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From what to what? • || JimSu por MillenAry

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Notas del fanfic:

• Autora: MillenAry.
• Pareja: JimSu (JiMin top + YoonGi bottom) [BTS] || Vkook || NamJin
• Género: Romance || Slash || Angst || Fluff || Smut
• Extensión: 46 capítulos + 6 encuentros + epílogo.
• Advertencia: Violencia || Maltrato || Acoso || Lenguaje vulgar || Smut

|| No se permite la copia ni adaptación de esta obra. ||

YoonGi encontró manera para dejar de llorar. ¿Acaso había algo más que pudiera hacer?

No. La respuesta era un rotundo no, ya que su madre seguía sin dejar su llanto atrás mientras su padre estaba ahí... sobre ella.

Un golpe; otro, otro y otro.

Se tapó los oídos sin lograr soportar por más tiempo el sonido de la mano de su padre sonando contra alguna parte del cuerpo de la mujer. Por lo mismo se levantó decidido y se acercó hasta el hombre para tomarlo por los hombros y así separarlo de su madre. Lo único que recibió por su parte fue un fuerte golpe en la mejilla, un golpe de tal magnitud que lo dejó tendido en el suelo, con los trozos del jarrón que quebró al caer sobre su cuerpo e incluso pudo sentir un líquido común correrle por la mano.

El hombre luego de eso se fue sin más, como siempre lo hacía; salía por la puerta principal haciendo sonar esta fuertemente al cerrarla. Una vez solos YoonGi se acercó a su madre gateando y se sintió morir porque ¿cómo podían hacerle eso a una mujer tan bella? 

En cuanto llegó a su lado le acarició el rostro, donde se abrían las nuevas cicatrices y los moretones se mezclaban con los anteriores.

 

—Vete al instituto, hijo —dijo la mujer sonriendo levemente con los ojos entrecerrados—. Vas a llegar tarde.

 

—Vamos a tu habitación. —Tuvo intenciones de ayudarla a levantarse, pero ella se resistió.

 

—Te dije que te fueras —habló ella con un tono más fuerte.

 

—No voy a dejarte sola —repitió de manera decidida mientras la levantaba, pero ella no se movió.

 

—¡Vete! —gritó su madre con la poca fuerza que tenía y se separó para dejarse caer en el sofá que estaba a su costado. Alzó las manos para cubrirse el rostro y sollozó.

 

Se acercó y arrodilló delante de ella para tomarle las manos y así entrelazarlas, haciendo que la sangre que salía de sus muñeca se mezclara con la de ella.

 

—Ve, por favor —suplicó su madre llorando—. Sale de este infierno, aunque sea por unas horas.

 

De un infierno a otro, pensó. No obstante, no dudó en mantenerlo en su consciente y no decirlo, después de todo no podía hacerle las cosas aún más difíciles a la mujer.

 

—No te quiero dejar sola. —Hizo un puchero en un intento de desconcentrarla y ella llevó la mano hasta su pelo, pero no lo tocó.

 

—Límpiate y vete —dijo mirándole las manos antes de tocarle la cara y acariciar el golpe del día anterior y el de hace un rato—. Vete ya.

 

YoonGi se levantó y la miró.

 

Tenía razón. Debía salir de ese infierno... debían salir ambos, pero por el momento no podía hacer nada para sacarla de ahí.

 

—Me iré al instituto —le dijo y ella sonrió.

 

Retrocedió sin apartar la mirada de la mujer porque no quería dejar de mirarla, de observarla como si fuera la última vez que la vería, y no era del todo falso, siempre podía ser la última vez para él.

 

Miró el viejo reloj que estaba cubierto de polvo mientras colgaba de una de las paredes. Si no corría hacia el instituto llegaría tarde. Tomó la mochila que de seguro tenía los cuadernos de unos días anteriores y salió de la casa, quitándole la mirada a su madre y sintiéndose angustiado debido a ello. Sin embargo, sabía que su padre no llegaría hasta la noche, lo que significaba que estaría allí junto a ella cuando pase de nuevo. 

