, ya que yo también quiero pasar más tiempo contigo —añadió en un murmullo que fue escuchado por Bakura.

El mayor no pudo más que sonreír.

-o-

Luego de que Ryou se aseara y arreglara ambos salieron a un restaurant cercano a desayunar juntos, pero pronto esa ‘salida a desayunar’ se convirtió en todo un día juntos.

Dieron un paseo por el parque, jugando a arrojar piedras en un estanque, también fueron al cine a mediodía a ver una película de comedía “Comando Especial 2”. Pasearon otro poco por un centro comercial y para cuando se dieron cuenta ya se estaba poniendo el sol. El día se les había ido sumamente rápido.

—No puedo creer que ya este atardeciendo —dijo Ryou caminando hacia la entrada del conjunto —me divertí tanto contigo que el día se me fue volando —le sonrió a Bakura —gracias, fue un día fabuloso.

—Digo lo mismo, gracias a ti —le respondió el mayor, pasando inconscientemente un brazo sobre los hombros de Ryou mientras tomaban el ascensor —oye, po-podríamos intercambiar números de teléfono —dijo sacando su celular.

—Sí —Ryou le imitó.

Luego de haber registrado al otro el elevador abrió sus puertas en el piso de Bakura, este miró a Ryou mientras salía y el menor mantenía las puertas abiertas, en realidad no quería despedirse de él.

— ¿Puedo… escribirte? —consultó.

—Cuando quieras —le sonrió el pequeño mientras las puertas se cerraban.

Bakura se recostó contra la pared al lado del ascensor, suspirando. Mientras Ryou se recostó contra las puertas del mismo, sonriendo con los ojos cerrados… hasta que las puertas se abrieron y casi se va de espaldas al piso.

-o-

Bakura entró con el mayor sigilo del mundo a su casa, cerró la puerta con las mismas, caminando en puntillas. Para su suerte Akefia estaba rendido en su cama, así que se dirigió a su habitación, dispuesto a darse un buen baño caliente antes de tumbarse en su cama.

-o-

Al llegar a su casa Ryou se cambió de ropa, dándose cuenta de que sin querer se había quedado con la gabardina negra de Bakura. Encendió su laptop mientras se sentaba, abrazando la prenda, suspirando al sentir el exquisito olor de Bakura provenir de ella.

Al entrar en Facebook, enseguida le llegó una solicitud de video-llamada grupal con Yugi y Malik, suspiro mientras conectaba sus audífonos con micrófono.

—Hola —saludó con timidez mientras las dos cámaras de sus amigos se enfocaban.

¡Ryou! —dijeron los dos al mismo tiempo.

¿Dónde has estado? —preguntó Yugi.

¿cómo llegaste anoche? —le siguió Malik.

¿Ya te sientes mejor? —volvió Yugi.

Ryou recordó que les había dicho que se sentía algo mal para poder irse temprano de la fiesta.

—Tranquilos, ya estoy bien —respondió —al llegar… bueno, tuve un pequeño inconveniente pero todo salió bien.

— ¡¿Qué sucedió?! —dijeron los dos a la vez.

—Bueno pueeeees… —apenado Ryou les contó todo lo que había pasado, en especial sobre Bakura.

Oh Ryou nos hubieras dejado acompañarte —dijo Yugi preocupado —menudo susto te has llevado anoche.

—Sí… bueno, no había modo de saberlo, lo importante es que nada pasó a mayores ¿verdad?

Malik levantó una ceja inquisitivo — ¿y qué hay de ese tal Bakura?

Ryou se sonrojó un poco mientras les relataba también el día que habían pasado.

—Él es muy… —pensó sus palabras —agradable.

Y tanto —respondieron ellos burlones.

— ¿Qué quieren decir?

¡Pues que se nota que te ha gustado!

— ¡¿Qué dicen?! —reclamó apenado —yo…

¡Vamos! Sí se te nota en toda la cara —se burló Malik.

—Yo… —Ryou fue interrumpido por el timbre de su teléfono, notificando un mensaje — ¿eh? —Ryou lo cogió.

¿Qué sucede? —preguntó Yugi.

—Bakura me escribió —susurró el albino.

Malik y Yugi sonrieron picaros.

Bueeeeno, yo tengo que irme, debo ayudar al abuelo con la tienda —se excusó —hasta luego chicos.

Yo también me voy, Ishizu me pidió ayuda con unos documentos del museo —imitó Malik —te dejamos que converses con tu caballero de brillante armadura Ryou —le guiño el ojo, mientras él y Yugi reían.

