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Cuando decir "Te quiero" no es posible por Silence Tsepesh de Lenfet

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Notas del fanfic:

Esta idea es algo complicada de escribir, pero no podia quedarme con las ganas de hacer algo con este tema. 

Notas del capitulo:

 

Espero que esta nueva idea les guste  ^^

 

 

 

-------------------------->Portada<------------------------------

Vivir en Atlanta no es nada malo. Me gusta mucho el clima lluvioso y cálido de aquí, y no es que deteste el frio. Me gusta la lluvia, pero no fue por eso que me mude a Atlanta. Aquí en Atlanta, me dieron mi primer empleo, y no dude ni un segundo en mudarme apenas llamaron.  Aun así, ignore la mayoría de las cosas que me dijeron antes de mudarme.


Llevo un año viviendo tranquilamente en una casa que rento, una casa, no un pequeño departamento. Tengo un empleo que me permite vivir cómodamente, y en sí, vivo feliz. Al menos…


— Es todo lo que tengo— gimo, en un oscuro callejón, donde solo estoy yo, yo y los dos groseros ladrones que acaban de quitarme mi cartera y me tienen sujeto contra la sucia pared.


— Mientes, tu teléfono— ah, ¿Cómo es que termine en esta situación? Hubo una fiesta de un colega, y hubiera sido muy descortés no haber ido. La fiesta fue en su casa, en un lugar algo alejado de donde está mi casa. Todo estuvo bien, al menos hasta que me di cuenta de que era ya un poco tarde. Para mi mala suerte, no hay autobuses a esta hora ni estación de metro cerca, y así fue como tome la mala decisión de caminar en lo que pasaba un taxi.  


— Vamos, muévete—  las cosas se pusieron peor cuando de un puñetazo en  la cara caí al suelo y me vi arrastrado a este callejón.   No soy una persona luchadora en el sentido de pelea física, no tengo una buena condición física, no voy al gimnasio ni practico ningún deporte. En los veintiséis años que tengo, es la primera vez que me veo envuelto en un asalto. Y ¡es realmente horrible!  Mis manos tiemblan mucho y no puedo pensar por el miedo que me invade. Mi torpeza solo impacienta más a estos sujetos.


— hey, ustedes—  el callejón no esta tan oscuro, hay una farola justo afuera, pero a las dos de la mañana no hay ni un alma en las calles de este vecindario, o no había… casi me dan ganas de llorar  de alivio cuando veo que alguien más entra al callejón.


— mierda.


— tsk, no te metas en los negocios de los demás— uno de los sujetos se acerca al recién llegado, y saca algo como una navaja, no alcanzo a ver bien porque no quiero recibir otro golpe. Mi corazón se detiene por unos segundos, pero él se las arregla para retorcerle el brazo al sujeto y hacer que suelte la navaja antes de darle un golpe en el estómago. ¿Estoy salvado? Mi cuerpo cae de rodillas al piso, solo por el alivio que siento.


— ¡Cuidado!—  exclamó. Casi no reconozco mi voz de lo estrangulada que suena. El hombre que llego se gira justo a tiempo para detener el golpe que iba a su cara.  Suspiro, sin dejar de temblar mientras escucho como la pelea sigue unos momentos más, pero ahora ya no preocupa, pues sé que las cosas están bajo control.


— ¿Estás bien?— la voz suena seria, y cuando alzo la vista, solo puedo ver si silueta extendiéndome la mano para ayudarme alevantarme.


— si… gracias— ¿ah?... esta persona es… ¡Muy alta! Casi siento que me encojo cuando estoy de pie a frente a él, con un rostro serio, y una mirada


— ¿Es tuyo?— veo que me extiende mi cartera, pero yo no puedo dejar de verle… y no con mucho agradecimiento que digamos. Aun siento miedo de la situación en la que estaba, pero esta persona no me tranquiliza más. ¿Y si salí de una mala situación para meterme en otra mucho peor? Quizá esta persona sea un asesino en lugar de un ladrón— oye…— su mano se levanta, y yo solo puedo soltar un grito.


