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Mi vida por la tuya por chibibeast

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Notas del fanfic:

Hola~ hace rato que no pasaba por aquí.
 
Hoy vengo a publicar mi primer One Shot del DIK 2017. Un KAIHA para alegrar el alma <3

Notas del capitulo:

Este es mi segundo intento de fic samurái. La verdad, después del fracaso del primero, no entiendo por qué  lo intenté de nuevo, supongo que soy terca.

Aclaraciones:

- Historia ambientada durante el siglo XII (intento de, en realidad).

- Hay tres OC (personajes originales), sólo son mención, espero que eso no afecte el propósito del DIK.

- Ignoren el nombre del dōjo, por favor, no es tan importante.

- Los sufijos japoneses siempre me han dado ñañaras (?), no los puse porque tampoco sé muy bien cómo usarlos.

- Pues, por la época, tienen el pelo negro y largo.

- Hay algunas cosas que son canon (oficiales), otras son puros inventos míos.

- NO DESCRIBÍ PELEAS.

Demonios, necesito ampliar mi vocabulario.

Abajo continuo… ¡A LEER! 


Era un soleado y caluroso día, en uno de los pueblos más ajetreados de Kamakura. Las personas iban y venían a través de las concurridas calles, los niños correteaban, las mujeres realizaban las compras del día y los hombres se aseguraban de que todo estuviese tranquilo y seguro a los alrededores, cargaban sus katanas a un lado de sus caderas. El ruido típico de la multitud era bienvenido en fechas como esa, si bien no celebraban nada, la alegría abundaba por todas partes.


Excepto cierto dōjo, donde convivía un pequeño grupo de samuráis, conformado por tres hombres, quienes servían al gobierno y eran tutores de dos adolescentes, que querían seguir sus pasos. Esta fecha, sin nada especial, les fue asignada como descanse, luego de cumplir apropiadamente un conjunto de misiones. Extraño, todo el sitio estaba totalmente silencioso. Siempre había algún tipo de alboroto, ya fueran las pendencias de Aoi y Reita, Takanori y Kouyou jugando o Kai correteando a Reita por todo el terreno para obligarlo a organizar sus pertenencias. 

Esa mañana, el par de pupilos salieron animados hacia algún lugar, los adultos supusieron que harían cosas de niños, así que los dejaron ir, quedando así ellos tres en el dōjo Shinubi.

− ¡Que aburrido!− exclamó Akira, echado boca arriba en medio de uno de los pasillos que daban directo al jardín, con el torso descubierto y el resto de su traje bien acomodado.

− Es la sexta vez que dices lo mismo y sigues ahí como un hombre sin oficio ni deberes.− replicó Yuu, sentado a la orilla del pasaje, dándole la espalda a Suzuki, vistiendo un yukata azul y utilizando su katana para descascarar una roja manzana, desinteresado.  

− Claro, como tú estás haciendo mucho. Usando un arma como si fuese una simple navaja.− sarcasmo y ganas de molestar impregnando cada palabra. Cruzó sus brazos tras la nuca y cerró los párpados, ignorando al otro.  

− Lo que digas, no tiene caso discutir contigo por tonterías.

El silencio se mantuvo durante escasos minutos, hasta ser nuevamente interrumpido, debido a un ligero andar y el murmullo de una suave voz, que captó la atención de ambos espadachines. 

− Al parecer, se llevan tan bien, como siempre.− observaron atentos cada movimiento ejercido por las extremidades al sentarse en el piso sobre los talones y las ondulaciones de los largos mechones oscuros a causa del soplo del viento. La fragancia natural de su compañero combinada con el dulce olor del té Matcha, les llenó los pulmones similar al primer respiro del despertar. Sus ojos se dirigieron automáticamente hacia los finos labios, cuando la cerámica fue posada sobre estos para dar un breve sorbo y exhalar complacido. Este último gesto, fue imitado por las dos personas que, prácticamente, lo acosaban con la mirada.− La afonía, a estas horas, contrario a relajarme, me inquieta.− era una pregunta indirecta acerca del paradero de los residentes más jóvenes. Arregló un poco la abertura de su yukata gris, ya que dejaba a la vista los vendajes de una herida reciente y no quería angustiar a sus camaradas con el recuerdo de la batalla.             

Sin embargo, el ademán fue notado y las peticiones de reposo no se hicieron esperar.

− Yutaka, no deberías estar fuera del futón. El médico aconsejó reposo, si no los haces, podrías lastimarte más.− Yuu dejó a un lado la espada y, ahora, la manzana yacía tirada a medio cortar en la tierra.

