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El complemento perfecto. por darkness la reyna siniestra

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Notas del fanfic:

Hola, hola mis lindas lectoras, como dije en el resumen, este fic no tiene ningún contenido amoroso entre Death y Shura. La trama es más de como ellos perciben a los otros y como los demás los ven a ellos por ser los típicos aislados asociales a los que no les gusta la compañía de gente falsa o hipócrita.

En este caso, Capricornio y Cáncer están tomando el papel de mi mejor amiga y yo en ese orden, y como nos sentimos en nuestro día a día. Verán… no somos muy apegadas a nuestras compañeritas dos caras ni a nuestra maestra que se la pasa fastidiando para que seamos más unidas… en fin, espero que les guste esta nueva perspectiva, no es como lo que normalmente escribo, por si hay personitas por acá que han leído mis otras historias, pero es un presente por el recontrapasado día de la amistad hacia a mi amiga a quien no le pude obsequiar nada por ser pobre *llora y se lamenta*

Cariño, te debo el regalo, no creas que se me ha olvidado.

 

Como unica advertencia, aviso que hay unas cuantas palabritas malsonantes por ahi. Gracias por su comprención.

Notas del capitulo:

Linduras como ya saben, Saint Seiya junto con todos sus sensuales personajes no me `pertenecen, todo es de masami Kurumada, yo solo los utilizo para dar vida a esta humilde historia que es de mi con todo mi corazón a ustedes, y no recibo ningún fin lucrativo, más el de darles a ustedes un simpático momento de lectura.

Sin más que agregar, y agradeciendo a los que leen, les invito a seguir con la historia.

 

 

Como Hermanos...

 

 

La noche hacía acto de presencia en el Santuario de la diosa Athena, y en la calma de la noche estrellada. Una sombra irrumpía casi con alevosía en una colina donde yacía recostado de espaldas sobre una roca y sentado despreocupadamente en el suelo un tanto terroso. Admirando a la gema plateada que brillaba impetuosa desde lo alto.

 

Ese en particular no había sido un día muy bueno, o al menos de los mejores que haya recordado tener alguna vez; tampoco es que tuviera muchos. Todo era monótono y de cierta manera, aburrido y hasta hostigante en algunos momentos. Y siempre era por lo mismo: su antipatía para con sus compañeros de Oro, Cáncer se sentía cansado de lidiar con lo mismo día tras día; recibir los regaños del Patriarca por su comportamiento era extenuante y a su criterio: en vano. Él no cambiaría así solo porque a Shion le gustase hacerla de su psicólogo privado con pataletas de “Tú eres un ser valioso, Deathmask…”   al peli lima no le iban tales palabras, y a él no le iba escucharlas.

 

Pero Death sentía que lo único bueno al menos de aquello, y para él, era el que no estaba solo en su odio y repulsión a los demás, siempre estaba acompañado de la única persona en ese lugar que llegó en algún punto de su patética existencia a considerar realmente importante.

 

Y así como en cada tarde en la que se despedían todos luego de ser prácticamente forzados a cenar bajo el mismo techo –léase al Patriarca jodiendoles constantemente con sus tonterías de compañerismo, y de no sé qué y de no sé cuánto… – Death y su “complemento perfecto” se ponían de acuerdo para verse a la media noche en aquella colina pelona para poder hablar desde sus adentros, en calma y en paz sobre lo que ambos tuvieron que aguantar en su día como cada hora de lunes a viernes –porque sábados y domingos se perdían de verles las máscaras a los otros–. Y de hecho, el que faltaba en la paz de Cáncer llegaba justo en ese momento puntual, hasta que en silencio tomó asiento al lado de su mejor amigo, esperando a que fuera el primero en hablar como en las mayorías de sus ratos a solas…

 

–¿Qué tal? –fue el parco saludo del italiano mirando por primera vez a su compañero.

