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Solo quería ayuda por RoronoaD-Grace

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Notas del capitulo:

Holaaa…

 

Si estás leyendo esto, gracias por la oportunidad. Este escrito es un pequeño One-Shot que se me ocurrió hoy, así que decide escribir, ya que tenía tiempo. a mí, personalmente me gusto, espero que a ustedes también.

 

Los personajes no me pertenecen, son le fantástico Eiichiro Oda-sama. Por los posibles horrores ortográficos, dos mil disculpas.

 

Sin más que decir, excepto que, espero por el ángel que les guste, los dejo leer.

 

 

El hermoso astro sol, brillaba en lo más alto del firmemente, aun así, la intensidad con la que irradiaba calor, no era excesiva. Era medio día, y el habiente era fresco. Un clima perfecto para ir a hacer las compras.

 

El cocinero de abordo, iba de un lado hacia otro, comprando lo necesario para llenar la despensa del Thousand Sunny: especies, verduras, frutas, la tan amada carne de Luffy, algunas cosas para preparar té, algunos pedidos especiales de parte de sus bellas damas. Sus manos se llevaban de bolsas y en ese momento, no había alguien acompañándole, tendría que cargar todo él solo, y no es como si eso fuera un problema. Camino por la plaza de la isla en la que se encontraban, sus manos estaban llenas, aun así continuaba comprando.

 

A lo lejos, observo como vendían Algodón de azúcar, inmediatamente pensó en el pequeño Tony Tony Chopper, seguramente lloraría, lo cual no era malo, Sanji decidió obsequiarle algo al médico de abordo.

 

Luego de un tiempo, todo en su lista ya estaba tachado, decidió que era momento de irse hacia el Sunny, comenzó a cruzar calle tras calle, se perdió en varias ocasión de su curso, pues más de alguna hermosa señorita se cruzaba en su camino, y él, como amante de la belleza femenina que era, no podía simplemente quedarse quieto, tenía que hacerle saber a esas señoritas, cuan hermosas eran, estas se sentía alagadas, pero luego de un tiempo en el que el rubio mantenía sus ojos en forma de corazón y continuaba revoloteando a sus alrededores, se asustaban y salían huyendo, pues Sanji en verdad se comportaba un tanto extraño.

 

El oji-azul volvía retomar su camino hasta que se encontraba con otra señorita, y la historia se repetía, pero luego de un tiempo, decidió hacer lo posible por regresar al barco, pues en este, unas verdaderas Diosas lo esperaban, su hermosa Nami-swan y la bella Robin-chan. Se sonrojo ante el recuerdo del hermoso cuerpo de ambas féminas, sus ojos volvieron a ser de corazón mientras continuaba avanzando, pero entonces, algo que diviso por el rabillo del ojo, llamo su atención.

 

Se detuvo y giro su cuerpo hacia la izquierda, cargando todas las bolsas, se dirigió hacia el lugar que llamo su atención, mejor dicho, hacia el local donde se encontraba, lo que capto su interés.

 

Cuando lo tuvo frente a sus ojos, sonrió.

 

—Cabeza de marimo — susurro, sin perder su sonrisa.

 

En su campo de visión, estaba una pequeña pecera, pero en esta no había peces, habían algas, pero estas no eran cualquier alga, eran marimos.

 

—Desea comprar algo — Sanji se incorporo inmediatamente, pues estaba inclinado observando los marimos. Sus ojos enfocaron a un hombre de edad, sus cabellos eran canos y estaba un poco regordete.

 

—No, solo observaba. Pero ya me retiro.

 

Dicho y hecho, salió del lugar con un asentimiento de cabeza por parte del hombre mayor. Sanji mantenía una sonrisa en sus labios, cuando un flashazo cruzo por su mente. Se detuvo de su caminata; pensando en el alga con patas, recordó que desde hacía unos días, nadie le ayudaba a lavar los platos, luego del almuerzo…

 

Había que hacer algo al respecto.

 

Sin perder su sonrisa en ningún instante, giro sobre sus pies y camino de regreso hacia la plaza de la isla, estuvo buscando unos cuantos minutos, hasta que al fin diviso un lugar de su completo interés. Se dirigió allí, y sin pensarlo un instante, ingreso en la licorería.

 

Le atendió una hermosa señorita de cabellos rubios y ojos verdes, de grandes pechos y cintura estrecha. Sanji comenzó a babear y alagar la hermosura de dicha joven, esta se sonrojo levemente, haciendo que los azules ojos del cocinero, tomaran la forma de corazones.

