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Shall We Dance? por CrawlingFiction

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Notas del fanfic:

Leo estornuda como gatito porque yo lo digo.

Notas del capitulo:

Saludos a quien esté por ahí.

Admito que me enamoré del WonTaek y quería hacer algo de esta pareja rara que tiene poquito material. ¿COMO PUEDE SER ESTO POSIBLE? CASI QUE SE CHAPAN EN DIRECTO EN EL MV DE BEAUTIFUL LIAR. ¡¡¡QUÉ MÁS QUIERES SAN ROVIXX???!?

 

En, fin dejo este pequeño shot, a mi parecer, inofensivo y cutie. Hice el esfuerzo de capturar lo mejor posible sus personalidades. Espero haya resultado porque se me apetece hacer un seriado sobre este par más adelante. Por ahora tengo un LeoBin / Neo publicando entonces deberé organizar mi kokoro para ello(?).

 

Sin mas que acotar, disfruten de mi humilde aporte homo.

Shall we dance?


 


—Luces espantoso—. Enfatizó Ravi al quitar su vista de los folios y mirar hacia el pálido castaño entrar al salón de ensayos. Leo se sacó el auricular del oído y gruñó a modo de saludo, concentrado en sorber de su vaso de café. Por más que quisiera, la barrera de plástico negro de sus gafas de sol no lo podían disimular: las ojeras y el cansancio estaban allí tatuados en su rostro lechoso.


Comenzó un nuevo año, y sin anuncios de come back del grupo entero asomar por el horizonte, se daba a entender que la sub unidad de VIXX tendría algo que hacer primero. Y no equivocaron en su deducción. A unas semanas después de las breves vacaciones decembrinas, un lote de canciones y arreglos inundaron sus escritorios recordándoles todo el trabajo que ya había sido adelantado el año anterior, y que cuya revelación al público se sentía inminentemente cerca.


No hubo mayor remedio para ambos que convivir casi como un matrimonio para velar por ese proyecto, al cual cuidaban como un hijo. Peleaban por sus roces creativos, debatían sobre las canciones, y hasta dormían juntos para seguir trabajando a la mañana siguiente, al apenas abrir los ojos e intoxicarse con café recalentado.


Tras cepillarse los dientes regresaban a encerrarse en la habitación que ahora compartían. Los demás miembros en silencio les miraban extrañados, pero sin otra alternativa que aceptar que convivían con dos frikis obsesivos del trabajo.


—Estás mudo más de lo normal y pensé que un nivel superior a ese sería cuando estuvieras muerto, Taek hyung—. Comentó hacia el hombre que se dejó caer sobre el sofá de cuero, estirado a lo largo como un tronco cubierto de algodón negro. Ravi rio ante lo cómico que lucía así. —Deja de vaguear y escucha—. Pidió acomodándose en el suelo, sentado frente a la mesa ratona cubierta de hojas garabateadas. —Estuve hablando con un amigo que es letrista, y me dijo que para mantener el sostenido de esta nota mejor era cambiar…—. Parloteaba abstraído rebuscando entre sus notas. —Esta palabra por esta. Así al cantar te será más fácil mantener la tonada por la vocalización. Se mantendrá el contexto de tu composición, solo es un sinónimo—. Como compositor, sabía que mantener la esencia de una canción ajena era esencial. Lo menos que quería era menospreciar el trabajo de TaekWoon. Aunque sus estilos y orientaciones musicales fueran tan diferentes, él las respetaba y hallaba en ellas ese toque, que, aliado a su sello personal, creaba música como ninguna otra. Y años atrás sí que fue un reto superar las barreras, para que ambos, siendo tan contrarios lograran lo que Ravi consideraba con cariño, su mejor disco como artista.


—Taekkie…—Soltó en un murmullo, atento al joven que parecía mirar al techo, aislado y ajeno de su alrededor.


Ojalá pudiera decir eso de las otras diferencias que tenían...