− Es cierto que eres fuerte y soportas el dolor, pero es difícil para nosotros verte así y  ser conscientes de que es nuestra cul…− sentado contiguo al de la yukata azul, Akira no pudo terminar de hablar, fue detenido por la zurda alzada en medio de los tres.

− No hay culpables aquí. Fungí como escudo para proteger la vida de un inocente.− con calma, guardó sus manos dentro de los trazos de tela.

− Prometimos mantenerte a salvo…

− Y fallamos.

La represalia hacia sí mismo en la voz de sus seres más cercanos y queridos, nunca le ha sentado bien. La promesa mencionada, no era más que un imposible. Sabía que fue hecha con la mejor de las intenciones, pero su trabajo no era el menos riesgoso que existía.

− Estoy vivo, eso es un logro. Si no fuese por ustedes ni aquel niño ni yo estuviésemos hoy siendo abrazados por el cariño y amor de nuestra familia.− aquellas palabras aunado a la cálida sonrisa que fueron regaladas, llenaron el pecho de los samuráis, quienes regresaron la acción con ojos humedecidos.− Ahora, que aclaramos esto, podrán responder… ¿dónde se encuentran Takanori y Kouyou?  

Realmente, admiraban a este hombre, a cada segundo. 

− Eh, dijeron que saldrían a comprar algunas cosas que necesitaban y, tal vez, irían al campo a ver las aves que tanto le gustan a Kouyou.− el mayor de los presentes, volvió a agarrar su katana e hizo un mohín al percatarse de la mugre en la fruta que pensaba comer.

− ¿No creen que esos dos han estado saliendo de “compras” y a “ver aves” muy seguido esta semana reciente?− inquirió Akira, mientras ajustaba sus cabellos negros en una coleta alta. 

− ¿Qué tal si Nori está saliendo con alguien y no quieren decirnos?− elevó las cejas con picardía.

− You tal vez lo encubre, es probable Nori ande buscando pretendientes.

Tomando de su té, el único de cabellos sueltos, escuchaba divertido las suposiciones y bromas acerca de lo que sus aprendices podrían estar haciendo.

No desconfiaba de su amante, aquel sagaz joven contaba 17 años, usó manías seductoras y le enredó en los hilos del amor; era un honor atravesar “la hermosa senda” con él. 

Las risas emitidas con aquel tono de voz tan grave, le traían recuerdos de la infancia amena, cuando eran menos que un irritante chillido a oídos de los adultos. Acudieron a su mente rostros con facciones regordetas y expresiones despreocupadas, jugando a ser espadachines siendo parte de la élite militar y combatiendo a sus oponentes con delgadas ramas. Luego, complexiones de más altura, músculos en proceso de ser definidos y facciones masculinas, abandonando el infantilismo. Ellos tres se conocían desde niños, habían estado juntos durante toda una vida y así permanecerían hasta el momento que uno a uno tengan que partir.  

Habían ganado combates, perdido luchas… habían obtenido la victoria en la Guerra Genpei. Aun en tiempos de relativa paz, continuaban sirviendo a su pueblo, a su país… al actual Shōgun.  

Desde muy jóvenes servían al gobierno, velaban los intereses del señor al que servían, los cuales cumplían al pie de la letra. 

Cada integrante del clan Minamoto le era asignado un alias, en cuestión de aludir una habilidad o personalidad. 

Yutaka Tanabe, alias KAI, la profundidad en sus reflexiones y su sensatez era lo que le permitía analizar e interceptar y asestar con pulcritud el punto ciego de sus rivales.

Akira Suzuki, alias REITA, debido a su actitud indiferente e imperturbable a la hora de enfrentar a sus oponentes.


Yuu Shiroyama, alias AOI, sus movimientos iguales de gráciles y delicados como los pétalos de una flor de malva al son de la brisa, lo que los hace precisos y letales.

Así eran conocidos en las líneas de guerreros y eran temidos entre las filas de sus enemigos.   

No obstante, dentro del pequeño círculo de cinco personas, eran llamados por sus nombres de nacimiento, tal como se representaban para ellos. De hace 3 años, tenían a su cargo a Takanori Matsumoto, hijo de un colega caído, cuidado bajo el ala de Yutaka Tanabe, este aceptó el último deseo de Takayuki Matsumoto; y Kouyou Suzuki, hermano menor de Akira Suzuki, sus padres murieron en la guerra, entonces el menor quedó con él.

