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Sin Amor por reydelosPK2

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Cap1. Rutina de una traición

El sol se posicionaba en lo alto del cielo, dando inicio a la media mañana, ese periodo de tiempo en el que uno ya se halla despierto en su fuente de trabajo, realizando algún proyecto o en el patio de recreo de la escuela. Quizás preparando el almuerzo, quizás de comprar, quizás… había muchas cosas que uno podía hacer a las 10 de la mañana en una ciudad tan grande como lo era Tokio. Incluso dormir se estaba permitido para los trabajadores nocturnos o simplemente para los denominados trasnochadores, cuyas musas los visitan en altas horas dándoles la inspiración para concluir sus actividades laborales.  Pero ese día Sasuke Uchiha lo recordaría como el inicio del fin de su matrimonio, y esa hora se estacionaria en su memoria, como un constante recordatorio de que nada es para siempre. Y que no existe el perdón sincero.

De mala gana Sasuke miro el suelo. Nuevamente dos rosa roja con papeles amarrado cuidadosamente en los tallos, como si se tratase de una invitación matrimonial o una carta de amor, incluso llevaba un moño rojo, y tenía un agradable olor a la colonia que solía usar Naruto. Ahora que miraba con más detalle se percató que el número de rosas variaba de una a siete. Le tomo cierto tiempo comprender el significado y al comprenderlo se sintió decepcionado. Una rosa por cada vez que hacían el amor.

Su enfado dibujo en su rostro ligeras arugas sobre su frente. Sin hacerse esperar cerró la puerta de su morada y rápidamente en su soledad abrió esa carta y arrojo la rosa al basurero. Sabía lo que tendría escrito, sabía que el descarado le mandaría fotos para comprobar lo evidente. Claro incluso se tomaría la molestia de cubrir su rostro, más no el de Naruto. Incluso en ello demostraba su cobardía y egoísmo.

Sasuke se cuestionó: ¿Qué ganaba el amante con esto? Enfurecerlo… Si. Estaba furioso. Pero ¿por qué cada día?... ¿Cada encuentro debía ser motivo de tanto escándalo? Si bien el amante había ganado. Tenía el amor de Naruto, su atención, su devoción. Todo lo que le correspondía pero nunca tuvo, que ganaba torturándolo. Que le costaba dejarle seguir su tonta parodia, su estúpido matrimonio fingido, ¿por qué tenía que echarle en cara cada día su patética realidad?

Las primeras cartas eran simplemente declaraciones de un traición, una traición que Sasuke decidió no tomar en cuenta pues no existían pruebas. Luego acompañaron llamadas telefónicas, al contestarlas solo oía el resonar de grabaciones emitido sonidos sexuales y palabras melosas con la voz inconfundible de Naruto llamando el nombre de un tal: Haku.

No dudo en arrugar esos papeles con las fotos impresas entre sus manos y terminaron en el bote de basura, pero no conforme con esto simplemente les prendió fuego y miro arder lentamente. Las llamas se reflejaban en sus ojos como si dieran vida a su sed de venganza. Jamás fue tan humillado, pero aun así, jamás mantuvo tanta calma. Quizás el dolor le adormecía el alma. Quizás…

Pero, tenía muchas razones para mantener la calma y una de ellas eran sus hijos: dos hermosos niños de catorce años. Dos niños que se parecían físicamente a su padre… una sombra de dolor recaía sobre su espalda y es que sus genes no fueron dominantes, apenas si uno saco sus cabellos negros y unos ojo de color negro… el resto era genes Uzumaki. Su cabello que se asemejaba a de un puercoespín, esos tontos bigotes de zorro, esa maldita manía por el ramen.   

La segunda razón: No estaba dispuesto a renunciar a la mitad de sus bienes por culpa de Haku. Tampoco a la humillación pública a la que se vería sometido por la prensa que lo encajonaría como el culpable o  víctima de tal engaño. Odiaba llamar la atención de extraños.

La tercera y quizás la mas importante. El apellido Uchiha se vería burlado, entonces que el cielo los amparara pues su padre no descansaría hasta hundir a la familia Uzumaki y no dudo que su suegro se prestara para seguirle el juego en una guerra sin cuartel. Y es que ambas familias tenían dinero, mucho tiempo que perder y una terquedad que superaba a la de un dictador. Tanto así que había un acuerdo prenupcial muy complejo de por medio que podría hundía a alguna de las familias si lo rompía.

Respiro hondo y profundo mientras se dirigía nuevamente a la cocina, abría las ventanas para que el olor a humo se desvaneciera mientras él se sentaba sobre una silla. Faltaba una hora para que sus hijos llegaran del colegio. La mesa estaba servida, pero aun no disponía los alimentos sobre los paltos. No, eso lo haría cuando ellos llegaran o la cena perdería ese calor intermedio que le daba una sazón hogareña. Sus ojos parecían hipnotizados por las manillas del reloj que parecía no desear avanzar. El tiempo volvía a pasarle la eternidad como factura del aburrimiento.

Se odio por acabar de cocinar tan deprisa, se odio tener tiempo en soledad y dejar que las emociones enfermizas atacaran su mente. Deseaba estar ocupado, cansar su cuerpo hasta que su mente dejara de pensar y solo añorara dormir. Pero no.

