Cáp. I
Aún hoy
El sol de medio día bañaba la ciudad de roma con sus esplendorosos rayos, haciéndola parecer, una ciudad de oro puro. El aire era fresco, como es común a principios de primavera, sin embargo los jardines ya ostentaban con exquisita belleza sus más hermosas flores. Las cuales no obstante, se veían opacadas por un espectáculo aún más encantador: Un par de hermosos jóvenes riendo como niños pequeños y arrojándose agua de la fuente principal.
_ ¡Stretta Angello! Suplicaba entre carcajadas el que perecía un poco más joven _ ¡Me has mojado todo!
_ ¿Te rindes? Preguntaba un chico como de veinticuatro años, hermosos ojos grises, cabello rubio platinado y una espigada y elegante figura. _ Tú fuiste quien empezó.
_! De acuerdo! ¡Tú ganas! Reconoció el joven llevándose las manos al abdomen, al parecer un poco adolorido de tanto reír. _Me rindo, pero para por favor, ya todos nos están mirando.
El mayor se acercó a su compañero sin desdibujar su hermosa sonrisa, lo tomó con suavidad por la barbilla y contempló sus ojos por un instante.
_ Es tan raro verte reír Derian. Afirmó con ternura. Esa expresión te sienta maravillosamente, luces mucho mejor que cuando estas triste.
La azulina mirada de Derian se inclinó ante el halago esquivando la mirada de su emisor, al mismo tiempo que sus blancas mejillas comenzaban a enrojecer.
_ ¡Basta! Pidió avergonzado el menor, ya sabes que…
_ Si, lo sé. Asintió el otro. _ Pero aún así no pierdo la esperanza.
_ Vámonos ya. Sugirió el ojiazul para cortar de tajo con aquella embarazosa situación.
El atractivo rubio era Angello Castelli, amigo de Derian a partir de que éste último había ingresado a la “Academia de arte Domenico Ghirlandai” y más tarde su compañero de vivienda, desde que el de ojos azules había decidido abandonar la mansión Ferretti en búsqueda de su propia independencia.
Al llegar al departamento ambos chicos corrieron a cambiarse la ropa, ya que se encontraban empapados de pies a cabeza.
Aquél apartamento era algo modesto, nada que ver con la residencia en la que Ferretti solía habitar. Sin embargo era acogedor y elegante, la sobriedad de la estancia, de un blanco luminoso, hacía juego perfecto con el impecable arreglo de Lirios que decoraban la mesa de centro, contrastando con algunos coloridos cuadros que pendían de la pared.
_ ¡Derian el almuerzo está servido! Llamaba la voz varonil y sensual del de ojos grises, quien gozaba sobremanera prodigar todo tipo de atenciones a su compañero, quién si bien le estaba sinceramente agradecido por tanto cariño, no podía corresponder a sus afectos. Lo cuál no parecía importarle mucho al rubio, quien por nada del mundo perdía las esperanzas de conquistar aquel dolido corazón.
El de ojos de cielo apareció tras un breve instante, llevaba puesto tan sólo una camiseta de algodón y unos bóxer azul pálido que denotaban su delicada figura con sutileza. Llevaba entre las manos una pequeña toalla con la que secaba su negro cabello, el cuál recogió posteriormente en una diminuta coleta.
_ ¡Mira Derian he preparado *Carpaccio, tu favorito! Exclamó Castelli tras dirigirle con disimulo una libidinosa mirada al recién llegado.
_ Que bien me conoces Angello. Sonrió el aludido. _ Pero ¿Que se supone que celebramos? Ordinariamente pedimos algo de comer.
_ ¿Cómo que qué celebramos? ¡Por supuesto que tú éxito en el certamen de la academia! ¡Apenas puedo creer que tu obra vaya a ser exhibida en la plaza de San Pedro!
_ ¡Ah! Es eso. Suspiró el más joven con sonrojo. _ Que buena suerte ¿No crees? Expresó sin mucho afán.
_ ¿Suerte? ¿Llamas a eso suerte? No seas tan modesto mio caro Derian Yo creo sinceramente que tu trabajo es el mejor de todo el colegio, ¡Que digo de todo el colegio, de toda Italia! ¡Ese retrato es maravilloso! Aunque a decir verdad, estoy celoso de tu modelo. Confesó disminuyendo notablemente su tono de voz. ¿En verdad nunca vas a decirme su nombre?
_ No exageres Angello. Además ya te dije que ese modelo, sólo es obra de mi imaginación, no sé por que demonios insistes tanto en ello. Expresó con cierto fastidio el interrogado.
_ Vaya imaginación más audaz. Murmuró incrédulo el de ojos grises, volviendo a centrar su atención en el plato.
Al terminar el postre el de cabello azabache se dirigió a su pequeño estudio, su refugio favorito, al llegar ante su escritorio se detuvo a contemplar con inmensa ternura el retrato. Por supuesto que aquél bello modelo existía. Al menos eso quería creer Derian.
Delineó con sus dedos la silueta del dibujo. *Ya han pasado dos años* Musitó para sí con tristeza ¿Por qué no podía olvidarse de él? ¿Por qué aun hoy el recuerdo de esa felina y hermosa mirada verde le impedía aún ser feliz? ¿Por qué no deseaba otro, si no su bronceado cuerpo?
* Carpaccio: Lomo marinado en limón y aceite :-P (Algo de cultura Gral.)
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