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Meeting in a rainy day por BlackHime13

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Notas del fanfic:

Pues... donde vivo ha estado lloviendo mucho ultimamente y se me ocurrió hacer este fic con esta temática n.n

Los personajes no me pertenecen a mi (excepto Satoru que lo inventé yo xD) sino a Masashi Kishimoto-sama

Notas del capitulo:

Aclaro que hay algo de OOC en los personajes, pues Sasuke está comportándose como un padre y pues tiene que tener en consideración lo que pensará su hijo.

Dicho esto nos leemos en las notas finales (=^w^=)

¿Nee, nunca os ha pasado que cuando llueve os ponéis de muy buen humor? ¿No? Pues a mi si. Soy un fan aférrimo a la lluvia. Me encanta escuchar el sonido que esta produce al caer. Adoro la paz y tranquilidad que se respira en el ambiente. Además que es muy bueno para la naturaleza y el aire, pues ayuda a que este sea limpiado.


Amo el olor a hierba mojada, el sentir el suelo húmedo al caminar, el respirar el aire puro y renovado, el ambiente de emoción que se crea en los niños…. Amo todas y cada una de las cosas que nos aporta la lluvia. Incluso cuando es una tormenta y los rayos y relámpagos alumbran el firmamento.


La verdad es que nunca he sentido miedo de ellos, ni siquiera cuando era pequeño. Ahora, ya con 19 años, puedo asegurar que nunca en mi vida he llegado a tenerle pavor a algo.


Camino bajo la lluvia por las calles casi desiertas. Mi paraguas naranja resalta por donde quiera que valla, pero prefiero que sea así de llamativo pues nunca lo perderé o me lo robarán. ¿Quién en su sano juicio se llevaría un paraguas que resalta tanto? Sería obvio y fácil encontrar al culpable.


A paso tranquilo bordeo los charcos formados en el suelo. Me gustará la lluvia, pero no tengo cinco años como para saltar sobre un charco y ensuciarme. Atravieso por el parque infantil que hay cerca de mi apartamento. Se que estará embarrado, pero es un atajo que me ahorrará 15 minutos de caminar.


En ese momento algo llama mi atención. Una pequeña figura. Se encuentra bajo un árbol. Es un niño, arrodillado en el suelo con los brazos rodeando sus rodillas y la cara enterrada en ellos. Me acerco con cautela. Podría pasar de largo, pero tal vez esté perdido y no puedo dejarle bajo la lluvia de esta manera.


 


-¿Estás bien?-pregunto suavemente al tiempo en que le cubro con el paraguas para que deje de mojarse. Gracias al árbol no está empapado del todo, pero aún así prefiero no arriesgarme a que coja una pulmonía.


Él levanta la cara y me mira sobresaltado. Noto que sus ojos están hinchados por el llanto. Frunzo un poco el ceño y me agacho hasta quedar a su altura.


-¿Donde están tus padres? ¿Te has perdido?-digo lo más suave que puedo para no asustarle. Él niega con la cabeza y yo le miro confundido. ¿No se ha perdido? ¿Entonces que hace aquí con un tiempo como este?


-Mamá es mala y papá tenía trabajo. Discutieron y yo salí de casa para no oírles.-respondió con sus ojos cristalizándose. Estaba a punto de llorar otra vez.


-Venga te llevaré a casa. Seguro que estarán preocupados.-digo mientras le acaricio los cabellos morenos.


-¡No! ¡No quiero volver! ¡Ella es una bruja y papá no estará!-grita mirándome llorando. Le abrazo y acaricio sus cabellos para tranquilizarle.


-Vale. No quieres ir con tu mamá ¿verdad?-susurro en su oído y él solo asiente.


-Entonces llamaremos a tu papá para que venga. Papá es el bueno ¿verdad?-digo de igual forma y él vuelve a asentir. Me separo un poco para verle a los ojos. Son de un precioso color turquesa y sonrío con dulzura. Es verdaderamente un niño adorable. Apenas y tendrá 5 años, pero parece muy inteligente.


-¿Tienes un número con el cual pueda contactarme con él?-pregunto sin dejar de acariciar sus cabellos. Al parecer le gusta porque cierra los ojos lindamente dejándose hacer.


-Papá lo apuntó en mi libreta.-dice al tiempo en que coge una pequeña mochila a su lado, la cual no había notado antes, la abre y me da una pequeña libretita.


