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SYMPHONY por Taoris4ever

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Notas del capitulo:

Holis, bueno este fic ya lo tenía escrito, pero hasta ahora lo corrijo, y la verdad me hizo llorar, así que slo esta corregido una vez, así que de antemano me disculpo por los errores, este fic es basado en una canción que la revelaré en la parte II

El día que se encontraron era un día común y corriente, es más hasta se podría decir que era un día melancólico, el sol no había salido, el aire era húmedo por la lluvia de la noche anterior. Sin embargo ese tan deslucido día, brillaría solo para ellos dos, cruzando sus caminos para crear una hermosa historia de amor.

Lay aquella mañana se encontraba buscando un libro de historia de la música del siglo XV, era su segundo semestre en Juilliard, el famoso conservatorio de arte, y ese libro en específico les habían dicho que lo encontrarían en esa librería en particular “The Sound”, la misma que se ubicaba frente al conservatorio.

Al llegar a la librería, vio que el dependiente de la misma estaba ocupado, con un montón de personas rodeándolo, Lay se compadeció de la pobre alma que estuviera detrás de ese tumulto de personas, así que decidido a no ser otro asunto que resolver en las manos del pobre chico o chica, empezó a buscar el libro que necesitaba por sí mismo, obviamente empezó por la sección de música.

La cual para su sorpresa era la sección más amplia de esa pequeña y pintoresca librería, recorrió tres de las estanterías y pasillos dedicado a ese tema, pero al no encontrar el libro rápidamente comenzó a impacientarse, cuando fue a recorrer el cuarto pasillo, decidió que debía pedir ayuda al dependiente, cuando fue a ver el lugar donde debía encontrarse la persona a la que buscaba, este estaba completamente vacío, ya no se encontraba siquiera el tumulto de personas que había ahí al principio.

—¿Puedo ayudarte en algo? —dijo una suave voz a sus espaldas, la misma que asustó al despistado chico, haciéndolo retroceder y chocar contra una estantería cercana.

—Lo siento —se disculpó un chico joven y bajito que tenía una sonrisa tranquilizadora plasmada en su rostro.

Lay carraspeó un poco y se volvió a parar recto, mientras disimulaba el asombro que le produjo el joven de tan bellos rasgos. —No te disculpes, no me asustaste —dijo desviando la mirada hacia otro lado, pero la volvió hacia ese chico nuevamente cuando escuchó la dulce carcajada que salió de sus labios.

—Como usted diga señor…

—No me diga señor, no soy tan viejo, por favor llámeme Lay —Lo interrumpió el contrario, dándole una pequeña sonrisa.

—Está bien Lay, ¿necesita algo?

—Sí, estaba buscando el libro de la “Historia de la música del siglo XV por Schitz”.

—Claro, está por aquí, sígame por favor —El dependiente de la librería lo llevó hasta el sexto pasillo de esa sección, el pequeño hombre se alzó de puntillas y tomó un libro grande y pesado de la penúltima estantería—. Este ha sido el más vendido esta semana, tiene suerte este es el último, más ejemplares como estos los tendremos dentro de un mes.

Lay suspiró aliviado por ese dato, el chico no había dejado de sonreírle en todo ese tiempo y realmente estaba siendo amable, al más alto realmente le había gustado eso del pequeñito.

—Ven, lo registraré en la caja y te lo daré inmediatamente —Le hizo señas el chico del que aún no sabía su nombre.

Lay siguió obedientemente al más bajo, analizando cada rasgo facial del otro, y cuando este le entregó su libro en una funda, finalmente se animó a entablar una conversación con el amable joven.

—Disculpa, eres asiático ¿verdad? —Los ojos del contrario se cerraron más risueñamente.

—Sí, soy coreano, y ¿tú?

—Chino, sabes hace mucho no me topaba con alguien de mi mismo continente, y pues me gustaría poder entablar una amistad con alguien con costumbres parecidas. —Lay bajó la vista avergonzado y se frotó la parte posterior de su cuello—, es decir, solo si tú quieres claro, sé que estoy siendo atrevido pero…

—Me encantaría —interrumpió el más bajo, extendiéndole su mano—, soy Kim JunMyeon, pero aquí me conocen como Suho.

Lay apretó tímidamente la mano contraria y le brindó una gran sonrisa. —Mucho gusto, mi nombre es Zhang Yixing, y mi seudónimo aquí ya lo conoces —Ambas manos se separaron esta vez—. Sé que puede ser algo apresurado, pero me gustaría invitarte un café o una cena, después de que termines de trabajar.

Las mejillas de Suho estaban arreboladas de un lindo color rosa. —Mmm… Un café está bien, pasa por mí a las seis.

Lay apretó su agarre en la funda de su libro tratando de aminorar su emoción, ciertamente el chico bajito le había gustado desde el susto que le dio, fue atracción a primera vista, para Suho no fue diferente. Lay empezó a caminar hacia la puerta de espaldas, viendo a su nuevo amigo.

—Entonces te veré en la tarde, estaré puntual —dijo agitando su mano, antes de chocar su espalda contra la cristalera de la puerta, al más bajo esto le sacó una pequeña carcajada, que disimuló cubriendo su boca.

—Nos vemos, Lay. Ten un camino seguro —El nombrado avergonzado por su torpeza asintió y salió rápidamente de la librería pero con una sonrisa en la cara.