— ¡Oigan! —a Ryou no le dio tiempo de reclamarles, la video-llamada se cerró, así que conectó el computador a su equipo de sonido para dejar sonando su play-music. Se tiró de espaldas en la cama con el celular en manos, respondiendo el mensaje. A los segundos recibió otro.

         “Nada, estoy tumbado en la cama, escuchando música” R

         “Yo igual estoy acostado”

         “¿Pudiste arreglarte con tu hermano?”

         “Por suerte estaba dormido cuando llegué xD”

         “Jajajaja”

         “Ryou, hay algo que quería preguntarte”

         “Dime ¿qué es?”

Esa vez la respuesta demoró un poco más.

         “¿Puedo llamarte?”

         “Claro”

Ryou se preguntó qué era lo que Bakura querría preguntarle, entonces el teléfono sonó con la llamada entrante, Ryou le bajó a la música  contestó.

Hola —dijo el mayor en tono bajo.

—Hola Bakura —le respondió Ryou de igual forma — ¿qué querías preguntarme?

Etto… ayer me dijiste que te habías regresado solo de la fiesta porque te habías salido temprano… ¿puedo saber por qué?

—Ammm, es que… etto, me-me había sentido un poquito mal jeje —dijo él.

Bakura se quedó un momento en silencio, lo que puso nervioso a Ryou —si no quieres decírmelo está bien —el menor abrió los ojos sorprendido ¿se dio cuenta que mentía con solo oírle? Ni sus amigos se habían percatado… ¿o lo habían notado pero decidieron dejarlo así?

—Ammm, yo, es que…

¿Sucede algo?

—Es que… no quisiera hablar de eso por teléfono —dijo decaído.

Bakura volvió a quedarse en silencio unos instantes —… de acuerdo, voy para allá.

— ¿Eh? —eso lo tomó por sorpresa, miró su teléfono al escuchar el pitido que indicaba el final de la llamada — ¿viene para acá? —se sonrojó.

Por los nervios Ryou se lanzó de cara contra una almohada, ahogando un chillido, mientras le subía a la música con el mando a distancia.

A los dos minutos ya se escuchaban los golpes en la puerta de su departamento por lo que Ryou se levantó de la cama para ir a atender.

—Hola, pasa —dijo al abrirle la puerta al mayor, quien hizo caso e ingresó —ven a mi cuarto —le sonrió, caminado hacia su habitación.

Bakura le siguió, sentándose en el borde de la cama, mientras Ryou se tumbó a su lado bocabajo, apoyando el mentón en sus manos.

—… ¿quieres contarme que pasó?

Ryou jaló uno de sus almohadones, suspirando.

—Bueno, la fiesta de disfraces la habían organizado un par de amigos míos en la mansión de Seto Kaiba, que es compañero nuestro y yo me puse de acuerdo con Yugi y Malik: mis mejores amigos y nos estábamos divirtiendo mucho en grupo pero, ya pasando la media noche… pues me crucé yo solo con Seto cuando iba saliendo al jardín para tomar aire —relató —él… estaba algo ebrio y… bueno… me acorraló contra la pared de fuera y empezó a… insinuárseme y… tratar de tocarme y eso —se ruborizó, poniendo una cara de disconformidad. Bakura lo escuchaba atento —por suerte mis amigos me llamaron en ese momento, así que apenas pude zafarme me fui de hay —explicó, abrazando su almohada.

Para cuando se dio cuenta, Bakura lo estaba abrazando.

—Yo… yo voy a cuidarte —le susurró al oído —quiero protegerte.

Los ojos de Ryou temblaron ante esas palabras, cuando Bakura se movió para verlo a los ojos Ryou no pudo controlar el impulso de acercarse más a él, sus narices chocaban; no supieron quién fue el que se acercó más, lo que si supieron fue que sus bocas se unieron con desesperación y pasión, succionando los labios del otro con deleite, jugaron con sus lenguas, mezclando sus salivas, perdiéndose en la pasión del otro.      

—Ba-Bakura —susurró, apenas despegándose de la boca ajena.

—Ryou.

—Me gustas —dijeron a la vez.

-ooo-

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Bonus Extra

—Marik, necesito un favor —dijo Bakura por teléfono — ¿qué sabes de un tal Seto Kaiba?

