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Mafia por mistdowner

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Notas del capitulo:

Como había extrañado publicar en mi vieja confiable. Puede que wattpad tenga medios para mostrar contenido audiovisual y demás. Sin embargo siempre voy a preferir los comentarios de esta plataforma(?)

 

No sé. Siento apego a Amor Yaoi por ser la primera página que leí al comienzo de mi carrera (???)

 

En fin. Los dejo. Espero les guste

Esa noche no la pasó nada mal. La cama era lo suficientemente buena como para asegurar una buena noche de sueño relajante. Jack agradeció eso. Sin embargo, todo lo bueno termina, puesto que a mediados de la mañana, tocaron la puerta de su habitación, haciéndolo despertar. Gruñó. Fugazmente recordó las palabras del jefe de la familia. No sería mal momento para escaparse o algo…

-¿Joven Overland?- escuchó. Eso solo lo molestó al punto de querer desaparecer. ¿Por qué debían llamarlo con aquel apellido que tanto detestaba? – El señor Haddock lo espera en el comedor.- anunció la sirvienta. Esa chica de seguro no era Heather. Jack bufó, se incorporó, y echó una maldición. Que molestia.

Al cabo de unos minutos, se encontraba bajando las aparatosas escaleras. Claro, no escalón por escalón , sino que deslizándose como un niño por el pasamano. Su abuelo nunca le dejaba hacer eso en casa, así que…¿Por qué no aprovechar el rato libre? Cuando llegó a destino, la enorme y alargada mesa estaba preparada única mente en una de las esquinas, donde yacía Hiccup leyendo un periódico, con una taza de café al frente y algunas tostadas. A su lado, una silla vacía parecía haber sido especialmente preparada para él. No se tardó mucho en ir a tomar asiento, haciendo salir de sus pensamientos al castaño.

-Hey, hola. Buenos días.- le dijo Haddock. Jack solo asintió con la cabeza, algo animado. Solo le emocionaba la gran taza de chocolate que tenía prácticamente su nombre encima. - ¿Dormiste bien?

Jack enarcó una ceja. De nuevo asintió. ¿Es que no iba a dejar de hablarle? No podía comer y responderle a la misma vez. Como si no fuera lo suficientemente difícil comer con un traje puesto. Como odiaba los trajes. Hiccup sonrió, calmado. Jack tomó un sorbo, feliz del sabor que inundaba su boca. Era de lo mejor. Sonrió. Hiccup igualmente alzó su taza. Hubo un momento de silencio cómodo entre ambos, en el cual ambos solo disfrutaron del momento de tranquilidad. Afuera el sol comenzaba a brillar con toda la fuerza que tenía, invitando a los pájaros a bailar divertidos entre los árboles. Jack sonrió satisfecho cuando terminó la pequeña rebanada de pastel a su lado. Era de lo mejor. Ya le diría a Aster que tenía competencia en cuanto a la cocina, y es que nunca había conocido mejor cocina que la él…

-¿Te gustó?- escuchó.

-Sí, no estuvo tan mal…- se encogió de hombros, divertido.

-Genial, lo hizo mi madre. Siempre se empeña en cocinarme los desayunos, y en cuanto le dije que tenía a un invitado, se alegró tanto que al parecer, puso todo su empeño. Le diré de tu parte que lo disfrutaste. – el castaño se peinó un poco los cabellos rebeldes que le caían cerca del rostro, y suspiró. – Por cierto.- Mencionó. Jack comenzó a prestar atención.- Aprecio mucho la hora del desayuno y la cena. Lamentablemente no puedo almorzar contigo. Pero me esforzaré por no faltar al resto de las comidas. Así que… ¿Podrías hacer el mismo esfuerzo? – Jack se lo pensó. Era algo extraño. Él se había acostumbrado por completo a comer en soledad, puesto que todo su alrededor siempre tenía algún asunto que resolver, y nunca tenían tiempo… Se lo pensó. Tal vez sería algo incómodo, pero no sonaba tan mal.

-Hecho.- comentó el albino. Hiccup le dedicó una sonrisa.

-Me alegro. Saldré a hacer algunos encargos. Tienes el resto de la mañana libre.- y dicho esto, Hiccup se levantó, caminando de aquel modo particular hasta la entrada. Ni bien el castaño desapareció, unas sirvientas que no recordaba haber visto antes aparecieron para llevarse todo y ordenar. Jack se levantó, animado, y decidió que sería una buena idea ir a descubrir el resto de la mansión. Quién sabe, tal vez se encontrara con un dragón real… Sí, claro.