Su historia comenzó así, esa tarde ambos sí se reunieron, tomaron un café en una tienda cercana y hablaron por horas, descubriendo que tenían muchas cosas en común, como su amor por la música, por los libros y el arte en general.

A Lay le fascinó la honestidad que tenía Suho desde un inicio con él. Descubrió que el más bajito era mayor con unos meses y que tenía una pequeña hermana que iba a la secundaria todavía.

La conversación estaba siendo tan amena que Suho decidió invitar al contrario a cenar con su pequeña hermanita para continuar conociéndose, aunque eso era arriesgarse mucho porque el contrario era aún un extraño, el más bajito no pudo evitar sentir que estaba haciendo lo correcto. Lay más que encantado aceptó inmediatamente, haciendo reír un poco al mayor por sus reacciones tan exageradas.

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El tiempo pasó, un mes se convirtió en dos, en tres, en cuatro, hasta que sin darse cuenta había pasado más de medio año en el que conoció al dueño de esa pequeña librería, porque sí, Suho no solo era un empleado ahí. Lay se había enterado en ese tiempo que con mucho esfuerzo había logrado ser propietario de ese inmueble, después de viajar hasta Nueva York.

Así como se enteró de la razón del porqué había puesto la librería justo enfrente de Juilliard, el sueño de Suho antes de que sus padres murieran era ser un gran violonchelista graduado de esa Escuela de música en específico, y pertenecer a una orquesta famosa, pero al verse solo a sus dieciocho años y teniendo que hacerse cargo de su pequeña hermana de diez años, ya que era su única familia, se vio obligado a dejar su sueño a un lado y buscar un trabajo.

Como en Corea no encontró un buen trabajo por no haber tenido educación universitaria, decidió viajar a Nueva York con los ahorros de sus padres, teniendo la esperanza de una vida mejor. Arrendó un departamento pequeño, así como un mini lugar donde instalar su negocio propio, que resultó ser una librería, al menos así viviría haciendo algo relacionado a una de las cosas que más le gustaba.

La primera librería no estuvo enfrente de Juilliard, sino en una zona un tanto pobre, por así decirlo, pero inteligentemente Suho supo superarse e invertir sabiamente, logrando transferir su librería a un local mejor, y frente de la Escuela en la que alguna vez deseó entrar, al menos así estaría un poquito más cerca de lo que alguna vez fue su sueño.

A veces cuando Lay se quedaba en una esquina de la librería estudiando, veía como Suho en sus tiempos libres se dedicaba a admirar Juilliard, con ensoñación bañando cada una de sus facciones delicadas que poseía a pesar de ser hombre. El de origen chino sabía que algún día estaría Suho entre esas paredes, él lo ayudaría, aún no sabía cómo, pero lo haría.

Por lo pronto Lay decidió que definitivamente ya había pasado mucho tiempo conociendo a Suho, y que él quería que ese bello muchacho, de sublimes sueños y dulces palabras fuera su todo.

Ciertamente el chino pasó pensando mucho tiempo en cuál sería la mejor manera de declarar su devoción y amor por el coreano, pero a pesar de su naturaleza romántica nada le parecía perfecto, porque Lay creía que Suho merecía algo mucho mejor, pero definitivamente ya no se podía guardar sus sentimientos por más tiempo.

Así que tomó uno de los tantos planes que había creado y decidió declarársele en la noche de su cumpleaños, organizó todo con ayuda de la pequeña hermana de Suho y juntos arreglaron la azotea del edificio donde vivían, cientos de linternas estaban colgadas por ese lugar, dándole un ambiente romántico, un piano electrónico en la mitad del sitio, y una mesa en la que se encontraba una pequeña caja de color azul.

Cuando JunMyeon llegó del trabajo y vio a su querida hermanita en la puerta de su departamento con una gran sonrisa se extrañó, pero al mirar más de cerca sospechó que algo tramaba ella. JiSoo le ordenó al mayor seguir el camino de rosas que estaba desde la puerta de su departamento y que él recién notaba, el corazón del joven se aceleró hasta más no poder, sus manos sudaban por el nerviosismo, sabia quien había planeado todo esto, después de todo tenía a su hermanita de su lado desde que lo conoció.

Al momento de salir a la azotea una ráfaga fría recibió a Suho, pero este no lo sintió, porque el lugar estaba tan bellamente decorado que parecía muy cálido, recorrió el pequeño camino de alfombra blanca y con sus dedos fue acariciando los lirios que se encontraban a los alrededores, la sonrisa brillante que tenía en su rostro nadie se la podría borrar en ese momento.

De repente cuando el camino se estaba acabando, una dulce melodía empezó a sonar por el lugar, una que no había escuchado antes y la voz melodiosa de la persona de la que ha estado enamorado por mucho tiempo acompañó a la canción.

Las notas eran dulces, las palabras que la componían simplemente maravillosas. La canción expresaba el anhelo de un alma por la otra, el deseo de un corazón humilde por ser correspondió, el miedo que surge por la inseguridad de no ser aceptado, en cada parte de esa partitura estaban los sentimientos de Lay, y a Suho le llegaron cada uno de manera muy clara.

