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19. La Monta de Yongguk por dayanstyle

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Notas del fanfic:

helllooooooo.... 

la mama de lay y zelo como sabran esta completamente loca, pero lo que no saben es que ella guarda un secreto que la hace actuar de esa manera... 

Zelo guarda un secreto que ni el mismo tiene idea de que lo tiene.

mas aliados apareceran en la guerra que se avecina para la manada Kim. Jongin como alfa tendra que aceptar su ayuda.

O_O

Notas del capitulo:

no le demos mas vueltas empiezen a leer

 

—No sé por qué acepté que vivieras con Lay. Juro que si él te vuelve gay, lo mato —su madre vociferó.

 

Zelo estaba sentado ante la mesa de la cocina viendo fijamente a su madre. No podía creer que estaba de nuevo aquí. r13;No puedes volver gay a alguien, mamá. —«Dios, ¿bajo qué roca había vivido ella?»

—Esa es su elección. Lay podía elegir no serlo. Pero no, por alguna razón él tenía que ir en mi contra. —Ella lanzó la toalla de cocina a la mesa y tenía las manos en un puño viendo con ira hacia la pared.

 

Zelo apoyó la cabeza en la mesa y comenzó a golpearse la frente contra la mesa. Después de la lucha que atravesó para irse a vivir con su hermano mayor Lay, estaba de nuevo aquí. Esto era una pesadilla. Había pasado cuatro torturantes semanas y media. ¿No era eso suficiente? ¿Por qué no se iba ahora en lugar de esperar los dos días que faltaban para su cumpleaños número dieciocho?

 

A excepción de su anterior huida, la cual había terminado con su regreso el mismo día, él se había comportado muy bien. ¿No debería su sentencia ser reducida?

 

—Si él te ha contagiado, lo cazaré.

 

—No te contagias de lo gay. Naces de esa forma. —Apretó los dientes. Esta era una pesadilla imposible y desesperadamente quería despertar.

 

—No, no lo haces. Sube a tu habitación y arréglate. Necesitamos sentarnos y orar para que no haga un lío en tu cabeza. Llamaré al Reverendo Glass para que vea…

 

Zelo la dejó. Subió a su recámara y se fue directo hacia la ventana. No había manera de que se quedara para un exorcismo. Él tendría dieciocho en unos días. Podía encargarse de si mismo hasta entonces. Eso era mejor que estar oliendo a naftalina todo el día y ver a su mamá vigilándolo todo el tiempo. Zelo juraba que los ojos de esos gatos de porcelana lo seguían, los ochenta. ¿Y qué con esas muñecas? Sentía como si viviera en una tienda.

 

Zelo abrió la ventana suavemente, y deslizó una pierna fuera, entonces se deslizó hasta que sacó el resto de su cuerpo hacia el techo del solárium. A él no le importaba lo que su hermano Lay decía, o lo que decía Suho el novio de Lay, ni siquiera lo que decía Yongguk, el hombre que lo hacía sentir toda una revolución en su interior. Él no se quedaría aquí.

Las constantes críticas, insultos y esa alta moralidad eran suficientes para tener a cualquiera contra la pared.

Zelo se deslizó por el techo, sobre su abdomen y entonces saltó. Había un lugar en el que podría esconderse, en la casa de su mejor amigo Junho

Su madre no conocía a Junho. Tampoco había manera en el infierno de que él fuera a llamarle a ella. Ella sólo sabría dónde encontrarlo si a ella le decían.

 

El chico era de lo más cool y siempre había pasado buenos momentos con él. Junho le dijo a Zelo que tenía un lugar donde quedarse si alguna vez necesitaba uno, y bueno, él necesitaba uno.

Zelo corrió, después trotó y finalmente caminó hasta que llegó a un gran establo rojo detrás de la casa de Junho. Entró y encontró a su amigo en su lugar habitual.

 

—Hey —murmuró mientras cerraba la puerta del establo detrás de él.

 

Junho levantó la vista de un montón de partes de motocicleta y le sonrió. —¿Lay te trajo? —Su amigo se limpió las manos en un trapo y lo saludó. Junho golpeó su hombro con el de Zelo y le señaló una caja de plástico—. No, Lay no me trajo. Mi mamá hizo que me mudara de nuevo con ella. —Zelo tomó la caja, la volteó y se sentó en el duro plástico. Movía sus tenis sobre el piso de tierra, deseando que los dos días de su sentencia se acabaran.