Ravi se reconoció gay hacía dos años atrás, aunque ese detalle sólo fuese de conocimiento público para su hermana, N y Ken. A veces sentía que Leo le huía como si quisiera escapar de un leproso. Leo era a su parecer un idol responsable y juicioso, de los que se cuentan con los dedos. Y no era para desprestigiar a su gremio, pero a veces le incomodaba la forma tan irreverente de ser de otros homosexuales. Estaban en su derecho, claro está, pero no quería verse encasillado en esa etiqueta si su orientación saliera a la luz.


Debía admitirlo, le aterraba que sus compañeros, en especial alguien tan tradicional y correcto como Leo, pudieran sentirse fuera de lugar tras saber la verdad. Solamente soñar con el rechazo y desdén del vocalista principal le hacía despertar asustado y lagrimeando. Rodaba por la cama y al chocar su codo con la amplia espalda de Leo se le formaba un nudo en la garganta. Si Leo despertaba por los sollozos de Ravi le preguntaría sobre que sucedía y éste le mentiría alegando que soñó que moría o JiWon enfermaba. Leo le abrazaría unos minutos y se volvería a quedar dormido.


Le aterraba ser rechazado, y la razón principal para estar tan asustado era…


Porque Ravi estaba enamorado de él.


Leo seguía sin hablar, apenas se podía escuchar el ligero murmullo de su respiración a labios entreabiertos. ¿No quería hablarle? ¿Se habría dado cuenta ya? ¿Ken o N habrán soltado la sopa?


Ravi tragó grueso y controló el temblar de sus manos que sostenían el papel.


—Bien, respecto al vídeo musical—. Aclaró su voz con un tosido incómodo. — Agendaron la filmación para la semana que viene. ¿Recuerdas de qué va? —. Preguntó para un silente Leo que seguía mirando a la nada tras sus gafas de sol. —Pensé que podríamos reformularlo, y hacerlo como una precuela de Beautiful Liar—. Comentó encogiendo de hombros. —Empezar desde el abrazo, y de ahí una introspección…—. Añadió mirando a la mesa cabizbajo.


—No recuerdo el vídeo, WonSik—. Admitió Leo quitándose las gafas y dejándolas plegadas sobre la mesa ratona. Sus ojos lucían hinchados y su rostro de un pálido oliváceo preocupante. Ravi enarcó la ceja, pero dudó en preguntar.


—¿Cuál de los dos? —. Preguntó regresando la mirada a los apuntes, revolviéndolos sobre la mesa en busca de los referidos al vídeo musical de su canción promocional.


—Los dos—. Ravi sonrió. Su mayor tenía un peculiar y discreto sentido del humor.


—Oh, bueno. Ponte de pie—. Pidió tomando de su brazo. Obediente TaekWoon se incorporó frente al moreno. Ravi tragó grueso y rodeó aquellos amplios hombros con los brazos. —Algo así era... ¿Ya lo recuerdas? —. Inquirió ante el inexpresivo rostro del castaño; ese nuevo corte y color tras quitarse el rojo le lucía muy bien a sus facciones. Era un hombre atractivo e inquietante, como una estatua de basalto. Sumado a ese cabello corto chocolate, los ojos acusadores de Leo parpadeaban despacio sin dejar de pesquisar el rostro colorado de Ravi. Parecía un gatito adormilado. —Siempre te reías a carcajadas por las demás escenas de pelea. Pero esta te ponía extremadamente sentimental…—. Rememoró frotando delicado la espalda del adverso. TaekWoon frunció imperceptible el ceño dejando recargar su peso contra el cuerpo de Ravi. Las rodillas de Leo flaqueaban.


—Son alucinaciones tuyas, WonSik—. Replicó con su característica suave voz.