-Vale. Mira yo vivo en ese edificio de allí.-digo señalando un edificio de apartamentos que está cruzando el parque.- Vamos para que te bañes y así llamo a tu papá.-propongo con voz tranquilizadora.


-Vale.-acepta. Yo lo cargo en brazos, con mochila y todo, y asegurándome que lo tapo bien con mi chaqueta comienzo a caminar en dirección al edificio.


Entrando por la puerta el portero me mira sorprendido a más no poder y se acerca a mi nervioso.


-Esto…. Joven Uzumaki… ¿desde cuando usted...?


-No es mi hijo. Lo encontré en el parque de enfrente y ahora voy a llamar a su papá para que venga a buscarlo.-le corto al saber lo que quiere preguntarme.


-En ese caso yo puedo cuidar de él mientras tanto.-propone amablemente. Ante esas palabras el niño se aferra a mi cuello y entierra la cara en mi hombro.


-Gracias, pero al parecer este lindo niño me prefiere a mi.-comento divertido. El hombre sonríe y se aleja, retornando a su puesto.


-Espere. ¿Podría hacerme un favor?-pregunto antes de que se aleje del todo. Él para y se voltea hacia mi.


-Por supuesto joven. ¿Qué necesita?-cuestiona de forma cortés.


-Verá…. Yo estaré bañando a este pequeño para que no enferme. ¿Podría hacer pasar a su padre hacia mi piso? Dejaré la puerta sin seguro así que dígale que suba directamente.-le pedí.


-No se preocupe se lo diré. ¿Como es el hombre?-acepta comprensivo y le pregunta al pequeño en mis brazos. Este le mira y vuelve a esconder el rostro en mi hombro.


-Papá es alto… cabello negro y ojos de igual color…. Asusta un poco a primera vista, pero es muy bueno conmigo….-murmura contra mi hombro. Suelto una risita ante la descripción.


-Al parecer es un hombre alto, de cabello azabache y ojos negros y con expresión seria que puede asustar un poco.-le digo al hombre enfrente mío el cual no pudo escuchar las palabras del menor.


-Entendido. En cuanto le vea se lo diré.-dice y después de una leve reverencia se marcha hacia su puesto otra vez.


Yo camino hacia el elevador y presiono el número 10. Espero pacientemente a que lleguemos al piso correspondiente y miro al chico en mis brazos.


-¿Como te llamas?-pregunto suavemente.


-Satoru.-murmura.


-¿Satoru-kun te encuentras bien?-pregunto preocupado.


-Si… solo tengo un poco de frío.-responde mirándome con sus lindos ojos.


-Vale, ya casi llegamos y te daremos un baño calentito ¿si?-propongo acariciando su cabello.


-Haaii.-responde sonriendo lindamente. Le correspondo y salgo del ascensor. Camino por el pasillo hasta llegar frente a la puerta número 23. La abro y entro dejando las cosas en el mueble del recibidor. Camino por el pasillo sin soltar al pequeño y le dejo sobre el sofá de la sala.


-No te muevas de ahí ¿vale?-le digo y una vez le veo asentir camino en dirección al baño.


Mi piso no es muy grande. Solo es un piso estándar de dos dormitorios, un baño con ducha y bañera integrada, cocina comedor de tamaño mediano y la sala de estar.


Regreso con una toalla que utilizo para secarle el cabello mojado. Ya he dejado la bañera llenándose, por lo que llamaré a su padre mientras.


-¿Me dejas la libreta para llamar a tu papá?-él solo asintió y me la dio. Cogí el teléfono y marqué el número rápidamente.


 


-¿Diga?-oigo que preguntan del otro lado. Me tenso ante la voz profunda que ese hombre tiene.-¿Oiga?¿Hay alguien ahí?-noto que el tono parece irritado así que me apresuro a responder.


-E-esto…. ¿es el padre de Satoru?-pregunto con voz nerviosa.


-¿Satoru? ¿Qué pasa con mi hijo?-pregunta enojado, pero puedo notar el tono preocupado.


-Verá… lo encontré en el parque cerca mi piso y lo traje pues con la lluvia podría constiparse. Le llamaba para que viniera a por él.-le explico lo más tranquilo que puedo. ¿Como podía ponerme tan nervioso por solo la voz de alguien?


-¿Y qué hacía mi hijo en el parque con esta tormenta?-pregunta exaltado y puedo oír ruidos del otro lado. Al parecer está recogiendo sus cosas.