Ese día Bakura fue hasta la escuela de Ryou a la hora de la salida para recogerlo, se había saltado sus propias clases, aunque llevaba puesto el uniforme -muy desordenado eso sí- su cabello estaba más alborotado de lo normal, cubriendo especialmente el costado de su cara y su cuello.

— ¿Bakura? —Ryou fue hacía él al verlo — ¿Qué haces aquí?

El mayor se encogió de hombros —salí temprano y quise venir a verte —respondió sin más, tomando el maletín de las manos de Ryou — ¿nos vamos?

Ryou le sonrió feliz y asintió así que fue a despedirse de sus amigos antes de emprender la marcha junto a su novio.

—Estoy preocupado de que Seto no haya venido hoy a clases —se alcanzó a escuchar de fondo la voz de un chico rubio. Bakura mostró una sonrisa ladina.

—Ahora sí ¿qué fue lo que sucedió? —confrontó Ryou cuando estuvieron solos en el ascensor.

— ¿De qué hablas? —se hizo el desentendido, desviando la mirada.

— ¿Me crees tonto? —con facilidad corrió su cabello, descubriendo un vendaje improvisado con una tela blanca en la sien — ¿Cómo te hiciste eso? —también descubrió un gran rasguño en su cuello. Ryou frunció el ceño — ¿dónde estuviste Bakura? —regañó — ¿alguna otra cosa?

Bakura se subió la maga del brazo derecho con reticencia, descubriendo un gran moretón y se notaba que estaba hinchado.

Cuando llegaron al piso de Ryou este lo jaló del brazo sano hasta su habitación, donde lo hizo sentarse en su cama mientras iba por el botiquín.

Al regresar se arrodilló a su lado y desató la tela blanca dejando ver la herida de su sien que se dedicó a limpiar, desinfectar, curar y vendar como se debía. Luego pasó a su cuello mientras le daba una compresa fría para su brazo.

— ¿Estás enojado conmigo?

—Estoy esperando que me digas ¿qué carajos te pasó? ─le respondió con seriedad, guardando las cosas.

Bakura se quedó en silencio, el teléfono de Ryou sonó. El menor le dirigió una mirada de advertencia a su novio antes de contestar. Era una video-llamada.

— ¿Hola? —esperó a que apareciera la persona en pantalla, se sorprendió al ver a Seto Kaiba — ¿Se-Seto? ¿Qué ocurre? —pestañeó repetidas veces — ¿por qué no viniste hoy a clases?

El castaño estaba visiblemente incomodo, Ryou alcanzó a notar su pómulo derecho hinchado y ligeramente amoratado, igual que el ojo izquierdo.

—Yo… bueno —parecía que le costaba lo que iba a decir —quería decir… lamento lo que sucedió la otra noche en la fiesta —sentenció.

—Ehhh —Ryou se quedó medio ido ¿Seto Kaiba disculpándose… con él?

—Dije que lo siento —repitió con brusquedad.

Ryou supo que estaba esperando una respuesta —yo, amm… gracias, aceptos tus disculpas —le sonrió dulcemente.

Seto hizo un sonido como un bufido o un gruñido antes de colgar.

Cuando desvió la mirada, aun medio en shock, vio a su novio con una sonrisa ladina.

— ¿Tú lo hiciste? —preguntó sorprendido — ¡¿Te peleaste con Seto Kaiba… por lo que me hizo esa noche?! —le tomó del rostro con ambas manos con suavidad.

—Lo hice por ti —respondió en un susurro.

Los ojos de Ryou temblaron antes de jalar a su novio en un ardiente beso, llevando ambas manos tras su nuca, subiéndosele a horcajadas.

—Ryou —jadeó el mayor mientras se daba la vuelta para acorralarlo contra la cama.

—Espera Bakura —trató de calmarlo cuando él bajó sus besos por su cuello —estás herido.

­­­—No me importa —le respondió entre lametones y mordiscos a su cuello —tu eres toda la medicina que necesito —le respondió regresando a su boca —Ryou… se mío —le suplicó, rozando levemente sus labios.

El menor se sonrojo furiosamente —yo… ya soy tuyo.

Bakura sonrió, apropiándose de su boca con pasión.

 

Notas finales:

Holiiiiis, aquí vamos a tope con la semana de Halloween.
Este ya es la tercera entrada y aun falta media semana

Bueno, saludos a todos mis nekitos. Que pasen un buen Halloween y no los molesten los fantasmas.

Y&R&M: ¡Denos dulceeees! =3

(Faltan 3 dias para Halloween ›=D)

Ja ne!       

 


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