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Las estrellas no siempre iluminan a la luna por Mal-Dita

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Notas del fanfic:

Los personajes no son mios, pero esta historia que los entrelazan si lo es c:

Estaba nuevamente frente a él, frente a ese par de ojos curiosos y tiernos que deslumbraban en la oscuridad de la noche, oscuridad que solo era iluminada por un pequeño farol a los lejos. Pero de un momento a otro el par de ojos ya no le miraban cariñosos ni amables, sino, que eran inundados de tristeza y rabia. Un segundo después giro y solo pudo ver como la silueta se alejaba.

El reloj sonó.

La luz del día inundaba la austera habitación blanca y él joven de cabellos dorados cogió el par de lentes que se encontraban en la mesa de luz. Tsukishima Kei miro de reojo el  lugar, tan solo y aburrido, suspiro -"¿de dónde venía ese sueño? "- pensó irritado, ya habían pasado tantos años desde la última  vez que había visto a ese sujeto que no podía explicarse la razón de aquella pesadilla. Bufo, hace más de ocho años que no lo veía y ya con casi veintisiete años era un estúpido por recordar eso.

Se levanto para olvidar rápidamente los detalles de lo ocurrido en su inconsciente, mientras el agua recorría su rostro y la música sonaba de fondo ,"perfecto" era la mejor descripción para comenzar después de un amargo despertar.

Kei a decir verdad era un hombre bastante exitoso, con estudios en el extranjero , magister y doctorado en comercio y economía. Un curriculum envidiable, pero no quedaba solo ahí,  poseía un puesto de gerencia en una de las cinco  multinacionales más importantes de Japón, con sede central  en Tokio y con influencia en gran parte del globo.                                                                         Fue reconocido rápidamente por sus pares y superiores debido a su rapidez y astucia a la hora de emprender nuevos negocios o simplemente en preservar las buenas relaciones. Se valía de su inteligencia para notar las desventajas de los competidores y hacer movimientos rápidos en pro de la eficacia.

Como es de suponer este hombre era envidiado por su éxito, pero también poseía un admirable atractivo que era resaltado por tu porte, sus ojos dorados que podía desconcertar a cualquiera; en si una figura atlética que atraía más de un suspiro y hacia soltar más de alguna lagrima por sus rechazos.

Pero como es de suponer Tsukishima seguía siendo humano, y como todo humano estaba lleno de imperfecciones, y para la desgracia de todo aquel que no tuviese que ver con trabajo (en el cual debía mantener su formalidad y contestar con monosílabos para no generar problemas) debía soportar su acido carácter, fuerte y decidido, personalidad que le había valido más de un enemigo. Ignoraba cuál sería la cifra total de estos, pero probablemente era más de lo que podría imaginar.

Volvió en si luego de unas largas divagaciones y se alisto para dirigirse a la oficina, tomo las llaves y suspiro antes de salir.

Le agradaba su trabajo, no lo amaba, pero le producía satisfacción la gran cantidad de logros que había conseguido  por sus propias capacidades. Justo es estos momentos estaba enfocado en un nuevo proyecto que apuntaba al rango etario más apetecido por aquellos que gustan  ganar dinero "adultos jóvenes", rango etario que va de los veintiuno hasta los treintaicinco.                        Lo tenían todo y eso era lo que producía a los inversionistas tales niveles de excitación a la hora de conocer un producto nuevo que seguramente traería millones de ventas en el globo.  Este grupo tenía la juventud, el dinero y la estupidez para gastarlo sin mucho, adolecentes con dinero en muchos casos.

Lo importante de este proyecto no era solo el producto, sino, que la empresa en la que trabajaba el rubio inauguraría nuevos puntos en América latina, un lugar con un potencial enorme para las grandes corporaciones, que de un tiempo a esta parte han notado que es una mina de oro.

Ingreso a su oficina como todas las mañanas ignorando al noventainueve coma nueve por ciento de los que los rodeaban, excepto a su secretaria, una chica de su edad, inteligente y alegre que conocía hace varios años desde la preparatoria, llamada Hitoka Yachi, y que se convirtió en algo así como una buena conocida que en ocasiones llegaba a transformar en una pequeña madre que regañaba al rubio.