-Pues al parecer les oyó discutir a su mujer y usted y se fue de casa para no oírles.-digo nervioso. Miro al pequeño que está entretenido con la toalla.


-Satoru-kun, mira por favor si la bañera ya está llena.-le digo con una sonrisa. Él asiente y camina por donde le indiqué que está el baño.


-¿Bañera? Supongo que para que no se resfríe.-la voz de ese hombre me devuelve la atención hacia el teléfono.


-Así es.-respondo por decir algo.


-En cualquier caso… esa mujer y yo no estamos casados. Tenemos un hijo en común, pero nada más. Vivimos juntos por sus padres y los míos, pero no siento nada más que desprecio hacia ella. Entiendo que un niño tiene que crecer en una familia que se quiera, pero no quiero hacerle vivir una mentira.-me explica al tiempo en que camina. Puedo oír como algunas personas le llaman para detenerle, pero este al parecer no les presta atención.


-Entiendo…. Yo también creo que no debería crecer con la ilusión de una familia feliz cuando en la realidad no es así.-coincido con él. Mis padres se quisieron mucho, pero después de la muerte de mi hermana noté que ninguno de los dos quería seguir con el otro. Yo crecí viéndoles fingir ser felices cuando sabía que no era verdad. Me dolió mucho y en cuanto cumplí los 15 les dejé muy claro que estaba harto de verles fingir. Que eso solo empeoraba las cosas y que si no se querían que se divorciaran de una vez e iniciasen una nueva vida con sus respectivos amantes. Pues hacía tiempo que sabía que ambos tenían a alguien en sus vidas.


Yo ya no pintaba nada en sus vidas, pues cada vez venían menos a casa y se preocupaban poco por mis estudios o salud. Al final fue mi tutor el que les hizo saber que tenían que arreglar las cosas cuando tuve un accidente y acabé en el hospital.


Después de aquello no volví a verlos, pues se divorciaron, me dejaron una fortuna en la cuenta y cada uno se fue por su lado. Han pasado 4 años desde la última vez que les vi.


-¿Sigues ahí?-oigo que me preguntan. Vuelvo al presente pues me quedé bastante rato callado, recordando mi vida.


-Si, lo siento. ¿Qué decía?-pregunto mirando como Satoru me hace señas. Yo asiento y camino con él hacia el baño.


-Pregunté su dirección. Ya estoy en el coche para ir a por él.-me responde después de suspirar.


-Por supuesto.-le digo mi dirección al tiempo en que comienzo a desvestir al pequeño.


-Estaré ahí en 45 minutos como mínimo.-respondió chasqueando la lengua molesto.


-¿Se encuentra muy lejos?-pregunto curioso.


-Al otro lado de la ciudad. Tenía una reunión con unos socios casi en las afueras de esta.-respondió molesto al tiempo en que encendía el motor del coche. Calculé y eso sería casi hora y media de camino. Eso si no había tráfico o ningún accidente.


-No se apresure entonces o podría accidentarse. Él estará bien conmigo se lo aseguro. Así que no corra y llegue cuando pueda.-le dije con voz tranquila.


-De acuerdo. Gracias.-dice después de suspirar.


-No es nada.-respondo sonriendo y entonces cuelga. Dejo el teléfono sobre el fregadero y vuelvo mi atención al pequeño moreno.


-¿Papá vendrá?-me pregunta ansioso y preocupado.


-Así es. Tardará un poco, pero vendrá lo más rápido que pueda.-le dije mientras le guiñaba un ojo. Al moreno se le iluminaron los ojos de la emoción y saltó dentro de la bañera.


-Si me enfermo papá se enojará.-me dice al ver mi mirada divertida.


-Ya veo… y eso no lo queremos ¿verdad?-digo y procedo a bañar al pequeño.


Sinceramente no tengo hijos, ni hermano/as pequeño/as, ni siquiera primos a los que tenga que cuidar, pero me encantan los niños. Son adorables y tiernos, aunque un poco demasiado enérgicos, pero merece la pena tenerlos y cuidarlos.


No tengo pareja así que se que para tener a mis hijos, cosa que realmente quiero, falta bastante, pero… ¿quién sabe? Tal vez conozca a alguien cuando menos lo espere.


Baño tranquilamente al niño y lo seco concienzudamente. Él hace un puchero molesto.


-No hace falta tanto cuidado.-se queja.


-Si lo hace. No quiero que enfermes.-le digo sonriendo al tiempo en que le seco los cabellos con la toalla. Luego procedo a usar el secador y le visto con ropa que el portero me consiguió de un vecina.


