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Love me, Brother por -oOYUKI-NII-Oo

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Titulo: “Love me, brother”

Autor: YUKI-NII.

Género: Friendship

Ranting NC17

Pareja: SasuNaru

N/A Naruto no me pertenece. Todo es de su gran autor, Kishimoto-Sensei

Resumen: Hay relaciones imposibles, prohibidas, por distancias, por edad, incluso por creencias, pero tu amor sobre pasa cada una de ellas. ¿Cómo ser amantes sin dejar de ser hermanos? (Reencarnación, AU)

Advertencia: Muerte de personajes. Todo termina en el capítulo 688

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Prologo

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Nada ha salido nunca de la forma correcta. Y la última vez no fue la excepción de la regla. No importa la época o qué clase de mundo sea: tanto si hay paz como si impera la muerte, siempre se produce una continua combinación de circunstancias que se esfuerzan por separarlos, poniéndolos en los extremos más alejados, jugando con ellos, en veces depositándolos en el mismo metro cuadrado sin que puedan reconocerse.

Sasuke mira por encima de su hombro cómo todo cae lentamente en pedazos. Es un cortometraje mal enfocado y algo oscuro. La victoria tiene un sabor amargo cuando se sacrifica algo que se pensaba estaba a salvo.

Fue un ataque en conjunto, donde los sellos de sus palmas se juntaron para enfocar toda la fuerza y el poder, ante una madre desquiciada en medio de una guerra empedrada de buenas intenciones. El chakra del fuego se elevó como alas ardientes avivadas por el viento. En un remolino de piedras, gritos, sudor, sangre y rabia.

La gran diosa había sido arrinconada con su talón de Aquiles. No hay mayor fuente de amor que aquella que el sentido materno puede despertar, no hay mayor punto débil que un hijo a punto de morir frente a los ojos de quien le vio crecer. Fue una trampa que no pudo ver, demasiada cegada por su instinto de proteger lo único medianamente vivo que aún tenía, la masa negra con conciencia, Zetsu, que le llamaba siempre escondida entre sus ropajes: “Madre, madre.”  Ahora gritaba consumiéndose en las cenizas de un infierno improvisado por el único Uchiha, por quien fuera una vez su nieto mayor, parte indirecta de ella.

Se lanzó, para salvarlo, Naruto, que vio ese hueco entre el punto ciego de la espalda de la mujer de larga cabellera y su angustia latente por sacar a su hijo de la agonía. Llegó, como un rayo amarillo, en un sonido mudo. Sasuke aún sostenía su mano, se habían intercambiado por un par de rocas que levitaban muy cerca de la diosa.

Fue cuestión de unos segundos, entre lo que tardó en reaccionar y crear la puerta a una nueva dimensión y las manos hirvientes de Naruto deteniéndole el paso, aferradas a sus delgas muñecas, la mitad de su cuerpo continuaba empujándose hacia el portal. Y se detuvo.

Con sus enormes ojos mirando de manera incrédula a Naruto, quien le sonreía de forma apesadumbrada, como una disculpa velada que realmente no lamentaba. La boca pequeñita se abrió con lentitud, la sangre corrió por la comisura de sus labios, antes de comenzar a toser y manchar el torso del rubio que aún seguía sosteniéndola.

Y la afilada hoja de la Katana salió. El cuerpo que comenzaba por las caderas ahora yacía en el desierto que la mujer había creado para refugiarse. La otra mitad colgaba en el aire, los dedos de sus manos se encogieron para rozar el dorso de las de Naruto. Sasuke tras él cerraba su ojo derecho.

—Suéltala. —El Uchiha los había hecho aterrizar lejos de una Sakura histérica por saber qué pasaba y un cansado Kakashi que caía sobre sus rodillas. Naruto no hizo caso. Como si no le hubiese escuchado. Continuaba viendo los expresivos ojos a punto de apagarse bajo las largas pestañas, con esa mueca entre la incredulidad y el terror que ponía nervioso al de cabellos negros—. Naruto —siseó.

 

Y el rubio le miró, con sus azules ojos nublados. El cuerpo le temblaba. Sus brazos flexionados a la altura de su pecho, resguardaban a alguien que no pertenecía ahí, que había amenazado por llevárselo todo, entre promesas de vidas mejores, de sueños cumplidos y felicidad absoluta.  

—Ashura —murmuró Kaguya, lastimera—, Ashura, ¡Ashura! —y las lágrimas le cayeron por las mejillas pálidas y frías.

Un golpe seco, y la mitad inerte de un cuerpo que había contenido al ser más poderoso, cayó entre una nube de polvo al suelo. Naruto continuaba temblando. Sasuke le ignoró, empujándole por el hombro para situarlo tras de él y chasquear los dedos. Llamas negras envolvieron a la diosa.