El más bajito no perdió la sonrisa mientras la canción continuaba, y cuando esta finalizó, vio a un avergonzado Lay llamarlo, le hizo señas para que él tomara la caja que estaba en la mesa cercana al piano, Suho se acercó lentamente y cuando abrió la caja un hermoso collar lo recibió, era una pequeña nube, que en su interior tenía una sustancia que parecía ser liquida, y ahí flotaban varias notas musicales y un “I love you”.

Suho sonrió por ese lindo detalle y de repente sintió unos brazos rodeando su cintura desde atrás, Lay estaba ocultado su cara en su espalda, el mayor sonrió por la forma tierna en la que estaba actuando el más alto.

 —Quisiera poder expresar mis sentimientos de mejor manera, pero me siento incapaz de hacerlo, quise que mi declaración fuera romántica y perfecta pero me ha dejado insatisfecho, debido a que quería declararte mi amor de una manera más especial, una que tal vez no existe, ya que mi amor por ti es mucho más grande de lo que realmente puedo expresar con estas pequeñeces mundanas. —Esas fueron las tímidas palabras de Lay y Suho no pudo estar más feliz por haberlas escuchado.

Se giró entre los brazos contrarios y apretó las mejillas de Lay entre sus manos, dándole un leve beso. —Me ha gustado como te has declarado, has usado nuestra esencia para hacerlo, amo la música y el saber que creaste esa canción para mí, es demasiado especial, nunca nadie había hecho eso, esto es perfecto y suficiente para mi corazón.

Lay sonrió, y esta vez fue él quien besó a Suho, un beso tierno y dulce, el primero de muchos, al separarse el menor tomó el collar de las manos de su ahora novio y lo colocó en el cuello contrario.

—El amor que creció en mi corazón por ti, es tan magno como mi amor por la música, es más creo que un día lo superará. Yo creí que la música sería mi amor más grande para toda la vida, pero llegaste tú mi querido Suho a cambiar ese hecho, y no puedo ser más feliz por eso.

Al más bajito le alegró haber escuchado esas palabras, porque supo en ese instante que realmente era especial para el contrario. —Lay, nunca imaginé enamorarme de una persona que compartiera mi misma pasión, me alegra haberte encontrado, me alegra haberte asustado ese día en la librería y me alegra ahora poder llamarme tu novio, ser tuyo. Juntos compongamos hermosas sinfonías, mi querido despistado, por muchos, muchos años.

Esa noche sellaron sus palabras con mágicos besos y sublimes caricias, que demostraban todo lo que sus corazones sentían. Los corazones más sensibles que pudieran existir en la historia, habían encontrado a su par ideal.

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La relación de Lay y Suho solo creció con el tiempo, cuando cumplieron tres años de noviazgo se casaron, no fue fácil, pero realmente fueron felices cuando lo lograron, inmediatamente se mudaron juntos y con ellos, JiSoo, quien estaba feliz de ver a su hermano realizando su vida plenamente y ya no solo preocupándose por ella, quien ahora ya era todo una hermosa adolescente.

La vida para ellos iba en armonía, todo en un perfecto balance, incluso Lay se encontraba ya graduado de su carrera y con honores, ahora él era uno de los profesores de Juilliard y uno de los jueces que aceptaba a los nuevos ingresos. Tenía prestigio de genio musical, ya que tiene el talento de tocar casi todos los instrumentos de una orquesta y los que no, simplemente entiende cómo funcionaban, como deben sonar e incluso tiene grandes composiciones que han sido tocadas por las prestigiosas orquestas de la ciudad de Nueva York, un honor ciertamente.

Es por esa misma razón que un día llamaron a Lay los directores de la Escuela Juilliard, con una gran noticia para el joven chino.

—Le mandamos a llamar, porque hemos recibido una gran propuesta del mejor director de orquesta que ha conocido Nueva York desde los siglos pasados. —Empezó a hablar el rector.

—Beirnad, lo quiere a usted como un aprendiz, para director de su orquesta, como sabe ya es muy viejo el señor Beirnad, por lo que al morir quiere dejar a alguien más capaz que él a cargo de sus preciados músicos. —Continúo el adulto que era la mano derecha del decano.

—Yo… —Lay se quedó sin palabras, claro que sabía de quien hablaban, eran un respetadísimo músico y solo dos veces había aceptado una de sus composiciones para ser tocada por esa gran orquesta—. No estoy seguro que yo sea el más adecuado para encargarme de una orquesta.

—Claro que lo eres, has demostrado liderazgo en más de una ocasión, compones grandes obras para diferentes orquestas, eres un gran maestro, sabes cómo debe sonar un instrumento a pesar de que no lo sepas ejecutar, y eres el primer alumno de Juilliard en poder interpretar casi todos los instrumentos, son dos o tres que no sabes. Eres un prodigio muchacho —Volvió a tomar la palabra el rector—. Además posees un gran conocimiento en cultura general y de historia de la música, autocontrol, sabes trabajar en equipo y resolver las disputas entre diferentes músicos con opiniones distintas. Tienes los conocimientos más amplios sobre armonía, composición, sonoridad, nunca te sales de tono, posees un oído que muchos músicos quisieran.

