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Labios Compartidos por VanessaMasamune

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Notas del fanfic:

Link de la canción: https://youtu.be/eUHvNcJaWVU

Notas del capitulo: Esta es la primera vez que subo algo a amor yaoi xd

Escuche esa canción y quise buscarle un significado más profundo, pero resultó esto xD

Minimarket* Para quienes no lo saben es.... un mercado pequeño prácticamente.

— Bien, con esto se da por finalizada la reunión —dijo el jefe del departamento de ventas.— pueden retirarse.

Se levantó de su asiento y se despidió cordialmente de los demás trabajadores. Caminó con paso apresurado hasta llegar a su sección de trabajo, se detuvo en el marco de la puerta y observó a uno de sus subordinados concentrado en su trabajo, Kisa Shouta.

— ¿Dónde está Onodera? —preguntó con voz agitada aun afirmándose del marco llamando la atención del contrario.

— ¿Eh? se fue hace poco, creo que pasaría al minimarket* —respondió, se giró hacia él y después volvió la vista a su ordenador.

— Ese idiota —masculló molesto, se adentró en busca de sus pertenencias y después se retiró.

Caminó pasillo tras pasillo hasta llegar al ascensor. Presionó el botón hacia la planta más baja y salió del cubículo metálico.

Sus pasos resonaban haciendo eco por cada rincón del aparcamiento, no muy lejos vislumbro su auto.

Subió en el asiento del conductor y lanzó cualquier objeto que le resultase molesto al asiento trasero. Se posicionó de forma que sus piernas quedaran fuera del auto. Sacó de su bolsillo delantero un cigarrillo y lo posó en sus labios. Cubrió con su mano izquierda un costado y lo encendió con el mechero en su mano derecha.

Caló tres veces del mismo y exhaló sacando todo el humo de su sistema. Dejó caer el cigarro para después pisarlo y colocarse correctamente en el asiento. Encendió el auto y la radio saliendo del estacionamiento.

Chistó al ver la cantidad de vehículos que había, hubiera preferido estar en metro junto al castaño.

Olvidándose del tráfico se recargó en el respaldo soltando un bufido, prestó atención a la canción que se transmitía y divagó en sus pensamientos.

"Amor mío...

si estoy debajo del vaivén de tus piernas,

si estoy hundido en un vaivén de caderas,

esto es el cielo, es mi cielo..."

Recordó la noche anterior junto al ojiverde, cada caricia, cada roce, cada suspiro, cada latido y cada mirada, era algo que jamás olvidaría, a pesar de las veces que lo sintiera y las viviera, todas eran únicas.

"Amor fugado...

Me tomas, me dejas,

me exprimes y me tiras a un lado.

Te vas a otros cielos

y regresas como los colibríes.

Me tienes como un perro

a tus pies..."

El castaño conocía todo de él, sus miedos, inseguridades y debilidades. Sabe que con una sola mirada le bastará para tenerlo a sus pies.

"Otra vez mi boca insensata

vuelve a caer en tu piel.

Vuelve a mí tu boca y 

provoca...

Vuelvo a caer de tus pechos

a tu par de pies..."

Con un beso podía ser su salvación o su perdición.

Para variar, el pelinegro sabía sus propias debilidades y cómo el ojiverde le afectaba en sobremanera.

Entonces ¿Por qué no hacía nada al respecto? ¿Por qué sólo volvía a besarle? ¿Por qué ignoraba el daño que le hacía?

Aunque ya sabía la respuesta.

"Labios compartidos,

labios divididos, mi amor.

Yo no puedo compartir tus labios,

que comparto el engaño

y comparto mis días

y el dolor.

Ya no puedo compartir tus labios..."

Sería estúpido preguntarle si había besado a otra persona durante esos diez años. Incluso el cuestionarle si tuvo relaciones con otro era ridículo, no podría hacer nada contra eso, pero podía ser el único desde ahora.

"Oh amor,

Oh amor compartido"

El sonido de una bocina lo sacó de sus pensamientos, fijó la vista en el camino y avanzó al ver como el tráfico disminuía junto a las voces que se quejaban.

Condujo hasta llegar al único minimarket que quedaba entre la editorial y su departamento, sacó su celular y marcó al primer número de su lista. Esperó a que respondiera su llamada, pero no lo hizo.

Salió del auto y caminó hacia la entrada, observó dentro a las personas que pasaban con sus compras buscando entre ellas al castaño, dejó de buscar cuando lo encontró cerca de la caja.

Afiló su mirada al ver como hablaba con otro hombre; de cabello negro azulado y ojos azules que utilizaba una bata de médico, se acercó y se posicionó a su lado.