Allí, solo en la cocina. Su mente solo podía dar vida a aquella fotografía continuando la apasionada película titulada: El engaño. Con la actuación especial de Naruto Uzumaki de 40 y Haku de 20 años quizás más, quizás menos. Agacho la cabeza: ¿Tenía derecho de sentirse traicionado? se cuestionó cuando su mente regreso en el tiempo y recordó su matrimonio forzado con el rubio.

Ambos no deseaban casarse. De hecho el por nada del mundo deseaba casarse, es decir apenas si tenía catorce años y su padre lo arrojaba a la jaula del lobo, sin piedad alguna. Ni siquiera conocía a Naruto, ni siquiera conocía de sexo o de ser madre.

Ese matrimonio genero odio, desprecio por tantas razones. Pero allí estaban juntos con dos hijos y quince años de matrimonio que ahora corrían riesgos por culpa de un mocoso que se le metió por los ojos a su estúpido marido. Y el encerrado en esa casa de tres habitaciones, un estudio, una sala, un comedor, una sala de estar y el garaje con un patio amplio repleto de plantas decorativas y enredaderas.

Alejado del mundo, sin amigos, sin poder ver a su familia. Solo… de no ser por sus hijos se hubiera vuelto loco del aburrimiento. Pero ahora los niños eran adolescentes y tenían su propios mundos y sus problemas, si vida social y ya no paraban en casa.

Suspiro…

¿Qué sabría ese chiquillo de convivencia marital? ¡NADA! Dedujo, pues el matrimonio no era color de rosas, uno debía aguantar los malos y buenos momentos de tu pareja, sus defectos, sus manías… Qué sabría Haku de criar a dos niños, de pasar noches en vela, de lavar la ropa. En fin… de tanas cosas. Rio, pues deducía que su marido era algo pedófilo pues Haku tenía veinte y llevaban con esta traición desde que el chico tenia 16. Cuatro años soportando la infidelidad de su esposo.  

Haku que estaba en plena flor de vida, ¿qué entendería de estas cosas? Haku que solo veía las cosas buenas de la vida, que no tenía miedo pues el futuro lo tenía al alcance de sus manos y contagiaba a Naruto con su energía y sus deseos de vivir. Mordió sus labios, debía admitir que desde que Naruto se metió con Haku mostraba más vigoroso, se le veía más animado, entusiasta… Diferente al que estaba acostumbrado. Quizás Sasuke preparo el camino para ese engaño… nuevamente la sombra de la culpa le peso más o quizás era la frustración… No supo que era pero lo comenzaba a debilitar.

Naruto vivía en las calles la mayor parte del día, entre la empresa, los viajes, las comidas de negocio, Haku… Mientras Sasuke… Se moría en el encierro, el olvido, incluso sus hijos se alejaban de él y se introducían más y más la sociedad con sus amigos, con sus planes y proyectos. 

¿Y yo qué?

Se cuestionó. No era más que el resultado de una tradición antigua y obsoleta, que por ser doncel lo obligaba a permanecer como fiel perro faldero de su marido. Como un simple adorno que servía para mostrar una familia “perfecta” ante la sociedad y mantener la supremacía de la asociación Uzumaki y Uchiha S.R.L. en la cima de popularidad empresarial.

Escucho la puerta abrirse, el sonar de las campanitas al ser movidas. Alzo la mirada y vio a Naruto acompañado de sus dos hijos. La rabia y el dolor se apoderaron de su interior, deseo poder gritar, arrojarle todo lo que tuviera al alcance… Pero no, no dejo su semblante neutro, y los contemplo. Quizás estaba tan acostumbrado a no esperar nada de alguno de ellos, quizás se acostumbró a ser subestimado en los temas referentes a la empresa, de la tecnología que adoraban sus hijos… Quizás se acostumbró a ser un simple mueble que adornaba la casa.

Como maquina se levantó y comenzó a servir los platos en sus respectivos lugares mientras sus hijos se sentaban y se ponían como locos a revisar sus celulares, Naruto por su parte solo se sentaba y revisaba unos documentos. Ninguno se dignó a verle, cada quien en su mundo y el como el hombre invisible.

Terminando de servir el almuerzo Sasuke también se sentó y miro a su familia distante. ¿Cuál era la diferencia entre almorzar solo y en compañía? Se cuestionó recordando que esta parodia la realizaban por su culpa de su hijo mayor que se quejó de que no pasaban tiempo como familia. Claro que su berrinche lo realizo cuando tenía diez años, y ahora con catorce carecía de sentido, ahora no se sentía solo, ahora tenía tantos amigos y deberes… ahora tenía su vida social y la familia comenzaba a parecerle una molestia.

Sasuke miro como Naruto fue el primero en acabar su comida y proceder a retirarse mientras sus hijos seguían tecleando sobre esas pantallas digitales. Las miradas de ambos se interceptaron levemente como si ambos realizaran el mismo análisis a la situación: Ya no tenían una familia por la cual seguir juntos. Ambas miradas se mantuvieron, más Naruto acabo con ese instante de mutua comprensión, para simplemente levantarse y marcharse a su estudio. Sasuke podía oír el sonido de mensajes del celular de Naruto. Quizás el remitente era Haku. Quizás la empresa… lo que fuera, Naruto parecía más interesado en marcharse a su escritorio y revisarlos que permanecer junto a su familia.