— ¡No me hagas daño!— Exclamo, cerrando los ojos  cubriéndome la cara. Esto es malo, muy malo ¿Qué hice para estar en esta situación?


— No voy a…—  ¡Al diablo todo, me largo! No voy a quedarme más tiempo. Solo alcanzo a arrebatarle mi cartera y salir corriendo a la calle. Ah, maldición, debo comenzar a hacer un poco de ejercicio, no he corrido ni dos calles y ya no puedo respirar.  Seria una vergüenza que me atraparan solo porque no puedo correr bien. ¿Me esta siguiendo? Cuando llego a la avenida, me giro atrás. No hay nadie.


— ah, que alivio— murmuro, respirando por la boca y sujetándome el costado, pues un dolor punzante se hace presente. De esos dolores que pegan cuando uno no corre como se debe, pero vamos, uno nunca corre como se debe cuando esta huyendo de alguien más. Aun con la respiración agitada, sudando y con miedo, camino un poco mas para alejarme de la calle en la que acabo de  salir, además, debo parar un taxi.


Después de varios intentos, al fin uno se detiene, y cuando le doy la dirección de mi casa, por fin siento que puedo respirar tranquilo.  Seria el colmo que ahora el conductor quisiera secuestrarme, una burla más de la mala noche que he pasado. Oh, bueno, no fue tan mala, solo los últimos como diez minutos si que han sido malos. Solo por la dudas, saco mi teléfono, que quedo milagrosamente a salvo, para escribir un mensaje a uno de mis amigos diciendo que voy un taxi e incluso le mando el numero del vehículo.


Pero nada pasa, el  taxi no toma una dirección distinta, ni sube a nadie más. El regreso a casa como debió haber sido desde el inicio. Jamás volveré a caminar solo de noche, para la próxima mejor llamare a un taxi para que me recoja en el lugar.  Agradezco al conductor, y por casi corro a encerrarme en casa. Quizá deba comprarme un auto, y tomar lecciones de manejo, pienso mientras cierro con llave y me dirijo a la habitación, donde después de tomar un baño con agua tibia y ponerme ropa limpia, al fin mi cuerpo se rinde y me quedo dormido casi en cuando me recuesto en la almohada.


____________________________________________________________________________


 


Mi Nombre es Jacey Milliers, y después del intento de robo de anoche, he decidido tener más cuidado y comprar un auto después de tomar clases de manejo.  Actualmente trabajo como maestro de primaria en un colegio privado en una bonita zona de Atlanta. Me gusta mi trabajo, por supuesto que la paga deja mucho que desear, pero es suficiente para poder mantenerme, pagar la renta y darme uno que otro lujo de vez en cuando.  Desde que vine a dar clases al colegio,  sigo una tranquilina rutina: me levanto a las seis de la mañana, desayuno y después tengo que tomar un autobús para poder llegar con media hora de anticipación y preparar el salón de clases. Mi grupo actualmente es un grupo de segundo año, no tengo preferencia por algún grado en particular, pero me encanta trabajar con los grados de primero y segundo.


— Jacey, ¿Cómo te fue con la fiesta?— me pregunta  Sean, uno de mis colegas y amigo, que apenas me ve pasando frente a la sala de profesores sale para alcanzarme.


— ah, mejor no hablemos de eso. No fue una buena idea hacer una fiesta entre semana.


— ciertamente no lo fue.  Tienes suerte de tener un grupo de segundo. Los de quinto no son muy ordenados—


—  no te confíes mucho. Además, si darás clases al día siguiente no deberías beber alcohol.


— una fiesta no es fiesta si no bebes, pero bueno… ¿Por qué tan temprano?


— yo debería preguntar eso. Yo llego temprano a preparar las cosas para la clase. Hoy iniciaremos con las multiplicaciones.