— T-Takano-san, ¿Qué hace aquí? —cuestionó el ojiverde.

— ¿Quién eres? —preguntó al desconocido ignorando por completo al castaño.

— ¿Eh? ¿Yo? —se señaló así mismo mientras sonreía.— Soy Kusama Nowaki, trabajo como médico de un hospital cercano. Había visto anteriormente a Onodera-san en el hospital, así que cuando lo reconocí quise preguntarle cómo estaba. Espero no haya sido una molestia.

— No, no, para nada —respondió el ojiverde nervioso.— Gracias por preocuparse, pero ya me encuentro bien.

— En ese caso me retiro —dijo amablemente y se marchó.

Ninguno de los dos habló durante unos minutos, el castaño pagó sus objetos y ambos salieron.

— Te llevo —dijo el pelinegro al estar de nuevo en la puerta de entrada.

— No, gracias —se negó el ojiverde—. Puedo ir en metro.

— No puedes rechazar una oferta de tu jefe —dijo y caminó hasta su auto— porque es una orden.

— ¡Eso es abuso de poder! —exclamó molesto, pero de igual forma se acercó al auto y subió al asiento del copiloto.

Avanzó unas cuantas calles y no pudo evitar que la canción de antes regresara a su mente.

"Amor mutante...

Amigos con derecho y sin derecho

de tenerte siempre.

Y siempre tengo que esperar paciente

el pedazo que me toca de ti..."

¿Podían siquiera llamarse "amigos"?

¿Qué eran?

¿Por qué el castaño le descolocaba tanto?

¿Por qué con sólo estar cerca de él le hacía sentirse tan calmado y abatido a la vez?

Aunque ya lo sabía.

"Relámpagos de alcohol,

las voces solas lloran en el sol.

Eh, mi boca en llamas torturada,

te desnudas angelada,

luego te vas..."

Llegaron al conjunto de departamentos y aparcó el auto. Caminaron hasta sus respectivos apartamentos, tomó del brazo al castaño y pese a sus quejas lo empujó a su departamento.

"Otra vez mi boca insensata

vuelve a caer

en tu piel de miel.

Vuelve a mi tu boca,

duele. Vuelvo a caer de tus pechos

a tu par de pies..."

Lo arrinconó contra la puerta cerrándola de golpe, el sonido provocó que el castaño cerrará lo ojos de golpe y se arrinconara aun más contra ella. El más alto sostuvo su mentón y lo elevo haciendo que ambas miradas se sostuvieran.

"Labios compartidos,

labios divididos, mi amor.

Ya no puedo compartir tus labios,

que comparto el engaño

y comparto mis días

y el dolor.

Ya no puedo compartir tus labios..."

Frunció el ceño ante el recuerdo de él castaño sonriendo al hombre de antes. Chistó y apretó levemente el mentón del contrario, acercó sus labios y los unió con fiereza provocando un quejido.

"Que me parta un rayo,

que me entierre el olvido,

mi amor.

Pero no puedo más

compartir tus labios,

compartir tus besos...

Labios compartidos..."

Retiró su mano del mentón contrario y rodeó con sus brazos la cintura del ojiverde. Separó sus labios y reposó su cabeza en el hombro del castaño.

— ¿Takano-san? —habló con voz contrariada el menor.

— Quédate así... sólo un momento —susurró.

"Te amo con toda mi fe

sin medida,

te amo aunque estés compartida.

Tus labios tienen el control..."

Vivía y respiraba por él.

Era irónico el hecho de que incluso moriría por él.

Lo amaba como sólo un loco podía hacerlo; con demencia y sin limites.

Hacía todo y soportaba todo sólo por amarlo.

Porque incluso si en algún momento lo engañara o lo dejara, le seguiría amando con la misma intensidad, y así lo haría hasta el día en que muriera.

"Te amo con toda mi fe

sin medida,

te amo aunque estés compartida..."

¿Qué significaba esa canción?

¿Un amante ignorando un engaño?

¿Un amor ciego?

Daba igual de que se tratara. Él sólo velaría por el significado que él mismo le diera, porque para él sólo se trataba del deseo de monopolizar a esa persona y amarla incluso si no se devuelve el sentimiento.

"Y sigues tú con el control."

No haría nada para cambiarlo, incluso si lo quisiera, sus sentimientos se seguirían desbordando y deslizando por el suelo que pisara.

Aun sin separarse del abrazo habló sonrojando al menor.

— Te amo —susurró.

— Idiota —respondió.

Notas finales:

Espero les haya gustado y gracias por leer.

 

<3


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