 

Corrió al instituto, haciendo que el frío viento que chocaba contra su rostro lo despabilara un poco. 

 

Quizás la vida hubiera sido más soportable si su cuerpo no cayera al suelo debido a la distracción, a los pensamientos alternándose entre su madre y la tarea que no hizo para la primera clase que tenía.

 

—Mierda —dijo levantándose del duro pavimento y sobó el interior de la muñeca cortada por el pedazo de jarrón.

 

Ni siquiera se dio cuenta de que no limpió sus heridas ni se dio un vistazo frente al espejo antes de salir. De igual forma estaba aseado, se alistó en la mañana antes de que todo sucediera como cualquier otro adolescente normal.

 

Llegó a las puerta del instituto, las cuales para su suerte estaban abiertas. Entró afirmándose de su mochila y tomó un profundo suspiro al saber lo que venía. Su cuerpo chocó contra la hilera de casilleros y estos resonaron en el largo pasillo, haciendo que la gente se volteara a ver el espectáculo.

 

—Hola, rarito —pronunció el chico que lo empujó con burla y él solo lo maldijo en su mente.

 

YoonGi lo tomó del brazo en un intento de separarlo, pero sabía que no podía hacer nada; el brazo ajeno estaba en horizontal posicionándolo en el hueco de su cuello, ejerciendo presión para que no se moviera.

 

—Contéstame —volvió a gruñir el otro, acercando su cara a la suya. 

 

—¿Me quieres besar o qué? —se mofó con las cejas alzadas. 

 

Recibió un golpe en la mejilla, justo donde lo golpeó su padre en la mañana. Su cuerpo volvió a chocar contra los casilleros por la fuerza empleada en el golpe y sintió cómo la piel se abría para dar paso libre a la sangre.

 

—¡A sus clases! —gritó un profesor a lo lejos, al parecer en un intento de hacer a la gente a un lado y llegar hasta ellos.

 

En cuanto el hombre llegó a su lado se inclinó un poco, haciendo un saludo hacia el profesor, al igual que los alumnos que estaban a su alrededor.

 

—Vayan a sus clases —dijo el hombre, dándonos una mirada a todos—. Tú no, YoonGi. —Se apresuró a detenerlo al verlo caminar para alejarme del lugar.

 

—¿Qué sucede?

 

—Lávate la cara antes de entrar —murmuró sin mucha expresión y luego siguió con su camino.

 

Llevó las manos a su cara para sentir el líquido entre los dedos. Suspiró frustrado al darse cuenta del detalle y fue hasta el baño. Al entrar lo vio de nuevo a través del espejo mientras este se lavaba las manos.

 

—Que sorpresa —se burló el contrario y caminó hacia él.

 

No le dijo nada y solo dejó que pasase por su lado para que saliera de los baños y él pudiese lavarse la cara. En cuanto terminó subió un poco la manga izquierda para ver el corte que se hizo con el jarrón esa mañana e hizo una mueca ante la herida. De reojo miró hacia la puerta y se dio cuenta que el chico seguía observándolo por el espejo, pero en el momento en que se dio cuenta que lo notó se fue sin decir nada.

 

Sin mayor interés en el otro se terminó de lavar la muñeca y luego pasó las mangas del uniforme por su propia cara para secarla, intentó no presionar heridas ni manchar nada con sangre. Salió del baño y se dirigió hacia su salón.

 

Ese chico que lo molestaba todas las mañanas, que se detenía y enfocaba en hacerle la vida aún más difícil, se llamaba Park JiMin. Probablemente era lo único que YoonGi sabía de él más allá de que era un chico bastante adinerado, tanto así que su padre era el dueño de la empresa donde trabajaba el suyo.