Y casi pareció el despertar agitado después de una pesadilla, cuando el gran árbol chilló a medida que el cuerpo de Kaguya se consumía. Contrayéndose y siseando, entre lamentos que le encogían las ramas y le hacían dejar caer los capullos de los que obtenía su energía, los canales se le atascaron, crujía sonoramente a medida que se iba marchitando, como una rama seca en pleno verano.

Sasuke dejó entonces caer todo su peso sobre una de sus rodillas. Naruto había logrado salir de su aparente shock como para derraparse hasta su derecha y sostenerlo por un brazo. Ambos resbalaron lánguidamente, apoyándose en el costado del otro. Boqueando para respirar mejor, y con los tímpanos resonando con la gran flor aun gimiendo y sollozando, y el fuego crepitando cerca de ambos.

—Al fin terminó, tebayo —. Fue casi un susurro, con la garganta seca y la voz quebradiza. No sonó a alivio ni triunfo. Fue mucha resignación y llagas de dolor. Sasuke le miró, con los hombros caídos y los ojos más azules que nunca. Alzó una de sus cejas y abrió su boca, pero la voz de Sakura llegando hasta ellos, sosteniendo a Kakashi contra su hombro, le hizo cerrar los ojos—. Sakura-chan.

Y la voz estridente salió tan forzada y falsa, que algo en el estómago del Uchiha se comprimió. Pronto no solo fue su antigua compañera de equipo y Sensei; todos, un tanto aturdidos aún, caminaban hacia ellos, como si fuesen el faro de luz en medio de la oscuridad. Habían ganado, pero habían perdido tanto, que eso fue solo una compensación de cumplimiento de objetivos. Porque por muchos momentos todo pareció irse a la mierda, comérselos de un solo bocado y escupirlos de vuelta. Así que ahí, en medio de una victoria con tierra estéril y quebradiza, y cargada de olor a muerte, le hizo sentirse un poco mejor.

— ¿Pero qué…? —. Sakura se encontraba en cuclillas revisando al rubio, Shizune tenía las manos sobre el Uchiha, y entonces fue cuando las lágrimas de felicidad y los gritos se detuvieron. El silencio reinó nuevamente—. Naruto. Hey, Naruto. —Y el miedo llegó, paralizándole las venas. Sakura tenía su oído sobre el pecho de un rubio que en algún momento había cerrado los ojos.

Desde la posición en la que Sasuke era mantenido, a solo un metro recostado contra el suelo, activo el sharingan ante la protesta automática de la asistente de la Hokage, que en un tono preocupado le decía que no malgastara el poco chakra que tenía. Los ojos bicolor, de un lila y rojo, observaron las cejas juntas de Sakura y su intento, en una potente luz verde fluorescente, por obtener un mínimo de respuesta de parte del Uzumaki, que continuaba ahí, con las manos hechas puños y los labios en una fina recta. Sasuke solo veía un cuerpo con canales en blanco y corazón dormido.

—Déjalo —. Uchiha se sienta, retirando de su campo de visión a Shizune que se había detenido de curarle—. Sakura —. Llamó, pero fue en vano. La mujer de cabellos rosas y mueca contraída sacudía con desesperación, casi rayando la histeria, a Naruto. Había comenzado a gritar, aún no notaba cómo la mayoría de todos los que habían logrado arrastrarse hasta ahí le miraban asustados—. ¡Sakura, que lo dejes! —. La de ojos verdes dio un respingo ante la autoritaria y ronca voz del Uchiha. Levantó el rostro, cubierto de lágrimas y líquido nasal. Miró a Sasuke como la niña de 12 años que siempre esperaba su gran rescate.

 

Sasuke se levantó, con las rodillas flexionándose por los desgarres, y con la palma de la mano, donde tenía el singular dibujo de una media luna, ardiéndole. Caminó, entre tambaleos y sosteniéndose el costado de las costillas rotas para que no se movieran y le perforaran un pulmón. Se dejó caer con cuidado. No había ni un rastro de chakra circulando por el cuerpo de rubio.

—Oí, zorro de mierda, haz tu trabajo con el contenedor —. Activando una vez más el sharingan, Sasuke se dobló, de forma casi automática, sobre el rubio, antes de cerrar los ojos, que comenzaban a cegársele, tan lento y doloroso, que Sakura, que había permaneció sosteniendo la mano de Naruto, la aferró con más ahínco, en un acto reflejo, que quería seguir conectando al rubio ahí, con ella. Tomó la mano de un pasivo Uchiha y lloró, esta vez lloró, con ese sentimiento de vacío y desagradable sorpresa. Sakura seguía dirigiéndole miradas entre lágrimas al Uzumaki. Quería ver sus ojos azules solo una vez más, a pesar de que había entendido ese gesto casi imperceptible de Sasuke que decía “el idiota se largó”.