 

—¿Qué desea adquirir? — cuestiono la muchacha.

 

Sanji salió un momento de su ensoñación, recordando cual era el motivo por el que se encontraba en dicho lugar.

 

—Sake — dio el rubio.

 

La joven le mostro varias marcas y Sanji los ojeo todos durante unos segundos, luego indico cual quería, sabia de sobra cual era el Sake que el marimo disfrutaba más que otros.

 

Compro varias botellas y luego salió del lugar, no sin antes recordarle a la joven, que era una señorita hermosa y encantadora. Sin más contratiempo, Sanji camino con todas las compras de regreso al Thousand Sunny, tratando de llegar lo más de prisa, pues debía preparar el almuerzo. Cuando ya se encontraba a unos pasos de este, Usopp lo diviso, y al instante, fue en su ayuda, lo cual el rubio agradeció.

 

Subieron a la cubierta y ahí se encontraba todos. Robin-chan estaba leyendo un libro, Nami-swan tomaba el sol, Franky hacia una especie de baile robótico, mientras los ojitos de Luffy y Chopper destellaban, Brook intentaba convencer a la peli-roja, de mostrarle sus panties, por lo cual, se gano unos buenos golpes por parte de la navegante… y por último, ahí estaba él, durmiendo con su espalda recostada contra el mástil de la vela mayor, con sus Katanas a un lado, y sus piernas completamente extendidas en el camino hacia las escaleras.

 

—¡¡Sanji!! ¡¡Carne!! ¡¡Me muero de hambre!! — chillo el monito de goma, cuando sus negros ojos divisaron al cocinero, corrió hacia el rubio e intento arrebatarle las comparas, para devorarlas obviamente.

 

Pero Sanji lo alejo, le dio una patada y lo mando lejos.

 

—¡Te esperas, agujero negro! — dijo.

 

Luego perdió unos cuantos minutos alagando y revoloteando alrededor de sus bellas y hermosas damas.

 

—He traído lo que me han pedido — dijo, entregándole a ambas, una bolsita floreada, que contenía el pedido de cada una

 

—Muchas gracias, Cocinero-san — agradeció Robin.

 

—Gracias Sanji-kun — dijo Nami.

 

—¡Lo que sea por mis damas! — volvió a revolotear alrededor de ambas, y a decir piropos y halagos para cada una.

 

Pero entonces, los sollozos exagerados del capitán, le indicaron que mejor y se apresuraba a preparar el almuerzo. Le indico a Usopp, quien cargaba parte de las bolsas, que lo acompañara a dejar estas la cocina, el de nariz larga asintió.

 

Sanji sonrió internamente.

 

Giro hacia las escaleras, pero cuando iba hacia estas, «accidentalmente» se tropezó con las piernas de un dormido espadachín cabeza de césped, no era demasiado como para caerse, pero si para trastabillar un poco y despertar al marimo.

 

Zoro se despertó por demás mosqueado, dispuesto a partir en dos a quien se atrevió a despertarlo de su siesta, pero cuando diviso una cabellera rubia, sonrió de medio lado, tomo sus Katanas y se puso de pie dispuesto a comenzar una pelea; pero en ese instante, algo «resbalo», de entre las bolsas que el cabeza de pato mantenía entre sus manos.

 

Una botella de Sake.

 

Los ojos del espadachín brillaron un poco, mientras observaba su adoración ser levanta por las agiles manos de cocinero, del cejas de diana, y ser sostenido por esos largos y blancos dedos.

 

—¡Mira por donde caminas, estúpido cocinero! — dijo.

 

—¡No tendría que hacerlo si durmieras en el camarote, y no en un lugar transitado, cabeza de brócoli!

 

—¡Donde yo duermo es mi problema, cejas de sushi!

 

—¡Y si yo me tropiezo con tus piernas, ¿Qué crees? también es tu problema, así que cállate, Marimo estúpido!

 

—¡Cállame tú, si es que puedes, cocinerucho de pacotilla! — le reto.

 

—¡Claro que puedo, cerebro de alga! — dijo presumido.

 

—¡Inténtalo entonces, cabeza de pato!

 

—Te vas a arrepentir de haberlo pedido, espadachín de mierda — y dispuesto a pelear enserio estaba, cuando un par de puñetazos por parte de Nami, lo dejo fuera de combate, y no solo a él, sino también al peli-verde.

