Aquella hábil e impúdica lengua que recorría su hombría, esa cálida boca que engullía su virilidad con malicioso placer, esas manos que acariciaban sus muslos, todo eso hacía que su ser se estremeciera de manera inevitable, que el cercano orgasmo se acrecentara a punto de estallar.
Dientes rastrillaron su glande sin dañarle y unas pupilas avellanas le contemplaron ladinamente mientras esa boca le tomaba de nuevo, haciéndole jadear y hundirse más en su asiento a la vez que enredaba sus dedos con cierta brusquedad en la cabellera del joven que yacía entre sus piernas complaciéndole.
—Joven Takamiya, está resultando más talentoso de lo que pensé. Aunque dudo que esto tenga alguna influencia en su promedio —dijo Rido con socarronería en su tono de voz y reflejándola en sus ojos bicolores.
—¿Debería importarme? —comentó su joven alumno haciendo círculos con su lengua en la punta del miembro de Rido, exponiéndose de manera lasciva —. Puedo obtener esas cosas por mis propios méritos, pero esto no es porque me interese conseguir eso de tan patética manera. Esto es porque lo único que me interesa obtener es su interés, sensei —afirmó ladinamente engullendo nuevamente la virilidad de Rido.
Sentía el éxtasis crepitando en su ser ante aquel joven que le tentaba de semejante manera. Nunca creyó que este sería capaz de esto a pesar de sus sutiles pero claras insinuaciones. Sin embargo cuando tras la última clase y que todos los alumnos abandonaran el aula, Kaito se quedó asegurando la puerta, y se acercó a él arrodillándose entre sus piernas, supo que le había subestimado. Aquel joven sabía insistir hasta conseguir lo que anhelaba, y ante tan descarado y delicioso ofrecimiento cómo podría negarse.
Unos dedos acunaron sus testículos y esas pupilas de brillo ladino le vieron con intensidad mientras esos labios húmedos e hinchados se deslizaban por su miembro. Estalló empujándose contra esa dispuesta boca y enredando sus dedos aún más en aquella cabellera, halándola. Respiró pesadamente viendo cómo Kaito se relamía los labios curvando su boca en una sutil sonrisa de irónica diversión.
—Parece que quizá el sensei Kuran Rido tiene menor resistencia de la que me imaginé —comentó lamiendo una última vez la hombría de Rido sin borrar aquella sonrisa de su rostro.
Rido resopló burlón. Cuán provocador y descarado había resultado este joven. Y cuánto le gustaba eso.
—Mi resistencia es algo que aún te falta comprobar —dijo malicioso asiendo a Kaito por el brazo haciéndole incorporarse un poco para atraerle a él reclamando su boca con rudeza, mordiendo con brusquedad el labio inferior del contrario en venganza, disfrutando cómo este emitía un quejido mas luego reía ligeramente en medio del ósculo disfrutando aquello. Definitivamente ese joven era un maldito provocador y esto le hacía querer descubrir hasta qué punto era capaz de llegar este. La excitación ardió nuevamente en sus venas ante aquel pensamiento y el sentir ahora el cuerpo de Kaito contra el suyo. Hoy no habría más clases hasta la tarde. Aún tenía un par de horas más para descubrir todo lo que Kaito era capaz de mostrarle.