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The mission por Fullbuster

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Notas del capitulo:

Actualizaciones: domingos. 

Portada 

Caminaba por las calles de Konoha sumido en el dolor, la pena y el sufrimiento. Todo su cuerpo le dolía y por momentos… pensaba que haber vuelto a Konoha no había sido para nada buena idea.


Se agarraba su dolorido y amoratado brazo mientras caminaba arrastrando los pies entre aquellos adoquines que conducían a su casa. Ni siquiera podía ver un alma a esas horas de la noche, pero casi lo prefería. Primero porque nadie podía ver lo destrozado y arruinado que estaba y, segundo, porque nadie volvería a lanzarle piedras para herirle, ni le insultarían, ni deberían esconder la comida para poner una excusa de no venderle las cosas a un traidor.


Por primera vez, Sasuke se daba cuenta de que una traición a Konoha se pagaba muy caro. Había tenido su castigo por parte de la Hokage, pero eso no era nada con todo lo que le esperaba después. Siempre sería el maldito, el repudiado, el ninja que abandonó su villa y que jamás volvería a ser aceptado entre sus filas.


La puerta de su casa estaba prácticamente a su alcance, justo delante de él, con el farolillo roto que dejaba la puerta en una completa penumbra. Las paredes pintadas con insultos era lo más visible incluso en la noche y, pese a que intentó llegar a ella obligando a ese tembloroso cuerpo a moverse, sus piernas se negaron a hacerlo. Todo su cuerpo cayó contra la pared de la casa que tenía al lado y se apoyó allí durante unos largos segundos, durante unos minutos que parecían horas.


La impotencia que sentía en aquel instante no podía conocerla nadie más que no  hubiera estado alguna vez en su situación. El cuerpo resbaló por la pared hasta sentarse en el suelo y sonrió con sutileza. Una de esas sonrisas que indicaban claramente que no podía creerse el no poder ni siquiera llegar a su casa, el dar cuatro míseros pasos más para alcanzar el pomo de su puerta.


Abrió la chaqueta ligeramente con el brazo sano y miró su brazo herido que, pese al dolor, seguía sosteniendo la hemorragia de su abdomen. La herida no dejaba de sangrar. Quizá debió haber ido al hospital pero… ¿Quién curaría a un traidor? Nadie parecía querer saber nada de él. Le habrían dejado esperando durante horas en la sala de espera y quizá… con algo de suerte, cuando lo vieran medio moribundo, le habrían cosido más mal que bien. Prefirió curarse él mismo en su casa, pero irónicamente… allí estaba su casa, frente a él, una casa a la que no podía llegar.


Al final, se resignó. ¿Por qué merecía la pena seguir viviendo? ¿Qué podía aguardarle en ese mundo? Todo perdía importancia y a medida que la perdía… sus ojos iban cerrándose, su mano, que incluso con el dolor había aguantado sosteniendo aquella herida, dejó de hacer presión cayendo sobre sus piernas.


- ¿Sasuke? – escuchó una voz conocida, pero ni siquiera fue capaz de abrir los ojos ante ella. Todo se volvió oscuro y por primera vez en mucho tiempo… sintió la paz y la calma.


***


Una arcada le hizo levantarse de golpe y escupir sobre el parqué la sangre que subía por su garganta. El suelo empezó a llenarse de sangre, pero unas manos sostuvieron sus hombros evitando que cayese sobre el suelo.


- Ey… tranquilo – escuchó una voz femenina.


Debía responder algo, sabía de sobra que tenía que hablar, pero no podía, tan sólo escupir la sangre que se acumulaba en su boca.


- Debiste haber venido antes a verme – reconoció finalmente la voz de Sakura – Naruto estaba muy preocupado por ti.


- ¿Naruto? – fue lo primero que dejó escapar Sasuke pese a que al instante siguiente, volvió a escupir algo de sangre.


- Estaba muy preocupado por ti – dijo Sakura mientras golpeaba una jeringuilla con un líquido en su interior.


- ¿Qué es eso? – preguntó Sasuke aún con problemas para hablar.


- Te ayudará a descansar.


- ¿Un sedante? No quiero un sedante – le dijo – estoy bien.


- No, no lo estás. Te acabo de poner puntos en esa herida, necesitas descansar unos días.


- No puedo dormirme – aclaró.


Sakura trató de pincharle en el brazo, pero Sasuke se movió con brusquedad lanzando la jeringuilla lejos de él.