En un principio su relación fue tensa pero a medida que paso el tiempo la joven demostró sus capacidades y su efectividad a la hora de mantener todo en perfecta armonía. Kei no sabría que hacer si ella no le recordara detalles tan insignificantes como: enviar su ropa a la tintorería, recoger la ropa de la tintorería, comprar comestibles, el cumpleaños  de sus familiares, etc.

Y esta mañana no era la excepción.

-Tsukki no olvides pasar a recoger la encomienda que mando tu madre.

-¿Por qué no lo enviaron aquí?

-Tu dijiste que lo irías a buscar

-tks...-chasqueo con la lengua-ok gracias.

-De nada - y siguió tecleando un listado interminable de cifra en la computadora-

Al entrar en su oficina encontró una carpeta con los resultados obtenidos en la investigación de mercado propuesta por la nueva firma publicitaria con la cual (dependiendo de su efectividad )trabajarían por el resto del año. Los resultados fueron bastante alentadores, de hecho solo tendría que mostrarlos en el directorio esa misma tarde para confirmar el nuevo contrato.

Salió de la oficina aproximadamente unos veinte minutos después  tranquilamente en dirección a la cafetería en busca de un pastel de fresas o quizás chocolate, eso lo decidiría después. Con aires de autoridad camino en dirección al elevador hasta que pudo observar como la cara de Hitoka palidecía por un momento, levanto la vista hasta la silueta que se apoyaba en la mesa de trabajo de la chica, para quedar estático.

-Em...-exclamo la chica algo nerviosa- Tsu...

-Yagamuchi...

-...-no hubo respuesta-

Sus miradas se encontraron, y un gélido escalofrió recorrió su cuerpo, desde la cabeza a los pies. Ahí ochos años fueron destruidos en un segundo. Los mismos ojos, las mismas pecas, pero ya no se encontraba aquella dulce mirada que años atrás le regalaba diariamente.

-Tsukishima hola, bueno ya me voy Hitoka, no tengo suficiente tiempo-dijo observando a la joven con una amable mirada-.

Se despidió de la chica con un beso en la mejilla, para luego tomar su bolso y dirigirse hasta el elevador.

-Adios Tsukishima -dijo levantando la mano antes de que las puertas del elevador se cerraran tras su espalda-

El frio y aterrador silencio reino en la habitación.

-Tsukki  él vino, em yo no sabía, hace años que no lo veía y yo em...no sé porque beso mi mejilla eh...

-No necesitas decir nada ¿puedes pedir un pas...?,  mejor olvídalo y avísame si sucede algo importante.

Y se retiro nuevamente a su despacho.

Después de cerrar la puerta tras de sí, por un momento todo el mundo se le vino abajo, se dirigió hasta su silla y se deslizo hasta quedar sentado mirando los edificios tras los ventanales.  Ocho años para ver que Yamaguchi había cambiado total y completamente. Ahora traía el cabello más largo por  lo cual llevaba una pequeña coleta y un poco rasurado a los costados , lo que dejaba al descubierto una pequeña expansión en el lóbulo izquierdo. Su ropa era de un estilo también muy diferente, con jeans azules y gastados, pero que hacían juego con la camisa blanca que llevaba arremangadas hasta los codos junto a unos mocasines antiguos. Un estilo algo bohemio y completamente europeo que se podría asociar a países mediterráneos. Pero lo que más lo choqueo, más allá del cambio de look, fue esa mirada indiferente y vacía que lo desafío por unos segundos, y que para pesar de Tsukihima ganaron la batalla.

No supo cuanto tiempo estuvo divagando si lo que había sucedido no era solo producto de su retorcida imaginación y la acumulación de horas extras. Pero el sonido de la puerta abriéndose lo saco de esas cavilaciones para encontrar la mirada preocupada de Hitoka en el umbral de la puerta.

-Tsukki  ¿te encuentras bien?

-Si ¿por qué no debería estarlo?

-Mmm, si lo siento, ya va ser hora de la junta con el directorio.

-Ok, gracias.

Y nuevamente quedo solo, miro el reloj de reojo y tan solo quedaban treinta minutos para la junta, debía ordenar sus ideas y planificar algunos puntos.

Tomo su bufanda y se dirigió hasta el frio exterior de enero, que a eso de las cinco de la tarde evitaba el común caos colectivo a las afueras de la oficina. Camino en dirección a su café favorito, donde podía estar sentado un par de horas sin molestia alguna mientras leía un buen libro con agradable música de fondo.

