El hada y el mago.
Cuenta la historia de un mago que un dia en su bosque encantado lloró por que a pesar de su magia no habia podido encontrar el amor, debido a su medio hermano un hechicero oscuro de ojos y cabello azules como la noche Aomine Daiki usaba sus dones para maldecir a todo aquel que tuviese la desgracia de toparse con el, por ello las otras criaturas mágicas de las arboledas continuas le temian al poder que poseía, además de su apariencia física, el mago Kagami Taiga con sus ojos rojos centelleantes cabello de fuego ardiardiente junto a una piel apiñonada daba la impresión de ser alguien tenebroso, pero era todo lo contrario, ese mismo día tuvo la fortuna de conocer a Kise Ryota una ninfa del viento quien al ver lo triste que se encontraba le brindó su amistad y desde entonces todas las tardes se veían en el mismo lugar conversando hasta el anochecer.
— No estes triste Kagamicchi, estoy seguro que pronto encontrarás a esa persona especial que te amará sin importar que tengas un hermano amargado y nada sensible.
— Aquien tratas de engañar Kise, desde esa vez que te embrujo el cabello no has dejado de verlo a escondidas.
— Kagamicchi!! Me estas espiando, eso no es digno de un mago. Por sus mejillas un ligero sonrojo tuvo lugar.
— Además lavé varias veces mi cabello para que regresase a ser rubio.
— Aja y eso justifica, los besos y caricias entre los arbustos, eeeh. Molestar a su amigo era una de las cosas que más disfrutaba hacer. — Está bien, me da gusto por el, tu eres una buena influencia, desde que te conocimos los demás han comenzado a aceptarnos y Aomine ya no gasta bromas a las criaturas.
— Gracias Kagamicchi, tus palabras me hacen muy feliz. Abrazando al pelirrojo de manera fraternal. — Es momento que me vaya, quedé de ir a comprar unas hierbas con el.
— Así se le dice ahora, me avisan cuando es la boda. Hablando mientras caminaba adentrándose al bosque.
Varios días se vió caminando solito pues su acompañante estaba ocupado con el hechicero, fue una tarde que el mago paseando en el bosque la vista cruzo con la mas dulce mirada que en toda su vida jamas conocio, un joven de ojos azul cielo piel blanca y cabello del mismo color que sus iris, cubierto con una túnica dorada sus alas traslúcidas brillaban con el sol radiante.
— Luces agitado y preocupado, alguien te está molestando. Instintivamente se aproximó hasta el sin apartar la mirada de sus ojos.
— Un ser maligno me quiere atrapar, busca mis alas para hacerse más fuerte y ... No pudo terminar de hablar, presa del cansancio se desmayó apunto estuvo de caer sobre el pasto, fue gracias a los reflejos del mago que lo sostuvo entre sus brazos evitando así que se lastimase.
Cargandolo hasta el castillo donde vive junto con Aomine, una vez dentro pudo observar que su hermano y el rubio ya había llegado siendo interrogado por ellos sobre la criatura que yacía en sus brazos.
— Bakagami secuestraste un hada.
— No es cualquier hada Aominecchi, es el hada de luz.
— No lo secuestre, dijo algo que lo perseguían y de pronto se desmayó.
— Dejarlo descansar es lo ideal, el reino de las hadas está a tres días de camino. El ojidorado ubicaba al chico ya que su magia procede del mismo lugar, el árbol arcoiris en la cima de la montaña piraña.
— Quizá los rumores sean ciertos. Ganándose la atención de los otros dos. — No me vean así, sólo se que hay un brujo negro que busca hacerse con el máximo poder y para lograrlo debe destruir la magia blanca.
— Eso es horrible y peligroso Daikicchi, puede que rompa el equilibrio de ambos dejando a todos vulnerables.
— Es cierto, si las magias chocan se eliminarán una a la otra, todos los seres nos convertiremos en simples mortales.
— Vamos a dormir, en cuanto despierte que nos diga porque le persiguen. Durmieron en la sala para estar al pendiente del hada, apenas salió dispusieron la mesa con un rico desayuno cortesía del mago.
— Buenos días, sirvete lo que gustes.
— Muchas gracias, siento la intromisión. Haciendo una pequeña reverencia.
— Soy el mago Kagami Taiga, este de aquí es mi buen amigo Kise Ryota la ninfa del viento y el que está por allá con cara de pocos amigos es mi medio hermano el hechicero Aomine Daiki.
— Es un gusto conocerlos, he escuchado varias historias con respecto de Aomine-kun su magia es poderosa y la usa para hacer maldades. Girando los rostros en dirección al mencionado. — Soy el hada de luz Kuroko Tetsuya, mi deber es proteger la llave que abre la puerta al árbol arcoiris.
— Si tu eres el guardián, explica porqué el brujo Nash anda buscandote. Bebiendo un poco de café con un panecillo de jalea. — Si te quedas con nosotros podrás ocultarte siempre y cuando no uses tu magia.
— Daikicchi tiene razón y a Kagamicchi no le molesta tenerte cerca ¿ Verdad ?. La cara de astucia y el tono en que hablo, provocaron en el pelirrojo un rubor sobre el rostro.
— Son muy amables. La sonrisa angelical prácticamente iluminó el castillo con una calida luz pura.
Con la aceptación del trío, logro pasar unos días muy tranquilos y agradables, se divertía por las travesuras de Aomine hacia Kise, pero lo que mas disfrutaba eran las pláticas con Kagami, ambos se reían por cualquier cosa si razón aparente, estar cada vez mas cerca, al principio se hicieron buenos con el tiempo su lazo se hizo más fuerte llegando a eso que los humanos llaman amor. Una noche de tormenta el hada no podía dormir por culpa de los relámpagos, fue a la habitación más cercana que era justamente la del mago, de una forma sutil se acomodó entre sus brazos.
