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Perderte por Samantha0507

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Notas del fanfic:

Los personajes de YoI no me pertenecen y son solo usados por diversión .

 

 

Notas del capitulo:

Espero les guste un fic de mi pareja favorita 

Michele caminó molesto de vuelta a su habitación, seguido muy de cerca por su hermana.

 

—Vamos detente.

 

—No, quiero, con un demonio. — El muchacho se sentía tan molesto, su hermana entre los brazos de ese estúpido era algo que realmente lo molestaba, solo podía recordar la escena y sentir como un calor subía desde su pecho.

 

—Solo fue un accidente, el solo me sostuvo, me tropecé, no debiste golpearlo Mickey, el solo quería ser…

 

—Ser amable, siempre dicen eso, ¿no crees que estás siendo estúpida?

 

—No me digas estúpida, es nuestro amigo, claro que creo que es una persona amable…

 

—será tú amigo, para mí no es más que un molesto conocido, que lamentablemente nos sigue como un perro faldero, para evitar lo solo que está. —Se giró por primera vez, notando entonces que no solo su hermana le seguía el paso, Emil estaba de pie, observándolo, sus labios estaban entreabiertos, pero no parecía poder sonreír, su piel estaba pálida y sus ojos azul lo miraban fijamente, dejando ver una profunda desolación.

 

—Vaya, yo que pensé que sería como una noche de chicos…—Emil quiso sonreír, pero no le resultaba, sus labios temblaban y parecía que ese espíritu que solía demostrar  simplemente había quedado olvidado en el pasado. —Yo veré si alguno de los chicos tiene espacio en su habitación o si quieren cambiar conmigo, puede que algunos…— su voz se había quebrado en la última frase, así que simplemente había pasado junta a la pareja italiana, llegando a la habitación.

 

—Emil…—Sala estaba furiosa. —Viste lo que provocas, ¿Cómo pudiste decir eso?, conocemos a Emil hace años y tú lo tratas así.

 

—Solo dije la verdad…

 

—Pero lo lastimaste, y eso parece que no te importa, Emil no es una mala persona, siempre ha estado para ti, incluso en tus peores momentos y tú simplemente te portas como un estúpido. — la chica pasó junto a su hermano, tratando de alcanzar a Emil, quería hablar y arreglar las cosas con el joven.

 

El otro, por su parte, simplemente se quedó en el pasillo, con la vista clavada en la nada, no era para tanto o al menos eso pensaba, siempre decía cosas del otro, siempre le lanzaba algún comentario mordaz o trataba de alejarlo, pero sus palabras, sabía que había hablado por la rabia, por el dolor, que simplemente se había dejado llevar por su enojo, por su molestia, por la angustia de ver como su hermanita estaba en los brazos de alguien más.

 

Michele se fue al bar del hotel, se suponía que esa semana tenía una demostración de beneficencia, pero no podía tomarse una cerveza o quizá una copa de vino, para poder estar más tranquilo.

 

El moreno se concentró en la copa que descansaba frente a sus ojos, no era realmente fan del alcohol, pero realmente sentía que en ese minuto le ayudaban.

 

Cerca de la media noche el moreno volvió al cuarto, pero su hermana ya no estaba en el lugar, al parecer el Checo también se había marchado, ya que la maletas que antes descansaban en el closet habían desaparecido.

 

Michele se dejó caer en la cama, una simple copa de vino lo había mareado más de la cuenta, recién recordando que ese día no había comido nada, desde el almuerzo. —Siempre me sigues para que coma…— El moreno se pasó las manos por el rostro, estaba incómodo, con una sensación de dolor en el pecho, que llevaba cerca de una hora molestándolo, como un presagio de infortunio.

 

Estaba listo para dormir, cuando se dio cuenta que la nieve caía fuertemente, no podía distinguir la acera y mucho menos si existían vehículos transitando a esas horas, de un momento a otro sintió el chirrido de los neumáticos y lo que parecían ser los claxon de dos automóviles que se habían encontrado de frente, miró por la ventana asustado, el corazón le latía a mil por hora, sus manos comenzaron a temblar, como si la temperatura de su cuerpo hubiese disminuido de forma brusca y sin aviso.

 

—Emil…—tomó su celular, pensando en llamar a Nekola, pero se detuvo, no tenía motivo para llamarlo, el no estaba en un error en lo que había hecho, ellos no eran realmente amigos.

 

Michele revisó entre sus contacto, en la demostración estaban invitados patinadores de todo el mundo, le envió un breve mensaje a JJ, además de a Yuri y Pichit, eran con los únicos que sabía que el otro podía haber intentado cambiar habitación. Las respuestas fueron todas negativas, no habían sabido del otro, desde el entrenamiento de la tarde, nadie lo había visto.

 

—Demonios…— cerró los ojos y se giró, notando por primera vez en ese cuarto que era su luz de la mesita de noche la que estaba encendida, pero que el interruptor estaba del otro lado. —¿Siempre eres tú el que termina por apagar la luz Emil? — aunque la luz le molestaba, solo se quedó pensando, no recordaba cómo había empezado su relación con el otro, tampoco podía recordar cuando había empezado a contar con él para todo.

 

Cerró los ojos recordando cuando la copa del año anterior, luego de hace dos años, cuando el y su hermana tenían 14 y siempre estaba a su lado, siempre diciendo “Mi Micky”, como si el muchacho tuviera algún tipo de incidencia en su vida, recordó una competencia cuando estaba por cumplir 11, una en la que su hermana se había destacado y él había quedado último, se recordó a si mismo con ganas de llorar, abrazando sus rodillas, escondiéndose cuando su hermana enfrentaba a los periodistas como toda una ganadora, una suave voz, una suave y tierna voz lo llamaba, levantó la cabeza, encontrándose con unos suaves ojos celestes, que simplemente terminaban por calmarlo, recordó la voz, pero no las palabras que Emil le había dicho ese día.

 

Micky se quedó pensando en eso, dejándose llevar por el sueño, por la paz que la simple idea de los ojos de Emil le generaba y por ese espacio en su memoria, donde el recuerdo de las palabras que el checo le había dicho, cuando apenas eran unos niños.

 

El sonido de su celular lo estaba molestando, no recordaba donde lo había dejado, a tientas lo buscó, pero nada, encendió la luz notando por primera el bulto que descansaba en la cama de junto, una mancha roja llamó su atención, notó la mano que colgaba de uno de los lados y como las gotas de sangre bajaban por ella. — Emil…— se puso de pie, sintiendo que el pecho se le apretaba, quitó las mantas, encontrándose con los ojos azules que tanto recordaba perdidos, en la nada.

 

Michele abrió los ojos, miró la cama a su lado, dándose cuenta que estaba vacía, se había dormido y simplemente había tenido una terrible pesadilla, buscó entre las ropas su celular, notando por primera vez las llamadas y los mensajes, un nombre en los mensajes hizo que su respiración se detuviera, sus ojos empezaron a lagrimear, sin saber el motivo, acercó el móvil a su oído. —Micky…lo siento. — era Emil, era él, estaba seguro.

 

Sus manos temblaban, habían demasiados mensajes, estaba por abrir el de su entrenador, cuando la puerta de su cuarto se abrió, dándole paso a su hermana.

 

—Micky…— lloraba copiosamente. —Micky...Es Emil…


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