 

Llegó a su clase y entró sin tocar ni pedir permiso. Se dirigió hasta su asiento teniendo las miradas de todos encima, como si fuera una estúpida estrella de circo y aquello nunca le gustó, pero no era algo que pudiese cambiar con facilidad.

 

Dejó la mochila sobre el escritorio y recostó la cabeza sobre los brazos cruzados que estaban por encima de la mesa con la intención de quedarse dormido y desaparecer si era posible.

 

—¡Min YoonGi! —Alzó la cabeza para mirar al profesor y notó cómo su boca se abría y cerraba, al parecer pensando en qué decir—. No... Nada. —El hombre suspiró y se dio la vuelta para seguir escribiendo en el pizarrón.

 

Lástima. Sabía que ellos le tenían pena y odiaba eso, aunque siempre se preguntó qué sentirían si les contara lo que pasaba en casa. Seguramente lo separarían de su padre, pero también de su madre y eso no lo podía permitir.

 

Volvió a recostar la cabeza sobre sus brazos e intentó dormir hasta que lo logró, por lo que después se sobresaltó al escuchar el timbre que indicaba en receso, aunque decidió ignorarlo porque sabía que nadie lo necesitaba allá afuera entre ese gran bullicio de gente, excepto dos chicos.

 

Algo chocó contra su cabeza y aquello lo hizo levantar la mirada para encontrarme con JiMin junto a dos chicos que se posicionaron a sus costados, los cuales eran claramente del instituto, pero no tenía ni la menor idea de quiénes eran exactamente.

 

—Chicos.

 

Inmediatamente los dos extraños fueron hacia él y cada uno lo tomó por un brazo, levantándolo así del escritorio.

 

—¿Qué mierda quieres ahora? —preguntó cansado y dejó caer la cabeza hacia un costado, aún adormilado.

 

JiMin se acercó lentamente y una vez que llegó frente a él lo golpeó en el estómago, dando un golpe tras otro. Cerró los ojos por el dolor y no pudo evitar imaginar que era su padre quien lo dañaba, probablemente por encontrarse aún muy afectado por lo que sucedió durante esa mañana.

 

Por alguna razón escuchó a su madre llorar a lo lejos, pero no supo si lo estaba escuchando de verdad o se lo estaba imaginando.

 

Abrió los ojos asustado al temer por ella, pero solo se encontró con JiMin, quien tomó aire como si estuviera cansado de golpear.

 

De seguro el dolor lo cegó porque llegó un momento donde no veía a JiMin frente a él, sino que era su padre y volvió a escuchar el llanto de su madre desde algún lugar, aunque probablemente solo vino desde dentro de su cabeza. Aquello lo hizo sentirse furioso y prácticamente se movió sin pensar, ocasionando que su débil puño chocara contra el rostro ajeno. Lo golpeó. Aunque en cuanto vio a JiMin en el suelo se asustó. ¿Dónde estaba su padre?

 

Atemorizado se acuclilló para acercarse a JiMin y llevó las manos a su cara al ver el labio sangrar. Sin pensárselo mucho pasó el dedo por el lugar para quitar el espeso líquido.

 

—¿Estás bien? —preguntó y se incomodó al no poder evitar su mirada de extrañado.

 

JiMin pestañeó unas cuantas veces y luego lo empujó, aunque sin mayor brusquedad. Miró por encima de YoonGi y este giró la cabeza. Los dos chicos que anteriormente lo estaban sujetando se miraron expectantes. No sé preocupó por ellos y volteó la mirada hacia JiMin, quien intentaba levantarse, así que lo ayudó, haciendo que vuelva a recibir esa mirada de confusión.

 

—Lo siento —susurró con sinceridad, al parecer dejándolo extremadamente sorprendido.

 

Sin mayor interés se levantó, tomó sus cosas y salió del salón mientras procuraba no volver a dirigirle una mirada a ninguno de los tres chicos.


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