La caminata que emprendía para su hogar era relajante y sutil, miraba el cielo lleno de nubes naranjas mezclado con tonos azules y morados. El cigarrillo al que le daba caladas anteriormente se habia consumido, por lo que desechó éste dispuesto a encender otro más. Esa era su idea, sin embargo, un grupo de personas con mala pinta se acercaban a él amenazantes. Debió traer su gorro para no llamar tanto la atención.
Aquellas personas se detuvieron enfrente de él, impidiéndole pasar.
—¡Mira, mira! ¡Qué cosa más desagradable acabamos de encontrar! —Habló uno de ellos, señalando con un dígito las orejas sobresalientes de la cabeza de rubio, mirándolo con desprecio.
Sanji se sintió incómodo, no era la primera vez que lo llaman así, pero él no tenía la culpa de ser así. Los tipos seguían riéndose, hasta que otro continuó.
—Oh, al parecer está incómodo ¿Quieres llorar maldita escoria?
—Y-yo... No los he molestado, déjemen por favor... —El rubio intentó pasar entre los cuatro hombres, fue imposible porque no se quitaron.
—¿O sino qué? —Amenazó el que era más alto que todos los demás, incluyendo al rubio.
El rubio no contestó, sólo se quedó parado sin hacer nada. Al más alto no le gustó que no respondiera, tal vez por eso ordenó a sus compañeros con un chasquido que lo atacaran. Uno sacó un arma punzocortante, los demás trataron de sujetarlo. Para su mala suerte Sanji no se iba a quedar así, se alejó un poco hacia atrás cuando lo atacaron con el arma y luego tomó impulso para saltar muy alto.
Una cualidad que tenían los híbridos eran su fuerza y habilidades para realizar alguna actividad con agilidad, tenían mayor fuerza en algunas cosas. Fue por esa razón que Sanji pudo lograr saltarlos y escapar hacia el otro lado, corriendo inmediatamente para irse.
Los sujetos corrieron tras él, gritándole palabras para nada agradables. El híbrido rubio dio vuelta hacia un callejón, con la esperanza de perderlos para que no lo golpearan. Mas esa esperanza se esfumó cuando se dio cuenta que era un callejón sin salida, y los tipos estaban detrás de él.
—¡Muere, estúpido fenómeno! —Propinó un golpe hacia el estómago del contrario, haciendo que este se encorvara de dolor.
No sólo fue ese, vinieron muchos más junto con algunas heridas de cortes en varias partes de su anatomía. Dio gracias de que su cuerpo pudiera soportar tal abuso, sino ya estaría muerto.
Su llegada a casa sería más larga de lo que pensó...
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Tosia escandalosamente, no podía respirar debido a la sangre que se acumuló en su boca, su cuerpo dolía horrores. Con algo de voluntad se apoyó contra la pared más cercana, dándose cuenta que de que la parte lateral de su cuerpo dolía mucho más, suponiendo una costilla rota.
Una sombra se vislumbró a la entrada del callejón, apenas podía ver, su vista era borrosa por tantos golpes que recibió. Con miedo de que las personas volvieran para golpearlo de nuevo, se levantó como pudo e intentó subir la pared, con resultados negativos. Miró detrás de nuevo, ahora podía ver que estaba muy oscuro y sólo era una persona, pero aún así volvió a su intento de trepar la pared, con el mismo resultado.
Diendose por vencido se hizo un ovillo en una esquina, aceptando que estaba perdido.
—¿Estás bien? —Escuchó decir, un tono tan amable y calmante que hizo que alzara la vista, cuando subió la mirada sus orejas rubias también lo hicieron, provocando sorpresa en el otro —U-un híbrido...
Se escondió nuevamente, con lágrimas en los ojos, no sólo de dolor, también de miedo.
—Lo siento... No te haré daño... —Seguidamente el chico acercó su mano hacia su cabeza, acariciando con cuidado sus lindas orejas.
"¿Acaso lo siente?" Pensó unos momentos Sanji, todavía con desconfianza hacia el chico. El tacto se sentia tan bien, que Sanji levantó la cabeza, examinando al otro. Un chico peliverde de tez morena le miraba sin malas intenciones.
—¿Te encuentras bien? —Volvió a preguntar alejando su mano, dejando al rubio con la dulce sensación.
—S-sí... —Se limitó a contestar.
—Anda... Vamos... —Tomó con delicadeza los antebrazos de Sanji, levantándolo —¿Puedes caminar?
Un quejido confirmó su pregunta, por lo que sin permiso del ojiazul lo subió a su espalda, no sin antes cubrirlo con su abrigo pues ya había comenzado a lloviznar. Sanji sorprendido por la amabilidad del chico se asustó.
—¡¿Q-qué haces?! —Se removió y el dolor lo dejó inmóvil.
—¿No es obvio? Te llevaré con un doctor...
—Ugh... A-al menos... Dime tu nombre...
—Roronoa Zoro —Contestó comenzando a correr, la lluvia se hacía más feroz —¿Y tú...?
—S-sanji Vinsmoke... —Dijo aferrándose al cuello del peliverde, no quería caerse —G-gracias...
Zoro sonrió, aquel híbrido era muy lindo...