 

–Lo de siempre… estoy harto de esto. –le respondió Shura de Capricornio mientras tomaba una piedra pequeña que hasta ese momento reposaba cerca de su pie derecho, para luego arrojarla con molestia.

 

–Lo mismo digo… ya nos iremos cabra, algún día moriremos y no tendremos que volver a ver a ninguno de estos tipos.

 

Shura se llevó la mano derecha hacia el cabello oscuro. Aquello era un acto que hacía a veces con conciencia y a veces sin notarlo. Death le miraba con una ceja alzada sin decir palabra. El capricorniano resopló.

 

–Eso espero, soporto a estos tipos porque no queda de más. Y cada vez es peor, ahora hasta Shion se ha propuesto unirnos con estos, ¿qué a acaso no se da cuenta de que los odiamos a todos?

 

–Uff, lo dudo, y mañana será peor. Recuerda que anunció que nos formaría en grupos para asignarnos misiones… ¡Maldición!

 

Death tomó una inocente piedrecilla que yacía por ahí y la arrojó al vacío en que terminaba aquella colina discreta. Shura lo vio sin objetar nada, se recostó sobre la misma roca en la que estaba el peli azul y mirando directamente a la luna preguntó:

 

–¿Crees que Shion nos separe mañana?

 

Death meditó unos segundos antes de responder:

 

–Considerando como nos ha estado jodiendo últimamente, lo creo capaz… –suspiró.

 

–Que mierda…

 

–Te apoyo.

 

Shura cruzó los brazos sobre su pecho mientras Death jugaba con uno de sus mechones azules. Ambos hombres se habían quedado en silencio uno al lado del otro, pero aunque era silencio no les incomodaba, de hecho, les gustaba aquella calma que se creaba en torno a ellos con su simple y honesta compañía.

 

Los dos se sentían de la misma manera, de cierto modo hasta parecían sentir lo que el otro llevaba dentro, sentían la tristeza, el enojo, o la alegría del contrario y eso solo les hacía sentir más unidos que nadie. Porque solo ellos se comprendían de verdad y así les gustaba.

 

Y no es que fueran malos sujetos, la cuestión era que Cáncer tenía un carácter de temer; rara vez alguien se acercaba a él y este terminó por acostumbrarse a estar solo la mayor parte del tiempo, hasta que Capricornio apareció y por azares de la vida ambos terminaron juntos en una relación de hermandad que nadie ponía en duda pues, donde estaba Cáncer estaba Capricornio, o por el contrario; donde fuera Capricornio iba Cáncer y así todos supieron que los dos eran uno solo, “Dos contra el mundo” como solían decir cuando ambos se encontraban “melosos” por así decirlo.

 

Aunque todos sabían bien que aquello no pasaba más allá de una amistad bien construida.

 

Shura y Deathmask se complementaban mejor que cualquiera, el italiano decía que valía mil veces más la calidad y no la cantidad de personas con las que estuvieras, él se sentía agradecido por tener a Capricornio a su lado y aunque no fuera por la vida diciéndoselo cada dos por tres, el español lo sabía y aquello era recíproco en todos los aspectos.

 

Ni a uno ni al otro les gustaba estar con muchas personas, mucho menos ser un hipócrita dos caras, si a ellos les caes pesado, no actuaran como damiselas románticas contigo, sino que te demostraran cada vez que puedan que les caes como una patada en el culo. ¿Rudo? Quizás, pero era la única forma que ambos tenían de defenderse, y así les gustaba.

 

La calma fue estableciéndose en el ambiente de a poco, tanto que Death se removió en su lugar hasta que su cabeza tocó el hombro del español donde recostó la misma, acomodándose en su amigo. El cangrejo finalmente bostezó y Shura indagó:

 

–¿A qué horas te dormiste ayer?

 

–… Eran como la una y treinta de la madrugada quizás…

 

–¿Haciendo qué?

 

–Leyendo, no me regañes, sabes que me gusta ponerme a leer historias.

