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A pesar de todo por milo gallardo

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Notas del fanfic:

La verdad estoy muy nerviosa, hace tanto que no retomo los fic que pensé que nunca volvería hacerlo

Quiero agradecer a mis betas La AlexDomina Daemoni que sin su ayuda esto no podría ser. Me ayudaste a abrir mi mente y mostrarme mis errores con amabilidad(corregiste muchos)A angeloDivoglio por mencionarme los tiempos y siempre escuchar mis locuras y compartir varios momentos en nuestra pasión por los fics, además de ser una agradable persona 

A Wingates Hellsing Integra por ser una de la personas más lindas conmigo al estar siempre para mi, a Hatsuomi Tsukay Michaelis por ser mi sensei y mostrarme sus obras

A Alex Ugarte por ser como eres y ser un apoyo siempre

A Joseline, Lisbeth,Selena,Munakata Reishi (Mi hielito) Anelisse,Marta Culla,Hikaru Shidou, Darien Dumai Takeshi por estar siempre conmigo y a mis nuevas amigas Nansunción, Helen y Eli de Virgo por compartirme sus cosas. Los quiero mucho

Los personajes le pertenecen a Masami Kuramada

Notas del capitulo:

Al ver tantos memes dejando en mal a Milo se me ocurrió hacer este fic, en donde quizá camus deberá aprender a valorar el amor de Milo

“A veces no entiendes por qué sientes desprecio por alguien que apenas conoces ”

 

— ¿Camus, es acaso que no te importa, engañar a Milo..., conmigo? —  Habló un pelirrojo mientras besaba su espalda y sus manos se dirigían a sus pezones.

— ¡Ya te dije que no!

Camus,  sintió que se estremecía al contacto con las manos de su ahora amante.

— ¿No sientes nada por él?

Surt sonrió al pensar que por fin, Camus le dejaría hacérselo. Llevaba semanas seduciendolo y ahora tendría lo que más deseaba, su cuerpo.

— ¡Te he dicho que no! ¡Si no vas hacerlo, mejor vete! —  Dijo Camus molesto cerrando los ojos. Las manos de su amante se deslizaron hasta su entrepierna.

— Veo que ahora sí tienes ganas, Camus Glace.

Camus sentía como Surt lo estaba encendiendo y suspiró. El pelirrojo masajeaba su miembro en erección, quería volverlo loco y que no pudiera olvidarlo. Sin embargo Camus solo deseaba pasar un buen rato.

Surt bajó los pantalones y el bóxer azul de su pareja y colocó su virilidad en su entrada.

— ¿Milo te ha poseído? —  Preguntó celoso y Camus sonrió.

— Nunca dejaría que un idiota como él lo hiciera, no siento nada por él.

En ese momento Surt le hizo suyo, arremetiendo con brusquedad.

— ¡Hey, eso duele! — Se quejó Camus, mientras volteaba la cabeza y veía a su compañero de cama observarlo con burla.

— No seas nena, Camus. Verás como te gustará. O es que acaso eres virgen…

Sus ojos estaban llenos de lascivia.

— ¡No! -

El francés se volteó dejando que el otro continuara. Era verdad, en Francia había conocido a un chico quien le había mostrado por primera vez lo que era el placer de esa manera. Las embestidas eran intensas y Camus no se quejaba a pesar de que le estaba doliendo. Porque la amabilidad en Surt no existía.

Envueltos ambos en su nube de placer no se dieron cuenta de la llegada de Milo.

 

— ¿Por qué, Camus?- no daba crédito a lo que sus ojos miraban, era algo que nunca espero de Camus,

Él solo lo miró y sonrió cruel.

—  Milo, mi lindo Milo…, simplemente me aburres… — Parpadeó y se alejó del pelirrojo. — O para ser más exactos, estoy harto de tí. — Acabó confesando.

 

Las lágrimas del griego salieron sin poder contenerse,  la rabia al contemplar lo que Camus nunca quiso hacer con él, le hizo salir corriendo sin antes  dedicar una mirada de odio a Camus. Había sido su compañero de estudios por quién había perdido la cabeza. Desde que lo observó por primera vez, no hubo nada más que le importara en este mundo. Aunque el francés era frío, eso no lo empujaba a renunciar. Siempre tratando de agradarle, pensó que algún día tendría su amor. Hoy no solo había descubierto que había sido engañado sino que Camus en realidad no sentía nada por él.

 

— ¡Vaya, hiciste llorar a Milo! —  Se burló Surt mientras besaba el cuello del francés.

