Ciel se hundía en las profundidades de la fría y espesa agua, cuando de pronto sintió las manos de su distinguido mayordomo, el conde abrió sus ojos para ver el rostro de su demonio, en ese instante que los abre, Sebastian no vio los hermosos ojos azules de su amo, si no los penetrantes ojos de un demonio, sin pensarlo atravesó al pequeño con su mano, dejándolo en shock por lo ocurrido.
El mayordomo subió al conde a la balsa cercana a ellos, el pequeño sentía un enorme dolor, no por su herida superficial, si no por la grave herida en su corazón, pero para evitar que viera su sentir, dijo con sarcasmo –Ha sido una brusca bienvenida, ¿Qué se siente matarme cuando desperté como demonio?-, lo único que pudo contestar el azabache fue,-No, pensé que debía confirmar si realmente había despertado como demonio-, -ya… comprender la situación con exactitud, ¿no?, buena decisión como mayordomo-, el joven solo veía la cara de decepción del demonio, se miraron a los ojos, el ex conde se perdió en ellos y una profunda oscuridad lo lleno;
Ciel rápidamente abre los ojos, se encontraba en una habitación azul, con una cama suave, de sabanas blancas, un cuarto muy parecido al de su antigua mansión, ya habían pasado varios años desde que se fue de Inglaterra, desde que se fue de su mansión, desde que se convirtió en demonio, y aun seguía teniendo esos sueños de su pasado; se encontraban en el inframundo, no era como todo el mundo cree, en realidad es más frio y tranquilo de lo que uno se puede imaginar, unos hermosos terrenos verdes que no parecían tener fin; el día siempre se encontraba nublado y en la noche una magnifica oscuridad profunda, iluminada por una pequeña luna que hacia resaltar rosas blancas, eran más deslumbrantes que el mismo sol, sin dejar a un lado las rosas negras que adornaban los ríos de agua cristalina, ese era el indeseable infierno para los demonios, un lugar donde pueden encontrar paz o para ellos aburrimiento.
Pero para Ciel sentía que era el lugar donde en realidad el pertenecía, a decir verdad su personalidad había cambiado, ya no era la misma persona, ya no tenía que soportar la carga que siempre llevaba con el de siempre, ahora no le importaba ya nada, lo único que quería es que el azabache lo dejara de odiar, si, a pesar de ser un demonio aun conservaba algo de su esencia humana es por ello que el si se daba el lujo de dormir, de soñar, y según él, aun tener sentimientos.
Perdido en sus pensamientos, unos golpes a la puerta lo sacaron de ellos, sabiendo quien era, solo dijo –adelante-, -Buenos días Bochan-, sin decir otra palabra empezaba a vestir al joven demonio, ya no tenían contacto visual, ya no hay agenda, ya no tenían sus típicas charlas sarcásticas desde hace tres años, ya no hay nada…, -Sebastian…, antes de que te vayas contéstame algo-, Sebastian no dijo nada, solo se detuvo, -para ti ¿soy como un perro verdad?, ¿me odias?-, el joven lo soltó sin más, ya no perdía nada preguntando aquello, si era verdad no podía hacer nada, ya había pasado varios años de indiferencias, igual se sentía solo, eso tomo por sorpresa al azabache, se volteo y cambio su semblante serio por una sonrisa -Bochan…, veo que recuerda mis gustos no es así, me alaga-, Ciel volvió a ver por unos segundos al antiguo y sarcástico Sebastian, pero no se dejo engañar, aun no le contestaba su pregunta, - Aun no me contestas, si hay algo que quieras decir, dilo de una vez!-, suspirando le contesta – Ahaaa, Entonces, aprovechando sus amables palabras, yo amo a los gatos, pero me desagradan los perros… es más, los odio, lo recuerda, son halagados por los humanos, y se alegran cuando les ponen la correa, no los entiendo, no me entiendo!-, -¿No te entiendes? pregunta Ciel confundido,- Si, no me entiendo, me he convertido en lo que más odio, un perro, me siento emocionado, complacido estando a su lado y acatando sus ordenes, pero esas emociones se me hacían muy raras al principio, los 3 años que estado a su lado, usted como humano, han sido los mejores de mi larga y aburrida vida, años atrás en el momento que iba a tomar su alma sentía melancolía, pero en mi mente pasaba, “un contrato es un contrato, no te dejes llevar”, decidido a tomarla, Claude Fastus la roba, en ese momento me sentía perdido, y mi prioridad era encontrarla, pero en el momento que se convirtió en demonio, me culpe a mi mismo por no haberlo impedido, es por ello que separe de usted…-, el menor se quedo sorprendido por esa respuesta, sintió como su rostro se empezaba a suavizar, decidido a contestarle y hablarle sobre lo que el sintió, sobre lo que siente… este es interrumpido, por una sonrisa sarcástica del azabache, -Es lo que quería oír, no es así… mi señor-, la cara del ex conde se empezó a oscurecer, todas las esperanzas que tenia fueron enterradas en ese instante, el menor había tomado una decisión, apagaría su poca humanidad que le quedaba, lo único que tenia después de haberse convertido en demonio era la pregunta de que si su mayordomo lo odiaba y si este podría lograr que eso cambiara, pero esa pregunta fue contestada, en tan solo un instante…
-Puff… hmmp… hahahahaha- el azulino empezó a reírse sin parar, esa reacción no la espero el mayor, -Hahaha…Sebastian… hace tiempo que no me reía, se siente tan extraño, hace años que no decías algo mas a parte de aceptar mis órdenes, hahaha inclusive me miraste a los ojos, hahaha-, -Me alegra que le sea gracioso mi lord-,-haya… ¿te alegra?, por favor!, tu nunca te alegrarías y menos por mi causa, a por cierto una cosa más, ¿podrías acercarte?-, el azabache se acerca al menor y sin más este lo abofetea, dejando en el suelo al sirviente -Mmmm, hace tiempo que no lo hago, se siente diferente, mmm bueno eso no importa, (cambiando de semblante, a una enfadada), como te atreves a hablarme de esa manera, en algo estoy de acuerdo de todas las tonterías que escupiste, si que eres un perro ya que no conoces tu lugar!, tch retírate-,- Como usted ordene-, este se levanta se sacude y sale de la habitación, cuando el menor ya no escucha sus pasos, siente como algo se desliza de sus ojos, -¿lagrimas?, “valla sí que eres un reverendo estúpido Phantomhive pero este será el último momento en que esto me puede afectar o que inclusive me importe, trate de tener esperanzas pero, ¿para qué?, si yo siempre supe la respuesta, hasta nunca Sebastian… adiós al amor que sentí alguna vez por ti…”, el joven se concentra, cierra sus ojos y los vuelve a abrir… lo que alguna vez fue azul se convirtió en rojo sangre al igual que los ojos de su sirviente, esa pisca de humanidad que tenia se esfumo junto con el aire…
Mientras el sirviente bajaba las escaleras, sintió como en la habitación que apenas había dejado, la pequeña esencia de humanidad desaparece sin más, este se detiene en seco, volteando asombrado –Pero que ha hecho Bocchan…-