-Fíjate por donde caminas idiota-dijo secamente-

-!Hey! pero si tú fuiste el que no miro...¿Tsukishima?-exclamo una voz conocida-

-Debe ser Tsukishima , es el único que le diría idiota a cualquier ser humano sin inmutarse-escucho otra voz familiar-

Observo con atención las dos figuras que tenía delante para tener un golpe de recuerdos.

-Oh, hola Hinata -dijo suavizando la mirada y el timbre de voz- Kageyama...

-!Tanto tiempo¡, que locura encontrarte después de todos estos años-exclamo el más bajito- así que aquí fue donde terminaste, Tokio. Pensar que siempre estuvimos tan cerca y lejos a la vez  ¿no Tobio?

-Tienes razón...-contesto Kageyama, sabiendo que no podría decir mucho-

-Y justamente hoy vimos a Yamaguchi- esas palabras congelaron al más alto, algo imperceptible para Shoyo que se encontraba emocionado, pero que para Tobio fue evidente-, nos dijo que hace poco que había vuelto a Japón, bueno tú debes saber -dijo rascandoce la nuca al decir algo obvio-

-En realidad, no lo he visto.

-Oh -dijo Hinata con un tono desilusionado- bueno, lo siento si dije algo inapropiado -Kei negó con la cabeza-

-Sera mejor que continuemos con nuestro camino-intervino Tobio-

-Tienes razón, Tsukishima  sería genial poder reunirnos y jugar nuevamente todos.

-Si -contesto con tono casi melancólico-

-Tobio, podrías darle tu tarjeta en cualquier caso.

Tobio asintió y le entrego una de sus tarjetas, a lo que Tsukishima  respondió casi como un acto reflejo.

-Bueno, fue un gusto verte-dijo sinceramente Shoyo por medio de una amplia sonrisa-

-Igualmente -casi formando una sonrisa-

 

Siguió su camino y la pareja  ex duo de karasuno también lo hicieron.

-¡Tsukishima  espera! -pudo escuchar a lo lejos-

Al girarse pudo ver como Kageyama se acercaba rápidamente hasta su posición con las mejillas y la punta de la nariz rojas por el frio.

-Ten- dijo extendiendo un pequeño rectángulo- Shoyo  ya anoto su número, no es necesario tener su tarjeta.

-Gracias -dijo aun estupefacto y sinceramente agradecido- gracias Kageyama.

Plus KxH

El dúo de karasuno ese día visitaba el centro de Tokio como cada mes en busca de implementos deportivos o alguna cita inesperada planeada esta vez por Tobio. Este último se dedicaba a la abogacía, mientras que Shoyo era entrenador deportivo y ambos eran seleccionados nacionales en volleyball.  en otras palabras su amor por el deporte los llevo a unirse sin querer, no pudieron escapar del laberinto de sus emociones que los dejo atrapados en el centro donde convergieron como el día y la noche.

Antes de salir de preparatoria Tobio se encontraba con un malestar hace bastante tiempo, malestar con nombre y apellido, con cabellos alocados y anaranjados. Sabía que el problema tenía dos aristas.

La primera se debía a que si este se le declaraba al más pequeño solo tenía una posibilidad del cincuenta por ciento de obtener la gloria o el agonizante rechazo.

La segunda era que de ser aceptado no  querría alejarse del más pequeño, pero sabía que sus caminos eran totalmente diferentes (la universidad representa uno de los obstaculos más grandes en el amor post preparatoria, ya que suponía la lejanía de ambas partes).

Hasta que el día llego. Un tibio día primavera en el que el ambiente era propicio para cualquier cosa, incluso para una declaración hacia el mejor amigo y rival. Camino junto a Hinata entre los arboles de cerezos que se encontraban en su máximo esplendor.

-Kageyama has estado extraño ultimamente -dijo Hinata luego de observar largo rato al más alto que suspiraba contatemente-

-"golpe bajo" penso el más alto-¿a que te refieres?-trato de seguir aparentando.

-Mmm, esquivas la mirada.

-¿Que tiene de malo eso?-dijo mirando al menor -

-Me molesta-palabras que hicieron contraer todos los órganos del pelinegro-

Paró en seco mientras el viento recorría los arboles y mecía los cabellos anaranjados de Hinata, haciéndolo lucir algo intrigante y lindo a la vez.