— No puedes dormir. Entre abriendo un ojo.
— Es que aquí me siento cómodo y puedo dormir mejor. Sintiendo el calor de los cuerpos. — Taiga-kun es muy cálido.
— Tetsu, eres muy escurridizo. Pasando su mano sobre la espalda gentilmente. — No tienes cosquillas.
— No, de hecho se siente bien, me gusta. Jugando sobre el pecho del mayor, se acercaron lo suficiente para besarse, un beso cálido que fue subiendo de intensidad, poco a poco se fueron deshaciendo de la ropa teniendo más contacto. Así pasaron la noche amandose como nunca, despertaron abrazados sintiendose seguros y protegidos.
Mientras ellos gozaban de su mutua compañía atravez de una esfera mágica alguien los observaba, celoso de la cercanía entre el mago y el hada, Nash envío a sus elfos oscuros a atacar el bosque encantado dejando caer toda la maldad, en un intento por contener a las tropas del ser maligno, ninfas, magos, hechiceros, duendes y hadas unieron sus fuerzas para contrarrestar ese poder.
— Entregenme la llave y los dejaré vivir. Apareciendo bajo una nube negra, el brujo de Acronis hizo acto de presencia. — Ustedes criaturas insignificantes no tienen idea de lo que soy capaz de hacer.
— Ellos no, pero yo sí y se como detenerte. Con una solemne voz, pronunció aquel conjuro que su padre el rey de las hadas le enseñó, sin embargo conlleva un riesgo pues se necesita una gran cantidad de energía para hacerlo, dejando aquien lo usa completamente vulnerable.
Combatiendo contra los elfos, ni Aomine, Kise o Kagami se dieron cuenta de la terrible batalla que se libraba entre la luz u la oscuridad, hasta que algo peligroso sucumbió la tierra haciendola estremecer, sobre el cielo una gran esfera de energía se formó cubriendo la mayor parte del bosque, el choque entre ambas fuentes de magia tuvo un desenlace que nadie espero.
El poder de Nash provenía del rey hada el cual fue víctima de una trampa siendo encerrado dentro de una gema, la cual al entrar en contacto con la magia de Kuroko se rompió liberando al rey de su prisión, antes de desaparecer el malvado brujo sintió la necesidad de exterminar la alegría del peliceleste, lanzado un conjuro lleno magia negra hacia el mago, lo que aconteció fue inexplicable la energía tomo forma de una nube absorbiendo a toda criatura sobrenatural y el mal que siempre existio, no soporto ver tanta feliciodad entre dos seres y con su odio ataco, hasta que el hada cayo en ese sueño fatal de no sentir, aunque el objetivo era Kagami por su propia voluntad con el sentimiento que obtuvo de Nash la oscuridad acabo con la fuente de luz, uno a uno fueron desapareciendo los elfos sin su líder ya no podían existir.
Todo el bosque se sumió en la penumbra, los primeros en acercarse al hada fueron sus amigos, Kise lloraba como si quisiese hacer un mar con sus lágrimas, Aomine trataba de consolarlo aún cuando su propio ser se encontraba hecho añicos, el mago tenía su corazón roto en cientos de pedazos, en su mente ya no había ninguna razón para vivir, de pronto una voz suave se oyó a lo lejos de a poco se fue acercando hasta dejarse ver, se trataba del rey Ohiwara.
— Puedo ver que en verdad quieren mucho a mi hijo, les diré que hay una forma de despertarlo, sin embargo es algo que no les permitirá volver aquí, si deciden cooperar le dirán adiós a su magia, irán a la tierra baja viviendo como humanos.
— Se necesita tanto poder para recuperarlo.
— Da ... Daikicchi, se tiene que hacer así por que todo el poder de Nash lo causó, los sentimientos a la hora de pelear influyen sobre la fuerza.
— Lo entiendes bien, ese sujeto pereció con ese último conjuro porque se quedó sin magia, mi Kuroko sigue con vida gracias a la llave, pero mientras la tenga el no despertará.
— Es como un intercambio, usted quitara la magia de Tetsu y nosotros entregaremos la nuestra para salvarlo.
— Y si todos nos unimos, no tendría el mismo efecto sólo que conservariamos parte de nuestro poder.
— Joven hechicero no te gusta la idea de ser mortal cierto, pero sólo aquellos que sienten amor por el, pueden hacer el ritual por ello deberán estar completamente seguros de querer hacerlo.
— Yo lo haré sin dudar, quiero ver sus ojos una vez más.
— Te ayudaré Kagamicchi, después de todo Kurokocchi es como un hermano para.
— De acuerdo, ustedes ganan, la vida no sería igual si no tengo a mi rubio para molestar y a Bakagami.
Sonriendo satisfactoriamente, comenzó a recitar en el lenguaje antiguo de las hadas, lentamente el bosque se volvió a llenar de luz recuperando el equilibrio, cada uno fue despojado de su magia saliendo del lugar encantado, con un Kuroko inconsciente y en brazos, llegaron a la tierra baja con algo de comida, cubiertos únicamente con sus túnicas. Caminaron por unas horas hasta encontrar una cabaña a las afueras del pueblo, ahí formaron su hogar, al despertar el peliceleste se enteró del sacrificio de sus amigos, sé sintió triste por ellos pero se propuso a trabajar duro para superar cualquier obstáculo, entre todos lograron expandir su terreno descubriendo que no era tan malo ser un humano ordinario, teniéndose unos a otros vivieron felices y con mucho pero mucho amor.