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Un siglo sin ti por JokerFunthom

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Notas del fanfic:

Hola! Antes que nada, espero que estén gozando de sus vacaciones y pasando muy felices fiestas.

No quería dejar inconclusa esta historia, pero debido a que tuve problemas y perdí la mayor parte de mis archivos la reanudaré desde el capítulo 12, que pueden encontrar en Fan Fiction . Net buscándome bajo el mismo seudónimo (JokerFunthom) o bajo el título de Dos Menos Uno.

La trama será completamente distinta a lo que llevaba, espero sea de su agrado.

Notas del capitulo:

les dejo un pequeño resumen de la historia:

 

 

Sebastián es un fotógrafo que conoce a Ciel, un joven modelo que ha tenido una vida difícil para lograr enorgullecer a sus padres, en una agencia corrupta bajo el dominio de Arnold Barker. 

Tras numerosas dificultades deciden mantener una relación clandestina con un sueño en común, tener una vida juntos. Pero sus esperanzas se desmoronan luego de una inesperada noticia de Emma, novia de Sebastián...

 Ciel se estremeció entreabriendo los párpados. Y de nuevo se revolcó entre las sábanas blancas de la habitación azul. Sentía un placentero dolor en la espalda baja y el semen de Sebastián correrse entre sus piernas. Sí, aquella era la manera en la que le habría gustado despertarse todos los días. Pero esa sería la última vez que lo haría.

 

    Vincent había hablado con él sobre la posibilidad de que se marchara con él a Seattle a continuar con sus estudios. Lo había hablado con su madre la noche anterior y le había pedido que le dejara pasar la su último día en casa de un amigo. Era algo que no le había comentado a Sebastián, pero era la manera en que podía escapar de sus sentimientos hacia él. Claro que no había sido fácil. Se incorporó pesadamente deseando arrepentirse, pero sabía que de cualquier manera iban a terminar y que alguien debía dar el primer paso.

Miró a Sebastián antes de marcharse. Dormía placenteramente sin sospechar que cuando abriera los ojos no lo vería de nuevo. Habían pasado cinco meses desde la noticia de que Emma estaba embarazada. El pelinegro se había abstenido de contárselo porque no quería perderlo, pero Mía le había confesado todo unos días atrás y él había tomado una decisión. No podía interferir entre la nueva familia de Sebastían, tampoco podía hacerlo escoger entre su hijo y él.  

Se vistió en silencio y antes de salir del apartamento vio la fotografía que el mayor había tomado el día que se conocieron en la fiesta de la agencia. Se sintió tentado a llevársela consigo, pero únicamente la sacó del cuadro para escribir algo breve en la parte de atrás y luego regresarla nuevamente a su lugar. Sin mayor preámbulo, salió en silencio y aunque  no había amanecido todavía parecía que el cielo también compartía su dolor. Los nubarrones relampaguearon y la lluvia le mojó la cabellera grisácea. Las gotas se hacían más densas y eso era bueno. Nadie notaría cuando corrieran sus lágrimas. Tomó el móvil e hizo un par de llamadas breves; a sus padres y a Barker.

  - ¿Aló? Ciel, ¿qué sucede querido?  

- Barker - sonrió - renuncio.  

- ¿Qué? - balbuceo, bostezó, luego dejó escapar una estruendosa carcajada. -  lo siento, creí que era en serio.  

- Lo es. No volveré a Earl Gray.  

- Ciel, ¿estás escuchando lo que dices? Tenemos un contrato que...  

- ¿Qué harás? - inquirió con aire burlón - ¿me demandarás si incumplo con él? Cancélalo, rómpelo, finge que nunca firmé nada. Puedes proceder contra mí de la manera que quieras pero recuerda que si quiero abrir la boca todos sabrán la verdad sobre tu reino en miniatura.   

 

Silencio, hubo un largo silencio en la línea y lo único que se escuchaba era la respiración de Barker debatiéndose entre la cólera y la impotencia.  

- Ciel - musitó lo más dulce que pudo - no tomemos medidas precipitadas, vamos a hablarlo con calma. ¿Qué es lo que sucede?  

- Me voy. - colgó y volvió a teclear otro número aguardando unos segundos.

 - ¿Ciel?  - contestó la armoniosa voz de Rachel.  

- Mamá - musitó tan dulcemente que hasta ella pareció extrañada. - necesito irme urgentemente para la entrevista de la universidad. Tomaré el vuelo más próximo. Por favor envía mi equipaje... - suspiró - y no le comentes a nadie dónde estaré. Quisiera descansar un rato de todo.

- Cariño... ¿está todo bien?

  - Sí mamá - apretó los dientes - tiene que estarlo.  

 

Caminó un buen tramo antes de coger un taxi al aeropuerto, y antes de subirse al avión tiró el móvil a la basura. De esa manera no volvería a saber nada de Sebastián. A final de cuentas, no sabía dónde estaría. Se hundió en el asiento y miró entristecido como París se hacía más y más pequeño, las luces de la ciudad de los sueños centelleaban y su corazón dio un vuelco dentro de su pecho. Le dolía terriblemente.    - Adiós, Sebastián...- musitó cerrando la ventanilla.   

 

 

    -.-.-.-.-.-.-

 

 

4 años después...  

 

 

-  Señor Phantomhive - gritó el maestro desde el estrado justo cuando el aula se quedaba vacía - ¿sería tan amable de acompañarme a mi oficina? 

El menor se giró para verlo, luego asintió. Y en silencio se dirigió hacia el gabinete de Charles Phillips.

- Síentese - indicó el mayor mientras servía dos tazas de té caliente.

El menor obedeció sin chistar y con nerviosismo se frotó las manos. No dijo ni una palabra y cuando tuvo la taza de porcelana frente a él lo primero que hizo fue darle un sorvo, no importándole lo caliente que estuviera. 

- Phantomhive... seré sincero. Cuando ingresaste a esta universidad no creí que tuvieras las aptitudes necesarias, pero me has demostrado lo contrario - dió un sorvo con aire pensativo, luego prosiguió. - la señorita Sullivan y tú poseén unas manos maravillosas.

- Gracias, profesor - dijo Ciel felicitándose internamente. 

- No es nada, pero deja que termine - sonrió - dentro de unos días habrá una exposición de fotografía en Port Royal. Mi querido amigo Charles Grey está a cargo de la misma y me tomé la libertad de proponerle amenizar el evento con mis dos mejores violinistas. 

Ciel quedó boquiabierto. Phillips le extendió una mano amistosamente.

- Espero tu cooperación, Ciel.

-Me halaga mucho, profesor. Por favor cuente conmigo.

 

 

Después de despedirse abandonó el campus y se dispuso a celebrar su triunfo comprándose una nueva consola de videojuegos. Se dirigió hacia el centro comercial y caminó solitariamente. Los escaparates coloridos le recordaban en sobremanera los días que posaba frente a las cámaras modelando las prendas y joyas que exibían los maniquies blancos. Y de nuevo el nostálgico recuedo de Sebastián invadió su mente.  Suspiró. Quería dejar atrás esos escasos y hermosos momentos a su lado, pero la marca que había dejado en él era imborrable. 

 

- ¿pensarás en mí de vez en cuando? - musitó sacando su móvil blanco de la bolsa. Y allí estaba de nuevo; la foto que temía desechar porque era la única imagen que conservaba del pelinegro. - desearía saber qué ha sido de ti... - susurró para sí y continuó caminando.

 

 

 

 


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