 

Junho exhaló aire a través de sus dientes y su expresión era de dolor. —Siento oír eso. Joder, hombre, eso apesta.

 

—No tienes ni idea. ¿Puedo quedarme?

 

—Bueno, ahora soy un adulto. Tengo que ser responsable. Así que no puedes quedarte en mi cuarto, pero puedes dormir en el desván. —Junho lo señaló sobre su hombro—. Claro que no puedes dejar que mis padres sepan que estás aquí.

—Acabas de cumplir dieciocho. Eres muy adulto. No dejaré que ellos se enteren. Gracias. —Unos días durmiendo en el desván lleno de heno era mejor que dormir bajo el mismo techo con la más extraña mami, como Lay se refería a ella.

 

Zelo levantó una llave y la hizo girar en su dedo índice mientras veía a Junho trabajar. —¿Incluso has montado en esa cosa? Cada vez que te veo, esto está en piezas.

—Una vez, pero no me gustó cómo se oía así que la volví a desarmar.

Zelo bostezó. Habían sido cuatro y media largas semanas llenas de shifters, hombres hadas azules, y siendo obligado a regresar a la prisión que su mamá llamaba hogar. Estaba agotado, Sentía como si esas semanas finalmente lo hubieran atrapado ahora que realmente podía relajarse. Dos días más y todo esto habría terminado. —Iré al desván, buenas noches.

 

—Buenas noches, te traeré algo de comer en la mañana. r13;Junho se limpió las manos de nuevo y lanzó el trapo sobre la pila de partes—. Voy adentro.

 

Zelo subió la escalera, tratando de encontrar un lugar suave donde dormir. No parecía haber ninguno. Se acostó sobre el heno, pensando en el hombre de cabello negro, grandes ojos verdes y el más increíble acento chino.

 

Zelo despertó sobresaltado, luchando contra la mano que tapaba su boca. Pateaba las pacas de heno, haciendo su mejor esfuerzo por lograr patearlo.

—No te muevas —una voz le advirtió suavemente.

 

Zelo conocía ese acento: Yongguk. ¿Qué infiernos estaba haciendo aquí? Asintió y la mano fue retirada.

 

Siguió la mirada de Yongguk. El gran motociclista señaló hacia el establo para mostrarle que alguien estaba ahí, y que estaba buscando algo. Sus ojos se abrieron más cuando un extremadamente grande lobo entró en el establo, siguiendo al hombre que buscaba.

 

Yongguk cubrió de nuevo la boca de Zelo, evitando que el grito saliera, cuando el lobo atacó al hombre. El gran motociclista giró a Zelo hacia su pecho, bloqueando sus ojos para que no viera lo que estaba sucediendo abajo, aunque Zelo pudo oir todo.

Oyó los gruñidos y siseos y el ruido de que las partes de la motocicleta de Junho volaron por todos lados. Zelo trató de girar la cabeza para ver, pero Yongguk no se lo permitió. —No necesitas ver esto —el hombre le murmuró.

Zelo asintió cubriendo sus orejas con sus manos. Él tampoco quería oírlo. ¿Qué estaba sucediendo aquí? Nunca antes los problemas lo habían seguido. La casa de Junho siempre la había considerado su lugar para esconderse. Supongo que ya no era más su refugio temporal, pero al menos no fue su mamá quien lo encontró.

 

—Está bien, ahora puedes ver. —Las manos fácilmente dejaron su cuerpo, permitiéndole la opción de retirarse.

 

Zelo se apartó de Yongguk, viendo esos grandes ojos verdes, ojos del color de la esmeralda. Bajó la cabeza, inseguro de por qué veía embelesado a un hombre.

 

—¿Qué sucedió? —le preguntó apartándose más. Él no era gay, no importaba que Lay estuviera convencido de eso. Pero había algo en Yongguk que lo atraía como el fuego a las polillas, o un hombre psicótico a las drogas. Sí, eso ajustaba más al porqué él estaba loco por sentirse de esa manera.

 

—Cuando Lay, Nana y tú fueron tomados, el olor de Nana se quedó en ti. Ese de abajo era un vampiro, atraído por el olor. Los vampiros se vuelven locos por el olor de los elven.

 

—Oh genial, ahora soy un imán para vampiros. Sabía que Nana era un problema desde el momento que abrió la boca. r13;Zelo se arrastró hacia la escalera. Tenía que salir de aquí. Le agradó la idea de hombres cambiando a lobos cuando Lay se lo dijo, pensó que era algo cool; pero vampiros era una historia muy diferente. Ellos bebían sangre, algo que hacía que Zelo se estremeciera por lo grotesco de eso.