Sasuke permaneció sentado como tonto en su sitio esperando a que sus hijos acabaran e imitaran a su padre marchándose a sus dormitorios a asearse para luego volver a salir como cada tarde.  

Solo se levantó cuando sus hijos acabaron y se retiraron, recogió sus platos mientras estos corrían a sus habitaciones con un nada educado “!Gracias por la comida!” y solo uno regresaba para dale un beso en la mejilla como paga por sus servicios. No eran unos niños muy amorosos que digamos. Quizás el cometía ese error, nunca fue cariñoso con Naruto, jamás le nació ser cariñoso con el hombre que se le fue impuesto.

Le fue difícil acostumbrarse a Naruto, le fue un infierno darse cuenta que la costumbre llega a convertirse lentamente en lazos y los lazos en amor. Pero cuando te das cuenta de esto… El barco se ha hundido y no te queda nada. Y de la nada aparece un intruso que te lo arrebata todo de la noche a la mañana ¿y tú?… Solo miras impotente pues no solo es el intruso, sino el tiempo el que te deja seco. ¿Y qué con todo el tiempo invertido en esta relación? ¿Qué con todos esos años que renuncio a su libertad?

Se tocó la mejilla en la cocina, su piel ya no era tan suave y delicada como cuando se casó, los días se convertían en años y dejo de ser un adolecente, la maternidad también le robo su juventud y ahora era un adulto mediocre que no sabía hacer otra cosa que las labores domésticas. Ya ni se sentía bello, solo se sentía y veía como un saco de papas usado y fuera de línea. Quizás porque siempre vestía esas ropas anchas pero cómodas, esas pantuflas. Quizás porque su cabello se impregnaba del vapor de la cocina, del polvo de la sala. Siempre se sentía sucio y fuera de lugar, tanto que temía acompañar a Naruto a las cenas de negocios o a los bailes de aniversario de la empresa donde su padre lo criticaba por no saber comportarse como un Uchiha. Pero como saber comportarse como un Uchiha si cuando aprendía de la nada lo sacaran de la casa y lo entregaron a Naruto. Tenía catorce años. No sabía nada de nada y lo aprendió todo bajo la presión de su padre y por salvar el afamado orgullo Uchiha.

¿Cuantas noches pasaron durmiendo en ese lecho? ¿Cuantas noches el permaneció con los ojos abiertos temerosos de los avances de Naruto? ¿Cuantas noches paso en vela cuidando a sus hijos? ¿Cuantas noches paso antes de darse cuenta que los toques de su esposo ya no le eran indiferentes? Y… ¿Cuantas noches tardas en comprender que su esposo ya no lo tocaba y se había conseguido otro?

Miro a sus hijos salir corriendo con despedidas al aire. Camino con cierta duda al estudio donde Naruto parecía muy concentrado en unos documentos. Lo miro desde la puerta y el rubio no noto su presencia. Lo miro fijamente antes de simplemente retroceder e ir a la cocina.

¿Tenía miedo de confrontar la verdad? ¿Tenía miedo de que Naruto negara lo evidente y lo llamara histérico? ¿Tenía miedo de no tener valor de seguir adelante?… o quizás: tenia pavor de que Naruto no negara nada y le pidiera el divorcio.

¿Cómo reaccionaría su familia a un divorcio?

Todos echarían el grito en el aire y renegarían contra Sasuke, su madre le diría que no tenía derecho de reclamarle nada, que un matrimonio era un negocio, no importaba si su marido lo engañaba con tal de que fuera discreto. Que solo arruinaba la familia, creaba traumas en sus hijos, que era un estúpido, que no sabía administrar su familia. Ni mantener en alto el apellido Uchiha.

“Administrar” resonó en su cabeza, era verdad, ese matrimonio era solo un negocio, y Sasuke debía saberlo administrar para que funcionara como debía. Naruto sacando a delante la empresa, el patrimonio de sus hijos y Sasuke cuidando la casa. Si la casa estaba en orden, si todo lo mantenía en paz… todo se encaminaría bien en la empresa como en la escuela. Si, mantener el orden era su deber. De lo contrario… su familia se destruiría.

Se sintió tan pesado, tan perdido. No sabía hacer nada. ¿Cómo saldría adelante si se divorciaban? ¿Qué haría si su familia lo repudiaba? si sus hijos lo negaban, si Naruto se volvía a casar con su amante. ¿Dónde quedaría Sasuke? ¿Dónde…? ¿Acaso fue alguien alguna vez? Estaba viejo, quien amaría a un doncel viejo de 29 años.

Ya ni recordaba que hacía antes de casarse, si tenía sueños o esperanzas en algo… como si perdiera la memoria y lo único que le pareciera seguro era esa casa fría, esos rostros que lo miraban con indiferencia… ¿Qué había fuera de este lugar para Sasuke si siempre recordó estar encerrado?

Camino como zombi entre los pasillo de su casa, sin ser molestia para Naruto o sus hijos, simplemente guardo silencio sentado en la cocina hasta escuchar como Naruto anunciaba que se iba y salía sin siquiera verle la cara. Solo en esa enorme casa miro detenidamente el ambiente de su ilustre cocina.

