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ADIOS por Eiri_Shuichi

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Notas del capitulo:

^-^ Espero que este one shot sea de su agrado, no es presisamente lo que esperaba pero igual me parece que no ha estado tan mal. Lo unico q m incomoda es q no el tipo d cosas q suelo hacer >_< jejeje =P

GRACIAS POR LEER!!!!!!!!!!!!!! Cualquier opinion se agradece

Llueve, ¿cuándo fue la última vez  que vi llover de esta manera dolorosa, fría, depresiva y agonizante?
Lo recuerdo mas no se por qué, quizá por ser parte de la historia, mi historia escrita en penas y alegrías.
¿Cuándo comenzó?, en diversas partes del tiempo, pero esa etapa que encapsula ahora mi mente inicio hace más o menos trece años y me ha seguido por el resto de mis días.
Estudiaba el último año del colegio, era una persona como cualquier otra si he de ser sincero; vivía con mi madre y mis dos hermanos ya que, aunque mi madre solía tener de vez en cuando relación muy estables a mi parecer, ella no era capaz de olvidar a mi padre, creó que fue el amor de su vida pero desgraciadamente él murió siendo yo muy pequeño por lo que casi nada recuerdo. Desde aquel entonces crecí con el recuerdo de un buen hombre y la figura de una amorosa mujer; aquella era mi familia, sencilla, pequeña en cierta manera, pero sumamente feliz.
Aquella mañana salí como cualquier otro día, era el inicio del curso y tenía toda la intención de disfrutarlo cuanto me fuera posible, tenía en mi mente grandes planes y expectativas…
Llegue al colegio y no terminaba de creer que en menos de nueve meses entraría al Instituto. Me instale en el que por ese año sería mi aula principal, aunque de vez en cuando solíamos trasladarnos en algunas materias; coloque mis cosas en uno de los asientos con el desgane provocado por el transporte de aquella mañana ya que, aunque mi casa estaba a tan solo veinte minutos, debía despertar temprano y olvidarme de mis preciadas horas de sueño. El cielo aún se encontraba oscuro y tuve oportunidad de ver aquel amanecer, sumamente hermoso… Al poco tiempo llego Michael, uno de mis amigos, casi mi hermano; nos saludamos como de costumbre y empezamos a hablar de trivialidades como cualquier adolescente, me contó de su viaje para ver a unos parientes fuera de la ciudad, de lo que había hecho, etcétera; al poco rato tuvimos la compañía de Anaid y Sara, otras dos amigas.
Todo era normal, las mismas caras, algunos pocos maestros nuevos, pero realmente nada que saliera de lo establecido…
Un día, dos, tres semanas, ocho… el tiempo transcurría veloz cuando no pensabas en él así como el primer periodo de exámenes, de los peores de mi vida pero igual, sentía que iba a reprobar todas las materias pero no fue así, muy por el contrarío mis calificaciones estuvieron bastante decentes lo cual me subio bastante la moral. Al terminar, los cuatro acordamos salir a divertirnos un poco junto con Anne y otras personas cuyo nombre he borrado por mi propio bien.
¿Una historia corriente y aburrida?, eso diría yo de no saber lo que ocurrió en aquella reunión: Sara fue en compañía de un primo que acababa de mudarse a la ciudad, su nombre era Josué, tenía como dos años más que nosotros, alto comparado conmigo, cabello y ojos castaños pero no por ello desagradables.
Aquella ocasión en particular se me había hecho terriblemente tarde (cosa poco usual en mí) y, al hacerlo, me encontré con la escena de aquel desconocido declarándosele a Anne incluso sin conocerla, la pobre gritando todo lo que se le venía a la mente, Sara y Anaid de espectadoras y Michael sin decidirse a intervenir o no; no supe si reírme o ayudar a la pobre que realmente se veía exaltada.