El director suspiro después de terminar de alabar las verdaderas habilidades que poseía ese muchacho, los dos directivos se vieron a los ojos un momento al ver tanta duda en la cara del joven músico. —Escucha Lay, solo ve mañana a una clase, le comunicaremos que vas como una prueba, no te comprometerás a nada, ¿sí? —De verdad que ellos no querían que el talento del joven se desperdiciara entre las paredes de su Escuela, si bien lo echarían de menos, también sabían que el muchacho estaba destinado para algo más grande.

Yixing guardó silencio un momento, pensando detenidamente en la oferta. —Acepto, pero enserio, prométanme que el ir mañana no me comprometerá a nada.

—Lo prometemos. —dijeron ambos directivos, sonriéndole felices al menor.

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Al llegar a casa lo primero que hizo fue contárselo a Suho, quien feliz por él saltó hacia el cuerpo contrario abrazándolo efusivamente, felicitándolo una y otra vez por ser escogido para ese gran honor.

Cuando Suho se separó de él vio la cara preocupada de Lay. —No te veo muy feliz por esto, amor —dijo preocupado—. ¿Qué es lo que de verdad piensas de esto?, dímelo, seré todo oídos.

—Estoy feliz de haber sido escogido, pero no estoy muy seguro de que me gustaría ser de verdad un director de orquesta, tengo un poco de miedo que al ir mañana con ese gran director, descubra que no soy tan magnífico como él piensa. —Lay suspiró nerviosamente.

Suho acarició la mejilla del contrario tiernamente. —Eso no pasará, eres de los mejores, y no lo digo solo por ser tu esposo, todos los que te conocen saben eso. Además si llega a menospreciarte, ese director está completamente loco.

Lay sonrió levemente por las declaraciones del mayor. —Creí que ese director era uno de tus favoritos.

—Sí, pero si no sabe reconocer tu talento, pues no merece mi admiración.

—Y, si a la final el verdadero problema soy yo, y si realmente después de un día de estar en los zapatos de un director de orquesta aborrezco el trabajo, es decir los directivos, incluso tú parecían emocionados de que fuera a ser el sucesor de ese gran director. —Lay bajó la cabeza, sintiendo demasiada presión por el peso de las expectativas que recaían sobre él.

El mayor le levantó el rostro y le dio una sonrisa tranquilizadora. —Nadie podrá obligarte a ser lo que no quieres, esta vez solo vas a intentar algo nuevo, míralo de esa manera y la presión desaparecerá, además la experiencia con ese director solo te dará credibilidad y mayores oportunidades de graduarte rápidamente como un verdadero director de orquesta si es que así lo quisieras. Lay esta oportunidad no te va a obligar a la final a ser un director, solo es una experiencia que te enriquecerá, tranquilo, ¿sí?

Lay sonrió grandemente esta vez, porque las palabras de su novio lo habían calmado grandemente, después de todo ese día se convenció más de que tenía al hombre adecuado a su lado.

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Al día siguiente Suho se encontraba haciendo la cena cuando por fin Lay regresó, el mayor no había tenido noticias de él durante todo el día, estuvo algo preocupado, pero sabía que cuando el chino se metía de completo a la música se olvidaba de todo lo demás.

—Amor, ¿Cómo estuvo…? —Su pregunta quedó a medias cuando Lay lo besó y le empezó a dar vueltas por toda la cocina.

—Me fascinó, simplemente me encantó, el director de orquesta dirige a todos para crear una gran pieza, y es verdaderamente impresionante como moldea todos los sonidos para crear algo perfecto, como combina todo. —Lay tenía una gran sonrisa en su cara.

Suho rió divertido por eso. —Y tú que no querías ir, cuéntame todo lo que te pasó cariño.

—Pues primero me di cuenta que el verdadero trabajo de un director de orquesta empieza mucho antes del estreno de la sinfonía, es durante los ensayos que puedes apreciar el verdadero arte de ser un director, que corrige a los maestros ejecutantes cuando no concuerda la armonía de algún instrumento con todos, y decidí que yo quiero seguir también ese camino. —Lay robó un poco de la comida que estaba haciendo Suho antes de continuar.

—¿Cómo?, ¿Tan rápido? —dijo esta vez desconcertado su esposo.

—Sí, es que Suho, debiste verme ahí, estoy tan rodeado de música que creo que encontré mi lugar, vine hablando con los directivos de Juilliard y me dieron la oportunidad de ser seis meses el aprendiz de Beirnad, después de eso me aceptaran en la carrera de magister de música con ello puedo ser ya director, y el ser aprendiz de tan prestigioso músico me dará la oportunidad de terminar antes de lo pensado, como me dijiste.

Suho sonrió por la emoción que se mostraba en la cara de Lay. —Me alegra saber eso cariño, te apoyaré en esto si realmente es lo que quieres, me hace feliz que este día te haya ido tan bien, y que hayas encontrado algo más que amar.

—Sabes Suho, el director me dijo algo que también me hizo enamorarme de esto, de estar al frente de una orquesta, me hizo ver a la orquesta como nunca la había visto —El chino empezó ayudar a su novio con la cena, mientras seguían hablando—. “Si el piano expresa emociones intimas y apasionadas, la orquesta resulta útil para…”

—“… pintar de forma grandiosa otros estados de ánimo” —recitó Suho interrumpiendo a Lay, que lo regresó a ver impresionado a los ojos, este solo se limitó a sonreírle y seguir hablando— “Así como también una pequeña pieza pianística puede compararse  con el poema de un escritor, la sinfonía se podría equiparar con una novela. Ciertamente la sinfonía es la forma musical con mayúsculas, es toda la maravilla de la música juntada en una sola pieza

—¿Cómo sabes eso? —preguntó Lay, sonriendo—. El director me dijo que esa cita está en un libro que todo músico orquestal debería leer al menos una vez en la vida.