Miro el reloj de la sala y noto que ya pasó una hora. Son las 20:00 pm y miro al niño que está atento a los dibujos de la televisión.


-¿Qué quieres de cenar Satoru-kun?-pregunto suavemente. Me mira sorprendido y yo le devuelvo la mirada confundido.


-¿De verdad me hará la cena onii-chan?-pregunta ilusionado.


-Claro. ¿O acaso tu no cenas?-pregunto divertido y extrañado.


-Si pero…. Mamá nunca cocina. Siempre pide algo de un restaurante al que irá a cenar con alguien. Cuando papá llega ya es tarde y yo siempre me quedo con la niñera.-responde algo triste.


-Pues hoy no será así. ¿Qué te apetece?-le pregunto acariciando sus cabellos con cariño. No puedo creer que su madre sea así. Ahora entiendo porqué el pequeño la considera una bruja y su padre no la puede ni ver.


-¡Espaguetis!-grita emocionado. Yo suelto una risita y camino hacia la cocina.


-Está bien. Tú quédate ahí sentado en lo que yo los preparo.-le digo y él solo asiente para volver su mirada a la pantalla.


Miro un momento por la ventana y noto que la tormenta es aún más fuerte que antes. Espero que al padre de Satoru no le haya pasado nada con este tiempo.


Algo preocupado comienzo a preparar la cena cuando oigo la puerta abrirse. Pasos tranquilos y cautelosos se acercan y oigo al pequeño saltar emocionado del sofá.


-¡Papá!-grita y oigo como corre. Supongo que habrá saltado a los brazos de su padre. Algo nervioso miro la cena, asegurándome que no se vaya a quemar, y salgo de la cocina.


-Tardó menos de lo que pensé.-comento. El hombre voltea con su hijo todavía en brazos y me mira sorprendido. Arqueo una ceja confundido y un rubor cubre mis mejillas al notar su mirada examinándome detenidamente.


-Siento las molestias que le hemos causado.-dice después de un silencio prolongado. Su actitud es seria y respetuosa, pero creo que sigue sorprendido por algo que no logro comprender.


-Realmente no ha sido nada. Me alegra haber pasado por ahí en ese momento.-comento con una sonrisa mirando como Satoru se retuerce en los brazos de su padre para que le baje. Este le mira confundido y lo hace. Cuando los pies del niño tocan el suelo este sale corriendo hacia mi y salta para que le coja. Lo levanto ante la mirada estupefacta de su padre.


-¿Qué pasa Satoru-kun?-pregunto divertido por la actitud del pequeño.


-Papá onii-chan me gusta. ¿Puedo quedarme con él?-le pregunta a su padre con ojos de borrego. Tanto el hombre moreno como yo miramos al pequeño sorprendidos a más no poder.


-Moo… no soy un juguete.-me quejo haciendo un puchero.


-No es eso…. Quiero que onii-chan sea mi mamá.-dice mirándome serio.


-Tu ya tienes mamá.-comento acariciándole el cabello. Él hace un puchero enojado.


-Pero ella no me gusta y onii-chan si.-dice como si fuese razón suficiente. Yo sonrío ante la actitud del moreno menor.


-Hai, hai. Me alegra que te agrade, pero tu papá tiene que estar de acuerdo en ello.-digo divertido. Mi vista se posa en el moreno mayor que sigue mirándonos sorprendido, aunque con un cierto brillo en los orbes negros que no pude identificar.


-Como sea… dejemos esto para luego. Primero vamos a cenar.-digo al ver que el silencio se prolongaba demasiado.


-¿Hiciste de cenar?-oigo la pregunta sorprendida del moreno mayor.


-Bueno… es tarde y Satoru tendrá que irse a dormir pronto y no es bueno que no haya cenado nada antes.-explico sonrojándome al ver la pequeña sonrisa que adorna el rostro del contrario.


-Ya veo.-dice al tiempo en que camina hacia la cocina.


Satoru ya está sentado en la mesa esperando impaciente. Su padre se sienta al lado del pequeño y yo miro la olla con la pasta. La saco, escurro el agua, vuelvo a verterla en la olla junto a un poco de tomate frito y trozos de salchichas y un par de minutos después ya la he servido en los platos. El pequeño sonríe con los ojos brillando de emoción al ver su cena.


-Gracias por la comida.-dice para comenzar a devorarla. Yo sonrío divertido y me siento al otro lado del menor, quedando frente a frente con el mayor.


