Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Problemas en cada pareja por Sakura015

[Reviews - 24]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Los personajes no me pertenecen. Le pertenecen a Nakamura. La creadora de este gran Anime yaoi.

Notas del capitulo:

Fanaticos del Yaoi, les traigo esta fanfic para que tengamos un cambio. Espero que les guste. Tenía la idea de hacerlo despues de terminar "Amor entre hermanos", pero no resistí. Porque me voy a olvidar toda la historia sino.

Sin mas que decir... a leer

En una noche como cualquier otra, un castaño llamada Onodera Ritsu había terminado su turno y estaba listo para volver a su casa. Se metió en el ascensor y presionó el botón para ir a la planta baja. Pero antes de que la puerta se cerrara, una mano se deslizó para detenerlas y poder entrar. La persona que entró era la última a la que esperaba ver.

-Yokozawa-san-dijo simplemente.

-Onodera-dijo de igual forma.

Desde que Takano-san le había dejado claro a Yokozawa (el oso gruñón de Marukawa Shoten) de que seguía enamorado de Onodera, él se estaba olvidando de sus celos y su deprecio hacia el menor. No valía la pena si su amigo estaba enamorado de Ritsu y no de él.

-¿Cómo te está yendo con el manuscrito?-preguntó el mayor.

-¿Eh? Oh, si... Bastante bien-respondió bajando la cabeza.

-Eso no es suficiente. Si quieres que todo salga bien, debes tener confianza en ti mismo y en lo que haces. Sino terminaras cayendo.

-Yokozawa-san...

-Mira, sé que no nos llevamos bien, pero ayudar a los “novatos” es mi trabajo. Así que si tienes problemas, me debes preguntar. No va a ser nada sano que te comas la cabeza y termines en el hospital solo por orgullo-el ascensor se detuvo y las puertas se abrieron. El mayor se bajó-. Buenas noches.

El castaño se quedó mudo. ¿Yokozawa lo había aconsejado y le había dado apoyo? Dios, el mundo es raro. Era cierto: ellos no habían tenido la mejor relación desde que Ritsu había ingresado a Marukawa Shoten. El mayor podía ser cruel con él, pero últimamente estaba más tranquilo. Al bajar las escaleras para después tomar el metro, vio que la gente ya estaba subiendo. Se apresuró y alcanzó a entrar. Eran muchas personas, por lo que tuvo que ir parado. Bueno, eso no era tan terrible. Lo malo era que estaba delante de su jefe.

-“¿Por qué a mí?"-pensó, sin mirarlo.

-¿Has tenido algún problema hoy?-preguntó Takano, notablemente preocupado-. Has actuado extraño.

-No, te aseguro que no es nada-aseguró-. Solo me estresa lo del manuscrito.

-¿Segura que solo es eso? Porque hablé con Yokozawa y dijo que te vio raro también.

-“Tenía que ser... ¿Y él que le importa?

-¡Onodera!-lo llamó.

-Lo que pasa... es que...

El tren frenando de golpe lo interrumpió. Muchas personas se fueron de costado o dieron un saltito hacia delante. El castaño por su parte, se aferró a “algo”. Las personas se quejaron porque no habían avisado sobre una “curva” o lo que sea. Onodera abrió los ojos y vio que estaba contra el pecho del pelinegro.

-¿Estás bien?-preguntó el mayor, abrazándolo protectoramente.

Ritsu soltó un grito mudo.

-S-s-sí, estoy perfecto-dijo separándose y dándole la espalda.

-“Maldición, maldición, maldición... ¿Por qué?”-dirigió su mirada hacia la ventanilla-. “Me está mirando... ¿Qué debo hacer?”.

El viaje se le hizo eterno al menor. ¿Cuándo? ¿Cuándo iba a aceptar que los últimos diez años solo había pensado en él? Pensaba en la facilidad que tenía Takano para decirle que lo amaba, pero él nunca podía. Y cuando tenía el valor suficiente, algo lo interrumpía. Era lo peor.

Al llegar a su departamento, que estaba justo al lado del de Takano, sacó sus llaves con la mano temblorosa, provocando que cayeran al suelo. Se agachó para recogerlas. Takano también lo hizo, provocando que sus manos se encontraran. El menor se sonrojó enormemente por ello. Takano le entregó las llaves.

-¡Ah! Esto... Gra-gracias, p-pero no tenías que hacerlo-dijo con una sonrisa nerviosa. El mayor sonrió divertido.

-No hay de que-dijo con su mano en la cabeza de Ritsu.