—Si—. Concordó. Leo esbozó una pequeña sonrisa que delataba su cansancio. WonSik sintió el estómago revolver al ver esa expresión tan cerca a su rostro. —Lo son—. Correspondió con una sonrisa triste palmeando su espalda y volviendo a frotar. El pelirrojo dio un respingo y miró asustado al mayor. Inicialmente las gruesas telas que vestía no le permitieron advertirlo.


—¿Tienes fiebre? —Preguntó colando preocupado las manos dentro el suéter negro de su hyung sintiendo a flor de piel un calor abrasador. Retiró las manos como si hubiera tocado fuego y tomó de su rostro pálido. —Estás hirviendo…—. Comentó peinando sus cabellos hacia atrás para palpar su frente igual de caliente. —¡¿Cómo puedes estar siquiera de pie!? —. Reclamó haciendo acostar a Leo sobre el sofá.


Todo tenía sentido ahora; el mutismo de TaekWoon era más bien una lucha interna para no desmayarse y romper la mesa con la cabeza. Su silencio, su palidez verdosa, sus piernas torpes… ¿Cómo no pudo darse cuenta del grave estado de su amigo?


—Estaba esperando a que volviéramos a bailar—. Respondió entrecerrando los ojos. Ravi revisó apresurado si en la cafetera puesta en un rincón habría algún sobre de té, de esos que prepara N dejando el salón de composiciones apestando a césped. Dio con uno de manzanilla el cual tiró en un vaso plástico lleno con agua caliente. El ambiente se inundó con el aroma dulce de la infusión.


—¿Qué decías? —. Interrumpió Ravi sentándose en el suelo al lado del sofá entregando la taza en manos del ajeno. —Disculpa—. Murmuró desviando la mirada hacia la nada. Debía controlar su pánico o parecería un obsesionado en crisis. —¿Te duele algo? —. Cuestionó al castaño que a ojos cerrados inhalaba el efluvio medicinal de la caliente bebida. —Lo mejor será que regresemos al apartamento. Cuando recuperes podemos proseguir, o yo adelantar el trabajo, cómo prefieras—. Comentó con fingido desinterés, lo que realmente quería era saltarle encima y ahogarlo en base a caldo de pollo y fideos hasta mejorar.


—Sobre bailar juntos—. Tosió, pero su voz seguía oyéndose clara. —Con unos antibióticos estaré bien. No es una gripe o algo así que requiera mayor preocupación, WonSik—. Carraspeó restándole importancia y posando la taza humeante sobre la mesa. Incluso ligeramente ronco, a oídos de Ravi el que pronunciara su nombre de pila era melódico y enternecedor. Su voz, su risa, siempre era suave y aterciopelada.


—¿Bailar? —. Dudó turnando su vista al vaho que despedía el té y el rostro demacrado del mayor. —¿Estás alucinando ahora tu o qué? —Con brusquedad, debido a la preocupación, haló de la muñeca de TaekWoon. El castaño endeble rodeó los costados de WonSik con los brazos. —TaekWoon, estás enfermo, ¿Qué pretendes? —. Reprendió, pero no hubo replique.


En ese instante fue que recordó. 


<<Bien, ¡Aquí vamos otra vez! —. Expresó entusiasta releyendo una especie de guion improvisado a garabatos sobre unas hojas de papel.


Dudo que sea necesario ensayar hasta como abrazarnos—. Objetó TaekWoon recostado en la cama matrimonial con su laptop, graciosamente, la única habida en el apartamento. A N le había parecido una gracia cambiar las habitaciones para mantenerlos juntos y así no entorpecer su proyecto como sub unidad, ¿Y qué mejor que dormir uno al lado del otro? A veces el universo y el líder de VIXX obraban de maneras misteriosas.