-No comas tan rápido que te atragantarás.-le digo al niño al tiempo en que le limpio la boca con una servilleta. El moreno hace un puchero, pero hace lo que le digo.


-Siento que sea tan simple.-comento al mayor una vez acabo de limpiar al niño.


-Tranquilo es perfecto. Nunca había visto a Satoru tan emocionado.-responde comiendo él también.


Asiento y los tres cenamos tranquilamente y en silencio, exceptuando las leves reprimendas que le doy al pequeño cuando este se emociona y come demasiado rápido, o cuando le limpio la cara llena de tomate y este se queja.


Una vez la comida se acaba el menor corre al sofá para seguir viendo sus dibujos preferidos. Yo sonrío divertido y recojo los platos.


-Deja que los lave.-habla el mayor.


-No hace falta.-digo avergonzado pues este se encuentra detrás mio, tan cerca que siento su aliento en mi nuca.


-Tu hiciste la cena y cuidaste de mi hijo. Creo que es justo que haga algo.-me dice y yo solo me rindo sentándome otra vez en la silla.


El moreno lava los trastes rápido y prepara un poco de té, el cual me sirve y vuelve a sentarse enfrente mio con otra taza para él.


-Yo podría haber preparado el té…-comento en voz baja. Este solo sonríe de lado y niega con la cabeza.


-No me he presentado. Me llamo Sasuke.-dice mirándome fijamente.


-Naruto.-respondo sonrojado.


-¿Qué edad tienes?-me pregunta sin borrar su sonrisa.


-19 ¿usted?-pregunto curioso.


-23.-responde y yo le miro sorprendido.- ¿Qué? ¿Porqué la cara de sorpresa?-me dice divertido.


-Yo…. Es solo que no los aparenta. Pensé que tendría 20, 21 como mucho.-digo desviando la mirada a la mesa a la vez que mi sonrojo aumenta.


-Vaya… normalmente me dicen que aparento tener más, no menos.-comenta mirándome divertido.


-Mmm… pues esas personas están mal de la vista.-digo haciendo un puchero.-Entonces tuvo que tener a Satoru muy joven.-digo al caer en cuenta de ese detalle. Él suspira y se recuesta en el respaldo de la silla.


-Así es. Con 17 yo ya tenía un hijo.-responde con una expresión que no supe descifrar.


-Lo siento. No quise entrometerme.-digo no muy seguro de cómo continuar nuestra pequeña conversación.


-No te preocupes por ello. Fue cosa de una noche cuando tenía 16. No diré que fue un error porque tengo un hijo maravilloso, pero….


-¿Pero?-pregunto al ver que no continúa. Él suspira y me mira con un poco de tristeza.


-No fue con la persona indicada. He tenido que vivir con una mujer que se preocupa más por las compras, el maquillaje y los hombres que por su hijo. Yo hago lo que puedo para pasar tiempo con él, pero mi trabajo es muy exigente así que no puedo estar a su lado tanto como quisiera ni tanto como él necesita.-explica mirando la taza en sus manos fijamente.


-Mmm…. Yo creo que ha hecho un gran trabajo. Satoru le adora. Con el poco tiempo que he pasado con él puedo decir con seguridad que ama a su padre con todo su ser.-le digo cogiéndole la mano para que me mirara.


El mayor sube la vista y sus orbes negros se posan en mis zafiros. Sonríe levemente y aprieta mi mano con la suya.


-Al parecer te adora mucho más a ti. Es increíble lo mucho que le gustas. Ni siquiera con sus profesores es tan abierto.-comenta divertido y yo me sonrojo ante ello.


-Bueno… no se que decir ante eso…-susurro avergonzado. El ríe un poco y yo me quedo maravillado ante ese suave sonido.


-Supongo que es por tu aura. Se nota lo mucho que te gustan los niños así que eres correspondido por ellos de igual forma. ¿Tienes experiencia cuidándolos?-pregunta. Yo niego con la cabeza.


-No. No tengo hermanos ni primos…. Bueno no que yo sepa al menos.-digo. El moreno alza una ceja sin entender.


-¿Qué tu sepas?-cuestiona curioso.


-Bueno…. Llevo 4 años sin ver a mis padres, después de que se divorciaran cada uno siguió su vida con sus parejas así que no se que es de ellos.-expliqué de forma resumida.


-Lo siento. Debió ser duro.-dijo.