—Recuerdas que mi otra pasión es leer —contestó divertido—. De niño era prácticamente un ratón de biblioteca, uno muy pequeño por cierto —Suho hizo una mueca, al recordar su reducido tamaño en aquel entonces—. Sabes Lay, yo quise pertenecer a una orquesta desde que leí esa frase, porque esta es la única que puede tocar hermosas sinfonías, conjugando muchos instrumentos, es más la orquesta con sus sinfonías son capaces de contar historias enteras, de romance, drama, horror o tragedia, simplemente es magnífica.

Lay vio un brillo en particular cuando Suho estaba hablando de su gran sueño, y se le hizo un nudo en la garganta al haber olvidado lo que se prometió así mismo cuando apenas estaban empezando su relación.

El menor abrazó por la cintura al mayor y lo atrajo hacia sí para darle un leve beso en los labios. —Suho, tal vez lo mío pueda esperar un poco, el ser director de orquesta es un sueño reciente que podría olvidar por un tiempo. ¿Por qué mejor no planeamos tu ingreso a Juilliard?

El increpado borró su sonrisa en ese instante. —No Lay, esto es una gran oportunidad para ti, yo ya me resigné a no cumplir mi sueño, y no me quejo soy feliz con la vida que llevo.

—Sí, pero… —Lay pensó un momento en la situación y en lo cabeza dura que sabía ser su novio—. Entonces, ¿Por qué no estudiamos los dos al mismo tiempo?

Suho negó. —No alcanzará para tu matricula y la mía al mismo tiempo, y menos para la de JiSoo, aunque los dos trabajemos a medio tiempo sabes que no lo lograremos.

—Entonces estudia tú, yo ya lo he hecho, no pasara nada porque espere un poco más. —Suho suspiró negando una y otra vez, sabía que si seguían así esto solo llevaría a una discusión.

—Hagamos un trato —dijo después de razonar un rato, como estaba aún entre los brazos de su esposo, Suho colocó los suyos en el cuello de este y lo acercó mucho a su rostro—. Vas a aceptar estas oportunidades que te están dando ahora, y que tal vez después no te las den… —Lay trató de replicarle, pero Suho lo calló con un leve beso—. Escucha —ordenó—, y vas a hacer todo lo posible para obtener ese título lo más pronto posible y ser el más joven director de orquesta que el mundo haya visto, uno muy fabuloso, y solo cuando eso pasé yo audicionaré para Juilliard.

Sin dejarlo contestar esta vez Suho le robó el aliento en un beso, no dejando pensar con claridad a Lay, y teniéndolo donde él lo quería. Sonrió cuando su novio buscó más que besos, al chino simplemente se le hacía difícil pensar cuando el pequeño coreano se proponía a seducirlo.

Cuando se separaron, Lay lo vio con ojos severos. —Eso es trampa.

—Pero es una trampa que te gusta —sonrió coquetamente Suho.

Lay suspiró. —Está bien, haremos como dices, pero te ayudaré a practicar para las audiciones desde hoy, no importa que falte años para eso. —Su cónyuge asintió feliz esta vez—. Ahora dame más besos. —Demandó el joven chino.

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Como había propuesto Suho, Lay empezó su aprendizaje con el gran director de orquesta, en los seis meses el chino aprendió mucho sobre esto, así que pudo ayudar en varias formas a su maridito, corrigiendo pequeños destiempos que tenía, que importaban muy poco cuando se trabaja de interpretar una canción con un solo instrumento, pero que definitivamente en una orquesta arruinaría la armonía con los demás instrumentos.

Los seis meses pasaron rápido y pronto inició sus nuevas clases Lay, pero este seguía componiendo y trabajando a medio tiempo, por lo que empezó a tener buenas ganancias, que le permitieron ir ahorrando, para lo que en el futuro quería hacer, sería un largo camino, pero con el apoyo de su pequeña familia, sabía que podría con todo lo que viniera en el futuro para él.

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Ocho años han pasado desde que Suho y Lay se conocieron, siete años y medio de una perfecta y hermosa relación. Y por fin después de tanto esfuerzo y juntar dinero, el de origen chino puede darle una hermosa sorpresa a su pequeña familia.

Ese día lleva a sus dos pequeños a una parte de buena reputación, un lugar muy lindo para vivir, guiándolos por calles hasta finalmente llegar a una hilera de casa con pequeñas gradas en sus entradas, el tipo de casas que ama Suho.

—¿Qué estamos haciendo aquí, Lay? —dijo el más bajito, con el corazón latiéndole a mil, por presentir lo que significaba estar deteniéndose en ese instante en frente de una casa.

Lay sonriendo radiantemente extendió una llave hacia él y JiSoo. —Bienvenidos a nuestro nuevo hogar.

La pequeña mujercita empezó a saltar por todos lados, emocionada por ahora tener una casa propia, la adolescente le arrebató las llaves a su cuñado y entro corriendo a la casa, mientras Suho solo podía admirar la fachada de la vivienda de dos pisos, la cual era verdaderamente un ensueño y era perfecta, porque no está tan lejos de su trabajo, ni de la preparatoria de JiSoo, y mucho menos de la sala de concierto de su amado Lay.

