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Oblivion por Nikiitah

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Notas del fanfic:

Saint Seiya y sus personajes son propiedad de Masami Kurumada, yo sólo los utilizo por diversión :)

Chapter 01: La ira de los dioses

 

Era tan desolador, tan frío, pero supuso que era lo correcto. O eso quiso hacerse creer.

 

Recordar los viejos miedos que se había obligado a olvidar, y revivir sucesos que deseaba enterrar en lo más profundo de su mente. En ese lugar, tan lúgubre y frío, los humanos como él conocían la soledad y desesperación.

 

Se abrazó a sí mismo, tocando su piel desnuda y cerró los ojos. Aunque aquello no hizo una gran diferencia, dado que ya ni sabía en qué momento los abría o los cerraba. Su cuerpo temblaba y los susurros que había escuchado anteriormente fueron aumentando en intensidad. Quiso buscar a los dueños de los aterradores sonidos, pero sabía que no encontraría nada a excepción de la triste soledad. Ni siquiera podía sentir la presencia de sus compañeros, quizás era ese su castigo, alejarse de las personas que apreciaba.

 

Milo soltó el aire que había contenido momentos antes sin notarlo. Lo último que quería era volver a alucinar.

 

Su resistencia había llegado a su límite. Él, uno de los caballeros dorados, por fin sucumbiría ante el castigo impuesto por los dioses. Era consciente que ellos observaban, quizás para deleitarse por el sufrimiento de los hombres que en cada generación se revelaban ante ellos. Las divinidades habían decidido condenar a la humanidad en su totalidad: debían ver cómo los guerreros más poderosos eran prisioneros del sufrimiento. Convertidos en rocas, los caballeros dorados de Athena eran un cruel recordatorio de los límites de los mortales.

 

Milo había resistido junto a sus compañeros. Ningún sonido abandonó los labios cuando recibían los golpes que los dioses inferiores daban en nombre de Artemisa y Apolo, quienes eran los encargados del castigo. Sin embargo, al ver que juntos eran inquebrantables, fueron separados, dejando que cada uno lidiara con sus peores miedos. Después de todo, ellos no dejaban de ser seres dominados por sus emociones.

 

Se obligó a abrir los ojos cuando sintió que tocaban su hombro. Pensando que era uno de esos seres fantasmales enviado por los dioses, agitó sus manos intentando alejarlo. En ese lugar, ya no tenía su cosmo.

 

— ¡Milo! ¡Soy yo, Camus! —gritó. El muchacho se detuvo, pero aun así no bajó los brazos. Forzando a su vista, intentó visualizar la figura del francés.

 

—No eres Camus —susurró con recelo. Intentó ahogar el grito de terror cuando sintió su cuerpo ser rodeado por dos brazos y su pecho desnudo, tocar el de su amigo. Milo se negaba a creer que en verdad Camus estaba frente a él, no deseaba volver a ilusionarse y quebrarse al saber que no era verdad— Dime algo que sólo Camus sabe.

 

—Cuando éramos niños te metías a mi cama cada vez que tenías pesadillas, mientras que yo te abrazaba y empezaba a cantarte una melodía suave para tranquilizarte —dijo con parsimonia. Camus sintió cómo Milo se aferró a su cuerpo y pudo soltar el aire que había retenido. Consiguió sentir la presencia de Milo antes de perder la cordura.

 

Al igual que el griego, él tenía sus propios demonios. Así como su amigo temía a la soledad, él temía perderlo.

 

Era un sentimiento irónico puesto que, como un caballero de oro, estaba listo para perder a sus camaradas por la justicia y su diosa Athena. Sin embargo, y aunque Camus lo negara, seguía siendo un humano. No podía enterrar sus sentimientos del todo. Surt y la batalla que se había librado en Asgard era una de las pruebas, además del sentimiento de desesperación que le invadió al saber que Milo moriría a manos del asgardiano.

 

El corazón le dolía. Era un sufrimiento que quemaba y destruía su alma de una manera tan cruel que parecía no tener un fin.

 

Lo apretó con temor contra su pecho, creyendo que si no lo hacía lo perdería para siempre.

 

Sus orbes violáceos se perdieron en la inmensa oscuridad y su mente divagó entre recuerdos, los más profundos y oscuros.

 

— ¿Camus? —susurró Milo. El antiguo caballero de acuario lo despegó de su cuerpo y acarició con ternura las húmedas mejillas. Milo había llorado al creerse solo. Tal y como él lo había hecho.

 

—Debemos reunirnos con los demás —dijo— Pude sentir a Shura cerca.

 

—No tenemos cosmos, y los dioses nos separaron para evitar tener “paz” ¿Cómo crees que hallaremos a los demás?