— ah, yo tengo que encargarme de recibir al nuevo profesor de matemáticas.


— oh, menos mal que encontraron a alguien. Los alumnos no pueden estar sin recibir clases de tal importancia, y mucho menos si son de grados avanzados.


— sí, sí. Como sea. Iré a esperar de nuevo, o la directora se pondrá furiosa si no llego  a recibir al nuevo.


— ah, claro. Nos vemos—  sean se da la vuelta, dándome una palmaditas en la espalda.  El colegio me gusta, y no he tenido problemas con nadie en este lugar. Los otros profesores son amables y todos nos llevamos relativamente bien, salimos de vez en cuando y cuando hay algún cumpleaños se organiza una fiesta sin importar el día.  Eso no me gusta mucho, pero era algo que estaba aquí cuando llegue, así que ¿Quién soy yo para romper con las tradiciones?


Enseñar es lo que me gusta, y quizá soy demasiado optimista al respecto de mi futuro. Mi familia tiene negocios importantes, o eso dicen de la empresa de trasporte internacional que maneja mi padre.Por supuesto que eso no me complacía, y cuando opte por estudiar educación, mi familia casi pone el grito en el cielo, literalmente.  Cabe señalar que ninguno espera que pueda mantenerme por mí mismo.


Mis alumnos comienzan a llegar, así que no puedo distraerme, como podrán notar, me tomo muy enserio mi labor. Me alegra mucho que las expectativas de mi familia no se hayan cumplido, pues sería realmente incomodo regresar a casa después de todo el pequeño drama que hubo. Ahora mismo, no visito muy seguido a mi familia. En mi familia solo estamos mis dos hermanos y mis padres. Yo soy el menor, y ahora soy algo así como la oveja negra.


Y ni siquiera eso hace que pierda mi optimismo. O al menos, eso pensaba…


A la hora del receso, siempre voy a la sala de profesores para  charlar un poco y almorzar. Hoy no me toca guardia, así que solo me dirijo a mi lugar preferido.  Otro día normal en el colegio.


— Jacey, ¿has conocido al nuevo profesor?


— ¿al de matemáticas de secundaria? No. Sean menciono que vendría hoy, pero no salgo del aula hasta el receso.


— oh, claro. Lo siento, es que es tan…— hay un golpe e Ingrid, la maestra de ciencias en secundaria se queda callada. En realidad no me interesa mucho lo que pase con el nuevo docente, al final solo es una persona más en este lugar, y no es que piense en meterme en problemas con él o algo así. El lugar donde suelo sentarme es un sofá, que da la espalda a la puerta así que no veo quien llega, pero por la reacción de Ingrid, sé que quizá sea el nuevo profesor.  Algunos saludos solo hacen que mis sospechas sean ciertas, pero sería muy descortés voltear solo así. Seré discreto, y fingiré que voy por café, aunque en realidad no me guste mucho. 


— ah…— la exclamación escapa en un tono bajo de mi boca, y no es para menos ¡¿en serio él es el nuevo profesor de matemáticas?!... 


Espera….


Oh, no, oh no… ¡es el mismo tipo del callejón! El que me salvo, y del que luego hui.


— ¿Jacey? ¿Estás bien?


— eh, sí ¿Por qué no habría de estarlo?— rio nerviosamente, ah, no puede ser. ¿Entonces no era otro delincuente? Mi risa hace que volteé a verme y yo me giro, completamente avergonzado. ¿Por qué hice eso anoche? A pesar de que estaba algo oscuro, recuerdo perfectamente su rostro. Un rostro delgado, de facciones algo afiladas y una expresión completamente seria. Justo ahora, no dio muestra alguna de reconocerme ¿quizá no me vio bien anoche?


Oh, por favor, que no me haya visto, que no me recuerde.