—Despacio, Zelo. —Yongguk rápidamente lo siguió.

Zelo no quería detenerse. Además del hecho de que quería correr hacia las colinas a causa de su mamá y los vampiros, Yongguk lo confundía como el infierno.

No sabía qué hacer con los sentimientos que tenía por el hombre. Cada vez que estaba cerca, el estómago de Zelo se agitaba y su cabeza giraba con pensamientos que sabía que no debería de tener.

 

Incluso aunque adoraba a su hermano Lay, ser gay estaba mal. Eso le había metido en la cabeza su mamá y eso ahora lo tenía atorado. Se sentía sucio por sentirse de esa manera, sentir que quería subir al regazo de Yongguk y ronronear estaba mal.

—No es seguro para ti estar solo. Podrían ser más de uno y no voy a correr ese riesgo.

Zelo dejó sus pensamientos ante el estremecimiento que sintió con esas palabras. Se sentó en el borde del desván y colgó las piernas preguntándose por qué la voz de Yongguk lo jalaba. Se quedó sin aliento cuando el gran motociclista se sentó a su lado. La urgencia estaba en conflicto con lo que pensaba, lo que su mamá le había enseñado. Su voz era una constante en su cabeza, diciéndole que era una abominación querer a Yongguk.

 

No, él no lo quería. Sí, él lo quería. ¡Infiernos! Zelo no sabía qué pensar.

 

—¿Por qué dejaste tu casa esta vez?

—No podía tolerar que mamá siguiera hablando de Lay de esa manera. No es correcto. —Zelo podría nunca haberle dicho a nadie que adoraba a su hermano mayor, pero le enojaba como el infierno que alguien hablara mal de él o se burlara de Lay.

 

Había oído en la escuela acerca del gran trasero de Lay o de cómo se comportaba como una chica. Se había metido en muchas peleas defendiendo a su hermano, y lo haría de nuevo en un segundo. Todo lo gay y el amor entre hombres lo confundía como el infierno, pero Lay era único en su categoría. Zelo nunca lo veía de esa manera. Él era solo…Lay.

 

—Tienes que adaptarte a eso. Sé que no es correcto, pero que vagabundees no es seguro. Lo siento. Me dolería el corazón si algo te sucede. —Yongguk levantó un pedazo de heno y lo enrolló entre sus dedos. Zelo estaba en shock con la confesión.

¿Por qué alguien con tan grande estatura que parecía no necesitar a nadie, se preocupaba por él? No tenía sentido. Ahora Zelo tenía algo más confuso en qué pensar.

 

—No quiero quedarme ahí —le confesó con un tono de voz infantil, odió el hecho de que sonara así. Él era un hombre adulto y necesitaba oírse como uno.

—Lo siento, pero tienes que regresar.

 

Las palabras lo desgarraron, incluso aunque sabía que era verdad. —Sólo me escaparé de nuevo.

—No, cachorro. Ahora alguien estará en las sombras cuidando tu casa veinticuatro horas-siete días.

—¿Qué? —Zelo saltó, viendo fijamente a Yongguk—. Eso no es justo. No tienes idea, lo que es vivir con ella. Inténtalo. Apuesto que después de unas horas pensarás que el beber cianuro es una mejor alternativa. —Se paseaba de un lado a otro lleno de ira.

—No quiero enviarte ahí. Preferiría tenerte conmigo en donde puedo protegerte mejor, pero no tengo elección por los siguientes días.

—Ella no tiene que saber dónde estoy. Lay podría esconderme. —La esperanza brilló en él.

 

Yongguk negó con la cabeza y Zelo sabía que iba a perder esa discusión. La pequeña chispa que se había encendido murió. r13;Eso no sería justo para tu mamá. No importa como sea ella, no saber en dónde está su hijo, es la peor pesadilla para los padres. No puedo hacerle eso a ella.

 

—Bien, estás del lado de ella. —Zelo se giró y bajó las escaleras, llegó abajo y se alejó, listo para salir de un infierno de ahí.

 

Dio un paso hacia atrás cuando el hermano de Yongguk entró al establo. Kris lo hacía tener cautela. El tipo no tenía una amable mirada como la tenía Yongguk. Era desconfiado. Caminó hacia Zelo sin sonreír ni saludar.

 

Oyó a Yongguk bajar por las escaleras y atraparlo. —Zelo, te dije que no era seguro —Yongguk dijo mientras atrapaba a Zelo por los brazos y lo giró.