-Tú me dices que yo actuó extraño, pero tú dices cosas aun más extrañas.-trato de mantener la calma-

-Kageyama, nos conocemos hace un largo tiempo ya-respondió Hinata con inusitada seriedad, cosa extraña en él-, nos vemos a diario, incluso tu vas a mi casa y yo a la tuya.-paro un momento para observar la reacción que tenía su amigo- Se cosas de ti que otros ni siquiera imaginan, como tu mías -desvió la mirada un poco avergonzado-, y es por eso que se exactamente cuándo te pasa algo raro, ¿sucede algo malo?-pregunto casi suplicando una respuesta.

Mas no recibió ninguna respuesta, ninguna palabra pudo salir por la boca de Kageyama, solo su cuerpo instintivamente pudo reaccionar estrechando al más pequeño.                                            Hinata no sabía que decir ante ese acto, se encontraba tremendamente nervioso y algo emocionado sin entender el porqué (o quizás solo quería acallar esa parte que se lo gritaba) solo se dejo abrazar por esos fuertes brazos que lo presionaban con dulzura y que lograban transmitir mil y un sentimientos y sensaciones. Hinata dudo si decir algo,  decidió esperar, no diría nada, solo pudo sentir la respiración del más alto rozarle los cabellos provocando un escalofrió que hizo volver en si al más alto.

-Hinata, me gustas.

Quedo totalmente desarmado, sin ninguna escapatoria y ninguna acción. Lo maldijo mentalmente por provocarle tamaño caos mental. Pero no pudo más que queda extasiado con la mirada que Kageyama le brindo.

-"Se ve tan, hermoso"-pensó Hinata ruborizándose indescriptiblemente, volviendo sus mejillas de un color tan parecido al tono de su cabello-

-¿Que sucede?-pregunto serio el más alto-

-No, no es nada...

-Mientes-dijo serio, pero no enojado, más bien preocupado- ¿te molesta que te quiera?

-¡Eee!, ¡¿qué dices idiota?!-dijo sorprendiendo a Kageyama- tu eres...olvídalo.

-¡Hinata! ¿yo qué?-pregunto con el corazón acelerado al máximo ¿sería posible que el también sintiera lo mismo?- ¡vamos dime!

Pero aquel nerviosismo los llevo a perder el equilibrio al punto de caer sobre unos arbustos no muy altos.

-¡Ay! -exclamo el más pequeño- Bakayama ten más cuidado.

-¡¿Qué?!¡Idiota, fue tu culpa por no responder adecuadamente!

-¡¿Mi culpa?!, ¡¿quién fue el que se tropezó?!

-...-suspiro cansado-lo siento, quizás no fuera la mejor opción decirte esto tan repentinamente.

-P..pero ¿pero qué dices?

-¿Ah?, pero si ni siquiera pudiste responder...-dijo desilusionado-

-¡Es que fue muy repentino!-volvió a sonrojarse- Kageyama, tu no me desagradas.

-¿Esa es tu respuesta?-dijo agolpando un poco de ira en su voz-

-No es todo...-suspiro resignado- lo que quiero decir es que...

-"¡vamos dilo de una maldita vez!"-pensaba Tobio con el poco autocontrol que reinaba en él.

-Lo que quiero decir es que a mi también me gustas Kageyama...solo que

-¡¿Que?!-pregunto sin poder resistirlo más-

-...-Hinata dudo ante la reacción del pelinegro, pero lo mejor sería terminar rápidamente con la tortura- Que aunque te quiera  más allá de una amistad, tu...tú te irás, nos separaremos, tomaremos caminos separados...y yo, yo no quiero sufrir de esa forma.

Tobio estaba estupefacto, Hinata pensaba igual que él. También tenía miedos y no quería sufrir, pero eso no importaba.  Hasta ese momento ninguno de los dos había notado  que Hinata se encontraba sobre Kageyama ( el cual se había volteado rápidamente para recibir gran parte del golpe), es por eso que el más alto aprovecho esa posición para acariciar el  tierno rostro que tenía frente y que de a poco comenzaba a inundarse con lagrimas.

-Yo...yo-quiso decir entre el silencioso llanto- yo quiero seguir al mismo lado de la red que tú.

Hinata no pudo dimensionarlo, pero tiempo después Kageyama le confesaría que esas palabras habían sido la gota que desbordo el mar de sentimientos que mantenía preso en su interior y que en ese instante había esclarecido todo  un completo manojo de dudas que sentía,  que confirmo y reafirmo que era correcta la decisión de declararse a Shoyo.