-No te preocupes. Fui yo el que les dijo que dejaran de hacer el tonto y se divorciaran.-le dije quitándole importancia al hecho. El me mira sin comprender.


-¿Te importaría explicármelo un poco mejor?-preguntas. La verdad es que no es un tema que me guste mucho tratar, pero…. Este hombre me inspira mucha confianza.


-Verás…. Yo tenía una hermana gemela. Cuando cumplimos 8 ella tuvo un accidente y murió. Mis padres no pudieron superarlo y cada vez se distanciaban más. Yo sabía que ya no se querían, pero pensaron que era mejor seguir casados por mi bien. Mala decisión.-paré para mirar por la ventana. La tormenta seguía y parecía que los árboles serían arrancados del suelo de lo fuerte que estaban siendo zarandeados por el viento.


-¿Porqué fue una mala idea?-preguntas haciendo que vuelva mi atención a ti.


-Pues…. Porque cada vez pasaban menos tiempo en casa con tal de evitarse mutuamente y no discutir. Eso hacía que yo siempre me quedara solo. A los 10 descubrí que ambos tenían un amante con quien vivían. En parte no me importaba, pues tenía muy claro que ellos ya no tenían nada, románticamente hablando, pero cada vez yo existía menos para ellos.-comenté algo triste al recordarlo.


-¿Pasó algo malo?-cuestionas notando mi tristeza.


-Pues… ellos solo venían a dejar dinero de vez en vez así que aprendí a apañármelas solo. A los 14 ellos directamente ya no venían. Tampoco lo hacían a las reuniones con mi tutor de clase y eso comenzó a molestarle a este. Mis notas siempre habían sido buenas, pero yo no estaba del todo bien. Me distraía mucho y casi no prestaba atención así que comenzaron a bajar. Él estaba preocupado, así que llamó a mis padres en varias ocasiones, pero estos nunca le respondieron. En definitiva yo dejé de existir para ellos, pues incluso dejaron de mandar dinero.


-Menudos padres.-murmuras enojados lo que hace que sonría.


-Bueno de alguna forma logré pasar de curso, pero un día que llegué tarde a casa…. Unos ladrones habían entrado. Cuando notaron mi presencia me apuñalaron en el estómago y huyeron. Mi vecina de al lado fue la que me encontró. Era una señora mayor que cuando notó la ausencia de mis padres venía cada día sin falta a ver como estaba.-dije un poco triste pues ella falleció hace un año de cáncer. Había luchado muchos años contra ello, pero al final no pudo más.- Desperté tres meses después en el hospital. Tuve que hacer rehabilitación pues había pasado demasiado sin moverme, pero no fue muy duro tampoco. Fue casi un año después que salí de allí.


-¿Tus padres nunca fueron a verte?-preguntas muy enojado.


-No…. Se enteraron porque la policía les llamó, pero no fueron al hospital hasta el día que me dieron el alta. Estaban en la puerta mirándome con lástima y… en ese momento les grité de todo. Les dije lo enojado que estaba con ellos, lo horribles que habían sido como padres, que vale que habían perdido una hija pero seguían teniéndome a mí, que dejaran de hacer el imbécil y se separaran de una buena vez….. que no volvieran a mi vida nunca más.


-¿Cómo se lo tomaron ellos?-preguntas al tiempo en que secas mis lágrimas con la mano que tienes libre. No recordaba que seguíamos con las manos agarradas, pero la apreté para darme valor y seguir.


-Me miraron tristes y con lágrimas en los ojos, pero no dijeron nada. Solo me extendieron un cheque con una suma exorbitante de dinero y se marcharon. Al parecer en el tiempo en el cual yo había estado ingresado ellos vendieron la casa. Guardaron mis cosas en un almacén que alquilaron para cuando pudiera ir a por ellas. Yo alquilé este apartamento, traje mis cosas, conseguí empleo en una pequeña cafetería y seguí con mi vida. Hasta el día de hoy que volviendo a casa me encontré a un adorable niño bajo la lluvia.-acabé mi historia con una leve sonrisa.


-Vaya…. Y yo me quejaba de mi vida. Mis padres siguen juntos y al menos ella siempre me ha dado cariño y apoyado en todo lo que pudiera. Mi hermano es un poco pesado, pero siempre ha estado ahí para mi. No veo mucho a mis abuelos, pero también se que me quieren mucho a mi y a Satoru. Cierto que convivo con una bruja, pero tampoco es que pase mucho tiempo con ella así que es un mal menor. Además que mi empresa va bastante bien y no puedo quejarme en el aspecto sanitario.-dices mirándome con una sonrisa de medio lado.