Conseguimos tranquilizarla después de media hora y nos entretuvimos en lo que podíamos, a Michael y a mí aún no nos convencía tratar a Josué, parecía no importarle en lo absoluto la perturbación de la pobre Anne y, para bien o para mal, la primera impresión había dejado mucho a desear.
Que más desearía a decir “mi vida siguió como hasta aquel momento, fui muy feliz y nada malo ocurrió” pero sería ridículo de mi parte negar la realidad; es difícil expresarlo todo pero contra el pasado uno nada puede hacer, ¿o sí?
La reunión finalizo relativamente tranquila, Anaid estaba encantada con Josué, Sara… bien, ella era un tipo de persona realmente especial, parecía agradarle a todas las personas y por lo mismo ella y su primo llevaban una relación estupenda. Anne lo empezó a tratar pero de cuando en cuando solía decirme cosas de él que no le parecían y a mi parecer, nada en el le agradaba, mientras que a Michael parecía serle indiferente.
Las cosas transcurrieron a su ritmo normal hasta cierto día en que todo mi mundo dio un vuelto de ciento ochenta grados o incluso más.
Mi hermana menor, Marianne, amaba el teatro por sobre todas las cosas e hizo hasta lo imposible por inscribirse a un pequeño grupo que actuaba de vez en vez en escenarios pequeños y sencillos, para su desgracia el cupo debía ser mínimo y faltaban dos personas de manera que tuvo la genial idea de incluirme; paso días insistiéndome hasta el cansancio de manera que termine cediendo; así fue como di a parar en medio de gente a la que apenas y comprendía sin mencionar que el último en inscribirse fue el despreciable primo de Sara.
Reiteré durante aquel curso mi nulo talento para el teatro, disfrutaba mucho el verlo pero participar era algo completamente distinto y se me complicaba demasiado, es decir: se me olvidaban mis lineas, me ponía nervioso, sentía que me temblaban las piernas y sentía que quitaba valor al trabajo de los demás hasta que el “profesor” eligió que yo cantará, lo cual tampoco me causaba entusiasmo; todo lo contrarío de Marianne que parecía más feliz que nunca no solo por haber obtenido el papel protagónico sino también porque le encantaba escucharme.
De poco a poco fui tratando a cada miembro de la obra dandome cuenta de la clase de personas tan magníficas que podían ser, eran capaces de hablar sobre un sinnúmero de temas, expresaban tanto sus sentimientos positivos como los negativos y estaban completamente comprometidos consigo mismos y con su pasión; de entre todos con el que mejor relación llevaba resulto, irónicamente, ser Josué; incluso lo consideré mi amigo aunque de una manera bastante peculiar: hablábamos poco, actuábamos según nuestro animo (casi siempre el mío más instable que el suyo) y pensábamos más de lo que debe ser sano. Comenzó a tener ciertas actitudes poco usuales a las que yo no prestaba mucha atención; no recuerdo de que charlábamos, no recuerdo el tiempo a su lado y francamente me sorprende recordar su nombre.
En alguna de las varias ocasiones se nos encargo hacer unos presupuestos para la escenografía y estuvimos vagando durante horas por media ciudad hasta que conseguimos terminar, debían ser las cinco de la tarde más o menos cuando llegamos a su casa (la que más cerca nos quedo aquella vez), llamo por teléfono para pedir una pizza y confirme que era un descarado y sin vergüenza. Esperamos en silencio con varias cuentas sobre la mesa y escuchamos el timbre, él ni siquiera movió un dedo y tuve que abrir y pagar yo; entré nuevamente y lo mire con cierta molestia, deje la caja en la mesa y ninguno la toco siquiera durante un lapso, “¿No vas a comer?”, me preguntó, me levante, tome un pedazo y sin palabras le di a entender que no comería si él no lo hacía antes; se levantó, tomo un trozó y hasta ahí quedo todo: en pocas palabras, no tenía pizca de delicadeza.