- He dicho que no quiero dormirme – la amenazó con su mirada más dura, pero otra mano recogió la jeringuilla del suelo.


- Sasuke… no te va a pasar nada, yo estaré aquí contigo – escuchó a Naruto – estás en mi casa y vas a quedarte aquí hasta que te recuperes. No voy a dejar que te hagan nada, pero necesitas dormir, llevas días sin hacerlo y esa herida necesita reposo.


Por un momento, Sasuke se quedó estático, mirando aquellos ojos azules que apenas podían vislumbrarse por la oscuridad de la habitación. Al sentir los dedos de Naruto agarrando su brazo, todo su cuerpo se tensó y tembló, sin embargo, agachó la mirada y dejó que clavase la jeringuilla. En apenas diez segundos, sus ojos empezaron a cerrarse de nuevo. Lo último que sintió fue cómo Naruto lo empujaba ligeramente sobre el futón para que durmiera un rato.


***


Apenas estaba consciente. Los ojos le pesaban como nunca, pero al abrirlos, lo único que descubrió fue que no estaba en su casa. Recordó la última vez que estuvo despierto, recordaba a Sakura y haber visto a Naruto. Con rapidez, se giró hacia el suelo para comprobar que la sangre que él pensaba haber escupido ya no estaba allí. Frustrado y sin saber si lo había soñado o era real, se levantó la manga de la camiseta para intentar encontrar la huella donde Naruto le había inyectado aquel sedante. No encontró nada, sin embargo, al levantarse la camiseta oscura, observó la cicatriz donde habían estado los puntos. Aún dolía, pero no tanto como la otra vez.


- Sakura vendrá luego a curarte lo que le falta – dijo Naruto desde la puerta.


- ¿Cuánto he estado durmiendo? – preguntó extrañado.


-  Tres días. Esta misma mañana Sakura te quitó los puntos, así que no te muevas mucho hasta que pueda venir a terminar de curarte eso. Deberías estar bien para la misión de mañana.


- ¿Misión? – preguntó extrañado Sasuke.


- Sí. Han llamado de nuevo al equipo siete. Tenemos que infiltrarnos en un antiguo castillo y robar un pergamino a un señor feudal.


- Vale.


- He pensado que no deberías ir. He hablado con Tsunade y…


- Voy a ir – dijo Sasuke dando una respuesta rotunda.


- No quiero que vayas, Sasuke. Iremos Sakura y yo.


-  He dicho… que voy a ir – le amenazó Sasuke – tú mismo has dicho que sólo falta que cure la piel. Ya ha terminado de curarme los órganos, puedo pelear.


- No es por eso, es porque estás débil.


Sasuke se intentó levantar y aunque Naruto trató de impedírselo, no fue capaz. Sasuke lo empujó con fuerza apartándole de él. Miró con asombro cómo ese chico testarudo y vengativo buscaba entre los armarios sus armas.


- Están en el salón – dijo Naruto.


- Voy a por ellas entonces.


- Quédate quieto hasta que venga Sakura a curarte. Yo prepararé tu mochila.


Ante aquellas palabras y al ver cómo Naruto salía de la habitación dispuesto a montar su mochila, Sasuke se sentó nuevamente en el suelo. Miró su mano, temblaba debido al dolor y a lo débil que estaba. Era cierto que había bajado de peso, que apenas comía, que la gran parte de la población ni siquiera querían venderle comida o simplemente… le vendían la que estaba a punto de podrirse.


A gatas, consiguió llegar hasta la puerta y se sentó apoyando la espalda contra ella. La voz de Sakura pronto se hizo audible. Sonaba tan acaramelada con Naruto que pensó que quizá tenían algo o podría ser… que ella estuviera interesada en ese rubio.


Apoyó la cabeza contra la puerta y cerró los ojos tratando de mentalizarse que Naruto jamás sería para él. Había vuelto como un traidor y todo… por Naruto. Volvió por él, estaba soportando los insultos y las palizas por él, pese a saber que sólo serían grandes amigos y rivales.


- Mierda – susurró Sasuke dándose cuenta de que ahora que estaba tan cerca del amor de su vida, en realidad lo estaba perdiendo. La distancia entre ellos era mucho mayor.