—Prefiero tratar con vampiros que con mi mamá. ¿Qué te dice eso? —Jaló su brazo, caminando hacia la motocicleta de Yongguk. Está bien, montar en la motocicleta con el hombre era una cosa que le gustaba. Eso era divertido como el infierno. Una parte de él se reía con desconcierto al pensar en montar de nuevo.

—¿Podemos hablar?

Zelo metió las manos en los bolsillos delanteros de sus jeans, pateando la tierra. —¿Acerca de qué?

 

—No huyas más, mantente a salvo. Prométeme que no intentarás huir de nuevo.

—No puedo. Si ella empieza con sus cosas, saldré de ahí. r13;Zelo vio cómo Yongguk sacaba un teléfono celular de su chaqueta de cuero.

—Te compré uno nuevo y programé el número de todos en la Casa. Si ella empieza a ir contra ti o a hablar contra Lay, ve a tu recámara y háblame o a alguien más. Sólo no dejes la casa. r13;Yongguk le dio un teléfono negro brillante.

 

Zelo lo tomó. No quería que Yongguk viera lo emocionado que estaba de tener algo propio. Yongguk había tratado de darle su teléfono antes, pero en ese momento Zelo había estado demasiado enojado para tomarlo.

 

Sin embargo este era suyo. Cool. Parecía trivial con todo lo que estaba pasando, pero Zelo quería jugar con él y ver todo lo que podría hacer. Quizás finalmente podía entrar a internet. Ellos ni siquiera tenían internet en esa apestosa casa.

—Vamos, te llevaré a casa antes de que descubran que saliste.

—Ella llamó a un reverendo para asegurarse de que Lay no me contagió —dijo Zelo viendo al teléfono, incapaz de ver al hermoso hombre. Su pulgar deslizándose sobre la brillante cubierta, avergonzado de las acciones de su mamá. ¿Por qué no podía tener una mamá normal que horneara galletas y los llevara a la práctica de futbol cuando ellos eran niños en lugar de con la que habían tenido que tratar?

—Hombre, eso es cruel. Sólo mantén en tu mente que son unos días más de eso y entonces podrás venir a vivir a la Casa.

Eso era lo único que mantenía a Zelo cuerdo en este momento, saber que pronto podría vivir con Lay y estar con Yongguk. Como sea que fueran sus enredadas emociones, sabía que estar alrededor de ese hombre lo excitaba. El tipo era fascinante y lo hacía sentirse a salvo. Zelo no sabía qué pensar de eso. 

Se encogió de hombros. —Supongo.

—Vamos, cachorro, te llevaré a casa.

 

Zelo subió a la parte de atrás de la motocicleta de Yongguk, viendo a Kris subir a la suya. Ellos recorrieron el camino de tierra, Zelo saltaba en la parte de atrás de la motocicleta. Eso era muy divertido. Él quería que Yongguk lo llevara en un largo viaje así él podría pasar mas tiempo en la parte de atrás de la motocicleta. Tenía una sensación de libertad como nunca cuando montaba en la motocicleta con Yongguk.

 

Demasiado pronto, ellos estaban en la casa de su mamá. Él nunca podría llamarla su casa. No se sentía como debería de sentirse un hogar. Bajó de la motocicleta de Yongguk, preguntándose dónde estaría su guardián.

 

—Sube a tu habitación. Tomaré la primera vigilancia. r13;Yongguk le sonrió y Zelo sintió un nudo en su interior. ¿Quizás era sólo por el trabajo tipo héroe? El hombre parecía ser todo lo que él pudiera desear. O eso podría ser una idealización. No estaba seguro de lo que era, pero el hombre estaba en su mente constantemente desde que lo había conocido.

 

Zelo subió al techo del solárium, no quería darle explicaciones a su guardián de por qué entraba por la puerta del frente cuando se suponía que debería de estar en su recámara, eso y el hecho de que no quería ser exorcizado. Subió y atravesó la ventana, notando la puerta de su recámara abierta. Así que ella había subido por él, no sucedería. Cerró la puerta y se acostó en su cama.

 

Zelo pensó en Yongguk que estaba afuera viendo hacia su recámara. ¿Por qué eso le emocionaba? Jugó con su nuevo teléfono, debatiéndose en si debería de llamar a su guardián o no. Sacó la silla del escritorio, Zelo se sentó abriendo la ventana y subió los pies, viendo al interior de la noche tratando de ver a Yongguk.