Al siguiente día le comente lo sucedido a mis tres amigos, Sara y Anaid pusieron una cara entre maliciosa y cómplice que a mí no me dio buena espina, menos cuando me confesaron su genial idea: ¿Josué interesado en mí?, por amor de Dios, era la idea más absurda que les había dado y, en ellas, era decir no mucho, sino demasiado.
Quise ignorar por completo su comentario pero me fue imposible hasta que me asegure a mí mismo que tenía cosas más interesantes en que pensar. Una tarde nos permitieron como a cinco personas retirarnos antes pues los ensayos se volvían más y más rigurosos, me invitó a vagar y yo accedí… Caminamos durante largo rato y, lo demás, se vuelve difuso; se con certeza que hice un comentario que no le agrado y, cuando me di cuenta, se había lastimado su mano. Revise que no estuviera demasiado lastimado, fue aquella la primera vez que lo vi a los ojos y nunca podré describir lo que me transmitió aquello; ninguno dijo más nada.
Después de esa tarde pasaron semanas antes de verlo y, fue entonces, cuando me dijo aquellas palabras: un beso y“Me gustas” fueron simplemente sus palabras, no supe que responder, tan solo alejarme de él me interesaba, no, definitivamente no podía con ese peso.
Poco falto para que Sara, Anaid y Michael se enterarán, en ese momento era lo último de lo que quería hablar aunque mis dos amigas parecían pensar lo contrarío mientras que Michael se mantuvo al margen.
Me vi obligado a salir de la ciudad y tuve, por fin, tiempo para pensar todo lo ocurrido; entonces mi mente me confeso lo que más temí: quería a Josué.
Al volver lo que más necesitaba era verlo, lo busque pero parecía haber desaparecido, sin embargo el mundo y el destino son bastante caprichosos y lo pusieron en mi camino en el mismo lugar de aquella tarde.
Nos costo mucho hablar, tan cerca y tan lejos que me sentí morir en ese instante de manera que deje de pensar y simplemente le confesé mis sentimientos, me entro el pánico al ver como se acercaba a mí con paso decisivo, cerré mis ojos y los segundos se transformaron en siglos interminables finalizando en un beso; el segundo, esta vez correspondido; solo pude sonreír en ese momento sintiéndome inmensamente feliz.
Aquel día hablamos como no lo habíamos hecho en todo el tiempo de conocernos, el hacía cientos de planes y yo era dichoso escuchándolo, eso sí, descubrí su fascinación por molestarme un poco con cosas que sabía de antemano yo detestaba. En realidad algunas de sus ideas no me convencían, me parecía que pensaba demasiado a futuro cuando en mi mentalidad no es seguro siquiera llegar a mañana; demasiado para mi gusto. Continuo durante un buen tiempo hasta que decidí confesarle cierto capricho que me rondaba la mente desde hacía unas semanas; un viaje a un lugar fijo que deseaba conocer y, él, me respondió lo exacto para hacerme incluso más feliz; una de esas respuesta que no te importa si es verdad o mentira, simplemente es lo que quieres y necesitas escuchar.
Como era de esperarse mis dos amigas, que se habían enterado en tiempo record, parecían entusiasmadas por algo que yo nunca termine de comprender, solo hubo un pequeño detalle que me preocupaba, esa extraña sensación premonitoria de que algo malo esta a punto de suceder.
Poco duro el mundo de fantasía en que viví y, puedo asegurar, que al verlo derrumbarse me llevo con él; recuerdo perfectamente haber llorado como si en eso se me fuera la vida, Marianne escucho mi relato con total paciencia y comprensión, yo no quería que nadie me viera en ese estado y juro que en ese momento le agradecí el que estuviera a mi lado sin juzgarme. Permanecí en total depresión aquella tarde hasta quedar exhausto y terminar dormido, al siguiente día mi humor no mejoro aunque ya no me quedaban lágrimas para derramar.