Él no se acerca a la cafetera, y ahora, me siento algo aliviado. Si no me dijo nada, ni cambio su expresión, es muy posible que no me viera. Anoche estaba oscuro,  y él había peleado con dos tipos mas, a lo mejor la agitada pelea hizo que no me recordara.   De reojo, le miro, sentando en un extremo de la sala, leyendo un periódico con atención.  Es demasiado alto… ¿Por qué ha personas tan altas?  ¿No pueden conformarse con la altura promedio? Su cabello, oscuro y lacio tiene un corte igual de serio que él. Vestido con una camisa de botones blanca, pantalón oscuro y unos lustros zapatos, sin olvidar la corbata, parece más un director de oficina que un maestro. ¿Matemáticas, eh?


— oh, Jacey ¿ya conociste al nuevo?


— No… a lo mejor será para la próxima— añado cuando el timbre suena.  Casi he salido corriendo de la sala. Últimamente solo puedo huir ¡qué vergüenza! Por suerte para mi, los estudiantes de secundaria están en otra parte del complejo de edificios, y no tengo motivo alguno para ir allá, ni él para venir acá.  


Ah, esta situación es demasiado vergonzosa ¿debo disculparme? ¿Agradecerle? ¿Debería preguntar al respecto?


— ¿Profesor? ¿Porque está haciendo caras raras?


— ammm, por nada. Sigan con el trabajo— respondo después de aclararme la garganta. No tiene caso preocuparme por eso ahora.  Solo tengo que concentrarme en los alumnos, y todo irá bien.


Cuando el timbre suena, me entretengo un poco hablando con algunos padres de familia antes de ir a firmar mi salida. ¿No hay nadie?  Bien, hare esto rápido y me largo.


— ¿Jacey?


— ¿aah? Ah, hola…— suspiro aliviado al ver a otra de las maestras de cuarto grado llegar a la sala de profesores.


— ¿te vas a casa?


— si…


— Que tengas buen viaje— me dice, cuando le dejo el bolígrafo para que firme.


— igualmente, hasta mañana— que tonto… los maestros de secundaria salen más tarde, los horarios no son los mismos, y yo montándome todo este numerito. Ya, como sea me voy.


No puedo creer que me esté portando como si hubiera hecho algo malo, ¡Yo no hice nada malo! Anoche estaba en medio de un robo, es normal que estuviera asustado, y no le hice nada ¡Ni siquiera lo golpee!   No tengo porque sentirme culpable.  Mis propios pensamientos me dan valor, y me dirijo normalmente a la salida.  Nada pasa en el trayecto, y no puedo evitar suspirar de alivio cuando estoy afuera. 


 No pienso hablar sobre esto más, si él no me recuerda, todo terminara ahí y ya, no tengo porque martirizarme.


Mi rutina continúa cuando salgo de clases,  cuando salgo, me dirijo caminando a un distrito comercial a varias calles del colegio, donde compro lo que voy a comer. No es que no sepa cocinar, pero son casi las dos de la tarde y con el tiempo que me toma regresar a casa, pues no tengo mucho tiempo para hacerme algo de comer. Después de  comprar algo en el mismo local de siempre, me dirijo a la parada de autobús y por fin regreso a casa.  


Tengo una vida relativamente tranquila siempre y cuando no salga de mi rutina, lo he comprobado más de una vez.   Después de comer, lo que hago es preparar la clase del día siguiente y luego tengo la tarde para hacer lo que quiera.  Y justo esta tarde, lo que quiero es salir a caminar un poco.  


Mientras camino por uno de los parques cercanos a mi casa, logro verle, a él, al nuevo maestro del colegio, que casualmente es el mismo sujeto que me ayudo anoche y del cual salí huyendo sin darle las gracias.  ¿En serio tengo tan mala suerte hoy?  Mejor daré la vuelta, no quiero hablarle aun, además  está en compañía de alguien más,  y si llega a mencionar algo, sería muy vergonzoso.


