I
Resplandeciente.
WinterIron.
No era extraño escuchar algunos sonidos provenientes de aquel sector, ya sea que el reloj marcara las cuatro de la tarde o las cuatro de la madrugada, indistintamente. Se fugaba de allí, una luz resplandeciente y perenne, en un principio le pareció normal debido a las actividades de las que alardeaba y se dedicaba, pero conforme pasaba el tiempo, comenzó a sospechar que esa luz, era todo menos normal, a pesar de que en aquella Torre, nadie prestara real atención, demasiados acostumbrados o quizá – y mucho peor – demasiados desinteresados. Había deseado acercase más de una vez, pero siempre terminaba frente a esa enorme puerta sin atreverse a ingresar. Solía escuchar música, ruidos mecánicos y algunos insultos acompañados de suaves risas que misteriosamente le sacaban algunas sonrisas a él, otras simplemente se escuchaban los ruidos de golpes, huecos. Conocía ese sonido, era un puño contra alguna superficie metálica. Y él no era ningún tonto para no comprender lo que allí dentro sucedía. Eran esos momentos de desesperación tan genuina como extraña, los que le apretaba la garganta, queriendo derribar esa puerta para comprobar que los monstruos seguían siendo tan sólo producto de su consciencia. Los días seguían aumentando su asfixia así también su obsesión por comprobar que ese hombre estuviera bien.
Y era una de esas noches, donde la luz que se escapaba por las rendijas de la puerta, eran un poco menos fulgurantes, y los sonidos chocaban las paredes tan fuertes que aún con esa gruesa puerta se sentían los nudillos crujir, se escuchaban los quejidos de una garganta aún más apretada que la suya, gruñidos estrangulados que se mezclaban con los ruidos de algún aparatejo mecánico impidiendo que los golpes continuaran… insultos impregnados de frustración. Apoyó su mano contra la puerta ejerciendo presión para que ésta se abriera, sobresaltándose cuando esa voz que deambulaba por toda la Torre, aquella IA llamada Friday, le indicó que no tenía acceso a esa área y que el señor Stark no deseaba ser interrumpido.
Un grito le contrajo el corazón.
¿Es que acaso nadie más lo escuchaba?
La luz desde el interior parpadeó, al tiempo que los gritos y los golpes habían cesado. Durante los segundos siguientes lo único que pudo distinguir fue su propia respiración martillándole los oídos, no le importaba si no tenía acceso, tampoco el hecho de que, seguramente, su presencia era la última a la que Tony deseaba ver. Su mano en ristre estaba dispuesta a destruir esa puerta, cuando la suave voz de Friday le indicó que había desactivado los protocolos de seguridad para que pudiera ingresar, le había parecido que en su tono había congoja y temor y no pudo sino maravillarse por la mente de su creador. El lugar estaba oscuro, y el olor a café y sudor se esparcía por todo alrededor. En el centro, la única luz que se mantenía, amenazaba con apagarse, pero gracias a ésta pudo distinguir al hombre que lo traía de cabeza desde que pisara esa condenada Torre. Tony se mantenía de pie con los puños ensangrentados a la altura de su pecho, sus ojos cerrados y la respiración agitada. A su lado se hallaba la armadura casi destruida que Bucky reconoció perfectamente, porque sus dedos aún estaban impresos alrededor de ese reactor que Steve se había encargado de destruir.
La luz se apagó definitivamente. Lo único que resplandecía allí, era oscuridad…