Para el Lunes yo parecía completamente alegre, como si nada malo me hubiera ocurrido; creó que aquella fue la mejor actuación de toda mi vida: sonreír cuando por dentro estaba muriendo de dolor y, para cerrar con broche de oro, ante la prima y la amiga de aquel por quien yo sufría.
¿Cuánto tiempo pase en aquella situación?... no tengo la menor idea, solo se que llego un momento en que la imagen que había forjado para negar mi pena era ahora mi misma esencia y fue como si mi alma se hubiera congelado. Solo una cosa conseguía despertar en mí esos sentimientos dormidos, casi en coma: la pintura.
Otro viaje llego y sentí un gran alivio al alejarme de todo lo que me recordará a Josue, Dios, casi quise olvidar su nombre y casi lo consigo…
En aquella ciudad encontré un parque que me fascino por completo y al cual solía ir durante horas para hacer bocetos, así fue como conocí a Cristian. El era fácilmente cuatro años mayor que yo y aún así parecía interesarse en mi manera de pensar y mi perspectiva de la vida; se sentaba a mi lado en el parque y, mientras yo dibujaba, él hacía preguntas que luego ambos respondíamos, a veces coincidiendo y otras alegando lo contrario. Le contaba muchas cosas sobre mi vida, mi familia, mis amigos, mis creencias o simplemente cosas viscerales y él solía escucharme atentamente durante largas horas intercambiando papeles en algunas ocasiones.
No le amaba como pudiera pensarse, jamás tuve en él un interés más allá de la amistad, mas no niego que su compañía me era amena y apaciguaba un poco de mi destrozado corazón y mi torturada conciencia.
Así fue hasta antes de mi regreso, cuando callo sobre mí el terrible peso de la realidad; éramos demasiado diferentes; lo supe al verle llegar un día con la preocupación en el rostro, conocí un sufrimiento nuevo que aún no era capaz de de afrontar y, sin decir adiós de frente, me marche.
Volví a lo que conocía como hogar y una noticia me hizo caer en cuenta de mi debilidad: Anaid, una de mis mejores amigas, como la había yo considerado, era ahora novia del primo de Sara.
Yo solo la felicite y nadie pareció notar nada extraño en mi actitud, incluso la pobre Marianne me preguntó insistentemente si me sentía bien y le sonreía, le sonreía como todos aquellos que debemos tomar las cosas como si no pudiéramos sentir el dolor carcomiéndonos.
Como era de suponerse me aleje del teatro y me dedique a la pintura; nuevamente rodeado de gente nueva, entre ellos Santiago. Definitivamente no éramos en lo más mínimo compatibles, pero me había cansado de ignorarlo y termine tratando con él. Así hasta que un día quedamos de vernos para ir a una exposición de publicidad interesante; comentó que quería invitar a un amigo y yo no objete.
Llego él día, yo al encuentro y él amigo resulto ser nada más y nada menos que Josue; quería que la tierra me tragara en el instante en que me vio y yo solo pude negar conocerle excepto por los comentarios de Anaid. Salimos del museo y Santiago tuvo que irse a toda prisa dejándonos solos, después de eso solo se me de camino a casa con aquella discusión en mente.
“-¿Por qué dijiste que no me conocias?”
“-No se quien eres-” fue mi estúpida respuesta, ¡claro que lo conocía!, si todavía me calaba hondo su recuerdo, pero, ¿cómo pretendía que lo aceptara después de todo lo sucedido?
“-¿Cómo puedes decir eso?-” tampoco lo entendía, simplemente necesitaba engañarme a mí mismo, intentar mentirme.
Nunca antes le vi molesto como aquel día; me tomo de los hombros con firmeza y me beso buscando en mí una respuesta que jamás encontró. Me fui y nada más supe de él.
Al poco tiempo su relación con Anaid termino, debí sentirme mal por ella pero no podía, la traición había sido demasiado grande.