 

 


 
**********

 

 


 
Mientras tanto, en otra parte del pueblo, casi al borde del bosque…

− ¿Listo, Nori?

− ¡Por supuesto, You!

En una batalla simulada, Takanori y Kouyou se enfrentaban a un hombre y una mujer. Gracias a las enseñanzas de sus maestros, con destreza, pronto el dúo de chicos salió vencedor.

− ¡El ganador de este encuentro es… el Dōjo Shinubi!− anunció árbitro, animando a los espectadores.  

Ambos jovenzuelos  se inscribieron en unas competencias de todo tipo de artes marciales y técnicas de espada. No le dijeron a los demás porque no lo consideraron adecuado, ya que Kai no contaba con buena salud, a Reita no le agradaban mucho estas competencias y Aoi retaría a cualquiera a pelear, además le coquetearía hasta su propio reflejo en un charco. Sí, era raro. 

Después de un par de encuentros, la victoria fue suya, los declararon vencedores del desafío. El premio no era la gran cosa, provisiones y un saquito de monedas, pero lo más importante era el reconocimiento dado por las personas asistentes al evento público; el cual no duró más de tres horas, era un evento diario realizado sólo para entretenimiento.  

Pese al motivo de ser, hubo dos personas quienes no estuvieron de acuerdo, no les gustó ser derrotados.  

Iban caminando y charlando alegres, aprendieron de los errores, tanto propios como ajenos, se acoplaron de manera estupenda, espalda con espalda, como si fuese un duelo real. Hacían un grandioso equipo, no como sus mentores, pero anhelaban serlo.

De repente, Takanori sintió ser halado a un lado del camino, cayó al suelo, la pantorrilla izquierda le sangraba, tenía un corte de aproximadamente cinco centímetros. Sorprendido y a la vez asustado elevó la cabeza, justo a tiempo para notar y esquivar un tantō que iba dirigido hacia él.

¡¿Quién en su sano juicio lanza un tantō así porque sí?!

Se levantó veloz, sólo para encontrar a Kouyou defendiéndose precariamente de un tipo que asestaba estocadas fieras, rasgando las mangas del hakama índigo. Intentó ir a auxiliarlo, pero la punta de un wakizashi contra su pecho se lo impidió, sus piernas temblaron ante el peligro de ser herido por un arma real. De inmediato, reconoció a los sujetos que los amenazaban, eran los mismos contra los que pelearon y les ganaron, los últimos. La mujer se percató del miedo, se aprovechó de él pasando del pecho a ubicar el filo debajo de su nuez, cortando superficial la piel del cuello. Le miró maliciosa, le arrebató el saquito donde guardaba la recompensa y lo despojó de su espada de madera, dejándolo desprotegido… a su merced.

Una cosa era participar en una actividad, cuya única prohibición eran las armas blancas reales y otra muy diferente era tener un asalto por la espalda, obvia, desventaja e indefenso. 

El grito desgarrador de una voz conocida, le hizo voltear, vio a Kouyou caer inconsciente y sangrando, luego ser cargado de forma desconsiderada. El sujeto dijo algo que Takanori no logró entender, la fémina le soltó, creyó estar libre e iba correr para tratar de salvar a su amigo; sin embargo, ella tenía otros planes, entonces sintió un fuerte golpe a su sien derecha, tan fuerte que no supo qué pasó después.   

Para su fortuna, alguien más se encontraba en el camino, pudo capturar a la chica, pero el sujeto escapó gracias a ella.

Takanori despertó recostado sobre una de las bancas del cuartel de los Minamoto, desconcertado, parpadeó varias veces hasta enfocar bien la vista, lo primero que distinguió fue el rostro acongojado de su maestro.  

− Nori, ¿estás bien?

En cuanto oyó su nombre ser pronunciado por esa preocupada voz, las lágrimas acudieron a sus ojos, un bajo sollozo escapó de su garganta. Yutaka lo sostuvo en un abrazo conciliador. Antes de todo era sólo un chico, aunque tuviese 13 años, la edad para dar pasos hacia la temprana adultez, para él era un niño tierno que todavía no debería ver a nadie manchado con el carmesí. 

Coincidencia, un médico estaba presente y se ofreció a curar las lastimaduras del menor. 

El trío de guerreros vestían hakamas típicos del clan.

− Desgraciados, no hay honor en atacar a niños.− indignado Yuu, abanicaba las manos.

− ¡Basta! Hay que interrogarlo y rescatar a Kouyou. Además, ¡tampoco hay honor en el secuestro!− Akira caminaba de un lado a otro, irritado, nervioso… afligido. Secuestraron a su hermano, no podía pensar una sola razón por la que esto sucedió. 