 

 

Nada ha salido nunca de la forma correcta. Siempre uno de los dos debe marcharse primero. En cada nueva vida les quitan un poco más de tiempo, de años, de momentos. Las almas cansadas y antiguas del par de hermanos, han visto tanto y tenido tan poco de esperanza que Ashura, viendo a los Shinobi de ese mundo ninja desde arriba, no se sorprende de encontrar a su lado a Indra.

—Creí que te había salvado sosteniéndola para desviar su ataque hacia mí —se queja, con las manos tras la cabeza, mientras un nuevo grito de la chica de cabellos rosas sacudiendo a Sasuke rompe el aire.

 

—Tienes esa idea de héroe barato que solo es el disfraz para irte antes. —. Indra lo mira con los brazos cruzados, los cuerpos de Sasuke y Naruto están siendo acomodados uno junto al otro en el suelo.

 

— ¡¿Cómo que héroe barato, bastardo?! —. Ashura se acerca peligrosamente hasta su hermano mayor, que solo sacude la cabeza, golpeándole el rostro con su larga cabellera—. Eres insufrible —. Se recarga sobre él, mirando cómo ahí abajo un círculo de gente rodea al Uchiha y al Uzumaki—. Al menos esta vez luchamos juntos —murmura suave, el otro le mira con una ceja alzada—. Sabes que me refiero al mismo lado de la batalla —. Masculla, alejándose de su hermano malhumorado.

 

—Tuvimos suerte —. Indra descruza sus brazos—. ¿Qué hizo? —. Ashura desvía la mirada y rasca su mejilla, alejándose otro tanto. Indra frunce el ceño.

 

—Cuando dijo mi nombre, ella quería cerrar el ciclo de nuestras reencarnaciones. Yo quería lo mismo —. Gira su cabeza, con sus cortos cabellos ondeando a la par de la cinta sobre su frente—. Hice que se centrara en mí. Ese zorro, Kurama, me dio su última reserva de chakra para sellarla—. Los largos cabellos de Indra rozan su mejilla, su hermano se ha acercado más a él.

 

— ¿Qué estás omitiendo? —Es directo y seguro, sin necesidad del verle el rostro. El otro da un respingo y mueve sus brazos a ambos lados—. Ashura —. El de cabellos cortos detiene sus movimientos, bajando un poco el rostro y diciendo tan bajo un “me selló a mí también”  que Indra quiere haber escuchado mal—. No puede hacer eso —. Es su respuesta. Ashura le sonríe como si él fuese el pequeño de los dos.

 

—Sí puede —. Es todo lo que dice, antes de sentir la mano del otro sobre la suya, deslizándose por su muñeca y metiendo sus dedos entre los espacios, entrelazándolos. Ashura sonríe con nostalgia.

 

—Te daré parte de mi ciclo. —. El menor gira rápido hacia él, chocando contra su pecho. Un rayo atraviesa el cielo.

 

— ¡Tú eres el que no puede hacer eso! — Trata de soltar su mano, mientras se inclina completamente sobre el de cabellos largos, con furia—. Las veces en las que vuelvas aquí se reducirán, tendrás menos oportunidades de una buena vida, y no toda esta mierda que siempre nos toca.

 

—No importa —, Indra lo dijo con tanta fe que, por un momento, la incredulidad se dibujó en el rostro del menor—, pero tú, que sí eres un idiota, no lo entenderías —. No es acusatorio, ni molesto, solo son palabras escondidas entre líneas que Ashura supo leer.

 

—Yo tampoco quiero estar sin ti, pero era la única forma de lograr un buen futuro para ellos —. Señala a las personas, de chalecos verdes, con olor a hierro y tristeza. El cielo nublado comienza a tronar.

 

—Lo dicho, un héroe barato. —Ashura está a punto de replicar, siempre enérgico e irritado por la forma que tenía su hermano de hablarle, pero un brazo por su cuello hace que hunda la cabeza sobre ese pecho, ahogando el sonido de su voz. —Yo nunca te dejaré solo. —La lluvia comienza a caer, limpiando el suelo de una fiera guerra, lavando pecados, lutos y malas decisiones.

 

Ashura pasa sus brazos por la ancha espalda de su hermano mayor, sintiéndose cálido y protegido. Debajo de sus pies, nuevas etapas comienzan. Y mientras ellos se difuminan entre las nubes marrones que se comen los rayos de sol, Ashura desea con todas sus fuerzas que cuando su hermano y él vuelvan a encontrarse puedan vivir en una era de paz y no en otro mundo a punto de colapsar.

 

つづく


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