Me aleje un poco de ella y Sara, prácticamente él único en quien confiaba era Michael y, para mi fortuna, quedaba poco del curso.
Nos encargaron un último trabajo que hice con Michael, nos esforzamos mucho e incluso se quedo en mi casa a pasar la noche; al terminarlo conversamos un buen rato antes de decidirnos a dormir. A los días lo entregamos y fue ese el principio del fin. Cuando me di cuenta mi único amigo me evitaba, eso me hirió bastante pero me había prometido no volver a llorar por nadie de aquella manera desesperada, la misma que el día en que mis ilusiones con Josué se fueron a la basura. Sería hermoso decir que aquel día llovió y que el cielo parecía comprender mi pena pero no, todo lo contrario: fue un día caluroso de verano en que el Sol brillo, casi tanto como aquella vez…
No diré que ocurrió en mis últimas semanas en el colegio, ya no importa realmente; hice mis planes y me decidí a mudarme con unos familiares justo a la ciudad en que había conocido a Cristian. Sin embargo accedí por mi madre a hacer el examen de admisión y lo aprobé, de modo que quede atado otros tres años al lugar del que quería huir.
Ingrese al Instituto sin ánimos y con monotonía casi mortal; transcurrieron un par de semanas y la primera persona con quien me sentí cómodo fue Mario, un tipo definitivamente loco, irreverente, fuera de todo aquello a lo que estaba acostumbrado y que me dio un nuevo respiro a todo mi entorno. Me presento al poco tiempo a Joshua, otro loco con el que rápidamente simpatice y que podían animarme el día, sin mencionar a Claudia, Clara y Jade; todo parecía mejorar en mí vida.
El primer semestre fue para mí todo el alivió que necesitaba desde hacía tanto, no solo eso sino que también me reencontré con Cristian que me trato como si nada malo hubiera pasado.
Al año coincidí en una de las calles con Michael, volvimos a tratarnos de vez en vez, aunque jamás volví a verlo como antes, el apreció se perdió con aquellos doce meses.
Continué mis últimos dos años del Instituto con momentos difíciles, pero igual los disfrute como no creí posible. Al terminar elegí una Universidad en otra ciudad y, esta vez, de manera definitiva; me marche y, lo que pasó después, es parte de mi vida, pero no de esta historia.
Es así como llegue hasta este día, sentado en una cafetería, en uno de mis viajes a Europa como pintor y, por casualidad o destino, reconozco la figura frente de mí; las facciones,  los ojos y la actitud. Se que eres tú pero pareces no haber notado mi presencia, bebo un sorbo de mi café americano viendo el reloj, pido la cuenta y se que debo marcharme cuanto antes, llegar al hotel, cambiarme y asistir a la presentación de mis nuevas obras.
Sonrió con sinceridad incluso cuando tiempo atrás creí que no lo haría, así puede ser la vida y ahora estoy seguro de que no la cambiaría por la de nadie.
Sin embargo, hay un asunto pendiente desde hace ya mucho que quiero terminar aquí y ahora; pago mi cuenta, dejo la propina y voy a tu mesa; alzas la vista y tu mirada se muestra sorprendida y sin duda has sabido quien soy.
Te veo con la tranquilidad que alberga mi alma, te dirijo una sonrisa tranquila pero tú aún pareces un poco perturbado, ¿acaso en todo este tiempo mi nombre no ha dejado de perseguirte?; lo lamento por ti.
Solo una palabra escapa de mis labios, “Adiós”: doy media vuelta y me marcho.
Tengo un lugar a donde llegar, tengo donde volver y personas que me esperan: soy feliz, incluso más que cuando te conocí. No, no me interesa ver tu expresión en este momento, eres parte de mi pasado y solo eso.
Observo una vez más el reloj y creo que se me hace tarde.

 

 

FIN

 

Sep 21-Oct 3 (21, 25, 2 y 3)


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