Al primer sitio al que llegó, fue a la biblioteca, por pura suerte. A esas alturas, la camisa que tenía puesta bajo el traje azulado tenía los primeros botones desabrochados. ¿Qué? Él no tenía la culpa de que todos los altos mandos de la mafia tuvieran que usar un aburrido traje. Con lo que los odiaba. Pero bueno, al menos ya no se quejaba tanto. Lo habían obligado tantas veces a ponerse uno, que ya difícilmente se sentía ahogado metido en esas elegantes ropas. Dicen que lo que no te mata te hace elegante. O algo así. Sin pensárselo mucho, entró en ella. Como se lo imaginaba, era tan extravagante como el resto de la mansión. Para comenzar, ¿cuántos metros tendrían las estanterías? Iban desde el suelo hasta casi chocar con el techo, todas y cada una de ellas llenas de libros gruesos y de diferentes colores. Entró despreocupado. En el centro, se podía apreciar un gran y hermoso sillón de apariencia cómoda. A su lado, una mesa de una pulida madera oscura, con libros encima. Curioso, se aceró a husmear un poco. Se sentó, y tomó lo primero que pudo.

-¿Qué rayos?- mencionó. Nunca antes había visto una portada así. Acercó el libro ante sus azules ojos. ¿Ese no era el signo de su familia? ¿Y la familia Haddock?  Habían más dibujos y marcas que no conocía. Sin retrasos trató de leer. Pero se topó con un problema: estaba en un idioma que no entendía. Maldijo. Sino mal recordaba, su tío sabía de eso. Siempre tallaba “palabras” en sus juguetes. Palabras que justamente nunca se había preocupado por entender. Contrariado, se vio en el dilema de qué hacer. Suponía que si ese libro había estado separado del resto, era porque Hiccup lo había estado viendo… ¿Sería buena idea llevárselo? Tal vez pudiera encontrar alguna pista en otro libro. Finalmente, optó por memorizar la tapa, y salir de allí. Tenía esa conocida sensación de estar metiéndose en problemas, y eso no hacía más que emocionarle con la idea.

Cuando ya estaba por cruzar la puerta, escuchó voces. Podría haber seguido de largo, dejándose ver, pero si algo había aprendido, es que escondido, se escuchaba mejor. Así, solo permaneció en silencio. Aquellas voces no las terminaba por reconocer.

-“Esto está mal.”- era una voz femenina. O algo así.

-“ Lo sé, lo sé. ¿Crees que no? Me he esforzado por encontrar algo de utilidad entre la gente. Incluso mi conocido preferido no tiene información.”- aquella persona era masculina.

-“No importa lo que intenten, los destrozaremos con estos dos pequeños”- unas leves risas. Jack tuvo más curiosidad.

-“He escuchado que es un maestro del disfraz. Que puede engañar a la misma policía, escapando de las garras de la justicia a su antojo.”- Jack enarcó una ceja. Siempre solía escuchar hablar a las personas. No lo juzguen. Los mayores siempre se tenían secretos. Y si había algo que había aprendido con su agitada niñez de un lugar a otro, era que lo mejor era estar bien informado. No importaba el método. Estar al tanto de los problemas, siempre le ahorraba inconvenientes. – “ Hiccup tiene que saber todo esto.”

-“¿Crees que no lo sabe? Ja. Es un Haddock, el orgullo de esta familia”

-“ Sí, tranquilo panzón. De seguro en unos días todo esto termina”

-“ No lo sé chicos. ¿Y qué tal si las demás familias…?”

-“ Sssh. No. ¿Estas pensando en pedir ayuda? Somos los mejores. No tenemos que involucrar a nadie más.”

-“ Además, Hiccup nos dio órdenes claras: no entrometer a la alianza.”

-“…Tienen razón.”

-“¿Alguien quiere cerveza? Me hace falta luego del paseo que le di a Toothless.”

Al fin cuando los pasos del grupo se perdieron en el eco de la gran mansión, Jack salió de su escondite. Bien, eso no le servía de mucho. Por lo que había logrado interpretar, había algún tipo de problema. ¿Pero que rayos era la alianza? Bah. Cosas sin relevancia para él. Se terminó por desabrochar la chaqueta del traje. Ahora podía respirar y moverse mejor. ¿Dónde iría? Le pareció que lo mejor sería dormir. Por lo cual, tratando de orientarse, caminando sin apuros por el lugar. No contaba con que fuera a perderse.

-¿Qué?- dijo como por quinta vez. No había podido alejarse de ese cuadro pintado a mano por mucho que lo intentara.   En serio, ¿qué rayos tenían los de esa familia con los benditos dragones? No iba a negar que el cuadro en realidad era uno de los mejores que había visto pero…¡Ya se estaba hartando de topárselo a cada rato! Tanto enojo tenía, que siquiera se detuvo a admirarlo como era debido.