Descubrir que iba a vivir a la sombra, aguantando todas las humillaciones sólo para ver cómo ese amor de su vida se alejaba de él y se acercaba a Sakura, le destrozaba por dentro. Llegó a pensar que sería bueno marcharse de nuevo, tener menos problemas debido a esa maldita villa y sus habitantes, pero alejarse de él era algo que ahora mismo no podía hacer.


La puerta hizo el amago de abrirse, pero el cuerpo de Sasuke bloqueó el movimiento sorprendiendo a una Sakura que trataba de entrar.


- ¿Sasuke? ¿Estás ahí? ¿Puedo entrar para curarte?


Sasuke se apartó de la puerta para dejarla pasar. Aunque prefería que Naruto hubiera entrado junto a él, no lo hizo. Podía oler la comida al otro lado de la puerta aunque intuía que sería comida ya precocinada. Naruto nunca había sido bueno para cocinar y prefería comprar el ramen ya hecho cuando no iba al Ichiraku Ramen.


- ¿Estás… saliendo con Naruto? – preguntó Sasuke en un susurro mientras observaba aquella luz verde que curaba lo que quedaba de su herida.


El rostro de Sakura enrojeció al instante, aunque parecía por su silencio que era una respuesta negativa.


- Aún no… no me he atrevido a decírselo.


- Entiendo – se resignó Sasuke.


- Quizá se lo diga en esta última misión. Tengo que buscar el momento oportuno.


¡La misión! Esa misión a la que él también iría. No era suficiente saber que Naruto no le correspondería sino que además tendría que ver cómo iniciaba ese noviazgo. Naruto siempre había estado enamorado de ella y no le diría que no. Lo perdía irremediablemente y no sabía qué hacer para detener aquello. Tan sólo tendría unos días para pensar algo, el reloj empezaba su cuenta atrás.


***


Mientras esperaba a que la olla llegase a su nivel de ebullición, Naruto recordaba aquellos tres largos días. Había estado pendiente de Sasuke mientras dormía pero sabía… que pese a que su silencio parecía ser el mismo de siempre, no lo era. Ese chico estaba escondiendo un dolor inmenso en su interior, pero el orgullo de un Uchiha era demasiado descomunal como para que fuera capaz de pedir ayuda.


Las heridas, los moratones, aquel profundo corte que casi lo mata… su estado anímico en el que se encontraba, todo era culpa de la villa. Se daba cuenta de que algo estaba ocurriendo con él, que la gente no terminaba de aceptarle nuevamente, pero Sasuke mantenía el silencio por su maldito y estúpido orgullo de Uchiha.


- ¿Por qué no puedes pedir ayuda, idiota? – se preguntó a sí mismo.


No se dio cuenta de la olla hasta que el agua empezó a salirse y se quemó la mano. Pegó un grito debido al dolor pero apartó con rapidez la olla del fuego antes de mirarse la mano. Por suerte no había sido mucho, pero esa distracción no era propia de él. La vuelta de Sasuke le había afectado y era posible que estuviera preocupado por él.


- Yo ya me voy – escuchó a Sakura a su espalda.


- Muchas gracias por venir a ayudarle. No sabía a quién más llamar.


- Sabes que siempre puedes contar conmigo.


- ¿Cómo lo has visto? – preguntó Naruto preocupado.


- Su herida está bien pero… me preocupa un poco su estado anímico y sobre todo… psicológico. No parece el mismo Sasuke de siempre, es como… si lo hubiera perdido todo en la vida y no tuviera entusiasmo por nada.


- ¿Depresión?


- No… creo que es algo más profundo pero no sabría decirte.


- ¿Crees que está preparado para la misión de mañana?


- ¿Sinceramente? Creo que no debería venir, pero ya sabes cómo es Sasuke… no aceptará un no. Vendrá igualmente.


- Cuidaré de él.


- Somos un equipo, todos lo haremos – sonrió Sakura cogiendo con dulzura la mano de Naruto.


Para Sasuke, no pasó desapercibido aquel simple y fugaz roce de sus manos. Miraba a través de la rendija entreabierta de la puerta y veía sus esperanzas desvanecerse. Empezó a plantearse si sería suficiente el simple hecho de permanecer cerca de Naruto sin tenerle pero… eso lo sopesaría con el tiempo. Ahora sólo le tocaba esperar a esa misión y tratar de aclarar sus sentimientos mucho más rápido que Sakura.


¡Mañana sería un día decisivo! Iba a intentar acercarse a Naruto así le costase la vida. No quería perderle sin luchar.


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