Suho al tener cerca a Lay, quien lo veía con curiosidad, lo abrazó fuertemente, dejando escapar leves lágrimas. —Gracias mi vida, este es un hermoso regalo, ahora nos será posible vivir más tranquilos.

Lay le dio un beso en la frente a su pareja. —Feliz cumpleaños, mi pequeño bebé. —Tomó la mano contraria y lo llevó dentro de la residencia, donde JiSoo recorría la planta baja y se había apoderado del único cuarto que había en ese piso.

Ambos sonrieron viendo a la animosa joven, desbordando alegría por tener una casa propia. —Ven, te quiero mostrar algo conejito.

El mayor siguió a su novio escaleras arriba aun agarrados de las manos, Suho alzó una ceja al darse cuenta del nuevo apodo. —¿Conejito?, enserio, Lay. —Se burló.

—¿Por qué no? —El contrario se alzó de hombros no dándole mayor importancia—, son unos animalitos que me gustan mucho, son tiernos, esponjosos y me dan ganas de apapacharlos a cada rato cuando los tengo enfrente, son algo parecidos a ti, al menos para mí. —Lay se carcajeó cuando su novio intentó pegarle. Ya cuando estuvieron en el piso superior, el de origen chino le tapó los ojos a su amor, quien se quejaba mucho, porque no le gustaba caminar de esa manera.

Cuando Lay le destapó los ojos a su esposo este se encontraba ante un cuarto completamente blanco, Suho vio y toco las paredes, que le parecieron de un material diferente al normal y enseguida supo lo que sería ese cuarto.

—Este cuarto será…

Lay asintió efusivamente. —Lo he modificado para que sea a prueba de sonidos, no molestaremos a nadie al practicar, ni otro ruido molesto nos interrumpirá, y si abres la ventana apenas se escuchara.

—Es perfecto mi vida, pero, ¿Por qué las paredes aún están blancas?

—Quiero que tú y yo la decoremos juntos, no me parecía bien escoger solo los olores y arreglos de este cuarto, después de todo este lugar será nuestro refugio del mundo exterior.

Suho acarició las mejillas de su novio y continuamente despeinó su cabello. —Gracias por esto también, será maravilloso arreglarlo a nuestro gusto.

El menor lo abrazó fuertemente de la cintura. —Serás muy felices aquí, mi pequeño, es el lugar perfecto, ¿no te parece?

—Definitivamente es perfecto para nuestra pequeña familia. —Lay asintió de acuerdo con esa declaración.

—Por cierto tengo un cuarto más que mostrarte —El mayor fue jalado nuevamente por su novio, pero esta vez no le taparon los ojos, Suho supuso que el cuarto que le quería mostrar era el que compartirían ellos, pensando que tal vez ese si lo decoró Lay.

Pero al ingresar se topó con una gran sorpresa, era un cuarto de color azul cielo, en donde había una pequeña repisa con juguetes, cuentos, una pequeña cama y un armario igual de pequeño.

—Pensé, que ahora que tenemos más estabilidad, podríamos algún día adoptar a un niño, sé que tú lo quieres también, claro que no será precisamente ahora, pienso que sería bueno empezar con los papeles después de que te acepten en Juilliard, aunque falta para eso, pero no pude evitar adelantarme a las cosas.

Esta vez a Suho se le quedaron las palabras atoradas en la garganta, de verdad que quería adoptar un niño, y le alegraba mucho que Lay haya pensado en el nuevo integrante también al comprar la casa, aunque ni siquiera era seguro que fueran aprobar sus primeras peticiones de adopción, pero era un lindo detalle de todos modos.

Para mostrar que de verdad le gustó ese detalle tan adelantado, abrazó a su novio fuertemente, mientras susurraba rápidamente un montón de “Gracias”, “Eres el hombre perfecto para mí” y “Te amo tanto”

El contrario solo recibió el afecto felizmente, en realidad tener esa nueva casa sería un hermoso comienzo para todos, y Lay presentía que el vivir ahí solo traería cosas buenas.

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Lay no se equivocó cada día en esa casa fue meramente feliz. Sus prácticas iban mejor que nunca, Suho había ya entendido muchos conceptos y armonías del violonchelo, lo suficiente para impresionar a los jueces de Juilliard, pero sabía que para entrar a esa Escuela no solo hacía falta buena técnica, sino que también en la pieza interpretada se debía reflejar los sentimientos de esa persona, y ser capaz de conmover con los mismos a cada juez.

JiSoo parecía también feliz en ese lugar, incluso ella había sido la que encontró un pequeño bosque detrás del conjunto residencial, algo donde correr y escapar un momento de la ciudad. Ese lugar había encantado a Suho desde un principio, y pronto este estuvo saliendo frecuentemente a ese sitio, a correr, componer, o incluso solo admirar el paisaje.

Al menor a veces le gustaba seguirlo en silencio y admirar lo que hacía su novio desde lejos, le daba una apariencia tan irreal, tan perfecta, mágica, que parecía un ser fuera de este mucho, su novio era un bello muñeco de porcelana que nunca se cansaría de admirar y de amar.