 

—De la misma forma que te hallé a ti —susurró para sí mismo. Milo lo miró en medio de la oscuridad con genuina curiosidad, esperando que terminara de hablar, pero ninguna palabra salió de sus labios.

 

Ahora que lo pensaba ¿Cómo lo había encontrado?

 

Milo dejó que Camus lo guiara, pues parecía conocer el lugar a pesar de no poder ver más que sólo oscuridad. Alzó su mano libre, intentando tocar algo aparte de la nada, pero el resultado era siempre igual. No había más que vacío.

 

— ¿Camus?

 

—Confía en mí —interrumpió— Sé por dónde ir.

 

Camus era un hombre inteligente, siempre encontraba la manera de salir de las situaciones más desesperadas. Podría decir que confiaba en él, como había hecho siempre, pero en este caso era distinto. Camus no dudaba, ni siquiera respondía a su muda súplica. Avanzaba como si no fuera la primera vez que recibía la ira de los dioses.

 

Se siguieron alejando del punto de encuentro, pero más que avanzar, parecía que sólo estaba dando vueltas en círculos. O quizás ni siquiera estaban yendo a algún sitio.

 

¿Será que al morir y ser resucitado, su alma fue llevada primero?

 

Caminaron un poco más. Para ese momento Milo se encontraba ido, con la mirada perdida, había empezado a escuchar las tenebrosas voces en su mente y la sensación de desasosiego invadía su alma. La soledad que sentía estaba haciéndose presente y su energía había disminuido aún más. Sabía que en cualquier momento aquellas cosas lo atraparían, dejando su alma a merced de los dioses.

 

Camus se detuvo de pronto, haciendo que su acompañante chocara contra su espalda. Sintió como giraba hacia él y lo abrazaba con fuerza.

 

—Lo siento —lo escuchó decir, y el pánico lo invadió— Pero esto es por tu bien.

 

— ¿A qué te refieres? —Preguntó con la voz aguda— ¿Camus? ¡Responde!

 

Un escalofrío recorrió su columna, y el frío de la oscuridad se incrementó. A su alrededor, el espacio vacío se tiñó de carmesí y las imponentes figuras de los cuatro dioses aparecieron ante él. La presencia era perturbadora, y si bien al comienzo los catorce habían combatido contra las deidades por amor y lealtad hacia Athena, ellos se habían encargado de destruir sus almas hasta que el temor fuera lo único que pudieran sentir.

 

— ¿Qué hiciste? —gritó separándose con brusquedad. Pudo ver por fin el rostro de Camus. Lloraba, su rostro pálido lucía demacrado y en sus mejillas se notaban los rastros de lágrimas de sangre.

 

Milo retrocedió un par de pasos sintiendo su corazón latir con fuerza en su pecho, deteniéndose al chocar contra algo duro. Con cierto recelo, miró por encima de su hombro encontrándose con la mirada desolada de Saga que sin pensarlo lo atrapó en un abrazo desesperado.

 

Entonces fue consciente de su alrededor.

 

Milo no era el único que estaba en ese lugar. Aioria, Shaka, Mu y Aldebarán, estaban en medio, semi inconscientes, mientras que Dohko y Shion estaban teniendo una acalorada discusión sobre algo que no llegaba escuchar por la distancia. Podía notar que incluso el patriarca tenía un rastro de sangre en sus mejillas. A unos pasos de donde estaba, pudo ver a Afrodita y Deathmask que pretendían permanecer tan unidos como les fuera posible.

 

—Lo siento —volvió a escuchar a Camus hablar, Saga lo aferró más a su pecho como negándose soltarlo— Pero es necesario.

 

— ¿Qué cosa?

 

—Ustedes deben irse —esta vez quien habló fue el gemelo de Saga, Kanon. A diferencia de los demás lucía más tranquilo, sin embargo, había extrañas marcas en su cuerpo, cada una de ellas con un símbolo que no entendió. Tal vez era latín.

 

— ¿Ustedes?

 

—Aquellos que no traicionaron a Athena. Ahora Apolo ya castigó a los principales responsables y los condenó a ustedes, mortales, a la misma pena.

 

A Milo no le gustaron esas palabras.

 

Saga aflojó el agarre y pudo aprovechar para avanzar hacia Camus. El hombre mayor lo miraba con una pequeña sonrisa que no supo descifrar, como si deseara decir algo, pero no tenía el valor.

 

— ¿Cuál es el castigo? —preguntó al final Milo. Dohko lo observó con lástima y se dirigió hacia sus compañeros con cierta resignación. En ningún momento giró a ver a Shion.

 

—El olvido.