Al instante de tranquilizarse, Takanori contó lo sucedido.

Sano, el samurái que lo ayudó, salió de la sala de interrogatorios, vio a Kai, le entregó un papel con lo que parecía ser la dirección hacia el escondite donde suponían había sido llevado Kouyou.

− Gracias, a todos. A partir de aquí nos haremos cargo.− refiriéndose a sólo los tres.− Aoi, Reita… vamos.

− No. Tocaron una parte de mí, esto es personal, iré solo.− Reita avanzó hacia la salida, mas no le permitieron pasar.

− You también es parte de nosotros, somos una familia, ¿recuerdas?− Kai posó su puño en corazón de Akira, ablandándole el semblante y partieron raudo. Takanori se quiso unir, sin embargo, la seña sutil ejecutada por Kai le hizo detener.  

Kai, Aoi y Reita llevaban rato corriendo sin parar. A pesar de reclamar por la herida del líder de esta misión, él no se inmutaba, esforzándose para lograr llegar lo antes posible a rescatar a Kouyou. A lo lejos divisaron una roída y destartalada casa, ingresaron... adentro de una de las habitaciones, vieron a un grupo de opositores al shogunato discutiendo sobre obtener venganza. Ya se hacían más o menos una idea de qué trataba eso. 

En una esquina vio a quien buscaba, quiso acercarse a él, mas se abstuvo, el riesgo que le hicieran daño era alto. Kouyou no conseguía soltarse, las lágrimas pugnaban por bañar sus sonrosadas mejillas, debido al sobresfuerzo. Eso no les gustó, a ninguno, especialmente a Kai. Nadie se salvaría, provocar el llanto de tal hermosa criatura no merecía compasión. Reita estaba sulfurado.

Escondidos en sitios cercanos a la recamara, esperaron lo suficiente, no querían alertarlos de su presencia. Tan pronto tuvieron oportunidad, cuando la mayoría de los malhechores abandonaron sus puestos para dirigirse a quién sabe dónde; astutos, dos guardias vigilaban al adolescente. Entonces, saltaron del escondite.

Bastó uno para acabar con los guardias, los demás desataron a Kouyou. Ambos hermanos compartieron un apretado abrazo, aun la adrenalina recorriendo sus venas, cruzaron unas cuantas palabras, agradeciendo a Aoi también.

Justo cuando se aproximaba a Kai, quien tenía los brazos extendidos a la espera… los otros decidieron regresar. Eran doce individuos versus cuatro, porque el adolescente no pensaba mantenerse quieto.

Se prepararon para luchar, Kouyou asió una espada perteneciente a uno de los hombres yacidos medio muertos, la empuñó con ímpetu. Kai insistió permaneciera detrás de suyo, desobedeció la orden y comenzaron los ataques. 

Les fue bien, la sincronización era perfecta, sus métodos ofensivos y defensivos permitían bloquear o devolver embates; no por nada eran miembros sobresalientes de su escuadrón y el mejor pupilo. Claro, fue apresado, no sin llevarse por delante a tres idiotas que quisieron hacerse de él, recurriendo a malas maneras.

Entre los cuatro derrotaron a los opositores, sólo faltaba el líder, este se escudó tras sus vasallos, mas ya no tenía escapatoria. Saltó hacia Kai, antes de siquiera alzar la katana, dos filos cruzados a centímetros del cuello le paralizaron.

− Atrévete a mover un solo músculo y te ahogarás con tu propia sangre.− prometió Aoi, apoyando el acero directo a la piel.

Leves toques al hombro hicieron que Kai volteara, en cuanto lo hizo, par de iris almendra lo miraban toques de temor, alivio y… amor. No resistió, arropó el cuerpo de complexión delgada, él le correspondió el abrazo, mientras susurraban frases secretas. 

− ¿Quién eres? ¿De qué trató esta situación?− los otros dos intentaban sacarle información al que ahora era su cautivo.

− Es simple, esto era venganza. El antiguo cabecilla pereció a manos de él, miembro del Saga Genji. Soy Dogen, ¡me desharé de todos ustedes!− mostró los dientes, malévola curvatura en los labios.

− Bien, me encargaré de él. Lleven a You a la salida.

Orden emitida, captada y efectuada.

Sabían que esto sería de Kai, no debían intervenir. El militar desenvainó su daishō, dando inicio al duelo.
 