 

—¡Cállense los dos! — grito esta, sus dientes afiliados y sus ojos brillando de un intenso carmín —. ¡Tú, Zoro, vete a dormir a otro lado! ¡Y tú, Sanji-kun, ve a preparar el almuerzo, porque todos tenemos hambre!

 

El peli-verde dio un gran bufido.

 

—Arpía usurera — dijo, lo cual provoco que se ganara otro golpe de la navegante, dio un gruñido, pero esta vez no dijo nada y se alejo, perdiéndose en algún lugar de la cubierta.

 

—¡Por supuesto, mi hermosa peli-roja! — respondió Sanji, incluso ser golpeado por Nami, no hacía que su adoración por ella disminuyera. Junto con Usopp, ambos fueron hacia la cocina.

 

Pero en sus labios, no había una simple sonrisa por el hecho de admirar la belleza de Nami, no, Sanji sonreía por que la primera parte de su estrategia, ya estaba completa.

 

La carnada había sido lanzada, solo faltaba que la presa cayera.

 

Llego a la cocina, Usopp se marcho inmediatamente dejando solo al rubio, en su área de especialidad, este, se dispuso a guardar debidamente todo lo que había comprado en el pueblo, inmediatamente después de ello, comenzó a preparar el banquete para sus Nakama: corto, rebano, puso agua a hervir, frio especies, condimento la carne. Preparo una gran cantidad de comida, así como hizo refrescos de varios sabores, para la bebida. Cuando todo estuvo completamente listo, grito, llamando a todos.

 

Como era de esperarse, el primero en llegar fue Luffy, quien comenzó a engullir lo que le tuvo enfrente; luego llegaron Nami y Robin, a quienes Sanji les sirvió con elegancia, sus porciones, mientras las halagaba y piropeaba, por supuesto; así mismo, hicieron acto de presencia Franky, Usopp, Brook y Chopper y un par de minutos después, Zoro. Todos comenzaron a devorar sus alimentos, cuidando de que el monito de goma no les robara estos, y aunque intentaron que así fuera, en algún momento, a todos, les quito más de algo, por lo cual hubo alegatos, pero Luffy solo sonreía, haciendo que los demás también sonrieran.

 

El capitán del Thousand Sunny en serio era un pozo sin fondo, o como le había dicho Sanji: un agujero negro.

 

El almuerzo término, y el rubio inmediatamente se apresuro a servirles a sus damas, una porción de postre de Mandarinas, las cuales las había tomado de los mandarinos de la navegante, ambas féminas agradecieron y como era obvio, Luffy demando su parte, Sanji se la dio, y a cada uno de los Nakama restantes, excepto a Zoro, quien no quiso. El rubio le dio una mirada de odio, por atreverse a despreciar algo que el había preparado.

 

Luego, cuando ya no había nada para devorar, uno a uno fueron saliendo de la cocina, cuando ya solo faltaba Chopper y el peli-verde, Sanji llamo al renito y le entrego el algodón de azúcar que le había comprado, los ojitos del médico de abordo brillaron y este se prendió del rubio, en un gran abrazo, agradeció y salió de la cocina, feliz de la vida. Y entonces, finalmente solo quedo Zoro, sentado en el mismo lugar donde había permanecido durante el almuerzo.

 

Sanji estaba dándole la espalda, pues estaba comenzando a fregar los trastos, aun así, el rubio era consciente de la presencia del peli-verde, y como este, tenía sus ojos puestos en él.

 

Unos minutos después de que se quedaron solos, Zoro se puso de pie y fue hacia la repisa especial, donde Sanji solía guardar el Sake, tomo una botella, las destapo y le dio un sorbo, luego giro, yendo directo hacia la puerta. Pero antes de que saliera, Sanji hablo.

 

—Aparte de un marimo con patas, eres un ladrón de Sake.

 

Zoro soltó el pomo de la puerta, y giro hacia el rubio, Sanji observo que el peli-verde tenía una ceja alzada.

 

—No es robo cuando tomas algo que es tuyo, cabeza de pato — dijo.

 

Sanji sonrió con ironía.

 

—No veo que el Sake tenga tu nombre escrito, como para que alegues que te pertenece, cabeza de césped — Zoro dio un paso hacia el rubio, este, se cruzo de brazos.

 

—Así es, no lo tiene, pero ¿a quién le puede pertenecer, sino a mí?, cejas de sushi — dio otro paso hacia el cocinero de abordo.