 


 


Todo va bien en los días siguientes,  y aunque paso poco tiempo en la sala de profesores, nada parece alterar mi vida. Y así de rápido, llega el viernes.    


— Asegúrense de copiar bien las tareas— un unísono “si” se escucha en el aula unos momentos antes de que toque el timbre. Ah, me encanta como los pequeños son tan tranquilos cuando se lo proponen— y el lunes haremos actividad al aire libre, no lo olviden—  el timbre suena y como siempre, se arma un alboroto cuando los niños se ponen a guardar sus cosas y se apresuran a salir corriendo.   Algunas madres vienen a revisar que las tareas estén bien escritas o en su defecto a repasarlas ellas  mismas.


Cuando el último padre se marcha, y después de ver que no se me olvide nada, cierro el aula.  


— por fin viernes ¿no?


— No deberías decirlo con ese tono, Sean— le regaño cuando habla con un tono alegre.


— vamos, no seas tan serio.


— el próximo año tomare sexto grado y si no están bien preparados voy acusarte.


— ¡No lo harías!— le sonrió maliciosamente antes de firmar y alejarme rápido de la sala de profesores— ¡Jacey!—   suelto una risa, mientras me dirijo a la calle.  


¿Qué debería pedir hoy para la comida?  Tengo que hacer varias cosas en casa… ¿llame a mi familia la semana pasada? Bueno, no creo que a ellos les importe.  A lo que voy, primero la comida. El lugar tiene siempre el mismo menú, y ya he comido todo, pero la verdad no pediré de otro local.


— ¿disculpa…?


— ¿si? oh…— dios… como ya hice mi pedido, una de las comidas que más me gustan aquí, y como siempre, paso el rato que me la sirven mirando el celular y ajeno a todo lo que pasa a mi alrededor.


— eres el mismo ¿no?—  aaahh, no, no, no… ¿puedo irme? Podría salir corriendo por un lado y… no, no huiré.


— ¿Ah?— ¡No!, pero que tonto ¿no se me ocurrió otra cosa? Es obvio de que me está hablando. Actuar normalmente, actuar normalmente…


— el de la otra noche.


— ah… si…— ¿Qué le digo? Me quede sin palabras. Es muy alto, como ya había notado anoche. Estos días con lo que paso, no había prestado mucha atención a su cara, tiene unas facciones afiladas y ojos algo rasgados de color oscuro. ¿Está molesto?  ¿Es por lo de aquella noche, verdad? ¿Por qué otro motivo tendría una expresión tan seria?


— ¿vienes seguido aquí?


— Si…—  ¿Qué está pasando?  No parece que quiera decirme nada más.  No puedo hacer decir nada más porque mi pedido sale en ese momento.  Tengo que arreglar esto, él me recuerda y lo único que puedo hacer ahora es disculparme. Me quedare esperando a que salga para hablar con él. No espero mucho, pues unos momentos después sale con una bolsa igual a la mía. — oye…


— ah, ¿Sí?


— uh,  sé que trabajas en la misma escuela que yo… soy Jacey… y bueno… lo siento, la otra noche no te di las gracias y fui grosero cuando me fui— suelto, tomando aire antes de soltar todo. 


— ah, era eso. ¿Por qué lo mencionas ahora? Solo hice lo que cualquiera haría—  me dice, sin cambiar la expresión, su voz es profunda y sin emoción alguna.


— bueno, yo quería disculparme…


— No es necesario— me dice, y luego se da la vuelta, dejándome perplejo y sin saber que rayos está pasando.


 

Notas finales:

Este fic tendra un lento avanze por obvias razons, aunque intentare hacerlo entretenido. Conceremos mucho de Jacey en estos primeros capitulos, asi que espero que tengan un poco mas de paciencia.


El siguiente capitulo estara hasta el sabado 24, y despues continuara semanalmente los sabados, junto con los ultimos capitulos de mi otra historia en proceso. 


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