Esto es para Starlight, ¡Vamos! Debe resultar perfecto en detalle—. Suplicó Ravi poniéndose de pie en medio de la habitación. Era medianoche y ambos habían estado sentados en la cama con sus respectivas laptops, revisando y compartiendo las composiciones personales que no habían sido tomadas para el disco, pero quizás tras objetivas modificaciones pudiesen postularlas para algún otro proyecto. Leo estaba más dormido que despierto. El cansancio en otra situación lo hubiera hecho dormirse hasta de pie como caballo, pero no dejaba de revisar, cuestionar y repasar. También estaba aterrado como Ravi, aunque no lo demostrase.


Está bien. Respondió escueto dejando la laptop sobre la almohada y poniéndose de pie. Estiró los brazos con pereza y pretendió acercarse, pero WonSik le detuvo.


—¡Entra en personaje!, Debes lucir desesperado y necesitado de miRecordó burlesco retrocediendo. Su corazón latía acelerado y no podía disimularlo. Ni con su voz alta ni su risa tonta. Leo bufó molesto y cerró los ojos unos minutos, su rostro deformó en un gesto doloroso, cargado de angustia. Estilizó los brazos a través de sus movimientos. Tomó el cuerpo del moreno estrechándole con una necesidad aplastante que congeló a WonSik en medio de la toma de su vídeo imaginario. WonSik trémulo arropó la amplia espalda del pelinegro con sus manos.


—¿Por qué quieres llorar? —. Inquirió. El adverso sobresaltó a punto de replicar ofendido, pero se limitó a entrecerrar los ojos y dejarse abrazar por el rapero.


—Sólo estoy entrando en personaje—. Musitó sarcástico apretando las manos a sus hombros. Suspiró. —Estoy muy cansado, y muy estresado por todo. Realmente el ritmo es aplastante—. Admitió.


Lo sé. Trabajo contigo, tonto. TaekWoon sonrió leve y cerró por completo los ojos. El moreno hizo lo mismo perdiendo el rostro entre los cabellos negros del mayor; se estaba dejando crecer el pelo y aunque no era del mismo largo y estilo greñudo de Hyde, le lucía precioso, afinando sus rasgos como si fuese un ángel caído. Su cabellera olía a su perfume y la seda de las hebras acariciaba sus mejillas. WonSik se sentía en tal estado de dicha que su cuerpo reaccionó en consecuencia, comenzando a bailar: pausado, pero con la esencia de la alegría expuesta con recato. TaekWoon le siguió lento e inseguro, como hacía siempre que bailaba algo fuera de las coreografías oficiales que aprendía al derecho y al revés. En este caso no era un cover a un grupo de chicas ni un chiste al aire por televisión nacional, era un vals silencioso, abrazado a WonSik, consolando el par de lágrimas sueltas por el agobio mediante caricias a sus hombros.


Gracias, WonSik.


Cada vez que estemos al límite, bailar vals nos devolverá la energía para seguir. Juntos podemos ganar esta batalla—. Prometió entusiasta. Leo asintió quedo con la mejilla posada a su hombro.


No le digas a nadie que baile así contigo—. Amenazó.


No lo haré, TaekWoonie. Pactó enredando la mano por sus cabellos azabache. >>


Shall we dance? —. Recitó con su particular acento americano para hacer el tonto. Leo respondió con una risita, de esas que como un amanecer debías estar atento, sin quitarte de la ventana para no perderla de vista. Ravi deslizó los dedos por el antebrazo caliente y pálido de Leo, cruzó la frontera de su palma y de allí a sus dedos, tomando su mano. Leo se aferró a la cintura ajena con el brazo libre. Ravi apoyó la barbilla sobre la gorra del adverso y comenzó a bailar despegando apenas las suelas de sus zapatos del piso de madera. TaekWoon adormilado se mecía en el arrullo de la melodía que residía dentro su cabeza. —¿Te sientes mejor? —. Preguntó. El castaño asintió.


