Dame una señal, pienso una y otra vez, le miro de reojo y quiero que por un milagro sus ojos choquen con los míos. Pero eso no sucede, Batman mantiene su atención en la misión, nada lo aparta de su objetivo, nada ni siquiera yo. Temo no ser suficiente para él, bueno… no tenemos nada y creo que ni siquiera me considera su amigo, pero aun así, quiero estar a su lado, quiero ser aquello que lo haga sonreír cuando no tengas motivos para hacerlo. Le quiero… tanto, tanto… que le amo con miedo, porque si nunca logro que me corresponda, sufriré como nunca en mi vida. Por eso necesito alguna señal, no puedo atreverme a decirle lo que siento sin que al menos tenga la certeza de que le gusto, aunque sea un poco.
Batman esta a mi lado, no cabe duda de eso pero lo siento lejos, me frustra… eso me hace apartar la mirada y fijarla en la luna. Ella brilla muy sutilmente esta noche, lo que es casi propicio para un momento romántico o al menos de valentía, valentía me sobra pero cuando se trata de Bruce, me tiemblan las piernas. Recuerdo que después de nuestro primer encuentro mal entendido y posterior guerra, quedamos en una posición de hablarnos casualmente, temo que aun conserve resentimiento sobre aquella pelea, aunque no debería ya que me venció sin remedio, tanto físicamente como en lo sentimental, desde el suelo, le mire sin entender como un humano podía doblegarme tanto, pero a medida que lo fui conociendo mas y mas, me di cuenta de que no es raro, es normal, Bruce logra cosas que ni yo puedo aspirar, me sorprendo cada día, le quiero cada día un poco más.
El silencio natural de la noche es interrumpida por los sonidos artificiales de los coches, de las sirenas, del bullicio de las personas y de los perros. Desde aquí, nos enfrentamos al frio y a la brisa invernal de Gotham, estamos en su hogar y me alegra que me dé espacio para estar aquí, Bruce trabaja solo pero aun así, trabaja conmigo… ¿será una de las señales que busco? Nuevamente le mire de reojo y sonreí levemente… espero que sí.
Llevamos esperando por horas, Batman inmutablemente y yo aburrido, no lo pude evitar, para mí era un desperdicio estar juntos pero sin dirigirnos la palabra, tosí nervioso y como que no quiere la cosa, lance la primera pregunta:
“… ¿tienes frio?” –que estúpido, pensé. Cerré los ojos con fuerza y aparte el rostro hacia el lado contrario, no quería que viera mi rabia conmigo mismo al haberle preguntado algo tan tonto.
“estoy acostumbrado” –respondió sin un deje de burla, su voz era algo que no podía dejar de prescindir en mi vida.
Me atreví mirarlo y sonreí levemente, Batman me enfrento directamente y después de no sé cuánto tiempo el me pregunto: “¿sientes frio?” Atontado le dije que solo un poco, aquella respuesta de mi parte fue lo último que hablamos en las siguientes dos horas. Me moría de la vergüenza pero tampoco podía salir huyendo, él contaba con mi ayuda así que debía permanecer fijo en mi rol.
Enfocado en el problema de mis sentimientos, no puedo precisar desde cuándo o porque él. No hay nada más común y corriente que el amor, aquel sentimiento que nos hace desear que aquella persona sea feliz aun a pesar de que no sea con nosotros. Me gustaría que encontrara la alegría en mí, estoy seguro que podría cargar su mundo sobre mi espalda, no me pesaría su pasado ni su sufrimiento, levantaría el velo de la noche para que así, el sol haga su entrada triunfal… haría cualquier cosa porque quiero que sea feliz mientras que yo… le sigo amando.
Ni siquiera me di cuenta desde cuando estaba lloviendo, el frio de cada gota recorría mi frente y bajaba por mi mejilla, casi es como si en verdad yo estuviese llorando, sonreí triste porque en cierto punto, es lo que quería hacer. Levante la vista y me sentí inseguro en este mundo, el tiempo es cruel y en mi caso, me afecta aun mas, siempre he sido bueno pero aun así, no tengo lo único que quiero tener en mi vida… lo necesito.
Cerré los ojos y deje que cada micro impacto se enfrentara en mi rostro, tengo miedo de seguir viviendo sin él, en mi silencio lo perderé porque siendo él, de seguro encontrara a alguien que si se atreva a decirle aquello que yo no puedo decir, a menos que obtenga alguna señal. “Me arrepentiré... te arrepentirás” –pienso y enseguida recuerdo los consejos de mi madre. Ella solía decir que existen algunas personas muy suspicaces e inteligentes, pero aun siendo así, no se dan cuenta de nuestros sentimientos a menos que se los confesemos.
De pronto la lluvia no golpeaba mi cuerpo, abrí los ojos y me sorprendió de ver a Batman cubriéndome con su capa, en un gesto caballeroso me mantenía bajo su protección. Su vista viajo para finalmente reposar sobre mí, sentí un fuego cálido en mi corazón por aquella acción.
“Esta noche no hemos logrado nada… lo intentare mañana… ¿me acompañaras?” –pregunto a lo cual yo no tenía nada más que decir que sí… por supuesto que sí.