El suicidio fue tentativo pues dudo que a esto se le pudiese llamar vida. Dioses ni siquiera tenían un maldito televisor o una radio pues a Naruto no le agradaba el ruido. Pero no deseaba ser maldecido por sus hijos y odiado por sus padres. Se levantó y marcho a su recamara para seguir su rutina de mirar la pared, esperando a que pasaran las cinco horas restantes para las ocho de la noche, cuando sus hijos llegaran a cenar. No esperaría a Naruto pues según el mensaje que acompañaba a esas imágenes indecorosas y las rosas, esta noche el rubio se quedaría con su amante. Esa noche le pertenecería a Haku.

Sus dedos rozaron sus mejillas secas. Mientras giraba para ver la cama y notar las arrugas que se elevaban por su peso sobre el colchón. Se levantó y acomodo las sabanas, todo debía estar perfecto, ilustre. Eso era lo único que podía hacer…

Se apoyó en la pared sin tocar nada, mirando detenidamente la cocina, cada silla en su lugar, en la sala cada adorno en su sitio según el tamaño y su temática, todo sin un rastro de polvo, en el cuarto de sus hijos cada media con su par, seleccionada por colores y tamaño, cada camisa planchada y resguardada en los cajones. En fin cada rincón de la casa en su perfecto orden. Alzo un cuaderno de uno de sus hijos y reviso cada apunte, descubrió un examen con nota sobresaliente. Lo cerró, en ese aspecto era lo único que podía afirmar que había hecho bien. Sus hijos eran muy inteligentes, llegarían alto en la vida, serian quienes heredarían la corporación.

“Sí… mis hijos”. Se refugió en aquella idea. Debía seguir con esto hasta que sus hijos tomaran el mando de la empresa, entonces, entonces…  no supo que más decirse. ¿Entonces qué?

No había nada después de que sus hijos tomaran posesión de la empresa, su función habría concluido. Cual robot debía ser simplemente apagado.

Sintió el dolor en sus pies, llevaba más de cuatro horas parado y no deseaba sentarse en una silla y desordenar la perfección de su hogar. Seguía parado en una esquina mirando la sala y su bella apariencia como si fuera parte de su decoración estática. Solo sus ojos que seguían las manecillas del reloj le anuncian que era hora de moverse. Sus hijos no tardarían en llegar.  Oyó el ruido de la cerradura, después las campanas. Dio un paso adelante y miro a su hijo mayor. El chico de cabellera negra y ojos negros de nombre Menma, el segundo de sus hijos detrás, este era rubio pero el color de sus ojos era azul, su nombre Boruto. Ambos eran idénticos a su padre, eran gemelos o mejor dicho mellizos, pues pese a su parecido nacieron de dos bolsas diferentes.

Ambos lo miraron y Sasuke se sintió derrotado. De verdad parecía un robot sin emociones. Solo camino a la cocina cuando de la nada uno de sus hijos le detuvo y el corazón de Sasuke salto emocionado por el contacto afectuoso o eso creyó.

-Nos invitaron a una fiesta, papá nos dio permiso para ir. ¡No te preocupes por la cena!- dijo dándole un beso rápido en la mejilla, para luego correr a su habitación para cambiarse de ropa y el segundo lo seguía con el mismo afán.

-¡Ok!- soltó Sasuke antes de mirar la cena y mirar los paltos vacíos y la hoya llena.

-¡Adiós Ma!-Gritaron en conjunto.

-Adiós. ¡Cuídense!- dijo Sasuke estático aun con la mirada sobre la hoya repleta de comida. De la nada sintió el sonar del teléfono, fue a contestarlo.

-Hola Sasuke-Oyó la voz de Naruto, su timbre se mostraba algo entusiasta. Tubo deseos se reclamarle, pero solo guardo silencio y siguió con el teatro.

-¿Dime?- Pregunto Sasuke como era su costumbre

-Veras, se presentó una junta y no podré ir a cenar. De hecho dudo que llegue a casa hasta la madrugada, tenemos problemas con unos pedidos… cosa complicadas… ¡Casi se me olvida! Los niños dijeron algo de una fiesta y les di permiso, regresaran  eso de media noche. Espero no te moleste- de fondo se escuchó una risita que interrumpió la plática de Naruto que rápidamente tapo su celular para llamar la atención al imprudente, sin darse cuenta que no cubrió el orificio del auricular por completo.

“Es tan estúpido…” Oyó Sasuke y sintió su sangre hervir, pero aun en ese estado colérico su cuerpo simplemente no reaccionaba.

-¿Sasuke?-Llamo Naruto con clara preocupación, como si temiera que el moreno hubiera descubierto su mentira.

-¿Dime?- repuso Sasuke sin cambiar el timbre de voz

-Disculpa. Pero ya debo irme- dijo Naruto con tono aliviado colgando el celular y soltando un leve gemido, pues Haku le mordía el pómulo de la oreja.

Sasuke colgó el teléfono y volvió a la cocina y miro la hoya de comida

-¿Qué hago con toda esta comida?- pregunto al viento. Y supuso que esa comida era como él: desechable.

Depósito la comida en tres platos de plástico para luego salir de su casa en busca de algún pobre infeliz que se sintiera feliz de recibir alimento gratis.