Saltó cuando el timbre de su teléfono sonó. Zelo se apresuró a contestar antes de que su mamá lo oyera. —¿Hola?

—¿Estás bien?

Zelo vio hacia el patio pero no pudo ver al hombre. —No, no quiero estar aquí.

 

—Lo sé.

 

Zelo jaló el agujero en la rodilla de sus jeans, pensando en eso. Dado que Yongguk no estaba parado frente a él, quizás él podría hacerle las preguntas que le plagaban.

—¿Yongguk?

—Te escucho.

Zelo sintió las palmas humedecerse ante la baja y gruesa voz. —¿Por qué cada vez que estoy alrededor de ti me siento…divertido?

 -Eso se llama atracción, cachorro.

—¿Atracción?

Yongguk suspiró ante el teléfono. —Preferiría hablar contigo sobre eso en persona.

—Soy una gallina en persona. —Zelo se rio.

—¿En serio? —Yongguk se rio suavemente—. No pareces de ese tipo.

Zelo se encogió de hombros olvidando que Yongguk no podía verlo, o quizás él podría. —¿Qué es la atracción?

—El destino parece pensar que tú y yo podemos ser compatibles.

—¿Como una pareja gay? —Zelo gritó.

—O un equipo. —Ofreció una alternativa con la que Zelo se sintiera más cómodo por el momento. Él aun estaba tratando de entender todo eso en su cabeza. La palabra equipo era mejor en su opinión.

 

Se quedaron sin decir nada al teléfono durante un momento, ninguno decía nada, perdidos en sus propios pensamientos. Zelo notó lo cómodo que era el silencio. No se sentía presionado a decir algo. Pero una pregunta llegó a su cabeza. —¿Yongguk?

—¿Si, cachorro?

—¿El destino dice por qué?

Yongguk se rio de nuevo suavemente. —No, pero la atracción nos dice que el destino nos ha emparejado.

—Oh. 

—No te asustes por eso. Te daré tiempo para que te ajustes y te acostumbres a la idea. No creas que sólo tienes unos días. Tómate todo el tiempo que necesites.

—Gracias. —Se sentía como si estuviera bajo una cuenta regresiva. Zelo se relajó sabiendo que Yongguk estaba dispuesto a esperar. La idea de estar con él no era repulsiva. Aunque lo confundiera totalmente.

«Lo gay de Lay te está contagiando. Dije que lo haría». Zelo se estremeció ante la voz de su mamá en su cabeza. ¿Por qué no podía sacar de su mente lo crítico de ella? Probablemente podría manejar un poco mejor sus emociones si los sermones de ella no estuvieran recorriendo su cabeza cada vez que pensaba en Yongguk.

—Yo no lo dificultaré. Sé cómo se siente estar confundido, no saber quién eres. He estado ahí, cuestionándome y examinándome, inseguro y seguro al mismo tiempo.

 

Impactó a Zelo que alguien con una apariencia tan feroz como Yongguk se cuestionara. Eso hacía más fácil hablar con él, hacía que el lobo pareciera más alcanzable. De nuevo trató de localizar a Yongguk, pero sólo veía sombras en el patio. El lobo era bueno.

—No sé qué pensar ahora.

—La vida en ocasiones es confusa. Las intersecciones del camino no siempre son claras. Tomate tu tiempo, cachorro.

—Gracias. —De nuevo se quedaron en silencio, el teléfono en su oreja mientras Zelo pensaba en cientos de cosas y ninguna. Cerró los ojos cuando sintió una cálida brisa entrar por la ventana. Deseó estar en el asiento trasero de la motocicleta de Yongguk en lugar de estar atorado en ese viejo cuarto.

—¿Podríamos salir a pasear en la motocicleta?

—Veo que te gusta mi motocicleta. —Yongguk se rio—. También tendremos tiempo para eso.

—Está bien.

Silencio.

 

A Zelo realmente comenzaba a gustarle ese hombre. No era difícil llevarse bien con él. Yongguk incluso voluntariamente le daba a Zelo el tiempo que necesitaba y era amable y tenía una linda apariencia.

Para un hombre.

Zelo no creía ser el único que se sentía atraído por el motociclista. Tenía una sensación acerca de Yongguk que hacía que Zelo quisiera conocerlo mejor, estar alrededor de él todo el tiempo. Comenzó a preguntarse si realmente era gay y estaba negándolo a causa de su mamá.