 

—A otro Nakama, por ejemplo, espadachín de mierda.

 

—¿A quién? ¿A ti? — cuestiono —. Todos sabemos que prefieres tener tabaco entre los dientes, que alcohol detrás de la garganta — Sanji iba a hablar, pero Zoro no lo dejo —. Luffy no toma sake, igual que Usopp, y ni se diga Chopper, tus «Bellas damas», son igual, Brook bebe café y Franky, él tomo cola… eso me deja a mí, como el único que bebe Sake. Pero eso tú lo sabes perfectamente, pues te encargas de comprarlo, especial y únicamente para mí — Zoro dio otro paso hacia Sanji.

 

—Como si yo fuera a hacer eso, Marimo, ya quisiera tú — el rubio quiso decir algo referente a que Zoro era el único que bebía Sake, pero no se le ocurrió nada.

 

—Por supuesto que lo compras para mí, no es casualidad que sea de la marca que me gusta — sonrió y dio otro paso hacia Sanji —. No lo niegues, cocinerucho, no tiene caso — un paso más.

 

Sanji se irguió en su lugar completamente, Zoro estaba cada vez más cerca de él, y había una expresión en su rostro, que hacía que el oji-azul se sintiera muy nervioso.

 

—Simplemente lo escogí al azar, para una ocasión especial, cabeza de brócoli. No es para ti, no lo compre pensando que en tú lo tomarías, solo estaba siendo precavido — argumento.

 

Zoro sonrió de medio lado, dio otro paso hacia Sanji.

 

—Es gracioso que digas que lo guardabas para una ocasión especial, cuando sabes perfectamente que hace rato, me incitaste a tomarlo — dio otro paso hacia el oji-azul.

 

—¿Disculpa? ¿De qué rayos hablas, espadachín de mierda?

 

—No te hagas el tonto, cabeza de pato. Sabes perfectamente a que me refiero — dio otro paso.

 

Sanji cada segundo, estaba más nervioso, el peli-verde a cada instante estaba más cerca de él, a un par de pasos de distancia. No estaba seguro de lo que cruzaba por la mente del peli-verde, pero esa sonrisita en sus labios, hacia que el cuerpo del rubio se sintiera caliente, muy caliente.

 

—No pensabas que en serio iba a creerme el cuento de que «accidentalmente», tropezaste con mis piernas y por «casualidad» lo que se cayó de tus manos, fue una botella de Sake ¿O si, cejas de espiral? Claramente, estabas incitándome — dio otro paso, solo uno los separaba.

 

¡Oh! Lo habían atrapado, el marimo pelmazo se había dado cuenta de sus intenciones. Sanji no pudo decir nada, más que ver al cabeza de césped, y no desviar la vista, tenía su orgullo y no quería dar el brazo a torcer, quien sabe lo que el alga con patas pensaba hacer en ese momento, pero Sanji no era un cobarde, además, por algún extraño motivo, el rubio estaba comenzando a pensar que el mirada que el espadachín de pacotilla le daba, era muy sexy, no, el peli-verde era sexy, era jodidamente sexy.

 

Y Zoro dio un paso más, ese último que separa sus cuerpos. Sanji sintió un escalofrió recorrer su espina dorsal, al tener al peli-verde tan cerca de su persona. Sentía algo extraño en su cuerpo, y deseaba que no fueran las dichosas mariposas, porque si era así, estaba jodido.

 

Al estar tan cerca el uno del otro, el marimo poso la mano sobre la orilla del fregadero, como apoyo, la piel de su muñeca rozo la cintura del rubio, este se estremeció. Zoro se acerco peligrosamente al oído del oji-azul.

 

—No tenía idea de que me amabas tanto, como para intentar atraer mi atención, de ese modo, Sanji — susurro contra su piel.

 

Involuntariamente, el rubio dio un gemidito. ¡Joder! ¿Desde cuándo Zoro podía ser tan sexy y atrevido?

 

—Estas muy seguro de ti mismo ¿No? — respondió Sanji, casi susurrando, el peli-verde continuaba con los labios contra su oído —. Solo para que te quede claro, lo mío no son los hombres, me van de maravilla las señoritas.

 

—¿Estas completamente seguro de eso? — Susurro de forma que al rubio le pareció más que sensual —, ¿Estás seguro que no te pongo? — entonces lamio el lóbulo de su oreja. Sanji gimió. Cerró los ojos y se mordió el labio.