Lo beso de la forma más dulce que produjo un éxtasis al sentir los labios tan inexpertos del chico con cabellos naranjas

....

Un día después de esa declaración mutua de amor verdadero, tonto y sincero una universidad en Tokio ofreció a Shoyo  una beca deportiva, que por gracia divina fue exactamente la misma a la cual asistiría Tobio. Hinata decidió que la manera más sana de asistir a la universidad sería alquilando un piso lo más cerca y económicamente posible, ya que sería imposible ir todos los días desde su casa (que quedaba bastante lejos y de la cual tendría que levantarse a las cuatro de la mañana todos los día para llegar a tiempo), por lo que debió tomar un empleo como vendedor en una juguetería (dicho sea de paso no estaba para nada disgustado con la idea de estar rodeado de juguetes). Pero debía hacer turnos extra para conseguir pagar cada fin de mes, y Tobio se sentía algo culpable al ver a su pequeño tan cansado.

-Hinata...

-Mmm...-murmuro mientras comian ambos fideos instantaneos en el cuarto de Hinata-

-Bueno, yo paso gran parte del tiempo aquí ¿no?

-Sip -dijo sonriendo alegremente-

-"maldita sea no deberías lucir tan lindo en un momento como este" pensó algo incomodo- y tú tienes un cuarto que no utilizas después que se fue Kenma ¿cierto?-

-Aja-dijo como si aun no callera en la idea-

-¿Qué tal si yo viniera a vivir aquí contigo?

En ese momento Hinata casi se atraganto con el bocado que estaba intentando tragar.

-Bueno, yo decía, ósea...-mientras Hinata intentaba calmar la tos aun- ¿estás bien?, bueno puedo ayudar con la renta y seria más cómodo y...

Pero un beso salado lo inundo hasta dejarlo completamente desorientado y excitado. Eso era un definitivo "Si". Pero jamás se ocupo el cuarto extra, fue una excelente sala de estudios.

"¿Por qué desde un principio no fue así?" -penso Tobio

De eso han pasado un par de años y con sus trabajos en conjunto con sus apabullantes y arrasadoras carreras de voleibol  pudieron permitirse un lugar mejor donde continuar su vida, que para Tobio jamás dejaba de aburrir. Era impresionante que todos los días tuviese algo con lo cual sorprenderse y seguir reencantandose de su vivaz amante, y es por eso que él tampoco quería perder (seguían siendo bastante competitivos) y trataba de que la rutina no aburriera a Shoyo.

-No te sobre exijas tanto-dijo un día por fin Hinata mientras hablaban por teléfono- se que te esfuerzas por mi y con eso estoy absolutamente agradecido.

-Gracias -se escucho por el otro lado del auricular-

-Lo que no significa que no debes dejar de intentarlo-dijo como advertencia- suerte con el caso, te quiero mucho.

-Yo aun más de lo que logras imaginar, adios.

-Adios.

Se pudo escuchar el sonido del auricular desconectado y Tobio no podía estar con más energías en ese momento.

-"Hinata...Shoyo, no me arrepiento de nada porque me haces tan feliz"

Suele pasar gran parte del tiempo juntos y eso no supone una monotonía en sus vidas, es más las vuelve aun más alocadas, ya que entre sus carreras deportivas en el equipo nacional y sus trabajos de medio tiempo crean más historias juntos y por separado, que los hace encantarse mutuamente.

Ya has pasado once años desde que se conocieron, diez años desde que se volvieron compañeros ocho años como novios, siete viviendo juntos, seis como  dupla en el equipo nacional, cinco años desde que ambos declararon abiertamente en los medios estar enamorados, uno desde que Tobio le propuso matrimonio.

En la oficina en la cual trabaja Tobio cuando en ocasiones tiene algún caso que resolver desconocen gran parte de la vida privaba de este, pero saben que algunas veces cuando suena el teléfono el joven abogado posee una de las sonrisas más encantadoras que alguien podría ver, por lo cual muchos envidian a la persona que se encuentra en la otra línea.

-Debe ser una persona muy especial como para hacer tan feliz al serio y temible de Kageyama-san.

Murmuraban entre pasillos.

Notas finales:

Espero que les guste, espero sus comentarios c:


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