Los dos meses que faltaban para la audición de Suho pasaron pronto, ese día él había querido ir solo, por este mismo motivo Lay se encontraba en la sala fingiendo componer, con las partituras regadas enfrente de la chimenea.

Al pasar del medio día, la puerta de su casa finalmente fue abierta, dejando pasar a su novio, y cuando este pasó enfrente de la sala vio al menor acostado en el suelo, “escribiendo” en sus partituras.

Lay se giró hacia atrás cuando escuchó una risita divertida. —¡Oh!, ¡Estas aquí!, ¿Cómo te fue? —preguntó calmadamente.

—Vamos Lay, no te queda hacerte el desinteresado —rió más fuerte Suho— sé muy bien que hoy estabas más ansioso que yo, además no te gusta componer aquí, sino en nuestro estudio.

El increpado suspiró y dejando de fingir se acercó rápidamente a su novio. —¿Y, bien? —Esta vez la ansiedad cubrió su voz.

Suho colocó cada mano en las mejillas de su novio y los pellicos levemente. —Creo que me fue bien, recibí buenas críticas, ahora tú más que nadie sabes que debo esperar a que me manden un correo diciendo sí me han aceptado o no, así que tranquilo.

—Lo sé —Lay suspiró—, es solo que este es tu sueño y me emociona tanto que por fin dieras la audición, que simplemente estoy como loco sin saber qué hacer.

—Tranquilo —Suho besó la mejilla del menor—, en una semana sabré si ingresé o no.

Lay le quitó el estuche de violonchelo que cargaba y le sonrió radiantemente. —Me adelantaré con nuestras cosas, hasta eso puedes pedir comida a domicilio, ¿sí?

Esta vez el más bajito rió. —Ya te me adelante, sabía que estarías más nervioso que yo, tanto que se te olvidaría hasta cocinar, llegará en breve —Suho se giró, dirigiéndose a la cocina—, pero hasta que llegue haré las chocolatadas que a ti te encantan.

El menor sonrió por como lo consentía su novio, y por como lo conocía tan bien. Cargó bien el violonchelo, al igual que tomó todas sus partituras, cuando iba subiendo las escaleras escuchó nuevamente la voz de su pareja, gritar desde la cocina. —Por cierto, JiSoo llamó y dijo que se iba a quedar en la casa de una amiga para repasar unas últimas cosas para el examen de admisión, así que tenemos la casa para nosotros solos.

—Esa es una gran noticia —volvió a gritar en respuesta Lay, con un todo pícaro en su voz.

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Suho había subido ya con los dos jarros de chocolatadas, listos para ser bebidos, pero al querer ingresar a su estudio se quedó embobado con la imagen de Lay escribiendo en sus partituras, creando obras de arte sin necesidad de instrumentos, su novio de verdad era prodigioso, lo sabía perfectamente, su oído era único, la música salía de sus dedos como si viviera dentro de él, toda su vida giraba en torno a su gran amor, su música, incluso por eso ellos se conocieron.

Cuando los dedos de Lay dejaron de volar por las hojas, finalmente Suho decidió entrar a la habitación, enseguida el contrario lo recibió con una sonrisa, y un “Gracias” al entregarle la taza que tenía para él.

El mayor se sentó enfrente de Lay, admirando cada facción, el otro al darse cuenta le sonrió divertido. —¿Te has vuelto a enamorar de mí?, no me dejas de mirar.

—Puede que sí, que otra vez me haya enamorado de ti, tal vez sea la vigésimo cuarta vez que me enamoro de ti en este mes.

—¿Ósea que te has enamorado de mí cada día? —Lay se posicionó más cerca de su esposo y reacomodó un par de mechones detrás de su oreja.

—Sí, eso llevó haciendo desde hace ocho años atrás —dijo Suho sin despegar los ojos de su amado.

—Y yo me enamoro a cada segundo de ti, conejito. Mi amor por ti es infinito. —Selló sus palabras con un beso pequeño, pero significativo, esos eran los momentos que más amaba Lay, cuando simplemente se decían palabras cursis sin ningún motivo aparente.

Al separarse uno del otro, sus ojos brillaron con un sentimiento en específico, “amor”, del más puro y del más sincero. Uno al otro se miraban como el tesoro más grande que pudieran tener en esa vida, les gustaba compartir momentos así, solo de ellos dos.

Un pequeño ruido los regresó de su burbuja, cuando regresaron su mirar al mismo se encontraron con dos pequeños pajarillos que saltaban encima de las partituras de Lay, picoteándolas de vez en cuando.

Los animalitos parecían no tenerles miedo a ellos, por alguna razón cuando ambos se les acercaron, indicando sus manos, estos pequeños pajaritos saltaron sobre cada mano, los humanos los vieron fascinados y sonriendo, estuvieron un rato acariciando a los pequeños animales, hasta que decidieron que era hora de liberarlos.

Lay tomó a los dos animalillos en sus manos y con cuidado los llevó hasta la ventana abierta, donde los dejó alzar vuelo, cuando este regresó nuevamente su vista a Suho, vio que su marido estaba leyendo una de sus partituras, con la que menos había avanzado en mucho tiempo.

 —Sabes cariño —comenzó Suho—, he visto ya esta partitura un par de veces en los últimos cuatro meses, con las mismas diez notas desde ese tiempo, y me preguntaba, ¿Qué estas intentando escribir aquí?