— Sólo lo acepté porque me daba pena. — Fue la dura  respuesta.

 

Milo no regresó a su casa. Caminó por las calles de Atenas, el lugar donde llevaba catorce años viviendo tras abandonar su Milos natal. Se sentía muy herido. Experimentó por primera vez esa sensación de haber sido golpeado con dureza.

Mientras tanto, su tío Kardia estaba muy preocupado. Milo nunca llegaba tan tarde y su corazón latía con fuerza.

“¿Dónde estarás sobrino?” Se preguntó al ver el cielo nocturno tras la cortina para después abrir la ventana. Decidió llamar a Dergel. Quizá Milo estuviera con su hermano menor Camus.

— Dergel, disculpa la molestia, ¿sabes si Milo fue a tu casa? — Pregunto sosteniendo el teléfono. Asombrado de que el sobrino de Kardia no estuviera en casa, éste le respondió negativamente.

— Aquí no ha venido. Camus llegó, pero tu sobrino no iba con él. — Respondió preocupado. Él conocía bien el padecimiento de corazón de su pareja y eso le apuró, pero tampoco podía mentirle.

— Kardia, no te preocupes. Verás que está a punto de llegar. — dijo, tratando de calmarlo. — Milo es un joven responsable, seguro que está en casa de algún otro amigo, con eso de que están de exámenes.

— Tienes razón, seguro que estará estudiando y yo aquí molestando…

Kardia se rió al oír lo de “tú nunca molestas”, se disculpó y colgó, sin olvidar decirle a Dergel un “te quiero” como solía hacer al final de cada llamada.

Camus había escuchado la conversación y por primera vez experimentó un malestar en el corazón y la conciencia intranquila. También  sintió una punzada de dolor en el trasero al sentarse.

— ¡Maldito Surt! —  Maldijo tras ducharse, para después irse a dormir.

 

                                                            *****

Mientras, Milo continuaba vagando sin destino por las calles de Atenas

“Mi tío...”, recordó al ver la hora. “Lo he hecho preocupar seguramente”. Pensó acelerando el paso para finalmente echar a correr. Milo bien sabía lo preocupón que era su tío.

— ¡Lo siento! —  Dijo al llegar. Dejó sus cosas y mintió a Kardia explicando que se había entretenido con su amigo Aioria por cosas de la escuela.

— ¡Milo, me alegra que estes bien! —  Sonrió su tío, tocándole el hombro. —  ¿Quieres cenar?

Aunque no tenía mucha hambre, Milo comió un poco para no preocuparle aún más. Para él, tras quedarse huérfano, Kardia fue como un padre, que siempre lo había cuidado y dado cariño. No pudo dormir. Las palabras que había escuchado en labios de Camus atravesaron duramente su corazón, no sabía si era verdad o quizá un mal sueño.

— ¿Por qué? — Dijo en bajito, contemplando la foto del francés.  Estaba agazapado en la esquina de su habitación, la luz de luna entraba por la ventana y el viento movía las cortinas de esa noche veraniega.

 

                                                      

Al día siguiente, Milo no se acercó a Camus. Todo estaba claro para él, la alegre forma que siempre mostraba se desvaneció en un instante.

— ¿Qué pasa Bicho? —  Le preguntó su ex, Kanon. Él siempre le llamaba con ese apodo.

— Nada. —  Respondía serio Milo, como si nada le importara.  Iba a contarle más pero en ese momento llegó su actual novio Radamanthys

— Nos vamos. — Le dijo a Kanon y, tras despedirse de Milo ambos se fueron de la mano.




 


—  Radamanthys ¿Qué tienes? —  Preguntó al ver su seria expresión y éste se detuvo un poco.
— Nada.  — Eso hizo sonreír a Kanon que le tomó del mentón.

— ¿Es por Milo?
— Sé que ustedes tuvieron su historia y cuando estas cerca de él…— Kanon le abrazó.

— Sabes que solo te amo a ti, lo que pasó con Milo fue en el pasado. —  Susurró en su oído y comenzó a besarle la mejilla para terminar en sus labios. — Además él está locamente enamorado de Camus y solo le pregunté que tenía, al verlo mal. Quedamos como amigos.

— ¡Esta bien!

Radamanthys no tenía más remedio que calmar sus celos. No quería perder su amor.
Se tomaron de la mano, y caminaron hasta llegar a la casa de Kanon.
— Debo irme — Se despidió robándole un beso apasionado. Se separaron para tomar un poco de aire y se miraron a los ojos.  El rubio se turbó un poco, Kanon había descubierto que aún a Radamanthys le daba pena que le miraran fijamente a los ojos por un buen rato.  
— Adiós. —  Le empujo suavemente. — Mañana nos vemos.