 

El peso de lo que esas palabras significaban lo golpeó. Milo sintió cómo su rostro perdía los últimos rastros de color para dejar paso a la palidez que estaba seguro haría competencia a la de Camus. Observó a su amigo quien desvió la mirada, incapaz de sostener la suya ¿Acaso habían llegado a un acuerdo?

 

—No —dijo— Me niego a olvidar a Athena, a mis compañeros… ¡Mis amigos!

 

—Esta no es tu decisión humano —dijo una voz femenina— Es una orden de Apolo, y debes sentirte agradecido de saber que vivirá tu raza.

 

— ¿Agradecido? —Escupió con rabia— ¿De qué sirve vivir si no tienes recuerdos?

 

—Milo —intervino Camus— Por favor no…

 

— ¿Estás de acuerdo con eso? Te olvidaré.

 

—Ustedes nos olvidarán, en cambio nosotros… no.

 

— ¿Qué quieres decir?

 

—Nosotros fuimos revividos por Hades. Traicionamos a Athena, es por eso que merecemos ser condenados.

 

—También revivimos por Odín —quiso justificar con la voz rota por el creciente llanto agolpado en su garganta.

 

—Pero lo hicimos en contra de nuestra voluntad —dijo Camus mientras relajaba la mirada. Con paso lento se acercó al caballero de escorpio, tocando con delicadeza el rostro heleno. Intentando grabar ese último recuerdo en su mente— Yo traicioné a Athena dos veces, e incluso te ataqué.

 

— ¡Lo hiciste para salvar a tu amigo!

 

— ¡Casi mueres!

 

El grito de Camus fue suficiente para callarlo.

 

Milo comprendió que no había vuelta atrás cuando la sombra de la oscuridad opacó los violáceos ojos de Camus y de ellos brotaron frías y rojizas lágrimas de sangre, que resbalaron por sus mejillas. Pudo sentir los sentimientos de Camus. Dolor, desesperación, abatimiento, pero sobre todo tristeza. Esta vez ya no volverían a verse. Ya no existiría un hasta luego. El castigo estaba decidido y él tendría que pagar por sus pecados, olvidando a Camus. Mientras que el caballero de acuario vería con pesar cómo Milo olvidaba.

 

—Nunca te odié —susurró rendido, aferrándose a lo que quedaba de su alma— Camus, yo siempre…

 

La luz cubrió su cuerpo. Y el resto de los caballeros dorados desapareció junto a él.

 

Camus vio a su amigo y compañero de armas desvanecerse frente a sus ojos. Tal vez reencarnaría como humano, con una familia nueva, quizás tendría padres. Una diminuta sonrisa, tímida y triste se dibujó en sus labios. Al menos algunos de ellos tendrían un final feliz.

 

—…te he amado —completó la frase Camus, antes que la ira de los dioses cayera sobre los traidores.

Notas finales:

¡Hola! he regresado con un nuevo fic :D (sí, ya sé :v debo terminar los otros multichapter) pero este está casi terminado, además que es cortito (tal vez 6 o 9 capítulos más) es para el evento "Fases de la Luna". Primera Luna: Luna Llena.
Antes que nada, debo decir que estaba algo indecisa en cómo iniciar el fic. Es una combinación entre el final de SoG (hace mención de Surt) y de la Obertura del cielo, por lo tanto hay algunas partes en referencia a algunas escenas.

Ahora, volviendo al fic. Se preguntarán ¿por qué Kanon también se quedó? Simple: Él controló a Poseidón, por lo tanto para los dioses esa es su mayor ofensa (a parte de saber que algunos caballeros de oro "traicionaron" a Athena) y aunque la joven diosa perdonó los pecados de todos, para los demás dioses es diferente. Puse que Camus traicionó dos veces a Athena por el hecho de que en SoG se unió a Odín para ayudar a Surt, pero como dijo Milo, sólo lo hizo para salvar a un amigo, pero lo que he notado en SoG es que Camus cuando comete una falta se culpa demasiado (dejando de lado la muerte de Sinmone) por eso quise desarrollar (lo que se verá más adelante) ese aspecto de su personalidad.

¿Va a ver otras parejas?: Bueno, sinceramente no lo sé :'v quiero enfocarme en la principal (CamusxMilo) pero tal vez haré mención de otras. Después de todo, los catorce (contando a Kanon y Shion) deben reunirse :3

¿Por qué escribes siempre de Camus y Milo?: Porque me gusta :D y es mi OTP así que escribiré más de ellos.

¿Habrá pelea entre dioses y humanos?: No, sólo será un fic de reencarnación y reencuentro. Ya apartir del próximo capítulo se verá que fue de la vida de Milo y los demás que reencarnaron :3

Ahora sí(?) gracias por leer.
SÓLO CRÍTICAS CONSTRUCTIVAS.


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