El contrario suspiró, se acercó a su novio, y esta vez se recostó, dejando descansar su cabeza sobre el regazo del mayor, quien empezó acariciar sus cabellos, mientras dejaba nuevamente a un lado la partitura.

—He intentado escribir una rapsodia diferente a la que se escucha típicamente. —explicó, mientras veía la hermosa cara de su novio.

—¿Rapsodia? —preguntó Suho confundido.

—¡Oh, sí!, no te he explicado eso todavía… —Lay se quedó pensando un momento—, verás una rapsodia es una pieza musical que está dividida en varias partes, una dramática, lenta y otra dinámica y rápida, que representa el romanticismo, al ser tocadas estas partes juntas son capaces de contar una historia de fantasía. Sin embargo yo no quiero hacer eso, quiero mezclar el concepto original y algo más, pero no sé qué es ese algo todavía…

Suho analizó sus palabras. —Sí la rapsodia es capaz de contar una historia fantástica, porque tú no cuentas una realidad —Su novio lo miró atentamente—. Verás como tú dices en una historia de fantasía siempre habrá la parte dramática donde la vida del personaje es tan horrible que lo quieres ayudar, pero ocurre un milagro y el amor pinta de colores su vida de repente siendo la parte continua de pura felicidad y sin tristezas…

—Creo entender por dónde vas, en cambio en la realidad no siempre hay periodos largos de tristeza, al menos una pizca de felicidad aunque sea mínima debe haber.

—Sí cariño —Le sonrió su novio—, podrías mezclar momentos felices y tristes en igual medida, porque después de todo así es la vida. Incluso el amor es así, no siempre se está bien con la pareja, no todo es color de rosas, existen desacuerdos, algunas veces nos lastimamos sin querer, pero el amor opaca todas esas cosas. Sabes la tristeza y la alegría conviven en una armonía rara, cuando sientes que ya no puedes más, que todo te va a sobrepasar, la vida te da un respiro y todo empieza a mejorar, tomas nuevas fuerzas de ahí, para estar listo a enfrentar otra batalla, creo que esa es básicamente la esencia de la realidad, al menos en mi opinión. No todo es negro, y tampoco no todo es blanco, no todo tiene porque ser una completa tristeza, o una completa alegría, si eso creo.

—Me encanta cuando te pones profundo, conejito —Lay elevó sus manos y acarició las mejillas contrarias, de reojo vio las partituras que contenían esa rapsodia diferente—.  Creo que no soy el indicado para escribir esta canción, tal vez tu deberías hacerlo, pareces entender mejor lo que quiero hacer, que yo mismo, y tal vez yo podría acompañarla con un coro, no sé, sería una composición de los dos.

Suho se quedó pensando un momento y sonrió levemente. —Tal vez lo haga, no lo sé, déjame pensarlo.

Su pareja asintió sin ningún problema, y enseguida se levantó, extendiendo sus manos para ayudar a levantarse al más bajo de los dos. —¿Te parece si tocamos una pieza?

—Me encantaría —sonrió Suho—, pero si no escuchamos al repartidor será tu culpa.

Lay se hizo el ofendido por un momento, pero después con una sonrisa en su rostro asintió. —Me responsabilizaré de mis actos. —Su novio ya había sacado su violonchelo del estuche, sentándose en una silla que tenía ahí y colocando al instrumento en la posición adecuada entre sus piernas.

—Sabes siempre estaré celoso de tu instrumento —El menor se sentó en ese momento en el piano regresando a ver con una sonrisa pícara a su pareja que estaba totalmente sonrojado—. A parte de mí solo ese instrumento puede estar ahí —señaló a las piernas contarías, el rostro de Suho tomó mayor color.

—Idiota —dijo sacándole la lengua y lanzándole su gorro.

Lay ni siquiera trató de evitar el objeto y le lanzó un beso volado. —Te amo conejito, voy a empezar —advirtió, ignorando las protestas del otro, a Suho solo le quedó suspirar y empezar a tocar.

Los dos creaban una hermosa armonía, sus instrumentos parecían ponerse de acuerdo para sacar solo notas acertadas y dulces, deleitando a todo aquel que lo escuchará, lástima que muy pocos lo podían hacer ya que el sonido salía muy leve por la pequeña ventana abierta.

Sí, definitivamente Suho y Lay eran la combinación perfecta, lo eran todo el uno para el otro.

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Notas finales:

Nuevamente no exageró se me hizo difícil corregirlo y paré varias veces sobre todo porque puse algunos sentimientos míos aquí (en la segunda parte más), pero espero que no sea tan fuerte y que les guste a la final.


Una aclaración solo en este capi las partes que estan subrayadas no son mis pensamientos, la definición de rapsodia la saque de wiki jajaj >.<, así que puede que estese mal, pero bueno traté de informarme lo que más pude sobre las sinfónicas  cuando lo escribí espero no me haya equivocado jeje.


Y la primera parte que esta subrayada donde Suho y Lay hablan sobre la orquesta y como pinta grandiosos estados lo saque de de una página de: Historia de la música (Maireira Juan) sobre "La sinfonía romántica"


Aclaró eso para evitar cualquier mal entendido jeje la próxima parte la subiré solo en unas horas bybye.


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