Milo caminaba hacia la biblioteca,, cuando a lo lejos observó a Camus y sintió una punzada de dolor. ¿Hasta cuándo tendría que soportarlo?¿Hasta cuándo tendría que sentir como su interior se destrozaba al verlo? Pasó de largo sin saludar si quiera.
Aioria al verlos, supo que algo andaba mal ahí.  Milo normalmente estaría hablando con el francés y aunque éste aunque sólo respondía “si y no”, al menos estarían juntos.— ¡Milo! —  Corrió para alcanzarlo, y el nombrado se detuvo al oir a su amigo.
— ¿Qué pasa Aioria? — Preguntó al ver su urgencia. Avanzaron juntos hasta la salida de la biblioteca, mientras Camus los miraba de reojo.
— ¿Qué te ocurre, amigo?—  Preguntó mientras cerraba su mochila y el otro dejaba algunos libros. —  Andas raro, como triste...
— Ideas tuyas. —  Afirmó Milo, tratando de ocultar su dolor, pero no contaba con que su mejor amigo lo conocía tan bien que sabía leerlo como un libro abierto. —  Sólo son ideas que tu mentecita de gato se hace.
—  Bien sabes que no es así. — Aioria podía observar la tristeza y dolor en las palabras de su amigo.
— Ya no somos nada.
Aioria no preguntó más, sabía que si decía algo Milo se derrumbaría.
— ¿Cómo te fue en el examen?— Dijo cambiando de tema. Algo que Milo agradeció.
—  Me fue muy bien, ¿y a ti? — Sonrió al ver la cara de Aioria empalidecer
— No tanto.—  Chilló, al pensar la regañada que su hermano le iba a dar al saber sus bajas notas.
— Ya ves, por andar con tu novio y no estudiar… —  Dijo al darle con los libros a Aioria en la cabeza, pero sin golpearlo seriamente — Ésta es para usarse.

Aioria se río. No importó que su amigo se burlara de su fracaso en ese examen con tal de animarlo.
— Debo irme, ayer hice preocupar a mi tío y ya sabes como es.

Se fue, mientras Aioria pensaba en que ojalá Milo pudiera salir de ese estado y en cómo le diría a Aioros, su hermano, lo sucedido con esa prueba.

— Esta si que no me la perdona — Pensaba preocupado.

           

“Saben, fue muy fácil para mí estar con ese Camus. Aunque al principio no quería, terminó cediendo como todos”

Era Surt contando a sus amigos de la vez que tuvo sexo con el francés, a la vez que alguien cercano los escuchaba muy atento. La tristeza de escuchar que hablaban así de su hermano le hizo sentir como si se tratara de un desconocido viviendo en su casa.

Al entrar a su casa olvidó cerrar la puerta, quería llegar rápido y preguntarle a Camus si eso era cierto o una coincidencia con su nombre. Pero algo le decía que se trataba del mismo ya que ese nombre era muy raro en ese lugar. No era que Dergel se metiera en su vida privada ni que tuviera prejuicios, pero sintió que ese pelirrojo le haría daño a Camus.


— ¡Camus! — Llamó ansioso, hasta que  bajó y le miró con frialdad

— ¿Qué pasa?

— ¿Es verdad que te acostaste con ese chico pelirrojo llamado Surt?— Interrogó.
— Seguro que vino llorando Milo a decírtelo — le contestó Camus, indiferente, a lo que Dergel le observó detenidamente. ¿Desde cuándo Camus se comportaba así?        

— No Camus, escuche a Surt contárselo a sus amigos, burlándose de ti.  

Mientras, Milo se dirigía a la casa de los Glace.  Aunque no quería ir, era un favor que Kardia le había pedido.

—  Camus, yo sé que no debo meterme en tu vida, pero no me gustaría que la pasaras mal. Pensé que andabas con Milo. —  Comentó Dergel, sorprendido.
— ¿Milo dices? Él es un idiota, siempre se mete en donde no debe, siempre con su falsa sonrisa. Lo detesto tanto, no lo soporto siempre como perro detrás de mí…

Notas finales:

Gracias por leer y deseo en verdad que haya sido de su agrado 

El la primera y la última vez que escribo a un Camus así ya que adoro la hermosa pareja que forman y me gusta más que sea amoroso con Milo


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