Sebastián… tráeme un té y unos pastelillos – ordeno, sentado en un sofá de cuero marrón leyendo un libro de la gran biblioteca de la mansión
Yes, my lord – obedeció el demonio frente a él, sin expresión alguna, después de una leve reverencia abandono la estancia en busca del pedido de su joven amo
Una vez que la puerta se serró y los pasos del mayor dejaron de oírse, ciel se dio de cara contra el libro y dejo salir un suspiro, muy frustrado y molesto consigo mismo, molesto con él porque por culpa de su maldito y enorme orgullo no podía soltar todo lo que llevaba dentro, todos esos sentimientos que lo estaban asfixiando lentamente, no podía decirle cuanto lo amaba, que poco le importaba que fuera mal visto el amor entre dos personas del mismo sexo, que poco le interesaba perder su título de conde, su poder o riquezas con tal de poder decirle a Sebastián, su Sebastián cuanto lo amaba y que él le correspondiera
Apoyo su cuerpo en el respaldo del sillón y miro fijamente el techo blanco de la biblioteca pensando en cuantas alegrías se estaría perdiendo por ser tan estúpidamente cerrado de sentimientos, cuantos besos, cuantos mimos, cuantos “te amo” que le alegrarían la vida, cuantos días llenos de felicidad, cuantas noches durmiendo entre los brazos del mayor, asiéndose arrumaco por debajo de las sabanas y cuantas otras noches asiendo “eso” si bien no sabía cómo se hacía entre hombres esperaba que Sebastián le “enseñara” a cómo hacerlo, sin duda el peli-negro tendría una vasta experiencia, cosa que él no poseía
Pero no era tonto, sabía perfectamente que el demonio que le servía fielmente solo estaba con él por su alma, que solo lo veía como su cena, que no sentía nada por él y que jamás lo sentiría, pero lo hacía tan feliz su pequeña ilusión, la esperanza de que sus cuidados y lealtad fueran por algo más que solo un contrato, el peli-azul seria inmensamente feliz si Sebastián sintiera aunque sea un mínimo de aprecio por él pero sabía que no era así, sabía que al cumplir su venganza la burbuja de ilusión se reventaría dando paso a la cruel realidad donde su hermoso demonio desaparecería dando paso a la hambrienta bestia que le arrebataría la vida, cosa que ciel le entregara sin pensar solo para estar eternamente con su amado demonio
se había imaginado cientos de veces que su demonio se le declaraba o donde él tomaba el suficiente valor para decirle y él le correspondía dando paso a una candente noche de pasiones y entrega, aquellos pensamientos lo hicieron sonrojar pero rápidamente sacudió la cabeza tratando de alejarlos
Debo dejar de pensar estupideces… es obvio que no siente nada por mi… veré la realidad aunque me duela – dijo firme tratando de deshacerse de sus esperanzas para que al llegar el final no le doliera tanto ser devorado por él
Sebastián estaba detrás de la puerta con la mano empuñada a centímetros de esta, iba a tocar cuando escucho hablar a su amo y se quedó petrificado, su amo… ¡¿sentía cosas por alguien?! ¡¡¿Quién?!!, ¡¿Quién se había atrevido a arrebatarle lo que más amaba?!, el demonio estaba furioso su ciel no podía enamorarse de nadie, era suyo y de nadie más, tenía la esperanza de que su joven amo se diera cuenta de lo que sentía a través de sus cuidados, que notara que estaba allí por algo más que el contrato pero al parecer debió ser más directo, no podía pedirle mucho después de todo es un niño, ellos no entienden de esas cosas y por ello no se dio cuenta de nada
Y ahora por no haber hablado alguien más se le había adelantado, le habían quitado el corazón de su ciel y él no podía hacer más que ver como su conde se alejaba con ese “alguien”, odiaba profundamente al desgraciado, quería eliminarlo para él estar en su lugar, él debería ser la única persona amada para su niño, pero el conde había dicho que no era correspondido y ¿si su niño quería demostrarle a “ese” cuanto le amaba?, ¿si desidia confesarse y entregarse completamente a esa “persona” por amor? y ¿si quería romper el contrato para irse con “ese”?… él no lo permitiría, si su conde quería cariño, placer, amor debía pedírselo a él no debía buscar fuera lo que ya tenía en casa y se lo demostraría