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Another Dimension[One-Shoot] por Whitekaat

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Notas del fanfic:

 

Advertencias de este raro fic: crossover entre La pelicula legend of sanctuary y episodio G

 

 

Notas del capitulo:

 

Bueno necesitaba sacarme esta rara idea de la cabeza que quería escirbir para san valentín, en parte culpo a Gadrian(gns) por dejarme ese gusto por el saga del episodio g, y por que el hace unas semana compartió imagenes de Aioria de la pelicula y dije, necesito hacerlo o explotaré, necesito poner a saga del episodio G con este Aioria y bueno paff nació esto, espero les guste y no tengan miedo, no hay nada para traumarse según yo ajaja

 

 

ANOTHER DIMENSION

 

Despertó bajo los escombros de piedras, probablemente había sido su mismo cuerpo el que al impactar dejó todo destrozado, de su cabeza caían hilos de color carmesí, su cabeza palpitaba, su cuerpo estaba adormecido, sus cabellos blancos, polvorosos y podía sentir como algunas de sus costillas estaban rotas y dificultaban la acción de respirar, el titán le había ganado, el padre del tiempo, había utilizado una de sus propias técnicas contra él  y ahora se encontraba quien sabe done, su cosmos no parecía querer despertar, es más sentía que poco a poco su energía desaparecía más y más.

Se suponía que al caer dentro su ataque él podía tener el control total de ella, pero supuso que al ser arrojado y estar casi inconsciente luego de ser aplastado por la mano del titán del tiempo cambiaba todo el panorama, por uno segundos creyó que podría ganarle pero la deidad le recordó que él era sólo un humano más con la suerte de haber logrado poseer la armadura dorada del tercer templo.

Luchó con todas sus fuerza frente a la estatua de la diosa, intentó proteger como pudo el suntuario bajo su manto de patriarcal, pero no pudo lograrlo, el titán logró ser más rápido, más fuerte y cuando con sus últimas fuerzas utilizó su técnica “another dimension” para así dejar al titán rondando en la infinidad pero este otro se le adelantó, tomó su ya magullado cuerpo producto de la pelea y lo azotó contra los vestigios que quedaban de una hermosa estatua de la diosa a la cual le servía, lo dejó aturdido y tras unos segundos inconsciente.

Su vista se volvía borrosa, mientras sentía un cosmos elevarse cerca de él, poco a poco el peso de las piedras comenzaba a desaparecer y una silueta que dejaba entrever destellos dorados se posaba frente a él, quizás llamándolo, quizás gritándole o a punto de acabar de su vida, no alcanzó a ver el desenlace cuando su mente se apagó  y dejó de sentir lo que ocurría a su alrededor.

 

***°***

 

Abrió con pesar sus ojos deseando al instante volver a quedarse dormido, el dolor que sentía su cuerpo era una de las peores cosas que había sufrido, sus ojos se adaptaron a la luz del cuarto, estaba acostado en una cama, una muy confortable cama quería agregar, alguien lo había rescatado y por lo que podía observar además había cuidado de él y curado sus heridas, se sentía con muchas preguntas las cuales no podía resolver pero de lo que si estaba seguro era que él ya no estaba en su dimensión y que por el momento podía descansar tranquilo.

En su tranquilidad intentó varias veces utilizar su cosmos, pero parecía que nada daba resultado era como si lo hubiese perdido, como si hubiese desvanecido de la nada y dentro de él sentía miedo pero no sólo eso, había un sensación nueva que lo inundaba aquella que había dejado de sentir desde hace mucho tiempo, “tranquilidad” si, esa paz que Saga siempre deseaba tras abrir sus ojos, esa paz que pedía cada vez que sus pensamientos se tornabas oscuros y ahora la tenía, esa oscuridad ya no estaba, ahora era sólo él, el buen Saga, el Saga justo, bueno, sereno y benevolente que siempre luchaba por mantenerse en pie, seguramente eso significó perder su cosmos, perder aquella otra retorcida personalidad suya que causaba estragos en su interior; era oficial, era un ser humano normal, sin privilegios, sin honores, sin tareas ni misiones que cumplir, sin una vida que entregar al servicio de Athena, era él con libre albedrío y el poder de forjar su propio destino.