Ritsu se dio media vuelta para ingresar a su departamento, pero los fuertes brazos de Takano-san se lo impidieron, abrazándolo fuertemente.

-.....Takano-san...-trató de hablar para pedirle que lo dejara entrar, pero su voz se le atoró en la garganta.

-Hace tiempo no puedo abrazarte-dijo con la frente pegada al hombro del más bajo.

-Yo... Ehh...-¿Qué podía decir en ese momento?-. Déjame entrar, por favor. Quiero terminar el manuscrito.

El mayor, haciendo caso omiso a lo que le había dicho, lo abrazó un poco más fuerte. Ritsu apenas si se movió. Quería hacer lo de siempre: empujarlo, decirle que lo deje y entrar a su departamento. Pero por alguna razón... no podía. Sentía que el corazón se le iba a salir del pecho. Solo optó por voltearse y quitar gentilmente a Takano.

-Por favor, ve a tu departamento. Necesito tiempo para estar solo-dijo mientras abría la puerta.

-Onodera...

Ritsu lo ignoró y cerró la puerta. Pero en lugar de ir a la sala, puso su espalda contra la puerta y se deslizó contra ella, hasta estar sentado en el suelo.

-“¿Qué me pasa? ¿Por qué simplemente no pude empujarlo y entrar rápidamente?

-*¿Por qué será?*-preguntó irónicamente su conciencia-. *¡Vamos, Baka! Admítelo de una vez*.

-“No, no voy a aceptar que es...”-su conciencia lo interrumpió.

-*¿Amor? ¡Por Dios! Si salta a la vista*-exclamó la conciencia-. *¡Él te ama y te lo demuestra! Por más que te grita y te pide demasiado, demuestra solo contigo su lado romántico y protector*.

-“¡Ya déjame en paz!”-“gritó” en su mente-. “No estoy de humor para pelear contigo, así que déjame”.

El castaño dejó de escuchar la voz en su cabeza. Soltó un suspiro pesado. Claro que amaba a Takano, pero el juramento no volver a enamorarse se lo impedía. Pero también estaba el juramento de Takano: él juró hacer que Ritsu volviera a decir que lo amaba.

-Diablos... ¡Con un demonio! Que desesperación-susurró para sí.

Al día siguiente, todos en la empresa estaban trabajando... O al menos lo intentaban. El estrés era enorme. Era la primera vez que Hatori no podía tener las cosas en orden. Sus papeles se caían con cada cosa que hiciera. Kisa no podía estar al tanto de lo que hacían en la computadora, además de que ni siquiera la había abierto. Ritsu estaba mitad bien, mitad estresado. Las veces que quería hablar por teléfono, los gritos de otros lo interrumpían. Mino, como siempre, tenía su sonrisa y los ojos cerrados. Solo estaba parado en un rincón mirando el alboroto. Yokozawa no dejaba de ir “de aquí para allá” con muchos papeles de impresión e ideas de otros. Y Takano estaba ahí para que le explotara la cabeza.

-¿Si? Onodera Ritsu de Marukawa Shoten-dijo Ritsu en el teléfono. Era una mangaka. Todos en el lugar se callaron-. Sí, pero... ¡¿Qué?! ¡¿Todas se enfermaron?!

Kisa comenzó a gritar sujetándose la cabeza y se zarandeaba a si mismo de lado a lado.

-¡¿Les dio gripe?!

Takano levantó la cabeza y miró a Kisa, que no dejaba de gritar y moverse. Mino estaba igual que siempre.

-¡Kisa-chan! ¡¡El manuscrito!! ¿Dónde está?-gritó Takano-san.

-¡¡No sé!! ¡No recuerdo!-respondió sin soltar su cabeza.

Hatori se sentó y uso sus brazos como soporte de su cabeza. A Yokozawa se le cayeron los papeles y recogía todo a duras penas.

-¿Usted como se encuentra?-preguntó Ritsu, sin hacer mucho caso a lo que pasaba a su alrededor.

-¡Kisa-chan, el manuscrito!-ordenó Takano.

-¡No lo tengo!

El alboroto era demasiado. Ritsu se cansó.

-Oigan, ¡¿pueden callarse un momento?!-gritó a todo pulmón. Todo el mundo cerró la boca, hasta Yokozawa-. ¿Qué me decía?

La mangaka dijo que respecto a su nuevo trabajo tendrían que esperar más de lo esperado, pero que lo tendrían antes de la fecha límite. Onodera le pasó el mensaje a su jefe. No le gustaba la idea de tener que esperar más de lo previsto, pero si no quedaba otra...

