Otoño representaba una estación de cambios. De la naturaleza cambiante de la vida. Muchos podrían considerar a esta estación de esa manera, mas para Ichiru representaba más que aquello.
Fue en aquel otoño de ocres hojas que caían, durante el cual más allá de ser el primer otoño que compartían junto a Kaname, fue la época durante la cual el sentir de su hermano y el suyo propio hacia Kaname fue cambiando, transformándose. O quizás en realidad aquel sentimiento tenía tiempo creciendo dentro de ellos, y apenas en aquel otoño se dieron cuenta de sus sentimientos, el profundo cariño y amoroso anhelo que profesaban hacia Kaname.
Admitir lo que sentían fue difícil en demasía, sobre todo para su gemelo. Pero, ¿cómo podían seguir negándolo a ellos mismos? ¡Era imposible!
Ciertamente era imposible cuando anhelaban la presencia del demonio, sus palabras, sus sonrisas. Era imposible cuando la mera presencia del demonio bastaba para hacerles sentir cálidamente protegidos. Definitivamente les era imposible negar aquello, aunque a pesar de esto jamás osarían confesar sus sentimientos.
Y es que, ¿cómo podrían siquiera pensar en hacerlo cuando Kaname era un demonio, el gobernante de aquellas extensas tierras, mientras que ellos no eran más que meros humanos, unos niños? ¡¿Qué podían ofrecerle unos niños a un demonio como aquel?!
Aquel pensar les embargaba de pesar. Solo podían esperar un cariño por parte de Kaname muy diferente al que ellos en verdad deseaban.
Sin embargo, en noches como aquella en las cuales ellos solían colarse en la cama del demonio como se les había hecho costumbre, y en las que Kaname les estrechaba entre sus brazos besando dulcemente las mejillas de su gemelo y las suyas mientras esos ojos borgoña refulgían con cariño y enigmas, mas sobre todo ternura, en esos momentos, Ichiru sentía que quizá algún día podrían tener alguna oportunidad de aferrarse aún más a ese cariño y lograr llegar hasta el corazón del demonio, y quizás finalmente ser aceptados.
Por ello, por lograr eso, ellos seguirían al lado de Kaname, creciendo y esforzándose en convertirse en unos hombres dignos de ganar el corazón de aquel demonio que en una mañana de primavera les había salvado la vida.
Debo subirlo doble par que el puto AY me deje publicar. c:
Otoño representaba una estación de cambios. De la naturaleza cambiante de la vida. Muchos podrían considerar a esta estación de esa manera, mas para Ichiru representaba más que aquello.
Fue en aquel otoño de ocres hojas que caían, durante el cual más allá de ser el primer otoño que compartían junto a Kaname, fue la época durante la cual el sentir de su hermano y el suyo propio hacia Kaname fue cambiando, transformándose. O quizás en realidad aquel sentimiento tenía tiempo creciendo dentro de ellos, y apenas en aquel otoño se dieron cuenta de sus sentimientos, el profundo cariño y amoroso anhelo que profesaban hacia Kaname.
Admitir lo que sentían fue difícil en demasía, sobre todo para su gemelo. Pero, ¿cómo podían seguir negándolo a ellos mismos? ¡Era imposible!
Ciertamente era imposible cuando anhelaban la presencia del demonio, sus palabras, sus sonrisas. Era imposible cuando la mera presencia del demonio bastaba para hacerles sentir cálidamente protegidos. Definitivamente les era imposible negar aquello, aunque a pesar de esto jamás osarían confesar sus sentimientos.
Y es que, ¿cómo podrían siquiera pensar en hacerlo cuando Kaname era un demonio, el gobernante de aquellas extensas tierras, mientras que ellos no eran más que meros humanos, unos niños? ¡¿Qué podían ofrecerle unos niños a un demonio como aquel?!
Aquel pensar les embargaba de pesar. Solo podían esperar un cariño por parte de Kaname muy diferente al que ellos en verdad deseaban.
Sin embargo, en noches como aquella en las cuales ellos solían colarse en la cama del demonio como se les había hecho costumbre, y en las que Kaname les estrechaba entre sus brazos besando dulcemente las mejillas de su gemelo y las suyas mientras esos ojos borgoña refulgían con cariño y enigmas, mas sobre todo ternura, en esos momentos, Ichiru sentía que quizá algún día podrían tener alguna oportunidad de aferrarse aún más a ese cariño y lograr llegar hasta el corazón del demonio, y quizás finalmente ser aceptados.
Por ello, por lograr eso, ellos seguirían al lado de Kaname, creciendo y esforzándose en convertirse en unos hombres dignos de ganar el corazón de aquel demonio que en una mañana de primavera les había salvado la vida.