Camino en el parque por horas y no encontró a nadie, recordó de mala gana que era un zona residencial y los guardias de seguridad impedían el acceso a desconocidos en el lugar. Suspiro y supuso que tendría que ir más lejos de lo esperado. Miro sus bolsillos no tenía dinero, tampoco saco su billetera con los escasos siete dólares para gastos de emergencia que Naruto le dejaba. Paso la tentativa idea de dar esa comida a los guardias de seguridad, pero… dudo que ellos la necesitaran, después analizo la tediosa verdad: Que importaba si no llegaba a casa temprano, nadie lo esperaba. De hecho si no llegaba  a casa hasta media noche… nadie lo extrañaría. Si no volvía nunca… desecho esa tontería, pues si se perdía por días su padre mismo lo buscaría a arrastraría de los cabellos hasta su casa. Nadie ponía en duda el Orgullo Uchiha.

Miro la puerta principal de la zona residencial y sintió una especie de emoción y culpa. Era la primera vez que cruzaba esa puerta a pie, sin la compañía de Naruto, su madre, o sus hijos.

Dio el primer paso fuera y siguió con el segundo que era más corto que el anterior. Pasos llenos de duda y miedo. Pero aun así seguía avanzando.

Miro en la esquina allí el depósito de basura de la zona residencial y en el lugar un grupo de personas de vestimenta andrajosa. Quizás por su encierro e ingenuidad el miedo no se manifestó en su ser, solo camino en esa dirección.

-¿! Qué me vez!?- le recrimino uno de los recolectores de basura. Sasuke neutro como siempre lo miro y extendió su mano mostrando los paltos desechables con comida

-Toma- dijo y de inmediato la comida le fue arrebatada de las manos. Ninguno le dio las gracias, solo lo miraron como si fuera una extraterrestre.

Sasuke en vez de sentirse mejor se sintió más decaído, ni siquiera en el mundo exterior era necesario o valorado. Simplemente retrocedió y volvió dentro de la zona residencial como si nada pasara. Pero una vez frente de la puerta de su casa se detuvo y miro el parque. Quizás era mejor perder el tiempo en el parque que perderlo en su casa. Camino por el parque  dando vueltas y vueltas, recogiendo algunas latas vacías que dejaron tiradas en el suelo para depositarlas en el basurero. Mirando la asimetría de algunos arbustos, pensando: “debo comprar tijeras podadoras” Lentamente su cabeza le daba ideas de como matar el tiempo. De cómo tratar sutilmente de sentirse útil e importante, siendo que nunca fue así.

De lejos uno de los guardias miraba con curiosidad a Sasuke, preguntándose qué hacia una persona como Sasuke Uchiha, el esposo de Naruto Uzumaki solo en el parque mirando arbustos. Curiosos simplemente procedió a acercarse. Según el guardia daba cada paso sudaba recordando la personalidad celosa de Naruto, pues recordó cuando la pareja llego a vivir a la zona residencial, las miradas asesinas que el rubio dedicaba a todo aquel que posara sus ojos sobre su pareja, como lo mantenía encerrado en aquella casa. Pero bueno, no era que hiciera algo malo.

….

-Naru-San- dijo Haku colgándose sobre el cuello del empresario con actitud felina- Dime amor… ¿hasta cuándo aguantaras al amargado de tu esposo? ¿No sería mejor divorciarse? -Susurro mientras procedía a quitarle la camisa y abrazarlo para mirarlo seductoramente.

-Ya te dije que dejaras ese tema enterrado- amenazo Naruto su amante- No me divorciare de Sasuke. Eso sería muy complejo. Un divorcio seria el quiebre de la alianza Uzumaki y Uchiha, tienes idea de las pérdidas que supondría-hizo una pausa recordando al Señor Fugaku -¡Sus padres me degollarían vivo!- Repuso sintiendo como su piel se ponía de gallina- No pararían hasta verme en bancarrota, sin mencionar a mis padres. ¡No!- Exclamo cogiendo a Haku por los brazos- Podrás ser bello y besar como en sueños, pero ni tu belleza, ni tu carisma puede sustituir los millones que perdería- Concluyo para ver la carita de enfado de Haku y de la nada besarlo en los labios de forma apasionada, era cierto. Le prendía e inyectaba vitalidad, pero la realidad de la vida era otra - Él siempre será mi esposo y tú solo el amante- concluyo antes de separarse y buscar su saco para marcharse- … Debo recoger a mis hijos. Nos vemos mañana- concluyo con duda y Haku lo despidió con un par de insultos como: ¡cobarde! ¡Poco hombre! Etc.

Naruto solo se encamino hacia su auto y miro el reloj, eran cerca de las nueve de la noche, Tenía planeado pasar toda la noche con Haku, pero él comenzaba con su insistencia de que se divorciara de Sasuke, de que se casaran, de que odiaba ser la amante y tantas otras palabrerías sin sentido. Sinceramente se convertía en un fastidio cuando se ponía en ese plan y una noche apasionada de sexo no compensaba los dolores de cabeza que representaban sus discusiones. Si algo valoraba de su matrimonio con Sasuke era que ellos jamás discutían, de hecho apenas si se hablaban.