-Ojalá todos tuviéramos esa suerte.-dije divertido.


-Y ojalá todos fueran tan buenas personas como tu. Tan optimistas a pesar de todo. Con tanta fuerza de seguir adelante sin importar lo difícil que sea.-dices acariciando mi mejilla con suavidad. Yo me sonrojo ante ese acto, pero no hago nada por impedir que siga. Un fuerte estruendo me hace sobresaltar y entonces las luces se apagan.


Me levanto sobresaltado y abro un cajón cercano sacando unas cuantas velas. Las enciendo y dejo algunas sobre la mesa.


-¿Satoru estás bien?-pregunto dirigiéndome al salón donde estaba el pequeño. Sasuke va detrás mio y vemos a su hijo recostado durmiendo tranquilamente. Suspiro aliviado y me acerco hasta el pequeño sin hacer mucho ruido.


-Parece que se durmió.-susurro acariciando sus cabellos color ébano.


-Si. La tormenta provocó el apagón. Seguro que uno de los rayos impactó en alguna torre cercana.-dices mirando por la ventana.


-No creo que sea buena idea salir ahora.-digo al notar el mal tiempo. Me preocupaba que les pasara algo al par de azabaches.


-Si… pero no quiero incomodarte más.-comentas mirándome. Yo niego con la cabeza.


-Me preocuparía más que salierais con esta tormenta.-digo sonriendo levemente.- Además tengo una habitación de sobra que podéis usar.-ofrezco sin dudar.


-¿Estás seguro?-preguntas mirándome con cierto brillo en los ojos. Seguro provocado por la luz de las velas. Yo asiento con la cabeza y cojo en brazos al pequeño. Camino con él hasta la habitación de invitados y espero a que el moreno abra la puerta. Una vez ya estamos dentro dejo con cuidado al menor sobre la cama, lo tapo con las mantas para que no coja frío y dejamos un par de las velas sobre la mesa. Seguidamente salimos de ahí dejando que duerma tranquilo.


-Pareces más su madre que la de sangre.-comentas y yo me sonrojo ante tus palabras. Espero que no lo notes por la oscuridad.


-No digas esas cosas.-murmuro avergonzado.


-¿Porqué? Él mismo dijo que quería que fueses su mamá.-respondes divertido acercándote a mi.


-Esto…. Eso seguro que solo fue una broma…-digo nervioso. Me acorralas contra la pared y haces que te mire a los ojos.


-No lo creo… además que estoy seguro que serías la madre y esposa perfecta.-susurras en mi oído. Un escalofrío me recorre entero y volteo el rostro para no verte a los ojos. Estoy tan nervioso que no se que responder.


-¿No te gustaría serlo?-preguntas en voz baja.


-¿Qué?-pregunto sorprendido a más no poder.


-¿No quieres ser su madre y mi esposa?-preguntas mirándome seriamente.


-Yo…. Apenas nos conocimos hoy…-murmuro apenado y nervioso.


-Hmm…. Entiendo, entonces…. ¿quieres probar a salir juntos?-propones mirándome con la misma seriedad que al proponerme ser tu esposa. Soy doncel así que no me molesta esa palabra, aunque no soy mujer para que la use pero lo acepto de todas maneras.


-Yo…. Tal vez podríamos intentarlo…-acepto sonrojado hasta las orejas.


-Bien…-susurras para luego besarme casta y tiernamente en los labios.


Después nos sentamos en el sofá y seguimos hablando hasta que ya no supimos qué decir. Hasta que las velas se apagaron y hasta que yo caí profundamente dormido en tus brazos.


 


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Miro al lindo rubio en mis brazos y no puedo evitar sonreír ante la preciosa imagen frente a mi. El menor es el ser más hermoso que he tenido el placer de conocer. Sus cabellos rubios como el sol, sus orbes color zafiro que superaban con creces el profundo color del mar y el resplandeciente del cielo, su acanelada piel y el aroma a vainilla que desprendía toda su piel.


Nunca pensé que lograría hablar con él. Mucho menos lograr que saliera conmigo.


Esa mañana estaba de tan mal humor por culpa de esa bruja que nunca imaginé que mi día acabaría siendo el mejor de mi existencia. Estaba trabajando sin descanso cuando me llamaron diciendo que mi hijo había huido de casa.


