Aun lado de esa fría cama, en ese blanco cuarto de hospital seguía mirándolo, incrédulo.
Él estaba en la cumbre, había vuelto a la aldea para estar al lado de la luz que precedía a su Nii-san, ambos se amaban y ambos esperaban a su amado fruto, la consumación de todo lo que había sido y seria a partir de esos tiempos, la nueva familia, la nueva oportunidad de ya no estar solos, una nueva etapa sepultando ese dolor del pasado.
Pero; Todo se derrumbó en unas simples horas. Con el último detalle, la llegada del bebe, todo se complicó, ni Tsunade ni Sakura pudieron hacer nada. Todos sabían el riesgo que conllevaba toda esta locura, todo llevo a una decisión; y el decidió abandonarlo. No. Él se lo aclaro, pero ninguna palabra removía el vacío que el mismo había llenado con todas esas habladurías y años de persecución para salvarlo, el vacío que ahora volvía a él, el vacío que volvía a ser oscuridad en su vida.
–Promételo!- exclamo con sus últimos alientos, con el mismo tono severo que usaba cuando decía algo serio, -vamos Teme, prométemelo!- Sasuke con los ojos abiertos de sobre manera comenzando a aguarse, solo atino a asentir apretando la mano de ese Usuratonkachi
–Lo prometo- alcanzo a decir.
La vida de Naruto Uzumaki se acababa de extinguir, y la mitad de Kurama con él.
Era un maldito Dejavu, una maldición, una condena para el azabache que esa mañana apenas despertaba feliz, tan feliz como lo había sido desde que volvió y tenía a su salvador con él y su futura familia en proceso. Jamás se lo perdonaría al zorro, ni a el mismo por dejarse llevar por sus ilusiones y arriesgándose a lo que le acababa de pasar, el perderlo.
Kurama había prometido a Naruto proteger a su bebe a costa de todo, fue idea de ellos después de todo, se las arreglaron para convencer al azabache y atravez del legado del sharingan de que dejara de ser el último Uchiha lograron doblegarlo.
Naruto había contemplado todos los posibles escenarios y en todos ante la negación de Kurama y el mismo Sasuke él había pedido que dieran preferencia a su futuro hijo, pero que él no quería que en el peor de los casos arrastrar a su viejo amigo, Kurama entonces accedió a dividirse una vez más si eso pasaba, y cuidar del futuro rubio o azabache con forme las circunstancias lo requirieran alojándose en su interior.
Tsunade había retirado a la bebe, si, había sido niña hermosamente rubia. El sello había sido hecho por el mismo Kurama que se había alojado en ella y aunque sin quererlo reconocer estaba realmente devastado, el confiaba en la fortaleza del rubio, más esta vez no fue uno más de sus inesperados escapes de la muerte.
Sasuke permanecía sujeto a la fría mano de Naruto, derramando lágrimas de dolor puro, él podía sentir la oscuridad retomando su ser, después de todo la maldición Uchiha no libraba a nadie, de nuevo había perdido el amor, ese lugar seria tomado por el odio. A pesar de su promesa en esos momentos su pequeña no pasaba por su mente, todo era un caos, de nuevo.
El azabache se negaba a creerlo, no quería, no podía. Al oír el cerrar de la puerta por la última enfermera que quedaba en la sala, se abalanzo sobre el abrazándolo, aferrándose a sus mechones rubios que poco a poco perdían color.
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Tsunade había llevado a la bebe a los cuneros, su obligación como medica estaba por encima de todo, se lo había prometido a Naruto a quien consideraba como un nieto.
Después de dejar a la bebita en perfecto estado volvió a la sala donde yacía el cuerpo del rubio, con sus dos compañeros, un Sasuke hundido en el dolor y una Sakura aun en shock e incrédula con las manos manchadas de la sangre de su hermano, de su mejor amigo que no logro salvar. Tsunade sabía que a ambos chicos les afectaba de sobre manera esta terrible tragedia, pero comprendía que para Sasuke era algo mucho más profundo y el necesitaba estar a solas. Tomo por los hombros a su alumna, ella se dejó hacer soltando un quejido y el mar de lágrimas al sentir el contacto, ambas caminaron a la salida cerrando una puerta y abriéndole paso al dolor que embargaría a todos los próximos días.