Suspiro. Del caliente y colérico de Haku al frio e indiferente de Sasuke. ¿Por qué no podían fusionarse y ser por así decirlo la persona perfecta?

Siguió con el auto preguntándose si debió o no ir a por sus hijos. Supuso que no. Después de todo ellos debían estar más que entretenidos con sus amigos, como todo joven. Después de todo, la fiesta era dentro de la residencia, podrían regresarse a pie. Giro por el parque dirigiéndose a su hogar cuando detuvo su auto al ver algo que no creyó posible. Miro detenidamente el parque. Ese era… Si, era Sasuke parado junto a unos arbustos mirando las copas de estos, analizándolos.

Arqueo las cejas. ¿Por qué no se quedaba en casa como siempre? se cuestionó. Más de la nada miro como uno de los guardias se acercaba  con unas tijeras de podar y se las entregaba a Sasuke que comenzaba a cortar el arbusto, para luego ser detenido por el guardia que le quitaba las tijeras y le indicaba el Angulo correcto de corte, y quien sabe que cosas, pues no dejaba  de hablar. Fue entonces que Naruto noto algo que jamás vio en el rostro de Sasuke desde que sus hijos se hicieron independientes de sus cuidados: Sasuke sonreía divertido al guardia. De hecho lo miraba atento como si ese sujeto supiera el secreto del universo.

Apretó el volante con fuerza. Su piel se tensó. ¿Qué demonios significaba esto? Se cuestionó, pero no tubo valor de ir a reclamarle nada. ¿Con que cara?, se preguntó. Más eso le valió un cacahuate cuando vio como el guardia de seguridad tomaba las manos de Sasuke mientras este se ponía ¿colorado? Rápidamente acerco su movilidad a la divertida pareja y no dudo en sonar su bocina.

-¿!Naruto!?-Llamo Sasuke mirándolo sorprendido

-¿Qué haces afuera a estas horas de la noche?-Interrogo Naruto a Sasuke ignorando al guardia, que leyendo la expresión de enfado de Naruto intuyo que estaban siendo mal interpretados.

-Señor Uzumaki buenas noches-Dijo tratando de arreglar las cosas- Le enseñaba algo de jardinería a su esposo. Dijo que deseaba mejorar su jardín- concluyo muy nervioso

-¿El jardín…?-Repuso de mala gana Naruto mirando a Sasuke que lo contemplaba intrigado. Tan intrigado que La intriga gano a su calma y Sasuke pregunto:

-¿No tenías una reunión hasta la madrugada? – Sasuke pregunto mirándole fijamente a los ojos como deseando leer sus pensamientos. ¿Se habría peleado con su amante?, se cuestionó, mas no podía preguntar eso. ¿Cierto?

Quizás era cierto lo de la reunión… Quizás todo era una broma de mal gusto. Pero esas fotos eran reales. Como podía aun dudar de la infidelidad de Naruto a estas alturas, solo porque no se quedó con su amante más tiempo.  Sus ojos miraban a Naruto tratando de hallar las respuestas para calmar su atormentada mente, pero decidieron solo acabar con sus dilemas e ignorar todo lo ocurrido y creerse cualquier cosa que dijera Naruto. Ya para que dar más vueltas al asunto. Naruto no lo amaba.

-Acabamos antes de tiempo- dijo, rascándose la cabeza. No supo porque esa mirada fija que Sasuke le dedicaba era como si claramente supiera donde estuvo y con quien. Pero eso era imposible, de saberlo Sasuke no estaría tan calmado como lo estaba, nadie que supiera que su pareja lo engaña estaría tan calmado como lo estaba Sasuke, a menos que le valiera un cacahuate. No supo que le carcomía más la cabeza: el sentirse culpable. O el pensar que Sasuke lo sabía todo y no le importaba una mierda.

-Es una lástima- Dijo Sasuke mirándolo fijamente otra vez. A lo que Naruto trago saliva, no estaba acostumbrado a platicar con Sasuke. Nunca supo la razón, solo lo evitaba. Quizás porque este lo miraba fijamente a los ojos sin expresión alguna, quizás porque jamás sabía lo que pensaba, o solo porque esos malditos ojos negros lo distraían y lo convertían en un idiota que se moría por quitarle la ropa aunque sea por una maldita vez en su vida y ver esa cara roja como el tomate mirándolo suplicante y soltando a aquellos gemidos que traba de apagar mordiéndose los labios. 

-¿Qué… Qué es una lástima?-Interrogo Naruto nerviosos pero aun con el ceño fruncido.

-Creí que no vendrías, así que réglale la cena. No hay nada para comer-dijo Sasuke al mismo tiempo que regresaba las tijeras podadoras al guardia y se disponía a subir a la movilidad-Gracias-Dijo al guardia con una sutil sonrisa de cortesía al momento que se acomodaba en la parte trasera de la movilidad. 

-…-Naruto guardo silencio cuando arranco la movilidad dedicándole una mirada asesina al guardia que simplemente se alejaba del lugar y regresaba a su puesto de control.

-¿Los niños?-Pregunto Sasuke y Naruto lo miro por el retrovisor

-Déjalos divertirse un poco más. Pueden regresar a casa solos.

-Bien…- concluyo Sasuke y no volvieron a hablar en toda la noche. Simplemente se asearon y se acostaron sobre el lecho como era costumbre para dormir: dándose la espalda.

