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Blue blood: the story of a royal love por Aomame

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Blue blood: the story of a royal love


El número uno

—¡Levanta las rodillas, Kuran! ¡Esto no es un paseo en la playa!

Kaname sintió el zape que le sargento le propino en la nuca al pasar corriendo a su lado. Pero no fue eso lo que le dolió realmente, lo que le llenó el estómago de piedritas fue que, al levantar la vista, notó la mirada de Kiryuu Zero. Una mirada fugaz, pero consistente, acompañada de una media sonrisa burlona.

Levantó las rodillas como le habían dicho y continuó con la marcha sintiendo que el corazón se le salía por la garganta. Con todo, canalizó su mirada en la nuca de su compañero, allá, a la cabeza de la tropa. Kiryuu Zero,  el número uno. Ese era su “nombre clave”. El más rápido, el más resistente, el de mejor puntería y también el más ágil mentalmente. El número uno era objeto admiración de los cadetes, de envidia de uno que otro, y por supuesto, la promesa militar de la que los superiores estaban orgullosos… para Kaname era un gran y enorme fastidio, y su compañero de habitación.

—Toma—Zero le estrelló una toalla en el pecho. No fue agradable, puesto que Kaname apenas si podía respirar. La práctica había terminado y todos se habían dejado caer en el pasto demasiado cansados como para mover un dedo. Todos, excepto el número uno. —¿Qué pasa? ¿Se te cansaron tus piernitas?

Zero se rió y con él todos los demás. Kaname sumergió el rostro en la toalla y bufó extenuado. Él, el príncipe, estaba ahí como un cadete más, con las mismas obligaciones y derechos, tratado con la misma rudeza que los demás; no había nadie que lo defendiera de tales burlas, porque era uno más. Nadie sabía quién era en realidad, por órdenes expresas de su padre. Pero todos, de inmediato, habían notado que era un niño rico.

—Arriba todos, a las duchas, cena las 800 horas. ¡Arriba!—gritó el sargento y entre mohines y suspiros se pusieron de pie.

Zero tendió su mano hacia Kaname, quién tras un breve instante de duda, reconoció que sin esa ayuda, no conseguiría ponerse de pie.

+++

La noche era silenciosa y Kaname podía descansar sus oídos de los gritos de los sargentos, de las risas estúpidas y de las bromas obscenas. Por ello, se escapaba durante la noche de su habitación. Furtivamente cruzaba los pasillos, saltaba por una ventana y luego, se internaba en los jardines de la academia. Le gustaba sentarse en el borde de una fuente que a esas horas ya estaba inactiva.  Se quedó ahí, mirando el cielo nocturno, perdiéndose un poco en sus pensamientos y sintiendo el cansancio en sus músculos.

Entonces, de pronto, escuchó que algo se arrastraba detrás de él. Un escalofrió le recorrió la espalda, cuando giró el rostro y no vio más que un conjunto de arbustos. Y un hueco en su estómago le produjo nauseas, cuando algo le envolvió el tobillo.

—¡AHH!—dio un salto hacia el borde de la fuente y de inmediato, con  el sudor frío que le salía por los poros, escuchó una risa sardónica. Bajó la vista y descubrió a su compañero de habitación rodando en el pasto muy divertido— ¡Imbécil! ¡Casi me matas de un susto!

Zero se puso de pie, lanzó una última carcajada y se sacudió las hojas secas  que se habían pegado a su ropa.

—No es para tanto, exagerado —dijo y se sentó en el borde de la fuente a un lado de dónde Kaname estaba parado. Con calma sacó del bolsillo de su chaqueta una cajetilla de cigarros. —Siempre me pregunté a dónde te escapabas todas las noches.

—¿Me seguiste?

—Nah, ya estaba aquí cuando llegaste… acostado allá—señaló el otro lado de la fuente; luego, se puso el cigarro entre los labios y comenzó a buscar un encendedor en sus bolsillos. —Mmh, escapar durante la noche, tal vez debería reportarlo.

Kaname sonrió, bajó de la fuente y se sentó codo a codo con el peliplata. —Yo también puedo reportarte, además, tienes cigarros y está prohibido fumar. Me pregunto a quién le iría peor.

Zero encontró el encendedor mientras Kaname hablaba. Expulsó el humo del cigarro y observó  la punta incandescente por un segundo.

—Touché—dijo, sonrió y volteó a verle— ¿qué haces cuándo vienes aquí?

—Nada ¿y tú?

—Nada.

Guardaron silencio, se escucharon un par de grillos, nada más. Zero, entonces, le ofreció su cigarro, una calada quizás. Tal cosa era inaudita, Kaname miró alternativamente el cigarro y el rostro de su compañero de habitación. Se encogió de hombros y aceptó el ofrecimiento.

—Supongo que en eso de los reportes, ahora, nos iría igual.

Zero sonrió de medio lado, con cierto deje de triunfo. Kaname no pudo evitar sonreír y darle una larga calada al cigarrillo, mínimo, para que valiera la pena.

—¿Y…—Zero se estiró, y recuperó su cigarro— por qué está aquí, su majestad?

Kaname lo miró incrédulo. ¿Sería posible que ese “sin sentido” supiera quién era él? No, por supuesto que no, era secreto nacional, ultra secreto. Bueno, no tanto así, pero secreto si era, o se supone que debía serlo. Seguramente, concluyó, sólo le estaba tomando el pelo, como siempre.

—Sólo quería respirar un poco de aire fresco.

—Ja, ja, no me refiero a eso —acompañó sus palabras con la expulsión del humo del cigarro — ¿Por qué el príncipe de este reino está internado en esta academia militar? Y lo que sería aún más interesante ¿por qué está de incognito?

Ahora sí, la mirada de Kaname era una de perplejidad absoluta. Lo sabía, esa bestia insulsa lo sabía.

—Antes de que preguntes, sólo digamos que lo descubrí sin querer.

—Eso no te importa— Kaname considero innecesario negar las cosas, una mentira siempre era más difícil de mantener. — Pero me alegra que lo sepas. A ver si así, dejas de molestar a tu futuro rey, ignaro.

Kaname se puso de pie, estaba por irse, cuando la risa grave del peliplata le hizo aguardar un poco más.

—Joder, mi futuro Rey, es y será su trabajo. Joderme no sería novedad… —se puso de pie también y con toda la insolencia del mundo rodeó con un brazo el cuello ajeno, un gesto que parecía amistoso, —pero, dígame ¿cuántas veces un servidor de la corona como yo, puede joder a su “futuro Rey”?

Kaname sintió un escalofrío, cuando los labios del peliplata le rozaron la oreja.

—Por cierto, mi futuro Rey, regula tu respiración cuando corras, como no lo haces, te cansas muy pronto. —dijo antes de marcharse y dejar a Kaname con una sensación extraña por todos lados.

 

 

Notas finales:

Wola! Espero que les haya gustado. 

Es una nueva aventura, un reto nuevo. 

Estoy tan endeudada... que ya no me importa. XD

 

Hasta la próxima!

 

Continuará...


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