 

 


*****

 

 


Estando afuera, Suzuki como buen pariente, regañaba a Kouyou, su imprudencia lo puso en peligro junto a Takanori. No pasó a peor. Los refuerzos no tardaron en arribar… cuando el caso estaba resuelto. Matsumoto venía atravesando la poca muchedumbre, a paso lento y desnivelado debido al dolor de las lesiones, Shiroyama prestó ayuda para reunirse con su amigo; reunión emotiva, cabe decir.  

 

 


*****

 


Independiente de la mezcla de estilos y técnicas de espada del tal Dogen, Tanabe lo superó en demasía.  

El joven secuestrado, estaba recibiendo atención médica, a la vez que Yutaka emergía de la casa arrastrando el cuerpo semi inconsciente del perdedor. Lo entregó a las autoridades antes de unirse a los que consideraba su familia.

 − ¿Te duele?− primero no entendió lo que apuntaba su amante, una apenas perceptible punzada en la clavícula, las manchas rojas en sus ropajes lo aclararon.

− Estoy bien, no es nada grave.− le hizo saber, agarró el obi arrimándolo hacia sí, rodeó la cintura con la zurda y apegó sus frentes− Yo debería estar como loco, revisando cada rasguño que esos malnacidos te hicieron.

− Es mi culpa, no tendría que andar en cosas que no debo…

− Te mantendré bajo supervisión la vida entera.

− Qué exagerado.

− Mi vida por la tuya… daría eso y más.

Sin indicaciones, cada espadachín sabía qué hacer en estos momentos: retirarse, brindarles privacidad.

Conectados mediante miradas, no se despegaban del otro, indecisos de si hacerlo o no, pese a haberlo hecho antes, todavía le daba vergüenza besarlo afuera de cuatro paredes que le ofrecieran total intimidad.

− Ignóralos, no es como si no nos hayan visto ya.

− ¡Bésense de una vez, tontos!− asombrados Matsumoto y Shiroyama, saltaron encima del Suzuki, evitando que siguiera vociferando y rompiendo la atmósfera formada entre aquellos dos.

Ni acabó de decirlo, los carnoso belfos apresaban los contrarios sin pudor, caricias dulces repartidas encima de estos, los largos cabellos eran agitados por la brisa veraniega y rozaban sus mejillas, ligeras cosquillas les hacían sonreír a medio beso. La calidez y sensación de sus bocas, les acordaba a la primavera.

» − Suficiente… ¡Ya sepárense!− el tic nervioso de la ceja derecha auguraba una rabieta por ser ignorado.

− Tú lo pediste, ahora te aguantas.    

Notas finales:

En definitiva, no volveré escribir fanfics históricos, es estresante y ya me di cuenta que soy pésima en esto. No tiene pies ni cabeza.

Aunque la historia de los samuráis es bastante interesante y la época también.
Iré a llorar a algún rincón.

Aclaraciones 2:

*Matcha (polvo de té) = es un té verde en polvo, utilizado de manera tradicional para la ceremonia japonesa del té. Peeeero, no quise ocuparlo de esa manera, entonces, le deprecié el significado, lo hice casi un té común >< 

*la hermosa senda o “wakashudo” = El lazo de amor entre un guerrero samurái y su joven aprendiz era un aspecto fundamental en su forma de vida, eran señalados de esta manera. Era extraño que un guerrero no adoptara a varios muchachos como amantes.

*Guerra Genpei = Los clanes Taira y Minamoto lograron durante la historia japonesa ser los de mayor importancia para luchar por el poder. Sus desacuerdos los llevaron a enfrentarse una y otra vez hasta que en la guerra civil bautizada como “Guerra Genpei” (1180 a 1185), el clan Minamoto salió victorioso.

*Clan Minamoto = Nuestros viejitos son miembros porque elegí a uno de los clanes más representativos, es decir, el que ganó la guerra.

*Saga Genji = El emperador Saga otorgó este título a 33 de sus 50 hijos, que no podían heredar el trono. De manera que dejaban de formar parte de la familia imperial, creando la línea Saga Genji. Los siguientes emperadores lo adoptaron como tradición.

*daishō = Los samuráis portaban dos sables: katana y wakizashi, este conjunto formaba el daishō, “dai” del término “daitō” (sable largo) y “shō” del término “shōtō” (sabel corto).

- Si un samurái era capturado tenía que realizar harakiri (suicidio), pero Kouyou todavía no era parte oficial del clan, contrario a si hubieran secuestrado a K/A/Re. 

¡El horror! Ya me voy. Bye~ Nos leemos a lo largo de esta semana… espero.
 


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