-Ricchan, ¿me alcanzas esos papeles?-preguntó Kisa, señalando unas copias que estaban en el escritorio de Ritsu.

-Claro... Ten.

-Muchas gracias.

-¿De qué son?-preguntó, curioso.

-Na-nada... Solo unas cosas sin importancia-dijo, sonrojado.

Onodera prefirió no preguntar más.

Justamente, esos papeles eran, en realidad, unas cartas de Yukina. Ese chico, (nueve años menos, pero como veinticinco centímetros más alto que él) lo hacía sentir único. Era muy compresivo y sumamente protector.

-¡Onodera!-lo llamó Yokozawa.

-¿Qué ocurre?

-Necesito que saques dos copias de esto-dijo entregándole un papel de impresión-. Date prisa. Los quiero antes de irme.

-Eh... Sí, seguro-dijo, yendo a la fotocopiadora.

No se percató de que el cuello de su camisa se había corrido, dejando algo a la vista de Yokozawa.

-“¿Pero qué diablos tiene en el cuello?”-pensó con un escalofrío en la espalda-. “¿Pero cómo...? ¡Masamune!”-volteó a verlo-. Masamune, ven un momento a mi oficina. Tengo que hablar contigo.

El pelinegro arqueó una ceja, pero de todas formas lo siguió.

-Masamune, entiendo que quieres a Onodera y quieres dejar en claro que es tuyo... ¡Pero vamos! No lo puedes lastimar así.

-¿De qué estás hablando? ¡Jamás le hice nada!-exclamó desconcertado.

-¡No te hagas el desentendido! Lo que vi fue horrible.

-Takafumi, me estoy enfadando. Dime lo que viste-advirtió.

-Onodera tiene una marca roja en el cuello. No sé si es roja o violeta, pero sí que es grande y se ve muy dolorosa.

Los ojos de Takano parecían platos blancos. Él no sabía NADA. Yokozawa entendió el mensaje.

-Yo... Perdón, Masamune. Creí que habías sido tú.

-¡Claro que no! Jamás lo lastimaría.

-Entonces eso quiere decir que alguien intentó forzarlo-dijo Yokozawa con notable preocupación-. ¿Él tiene alguien que lo acosé con frecuencia?

Ambos se quedaron pensando unos minutos. ¿Quién era él que siempre estaba detrás de Ritsu? ¿Quién siempre estaba tratando de seducirlo? Ambos se miraron y dijeron al mismo tiempo:

-¡Haitani!

El rostro de Takano-san se puso rojo de ira. Estaba decidió a darle la cara a ese desgraciado. ¿Cómo se atrevió a tocar a SU Ritsu? Eso jamás lo iba a perdonar. Salió de la oficina sin darle tiempo al oso para que lo detuviera. Chocaba con todo a su paso, pero cuando los empleados veían su cara, no se atrevían a reclamarle. Estando así, les daba más miedo que el oso. Encontró a... Onodera, quien estaba terminando con las copias para Yokozawa. Había tardado porque el papel se había trabado.

-¡Onodera!-le gritó a todo pulmón.

-¿S-si, Takano-san?-dijo en un hilo de voz.

-¿Por qué no me dijiste lo de la marca en tu cuello? -gritó tomándolo de los hombros.

-.....-Se puso blanco como la leche. ¿Qué debía hacer?

-¡Respóndeme!-Takano lo zarandeó.

-Yo... Eh... Lo que pasó...-las palabras no le salían.

-¿Qué diablos pasa?-preguntó Hatori, apareciendo de la nada.

-¡Masamune, cálmate!-pidió Yokozawa.

-Ricchan, ¿qué pasa?-preguntó Kisa, preocupado por el griterío. Mino lo siguió, pero no dijo ni “ah”.

Onodera sentía que los nervios recorrían todo su cuerpo. Muy pronto, su vista se puso borrosa y su propio cuerpo le pesaba. Escuchaba como gritaban su nombre, pero las voces parecían distantes. Pudo sentir que dos personas lo tomaban de cada brazo para que el impacto contra el suelo no fuera brusco.

-¡Hatori, llama a una ambulancia!

-¡Enseguida!

Continuara...

Notas finales:

Fanaticos del Yaoi, espero que les guste esta historia, que habla de cada pareja, y que no tienen nada que ver con las otras........Bueno, lo que expliqué al principio. 

Bueno, las actualizaciones... Sera lo que Dios quiera.

Chauchis.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).