Estaba dando vueltas como idiota. Bufó. Bien, iría derecho por donde pudiera. Con suerte, se encontraría con Heather.  Luego de unos momentos, al fin pudo ubicarse. Sino se equivocaba, estaba cerca del despacho de Hiccup. Y, efectivamente, luego de mucho caminar  se encontró delante de esa conocida puerta tallada. De nuevo, la curiosidad picó dentro suyo. Aunque bien lo sabía: de seguro estaba cerrado. ¿Qué tipo de jefe dejaría abierto su despacho? Con ese pensamiento, y con una resignación grande, tomó el pomo y lo giró. Estaba abierta. Por la Luna. Se alejó. Bien, él no era precisamente un ángel bien portado y obediente. Pero tampoco era un tonto: ¿y si le ocurría algo por enterarse de algo que no debía? Ya suficiente había husmeado en la biblioteca. Aunque claro, tenía bastante presente que ni Hiccup, ni nadie de su familia podían lastimarlo. Eso desataría una guerra entre ambas familias, y a nadie le convenía…

-Solo se vive una vez.- se dijo. Y entró, cauteloso. Solo al entrar, fijó su mirada en una gran caja de bombones caros que descansaba sobre el escritorio. Unos cuantos no estarían mal. Sonrió de lado, y entró despreocupado. Pero, a mitad de su recorrido, lo escuchó: un gruñido bestial que le heló la sangre. Siquiera pudo reaccionar, cuando se encontraba tumbado en el piso, con un gran y atemorizante perro negro encima. Tembló. Aquel animal parecía un oso, de lo enorme que era. Iba a morir. ¡Ah, y de la manera más idiota! Cerró los ojos esperando la primer mordida, que nunca llegó.

-Hey, chico. Déjalo en paz.- escuchó. Al segundo el peso que estaba apresándolo contra el suelo desapareció. Abrió de a poco los ojos, y se encontró con la figura de Hiccup en la puerta, mirándolo con reproche, mientras acariciaba ese animal.

-¿¡Q-qué rayos es eso!?- fue lo que pudo articular una vez se puso de pie. El animal le gruñó de nuevo.

-Es mi mascota, Toothless. – respondió con simpleza Hiccup. – lamento el ataque. Supongo que lo asustaste.

-¿¡Yo a él!? ¡Casi me come tu lobo!- dramatizó. Hiccup echó a reír.

-No es un lobo. Oh, bueno. No por completo… - Jack contuvo el aire.- tranquilo, está domesticado. Lo encontramos hace uno años, y desde entonces vive aquí conmigo. Es mi gran amigo.- el animal aludido movió la cola feliz, pidiendo con el hocico más atención. El castaño terminó de caminar hasta su sillón, detrás de su escritorio, tomó asiento y miró al albino.- ¿Se puede saber qué hacías aquí?- Jack maldijo. Sabía que no era buena idea.

-Yo…- Balbuceó. Vaya. Ni dos días y ya estaba en problemas. Nuevo record.

-Adivinaré. ¿Querías de éstos?- el pecoso levantó aquella caja de bombones. Ahora que Jack lo veía mejor, era una caja en forma de corazón.- Me los envió mi prometida.- agregó. – Pero no tengo problemas en compartirlos. Solo debías decirme.- comentó, abriendo la caja y sacando uno, para luego tendérsela a Jack. Éste la agarró, y con algo de desconfianza sacó uno. Justo cuando metía el dulce chocolate a su boca, notó como la “tierna” mascota del jefe marchaba a su lado, solo para acomodarse en toda la extensión del sillón. En serio. ¿Cuál era el problema con esa familia? Dragones, misterios, enemigos y un …¿Lobo? ¿Perro? Lo que fuese. Cuando volviese con su abuelo, nunca más se quejaría de sus “extrañas” costumbres de cocinar galletas, beber leche y tallar juguetes de madera. –Oye, Jackson.

-¿Hm?

-No es buena idea husmear por allí.- comentó. Jack puso mala cara.

-¿Me estas amenazando?

-¿Eh? No. Claro que no. Solo te estoy protegiendo.- aclaró el castaño.

-No necesito que me protejas.- afirmó tajante el albino.

-A mi me parece que sí.- Añadió el jefe, sonriendo mientras posaba su rostro en una de sus palmas.- Te dejo por unas horas y casi eres atacado por mi mascota.

-Para empezar, nunca me mencionaste que tenías tal bestia de “mascota”- se defendió Jack.

 

-Uh, bueno, no deberías haber entrado…- cantó Hiccup. Jack se encogió de hombros, y sin responder nada, salió del lugar. Justo cuando iba a cerrar la puerta, escuchó una última oración.- ¡En unas horas será tu entrenamiento! 

Notas finales:

<3 <3 

 

Si tienen alguna pregunta, comentario o lo que sea, me encantaría leerlo en los reviews!!! Aunque me tardo un poco en responder ( bendita universidad y navidad), terminaré respondiendo y emocionándome. <3 <3 

 

En fin, ojalá les haya gustado <3 <3 


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