Era la mañana de un sábado, cuando un joven de cabellos negros, ojos azulinos y piel pálida, daba vueltas en su desordenada cama, tratando de conciliar, aunque fuese por un momento el sueño que tanto había anhelado en el transcurso de la noche, Y aún siendo ya casi las siete de la mañana.
Sus ojos hinchados, las ojeras debajo de ellos, su ceño fruncido y un dolor en su pecho, fungieron como sus inquisidores desde el momento en que, después de cenar con sus padres, se retiro a su habitación para ir a dormir.
Aunque, bueno, siendo realistas el dolor en su pecho ya había estado ahí, desde el momento donde vio por primera vez, una expresión de sorpresa y rechazo a la vez, y quien sabe, hasta un poco de asco podría notarse en ella si se le recordaba con exageración en los detalles, en esa cara casi cincelada por los dioses, por sus finos rasgos y una mirada de hielo solo digna de ellos.
-¿Por qué lo hice?- Se cuestiono con voz baja, quebrada. Si alguien lo escuchara hablar así, notaría al instante que toda la noche estuvo llorando y ahogando sus gritos de dolor en su almohada.
Por enésima vez se giro sobre su cama, hasta que opto por quedarse boca arriba. Con la mirada perdida en el techo color crema que estaba encima de él, sus ojos se cristalizaron nuevamente y el dolor en su pecho se profundizo cual daga en una herida que aun no cierra.
Sin duda alguna, había cometido el mayor error en su vida, o al menos así era como lo veía él porque… ¿Quién demonios le confesaba su amor a su mejor amigo? ¿Qué hombre se le confesaba a otro en plan romántico?
“¡Nadie! ¡Absolutamente nadie! ¡Soy un imbécil!”
Con más fuerza de la necesaria, tomo la almohada que se supone debería ocupar como único lugar el espacio entre su cabeza y la cama, para ponerla sobre su rostro y ahogar un pequeño grito lleno de frustración.
Por culpa de unos sentimientos estúpidos que nisiquiera el mismo entendía, había arruinado una amistad de casi toda una vida, había echado a perder un vinculo que le había tomado años formar entre él y su mejor amigo, quien, por problemas familiares, era ciertamente difícil de entender por esa actitud fría y ese desapego emocional que tenía para con todos.
Se maldijo una y otra vez, ¿Por qué mierdas no se había tragado eso que sentía? ¿Por qué tenía que alejar a la persona más preciada para el con su tonta confesión?
Sencillamente no entendía por qué las palabras “Me gustas” salieron de su boca de manera automática cuando el otro chico le pregunto que si estaba interesado en alguien…
Bien, vamos, sabemos que eso es lo que muchos considerarían como “la oportunidad de una vez en la vida” pero, ¡Por dios! …l sabia que no debía confesarse, no porque ambos fueran chicos, eso era lo de menos, sino por esa amistad que los unía.
-Lo siento, Masamune. Lo siento…- Susurró el chico de mirada azulina antes de que finalmente, su mente colapsara por el cansancio y cayese rendido en los brazos de Morfeo.
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español