 

Sintió que él mismo asentía pero no podía colgar el teléfono. Le gustaba el profundo acento de Yongguk. Era suave. —¿Qué edad tienes?

—Doscientos diez.

—¡Santa mierda! —Se levantó con la pequeña revelación.

Yongguk resopló. —Soy joven comparado a los otros. Jongin tiene casi cuatrocientos.

La cabeza de Zelo giraba. Una gran sonrisa cruzó su cara. r13;¿Disparaste en el viejo oeste?

—Al atardecer.

A Zelo le gustó eso. Cerró los ojos de nuevo, acunando el teléfono entre su hombro y su oreja, escuchando a Yongguk acerca de las experiencias que había vivido en dos siglos, la voz de su pareja lo arrullaba.

 

Ese fue su último pensamiento, antes de quedarse dormido, pensando en que Yongguk era su pareja. Quizás después de todo podría acostumbrarse a eso.

Zelo despertó sorprendido, una mano en su hombro. Levantó la vista y vio a Nana parada al lado de él con una sonrisa en su cara. Ella llevó su dedo índice a su labio indicándole que se quedara en silencio.

 

Tomó el teléfono celular que se había quedado pegado a su cara con la humedad del verano, viendo que la batería se había agotado. Lo metió en el bolsillo, se puso de pie y desapareció con la ayuda de la pequeña niña elfa.

 

—Eso estuvo cerca. Si hubieras dicho algo, Yongguk podría haberlo oído. Los lobos Timber y su maldito oído.

—¿Dónde estamos? —Zelo preguntó.

—En mi recámara. Supuse que querías salir de la cárcel, así que pensé en ti y voila, aquí estamos.

—¿Entonces me traes a una casa llena de lobos con excepcional oído?

Nana lo miró ofendida. —No pensé en eso.

 

Zelo se acostó en la cama y colocó sus manos detrás de la cabeza. —Es cool. Agradezco que me rescates. ¿Entonces, ahora qué?

 

—Tampoco pensé en eso. —Ella se sentó en el suelo y cruzó las piernas—. Sólo pensé en que no era justo que estuvieras en un lugar en donde no querías estar.

 

Ambos saltaron cuando la puerta se abrió. Zelo se relajó cuando vio que era solo Donghae. —¿Sacando prisioneros de nuevo, hermanita?

—Él no debería ser forzado a estar en donde no quiere estar.

 

Donghae levantó la mano. —No te estoy diciendo nada. —Se dejó caer en la cama y le sonrió.

—Oh. —Ella le sonrió.

—Nosotros podemos sólo quedarnos aquí. —Zelo les sonrió a sus cómplices.

Yongguk se enderezó cuando vio una pequeña luz en el cuarto de Zelo. Gruñó, sabiendo exactamente lo que significaba esa maldita luz.

Nana.

 

Esos dos se habían hecho amigos rápidamente y socios de discusiones desde que se conocieron. Yongguk subió al techo del solárium y vio al interior del cuarto de su pareja. No estaba Zelo.

 

—Jongin —Yongguk dijo al teléfono celular que sacó de su chaqueta mientras se sentaba en el techo—. Tu niña secuestró a mi pareja.

 

El Alfa se rio. —Al parecer ellos se hicieron amigos rápidamente. Iré a revisar su recámara.

 

—Apreciaría eso. —Yongguk colgó el teléfono y entró por la ventana. Entró en el closet, cuando oyó que insertaban una llave en la cerradura. ¿Sabría Zelo que su mamá tenía llave?

 

Vio a través de una rendija que la mamá de Zelo entró a la recámara, olfateando alrededor y entonces maldijo.

¿Ella realmente estaba olfateando en la recámara? ¿Los humanos hacen eso? Una intranquila sensación se estableció en su estómago. Algo siniestro sucedía aquí, y él iba a llegar al fondo de eso, especialmente ya que su pareja vivía ahí.

 

Le pediría al Detective Park Leeteuk, una de las parejas, que vigilara a la mamá que había amenazado con los policías a Zelo. Probablemente no podrían hacer nada, pero el pensar que su pareja se quedara ahí no lo hacía sentir bien.

La mamá de Zelo se inclinó y olfateó jalando el cubrecama. Está bien, eso era demasiado extraño.

 

El corazón de Yongguk se detuvo cuando Nana, Zelo, y Donghae aparecieron dentro del cuarto en el momento exacto.

 

continuara...

Notas finales:

se los dije neness..... la mama de Zelo guarda un extraño secreto...

 

dejen RW


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