Un resonar metálico se acercaba, debía ser aquella persona que lo había ayudado con la cual debía estar agradecido, la puerta se abrió y pudo ver el destello dorado de una armadura, un hombre alto, fornido,  con cabellos rubios ceniza, rasgos duros, con un accesorio metálico en su boca, de ojos tan azules como los propios, ese porte, esa mirada y  el hecho de estar cubierto de pies a cabeza en aquel brillante oro que sólo podía significar una cosa, era una caballero dorado el cual tenía frente a él.

Estaba en el santuario, de todos los lugares posible, de todos los lugares que podrían existir en las diferentes dimensiones había caído en uno de los lugares menos deseados en los que en ese momento quería estar.

— Veo que ya despertaste. — Su voz hacía juego con su apariencia pensó el gemelo, algo ruda, varonil, segura pero dentro de todo aquello amable. — Mi nombre es Aioria de Leo, si te preguntas que haces aquí yo solo sé que saliste de la nada, chocaste contra la pared de mi templo y cuando te encontré bajo los escombros estabas inconsciente. — Saga  se quedó estupefacto al oír la presentación del otro, era Aioria, un muy diferente Aioria el cual él conocía  y si las cosas eran de esa manera seguramente ya habría un Saga dentro del santuario y si era como él, un muy maligno ser que se había adueñado del santuario.

— ¿Te encuentras bien, entiendes lo que digo? — El rostro serio de Aioria cambió a uno más preocupado, acortó la distancia que existía entre ellos y la mano del caballero dorado se posó en su pálida frente. Su pecho palpitaba frente al repentino toque, sus mejillas ardían, se sentía avergonzado frente a la desfachatez del otro, estaba nervioso como jamás lo había estado y hasta sus pensamientos se estaban enredando, ese no era el Aioria el cual él conocía, el que él conocía era sólo un muchacho joven en proceso de convertirse un buen caballero dorado, un mocoso incapaz de hacerle sentir este tipo de sensaciones con tan sólo acercársele, el Aioria de esta dimensión tenía algo diferente.

El gemelo tenía sólo dos opciones o la verdad o la mentira y fuera cual fuera su decisión debía saber muy bien como decirlo, ya que cualquiera de las dos podría perjudicarlo.

Los finos  y blancos dedos se posaron sobre la mano que descansaba en su frente. — Yo soy Saga, Saga de géminis, al menos en mi dimensión— la mano del rubio se tensó tras escuchar aquel nombre, lo conocía muy bien y no tenía muy buenos recuerdos de la persona que llevaba ese nombre. — Tras ser derrotado por el titán Cronos fui lanzado incontinente en el vórtice de mi propia técnica, aquí debe haber un Saga al igual que yo e intuyo que  no debe caerte muy bien que digamos, pero… yo soy diferente, al caer aquí perdí mi cosmos, perdí mi maldad, ahora soy un simple humano, soy dueño de mí mismo.—

Un largo silencio no se hizo esperar ambos hombres se habían quedado callados  aun en la misma posición, Saga temía ahora por lo que venía pero él ya había elegido su opción, la verdad, ahora sólo debía esperar lo que su decisión provocaba.

—Ya veo… y a decir verdad tienes algo de razón, una vez existió un Saga en este lugar y ese nombre no me trae buenos recuerdos—el león intentó serenarse, era cierto que aquel nombre no le traía nada bueno, sólo resentimiento e ira que aun guardaba dentro de sí — pero supongo que no puedo culparte a ti por algo que ocurrió en esta dimensión, además luces muy diferente al caballero de géminis que yo alcancé a  conocer.

— Cuando dices existió significa que él ya no está con vida, ¿Cierto? — el geminiano seguía con la cabeza gacha, sintiendo como la mano aun no abandonaba su frente y la cálida sensación del otro se apoderaba de él.

— Hace cinco años atrás un grupo de caballeros de bronce trajo consigo a la verdadera diosa Athena frente a nosotros, algunos de los dorados luchamos contra aquellos chicos por culpa de cierta persona que nos había mentido, que había traicionado a todo el santuario, pero tras aquella intensa batalla Athena junto a uno de los caballeros de bronce lograron acabar con el tirano que se había apoderado del santuario… acabaron con Saga, el tirano. —Saga tragó saliva pesadamente, al perecer la retorcida personalidad geminiana no lograba escaparse de ninguna dimensión, ser el caballero de géminis al parecer era sinónimo de ser el villano de la historia.