— ¿Y tú? ¿Te sientes mejor? —. Preguntó a su vez. Ravi frunció el ceño confuso. —Dijiste que bailaríamos cada vez que estuviéramos al límite—. Recitó más comunicativo de lo esperado. —Me he dado cuenta de que me evades, y sólo depositas tu confianza en N hyung. No podría quejarme, pero somos…un equipo, ¿Verdad? —. Ravi abrazó con mayor fuerza a su mayor, si desarmaba el enlace de sus cuerpos delataría sus ojos vidriosos. ¿Se había dado cuenta?


La única realidad era que, ciertamente, quien evitó desde un comienzo fue WonSik. Además de gay era una gallina.


—Somos un equipo, lo somos, TaekWoon—. Confío. Su corazón resonaba estruendoso a sus oídos, temía que el intuitivo de su compañero se percatase de ello. A su vez, su cabeza maquinaba la idea de, simplemente, decirlo. Era una operación suicida. No podía espantar a su hyung justo cuando más le necesitaba. Pero decirle le haría libre. ¡Pero no podía decirlo! No podría soportar las promociones al lado de alguien que le odiase. TaekWoon no sería capaz de eso… ¿O sí? Siempre se mantuvo reservado cuando el tema de la homosexualidad salía a flote en sus conversaciones insomnes. Pero, ¿Cómo reaccionaría ante una confesión de amor? Las manos le sudaban. El baile se detuvo, quería echar a correr sin dar vuelta atrás. N se lo había dicho; que dejara de ser cobarde y le pusiera cara a la situación. ¿Acaso era esta la situación? Al menos con Leo enfermo no le podría golpear…


Se separó apenas del castaño. Miró a sus ojos, esos afilados y profundos como dagas que ahora le dedicaban una mirada inquisidora. Ravi tenía los labios resecos, la lengua comida por el gato y el cuerpo al borde de un colapso pulmonar. Con la convivencia aprendió a no temerle a Leo, pero ahora parecía la viva encarnación a su pesadilla más tétrica de infancia. ¡Por un cojón! Tenía que hacerlo, ahora o nunca.


Cerró los ojos con fuerza y abrió la boca, lo iba a soltar. Lo iba a decir.


Un pie se plantó en el espacio entre los del rapero, cortando la exigua distancia. Una presión suave calló sus labios espigados. Abrió los ojos sorprendido y como un bofetón a la realidad topó su mirada con los ojos cerrados de TaekWoon. El corazón errático y el cerebro en shock buscaban encontrarle lógica a aquella situación dulcemente imposible, incluso para los sueños más osados y optimistas del rapero. Al cabo de segundos, el frugal roce de esos labios carnosos moverse delicados contra los suyos se detuvo.


—Llévame a casa, WonSik—. Pidió en voz baja dándole la espalda para coger su taza de té y sorber de ella. Estornudó, —similar a como lo haría un gatito, según las cavilaciones de su adorador número uno: WonSik— y miró al aludido petrificado en el salón de ensayos. —Hace frío—. Recalcó en un susurro recogiendo sus cosas y saliendo a paso torpe pero decisivo del salón.


¿Había sido un sueño? ¿Una fantasía salvaje a causa de tantas horas sin dormir y tres tazas de café por la mañana? ¿Leo le había besado? ¿Lo supo todo desde un principio?


WonSik atolondrado asintió. Cogió las llaves siguiendo a prudente distancia al enigmático joven. Las mejillas de Leo estaban sonrojadas. ¿Sería producto de la fiebre? ¿Algo más?


¡Demasiadas preguntas! WonSik sacudió la cabeza, aturdido por su propia conciencia darle batalla.


WonSik estornudó y sintió la garganta escocer. Vaya, el beso le vino con sorpresa.


Ahora otra duda atormentaba su mente.


O Leo sabía y le retó. O también le correspondía en sentimientos y le besó porque sí. O cometía venganza y atentaba contra su salud para estar enfermos ambos y así dejase de corregirle las canciones.


Sea como fuera, debería averiguarlo…


Tendría que probar de esa boca otra vez… sólo para estar seguros.


Total, alguien debería hacerle compañía a Leo enfermo.


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