Solo al llegar la madrugada Naruto despertó dio media vuelta y lo miro aun dormido. Era jodidamente bello. Siempre lo había sido desde que lo conoció, pero era tan lejano que jamás lo comprendió. Un ser difícil de tratar, alguien a quien difícilmente puedes mantenerle la mirada, como si un muro los separara.

Oyó los cuchicheos de sus hijos que recién llegaban a casa. Supuso que debía reprenderlos, castigarlos, ese no era el trato. Debían llegar antes de medianoche. Debían… volvió a cerrar los ojos al sentir los movimientos de Sasuke. Fingió estar dormido mientras Sasuke abandonaba la cama y se dirigía a la habitación de los niños.

-¡¿DÓNDE DEMONIOS SE CREEN QUE ESTÁN?!-Escucho con cierto miedo. Era Sasuke cabreado riñendo a los menores. ¡O si! como no temer ese lado, Sasuke podía ser muy calladito y pocas veces saber que tenía en la mente, pero bien que el moreno salía de sus casillas cuando sus hijos cometían una falta grave- ¿Tienen idea de lo preocupado que he estado toda la noche?-cuestiono a sus hijos que conjuntamente respondían un “Lo siento mamá”

“¿Toda la noche?” se cuestionó Naruto, acaso Sasuke solo fingía dormir. Acaso había notado que lo contemplaba… trago saliva. Odiaba quedar como un idiota frente de Sasuke. Pero ¿qué hacer?, siempre quedaba de esa manera. Se sentó a un lado de la cama y miro la habitación. Como siempre inmaculada y sobre la  mesa del velador su ropa de trabajo planchada y doblada, y sobre esta la toalla para que se duchara.

¿En qué momento? Deliberó Naruto mirando las prendas de vestir, es que no sintió cuando Sasuke abandono el lecho y acomodo sus cosas. Miro su ropa y era justo la que tenía planeado usar ese día.

-Haku cariño… Dudo que puedas igualar eso- concluyo haciendo un análisis de lo que se arriesgaba a perder si se divorciaba de Sasuke. Es decir era un empresario y aprendió a valorar los diferentes tipos de beneficios que implicaba un proyecto.

Cuando su matrimonio se le fue impuesto valoro las ganancias de la compañía Uchiha que sobre pasaron los tragos amargos de esa tonta tradición. Cuando estuvo frente al altar y conoció a Sasuke valoro su belleza, que sobrepasaba la belleza de sus amantes temporales y se dijo: estar casado no debe ser tan malo. Cuando paso el primer año de matrimonio valoro las actitudes del chico como ama de casa que se sobrepusieron a su carácter esquivo y su frialdad en la cama.

Ahora que valoraba la posibilidad de un divorcio. Lo rechazó pues lo único que ganaba era un joven amante entusiasta, que solo era bueno para el sexo, contagiarlo de juventud y nada más. Sasuke por lo contrario, no solo era el hijo y uno de los herederos de la familia Uchiha, Era la madre de sus dos hijos, era bueno con las labores del hogar, una persona detallista y sobre todo… Jamás le cuestionaba nada. ¿Debía perder todo eso solo por la pasión que le ofrecía Haku?

Negó con la cabeza. La estabilidad que Sasuke daba era vital para mantener la familia. Para mantenerlo como el presidente de la compañía y le daba la tranquilidad y el orden que necesitaba. Mientras Haku era… Era la pasión que lo llevaba a recorrer lo inimaginable, que acababa con la rutina, que le daba la dosis de adrenalina, pero nada más. Lo primero no se igualaba  a lo segundo, más si era una persona de 40 años. Si eras un padre de familia por cuyos hijos te desvelabas y sobre todo… Si aún seguías enamorado de esa persona con la cual compartías el lecho los últimos 15 años. Con esa persona que asemejabas una obra de arte que solo podías ver más ya no tocar.

Las entrañas de Naruto se retorcieron al oír nuevamente los gritos se Sasuke y las disculpas de los menores. Si una obra de arte… que daba miedo tocar.   

Entro a la ducha y se relajó, después acudió a mirarse al espejo antes de rasurarse. Presiono con sus dedos su cuello, ese chiquillo le había dejado marcas evidentes.

Rio, pues  ¿a que jugaba Haku?.

No le dio mucha importancia por una sencilla razón: Sasuke y él no tenían intimidad desde hacía más de ocho años. Si… Ocho años. Tardo cinco años y un poco más en darse cuenta que esas barreras que lo separaban de Sasuke jamás se romperían. Para darse cuenta que el pelinegro no lo amaba, jamás lo haría y todo por culpa de ese matrimonio forzado. ¿Cómo puede amar alguien a su violador? Se cuestionó. Pues no dudo que todos los encuentros sexuales con Sasuke fueran en contra de su voluntad, solo por seguir la tradición y mantener las apariencias.