 

–Si ya se… deberías dormir temprano.

 

–Tú igual, ¡Ja! Pero que digo, si para ti dormirse a las diez es desvelarse. –sonrió sin que Shura pudiera notarlo dada las posiciones de ambos. –Oye, ¿ya no has hablado con tu jaiba?  

 

Death hacia esa interrogante a sabiendas de la respuesta, sintió a Shura tensarse un poco, este volvió a llevar la mano a su cabello antes de responder.

 

–No, y ni quiero.

 

Shura había tenido recientemente una relación con una chica guerrera a quien le gustaba perderse de la faz de la Tierra y aparecer casi tres semanas después solo para mostrarse “arrepentida y apenada” y hacerlo salir del Santuario para que le comprara cosas o la llevara a lugares. Claro que como es obvio, Death sabía bien de aquello pues Capricornio se lo confiaba ya que solía cuestionarle lo que le gustaban a los cancerianos dado que la chica era de ese signo. El peli azul muchas veces le había contestado con la mejor de las intenciones, pero la relación de la cabra ya estaba tan descocida como los vendajes de sus manos después de cada entrenamiento, así que con su característica frialdad e indiferencia, Shura terminó aquella dañina relación de cuajo.

 

Aunque él no había sido el único que tuviera un pasado doloroso en el amor. Death había sufrido de una desilusión casi destructiva cuando era más joven en manos de una capricorniana que solo hozó jugar con su corazón e ilusiones sin pensar en todo lo que él llegó a hacer para que aquella se sintiera amada y valorada. Y desde ese entonces, el cangrejo se había aislado de todo lo que se relacionara con amor, pues para él aquello no existía más que en las historias que contenían sus amados libros.

 

–¿Sabes cabra? He notado que algunos de los estúpidos esos que tenemos como compañeros nos ven raro.

 

–¿Cómo raro? –Shura volteó a verle con una mueca de extrañeza una vez sintió al otro separase de su hombro.

 

–Sí, verás. Yo creo que los muy imbéciles piensan que tú y yo somos pareja. –rió con humor.

 

–¡Estás loco! –se escandalizó el peninsular empujando con algo de fuerza al mediterráneo que calló inclinado al lado izquierdo aun riendo.

 

–¡Oye! No te hagas el ofendido –reclamó con una sonrisa y una ceja alzada acomodándose–.  Ya te he dicho miles de veces que no eres mi tipo, me gustan los chicos guapos. –enfatizó.

 

–Idiota. –sonrió el otro.

 

–Pero así me quieres… osito… –se soltó a carcajada limpia.

 

–Te convertiré en paella de cangrejo, Death.

 

Tal amenaza no hizo efecto en el peli azul que siguió riendo sin culpa alguna. A veces hacer enojar o simplemente molestar un poco a su mejor amigo era muy gratificante.

 

–Te diré estimada cabrita, si fueras una tía linda, me casaría contigo. –rió de nuevo.

 

Shura negó con una sonrisa en sus labios. Su unión de amistad era extraña dado sus caracteres tan opuestos, pero a la vez tan parecidos, y eso al final de cuentas era lo importante, porque se querían. Eran hermanos de diferente ADN y aunque no lo dijeran a los cuatro vientos se querían y siempre estarían uno para el otro. Porque ambos eran: El complemento perfecto.

 

 

 

Notas finales:

Bueno, aquí termina esta pequeñísima historia, espero que les haya gustado aunque sea un poco. Estoy abierta a cualquier comentario, crítica u opinión que deseen dejarme en un review, yo estaré leyendo y contestando con humildad y respeto a lo que ustedes me digan. De nuevo, agradeciéndoles la oportunidad valiosa que le han dado a esta invención, y deseando leerles en otra ocacion, fic, o actualización, lo que pase primero. Sigan bell@s.

 

San salvador, El Salvador C.A.

Martes 21 de Febrero del 2017, 0:19 am.


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