La mano del león abandonó su frente, su mirada azulina lo analizaba por completo, esa fiera mirada desnudaba su alma y lo dejaba indefenso, si es que es más indefenso de lo que estaba era posible, sintió como la mano del otro tocaba sus cabellos color plata y los dejaba caer entre sus dedos, Saga a pesar de sentirse extraño no rehuía a aquellos azulinos ojos, estuvieron en silencio durante unos segundos hasta que el caballero de la quinta casa rompió con él.

—Eres muy diferente al Saga que yo conocí, no hay maldad en tus ojos, luces indefenso, algo asustado, cuando te veo recuerdo a aquellas hermosas criaturas de los mitos, tu cabello es como si hubiese sido bañado por la luz de la luna y tus ojos azules como el azul del alba, luces frágil, como si te fueras  a  romper con tan sólo respirar cerca de ti y es gracioso como ahora tus cara se vuelven rojas como un tomate, de seguro estoy diciendo cosas muy raras ¿No?— sí, claro que lo estaba haciendo, estaba diciendo cosas muy raras y embarazosas y al parecer lo hacía apropósito o por diversión, porque había una clara mueca de estarse divirtiendo sobre el rostro del otro, nadie se había atrevido a tratarlo de aquella manera, no como una florecilla del bosque, una criatura onírica, estaba avergonzado e irritado a la vez y si no fuera por el hecho de que su cuerpo aun le dolía borraría aquella sonrisa del rostro del otro.

— No vuelvas  decir algo como eso, no es para nada divertido, además no es correcto que un hombre le diga eso a otra que además es mayor que él— Saga le reclamó serio, molesto por aun con su cara roja como un tomate, intentaba a toda costa apartar al otro de él, pero veía como la cara divertida del otro no paraba.

—Espera… ¿Tu mayor? ¿Qué edad tienes y qué edad crees que tengo? —los ojos de Aioria se achicaron, con una clara mueca de retarlo, si todo era como en su dimensión de seguro ese Aioria no debía tener más de 16 años, sólo que quizás este estaba un poco… mucho más desarrollado para su edad, o era más o menos lo que Saga pensaba.

—Tengo 20 y tú no debes tener más de 16, el Aioria de mi dimensión  tenía…—no pudo terminar de hablar con que el otro estaba riendo sonoramente mientras Saga sólo tenía las ganas de volver a su dimensión y ser triturado por Cronos otra vez.

—Ese es el Aioria de ¡tú! Dimensión, aquí yo tengo 28 años, tu eres el pequeño e indefenso chico sin cosmos, un buen y lindo chico de tan sólo 20 años. —Saga giró su cabeza para no mirar al otro no podía mirarlo directo a la cara tras haber cavado su propia tumba y tras escuchar las palabras que el rubio le había dedicado.

—Tan indefenso y tan lindo…— Aioria se acercó sigiloso hasta quedar justo en el odio del menor, el cual se estremeció al escucharlo, el león respiraba aire caliente sobre su odio, y este se tensaba al sentirlo. Saga no lo vio venir, y de seguro la mente de Aioria tampoco, una lengua tibia, húmeda y juguetona lamió el lóbulo casi alvino del gemelo, logrando dejar escapar un  sonoro respiro por parte de él.

El de cabellos plateados giró su rostro para reclamar pero la boca del mayor le impidió decir cualquier queja, sus labios habían sido apoderados por los del otro, esos labios que ardían sobre los suyos, que sentía que derretirían su boca y lo sofocarían en cualquier momento; su cuerpo estúpidamente cedía ante el beso, era la primera vez que alguien se le acercaba de esa manera, una de las primera veces que sentía que perdía el control de sus acciones, su cuerpo le pedía más, pero la poca racionalidad que le quedaba actuó y alejó con sus manos al rubio.

Ambos se quedaron mirando, Saga muy sorprendió de lo que había ocurrido, y Aioria  sólo deseando que el otro se recuperara por completo para poder tocarlo tal como su cuerpo le decía o más bien le pedía.

Aioria tenía un nuevo inquilino en su templo, un inquilino de otra dimensión, un chico de cabellos plateados, ojos azules, de piel pálida que se enrojecía con facilidad, un chico con el nombre del hombre al que más había odiado en su vida, un chico por el cual se había enamorado a primera vista tras rescatarlo bajo los escombros, al cual estaba dispuesto cuidar con su vida y enamorarlo de él hasta embriagarlo tanto como él se sentía con cada vez que lo veía.

 

FIN

Notas finales:

cualquier review es bien recibido :3


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