La voz del joven me pareció atrayente y conocida, pero no presté atención. Llegué lo más rápido que pude al apartamento en cuestión y entré cautelosamente. Fue ahí que mi mundo se iluminó. El rubio que tenía delante era el que me había llamado la atención hace unos cuantos meses atrás. 8 para ser exactos. La primera vez que lo vi fue de camino al trabajo. Fue algo rápido porque él parecía tener prisa y yo también, pero sus hermosos ojos me llamaron mucho la atención. La segunda vez fue en la hora de la comida. Salí a tomar un café con mi hermano y hablar un rato a una cafetería cercana a mi empresa. Ahí fue cuando le volví a ver con un lindo uniforme negro que le entallaba el cuerpo deliciosamente. Lástima que no nos atendió él. Además que mi hermano se dio cuenta de lo embelesado que me había dejado el doncel y he estado aguantando sus burlas todos estos meses, pues me llama cobarde por no hablarle.


Hoy, para mi sorpresa, ha sido la tercera vez. No puedo creer que realmente esté en su piso, haya probado su comida, hayamos hablado de forma amena, haya visto lo bien que se lleva con mi hijo y, sobretodo, no puedo creer que me haya dado una oportunidad de salir y conocernos más.


Aprieto mas el agarre en la cintura ajena logrando que el menor se acurruque más en mi pecho. Sonrío y desvío mi mirada a la ventana donde la lluvia sigue cayendo sin descanso. Mi sonrisa se amplía.


Bendita sea esa bruja con la que vivo que hizo que mi niño saliera. Bendito mi hijo que acabó en ese parque. Bendita la bondad del rubio de no dejar solo al pequeño y traerlo a su casa. Y por sobre todas las cosas. Bendita sea la lluvia que logró que me pudiera quedar en su apartamento hablando y conociéndonos más. Dándome la oportunidad de pasar tiempo con este bello ángel.


No se si las cosas serán fáciles entre nosotros. Si mi familia lo aceptará ni si esa mujer me dejará en paz. Lo único que tengo muy claro es que esta reunión es cosa del destino o algo por el estilo y no pienso desaprovechar la oportunidad. Después de todo el rubio a accedido a ello, mi hijo parece adorarle y este a él. Lo cual hace que esta relación pueda llegar a tener futuro. Y sino..... ya me encargaré yo que así sea.


Con ese último pensamiento voy cayendo en un profundo sueño, sin debilitar ni un poco mi agarre en el ojiazul. Y oliendo el perfume natural de su cuerpo junto al sonido de sus latidos me duermo con una leve sonrisa en mi rostro.


 


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Al día siguiente. Siendo apenas las 7 de la mañana. Un pequeño moreno abrió los ojos reconociendo el lugar donde estaba. Salió de la cama y caminó hacia el salón. Ahí encontró a su padre junto al rubio, durmiendo abrazados y con sonrisas en el rostro. Inevitablemente él también sonrió. Sabía que su papá sentía cosas por el ojiazul, pues oyó a su tío burlarse de él un día que fue a verle al trabajo. Cuando vio al rubio en el parque no pudo evitar pensar en ayudar a su papá con este.


Ahora su padre sería feliz junto a ese lindo rubio, pero sobretodo.... él había conseguido una muy buena mamá. Una que le cocinaba, cuidaba y se preocupaba por él.


Sonriendo se acercó hasta ellos y se sentó sobre las piernas del doncel, quedando medio abrazado a este y su papá. Sintiendo la calidez de ambos mayores rodearle dejó que el sueño le venciera otra vez.


Por fin tendría una verdadera familia y eso le hacía realmente feliz. Por ello ayudaría todo lo que pudiera a su papá para que nunca perdiese al rubio y este se fuera de su lado. Con esa resolución en mente se dejó llevar de nuevo a los brazos de Morfeo.


 


El rubio, ajeno a los pensamiento de ambos morenos, siguió durmiendo sintiendo el calor que emanaban padre e hijo. Los cuales recién habían entrado a su vida, pero estaba seguro que no saldrían de ella en mucho tiempo. Esperemos que nunca.


 


......FIN......

Notas finales:

Pues.... ¿qué tal? Espero que os haya gustado jejejeje

No sé si hacer un oneshot que explique su primera cita y tal (iría separado de este tenédlo en cuenta ¬¬), pero eso dependerá de los reviews n.n

Sin más esperaré a ver que tal la acogida de este shot y a ver si nos leemos en otro fic mío (=^w^=)


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