 

No, la verdad es que ya no estaba para nada seguro.

 

—Completamente seguro — su voz se escucho deseosa. Zoro sonrió.

 

Se alejo del cuello del rubio y coloco su rostro a centímetros del de Sanji, quien abrió los ojos y ambos se observaron a esa distancia. Zoro dejo de apoyarse en el fregadero, y coloco la mano sobre la espalda baja del oji-azul, atrayéndolo a su cuerpo de una forma un poco brusca, pero sensual y excitante. Sanji volvió a morderse el labio, para no a gemir, cuando sintió la cercanía del cuerpo de Zoro.

 

—¿Seguro, seguro? — insistió, sus labios se rozaban, Sanji sintió el movimiento que los labios de Zoro hicieron sobre los suyos, cuando formo las palabras. El peli-verde pego más sus cuerpos.

 

—Seguro, seguro — respondió el rubio.

 

Ambos se quedaron unos cuantos segundos en silencio, con sus cuerpos tan pegados y sus labios rozando, entonces, Zoro hizo un movimiento de cadera, que dejo un segundo sin aliento al rubio, quien esta vez no pudo reprimir un gemido, provocando que el peli-verde sonriera, se acerco más a Sanji y movió sus labios en señal clara de que iba a besarlo, el rubio separo los suyos, esperando el tan ansiado contacto, que no supo en qué momento, comenzó a que desear tanto, pero este nunca llego. En cambio, Zoro giro el cuello y le dio un gran sorbo a la botella de Sake que había mantenido todo el tiempo, en su mano izquierda. Sanji no pudo evitar la terrible decepción que se instalo en su pecho, pero a cambio, vio como unas cuantas gotas bajaron por la barbilla del peli-verde, hacia su bronceado cuello y luego se perdieron en el yukata.

 

«Bendito liquido que acaricia sus labios y baja por su garganta — el rubio lamio la comisura de sus propios labios —. Quien fuera Sake»

 

Entonces Zoro se separo y se alejo unos cuantos pasos de él.

 

—Es una pena — sonrió de medio lado —. En todo caso, solo quiero que sepas que si alguna vez enserio intentas atraer mi atención, debes enserio esforzarte. No soy alguien fácil.

 

Dicho eso, giro sobre sus pies y fue hacia la puerta, giro el poco y cruzo por el marco, saliendo y yendo directo hacia la cubierta, pero antes, cerró la puerta detrás de sí.

 

Sanji se quedo un par de minutos observando el pedazo de madera, luego, llevo sus manos hacia sus hebras doradas y las revolvió una y otra vez.

 

¿¡Como es que las cosas habían tomado ese rumbo!?, Zoro tenía razón en una coso, a propósito tropezó con él y dejo caer la botella de Sake, ¡Pero sus intenciones nunca fueron las que el marimo pelmazo pensó!... solo quería un poco de ayuda a la hora de limpiar la cocina, y obviamente no quería molestar a sus bellas damas, y como Zoro se la pasaba durmiendo una gran parte del día, no veía nada malo en que moviera su trasero un poco, y le ayudara. Que si quería Sake, que se lo ganara… ¡Eran esos sus verdaderos motivos! ¡No ningún otros!

 

Pero tenía que admitir, que lo que acaba de pasar tan solo minutos antes, había hecho que su corazón se acelerara completamente, lo había excitado demasiado. Y decepcionado de que las cosas acabaran así, y fueran más allá. Era una completa contradicción a su personalidad, pero ¡Joder!, el estúpido de Zoro era jodidamente sexy.

 

Se acerco a la mesa y tomo asiento en una de las sillas, luego, dejo caer la cabeza y la estrello contra la madera.

 

—Estúpido Zoro — susurro, con una sonrisa en sus labios.

 

 

Notas finales:

Y eso fue todo.


¿Y qué tal?


¿Qué les pareció?


¿Les gusto?


Hahaha yo se que los deje con las ganas, wahahaha… ñlsdfkjasñldfjasñle… fuera de ahora quieren estrangularme, espero que si les haya gustado.


Me gustaría que me hicieran saber que les pareció, en un lindo review, el cual yo responderé muy feliz, porque saber sus opiniones es una fuerte motivación.


Muchas gracias por haber leído. Que el ángel cuide de sus almas.


Judith...


 


 


 


 


pd: ¿que tal, un extra?


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