El simple hecho de verlo desnudo esperando su llegada no era otra clara muestra de su descontento, sometimiento y miedo que le tenía a su padre que exigía un heredero. El simple hecho de ver que mantenía sus ojos cerrados todo el proceso y apretaba las sabanas y sus labios para no emitir ruido alguno, era otra muestra clara de que esto no funcionaria, pero ya tenían dos hijos, años de casados y para su mala suerte… Sasuke no le era indiferente. Pero ese maldito matrimonio forzado marco el fin de ese matrimonio antes de si quiera dar inicio. Suspiro. Sasuke era una bella obra de arte que miraba, admiraba, deseaba, una obra de arte que permanecía intangible en el tiempo frente  a sus ojos mas no podía tocarla. Temía que Sasuke lo odiara más de lo que ya lo hacía, por lo menos deseo dejarlo tranquilo en cuanto al sexo, darle esa calma de no verse acosado por las noches por su violador. Que con el tiempo ambos llegarán a ser buenos amigos… rio. Eso jamás pasaría, no tenían afinidad alguna.

-Me voy a la oficina-dijo Mirando a Sasuke parado en la sala señalándole el desayuno, era claro que seguía furioso. Pero aun así, esto no arruinaría la rutina que estaba establecida para el desayuno, el almuerzo y la cena.

Miro de reojo a sus hijos con los ojos rojos por el trasnoche. Ambos miraban a su padre con clara suplica de que interviniera. Miro fijamente a Sasuke y en sus manos halla la razón de la angustia de sus hijos. Sasuke les decomiso los móviles y las tabletas. Suspiro y paso a tomar asiento a su respectivo lugar.

-Papá…- Suplico Boruto.

-No -dijo claramente Naruto, prefería el rencor temporal de sus hijos al de Sasuke- Hicimos un trato, debían regresar antes de media noche no pasada media noche

-Cuatro de la madrugada- dijo Sasuke y Naruto le miro algo asustado, podía ser tan detallista que daba miedo- obedezcan a su madre- concluyo la conversación con la clara muestra de molestia en la cara de sus hijos que agachaban la mirada.

Acabo rápidamente su desayuno y se levantó como era su costumbre para escapar del tedio de la situación.

Sasuke miro a Naruto  salir por la puerta y luego a sus hijos, que corrían a sus habitaciones a alistarse e irse a quien sabe dónde. Al parecer nadie deseaba estar en casa con él, pese a ser domingo… todos preferían estar lejos de su vista.

Acomodo la cocina, lavo los servicios, acomodo las recamaras, alisto las ropas y las lavo. Barrió y lustro la sala y cada habitación de la casa. Antes de las diez acabo con todos sus deberes y se propuso cocinar. Miro el hervir de las hoyas y se cuestionó sobre su futuro, entonces decidió que era hora de ahogar su mente en otras cosas cuando oyó el timbre de la puerta y procedió a abrirla temeroso de ver sobre el suelo otra carta con una rosa y más fotografías. Sus miedos se hicieron reales, allí estaban las pruebas. La foto donde Naruto se revolcaba con Haku. Miro con detenimiento la imagen de Naruto en la cama con Haku y detrás de ellos la camisa a rayas que Sasuke había preparado para Naruto el día anterior. Esa imagen fue de esa noche. Bajo la mirada al mensaje.

El mensaje decía:

Que estúpido que eres. Realmente eres patético. Mira como nos hemos divertido. Por mera lastima decidí mandarlo a casa temprano, es que realmente das lastima.

Deja de ser un maldito estorbo para nuestra felicidad. Deberías desaparecer y resguardar la poca dignidad que aun te queda. O, perdón si es que aun te queda algo de dignidad. Digo yo, pues si aún sigues con un hombre que te engaña y tú como si nada. ¡Valórate aunque sea un poco!

Atentamente:

El amante

 

Sasuke arrojo tanto la rosa como la nota y las fotografías al basurero pero esta vez no los quemo. Solo los volvió a levantar y resguardar en una caja para luego esconderlas debajo de una maseta en el patio. En su biblia personal resguardo las rosas para disecarlas y sobre la biblia sobrepuso otros libros más pesados para asegurar una correcta disección.

Después de hacer la comida simplemente volvió a quedarse parado como si fuera un pilar en la sala mirando su hogar impecable, mirando y sin ver nada. Las palabras de aquella carta recorrían cada uno de sus pensamientos y se iba sintiendo tan diminuto, tan patético que se vio tentado a desaparecer, pero nuevamente se mantuvo firme recordando lo mucho que podía perder, recordando a sus hijos… Pero no supo comprender porque se sentía más vacío que el día anterior.

Cada día se repetía la misma rutina, cada día Sasuke sentía que se perdía más y más en sus interrogantes, al grado de no ser capaz de verse al espejo por miedo de no reconocerse. Solo una cosa era diferente. Ya no quemaba las fotos, ya no destruía las cartas, no se deshacía de las rosas. Cada uno de estos los guardaba en una caja que enterraba en el patio de su jardín bajo una maceta. Mientras las rosas eran disecadas y puestas en cuadros que decoraban la sala remplazando a otros que eran almacenados en el desván, y en el reverso de cada cuadro anotaba las fechas.

Nuevamente solo simplemente miraba la sala en su esquina, estaba reluciente, ordenada y cada día con más cuadros de rosas disecadas. Hasta que esos días se convirtieron a meses y los meses en años, y la sala estaba repleta de cuadros de rosos disecadas.

Sasuke con 32 años y Naruto con 43. Menma y Boruto con 17 años recién cumplidos.


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