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Hasta que sangremos por Ale Moriarty

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Notas del fanfic:

Advertencias: Lo más probable es que contenga demasiado Ooc. Violencia. Angst.


Anime/Manga: Durarara.


Pareja: IzaZuo (Izaya x Shizuo)


Canción utilizada: Until We Bleed de Lykke Li.


Palabras: 1,508 –OS-

Notas del capitulo:

Notas: Este fanfic se realizó por un reto de san Valentín del 2016, la temática fue la siguiente: Songfic basado en una canción de amor. Es una canción que describe un amor enfermizo, por lo que la trama tendrá esa clase de relación.

Hasta que sangremos.

[Y es que su amor comenzó como una pequeña herida que día a día sangra un poco más… Shizuo ama a alguien más mientras Izaya estaba perdidamente enamorado de él, y entre los dos siguen rompiéndose mediante el amor no correspondido]

Shizuo Heiwajima siempre atraviesa las puertas del departamento de Izaya Orihara cuando la noche se asoma.

La primera vez que llegó… su estado etílico sobrepasaba el normal, Izaya lo había provocado para que le siguiera hasta su posada.

¿Por qué?

Curiosidad.

Mera curiosidad.

¿Qué haría un Shizuo ebrio? ¿Cómo se comportaría? ¿Y por qué estaba borracho en primer lugar?

—Izaya~ ven acá bastardo… te mataré—a duras penas podía hacer una frase completa, se tambaleaba por todo el lugar.

—Shizu-chan estás hecho un desastre—se burló el pelinegro mientras se sentaba en su mullido sofá y observaba la figura bebida del rubio— ¿Qué provocó que te pusieras de esa forma?

—No… no es de tu incumbencia.

La expresión divertida del Orihara se puso sombría ¿desde cuándo sentía esta necesidad de ser cercano al Heiwajima?

Él, el que tenía el lema de no hacerse cercano a otros… estaba allí, dándole posada a un borracho que le odiaba.

—¿Tienes roto el corazón?

—…

Ah. Tan predecible y tan lamentable.

Tan doloroso.

Que Shizuo tuviera un amor no correspondido le lastimaba profundamente.

¿Quién era?

Le eliminaría.

Le exterminaría.

Esa persona no debía existir.

—Que patético que te embriagues a causa de un amor no correspondido—se burló mordaz y sin misericordia.

—¡¿Tú qué sabes?! Bastardo sin alma… tú no sabes nada de amor ¿acaso puedes opinar?

Ah. Que equivocado estaba Shizuo.

Izaya conocía aquel sentimiento lleno de desesperación.

El amor era suplicio, tortura, dolor… no era tan “rosa” como los libros lo explicaban, era una aflicción de todos los días.

Y lo era para ambos. Pero tenían que tragarse su calvario y resistir al día a día.

—Tienes razón. Yo no sé nada de amor.

¿Habría escuchado su voz quebrada?

No. Shizuo estaba demasiado embriagado como para escuchar más allá de sus propios demonios.

—A veces quisiera ser como tú, alguien sin la capacidad de sentir una puta cosa por alguien más.

¿Por qué dolía?

Si al menos Shizuo supiera un poco más sobre él.

—A veces quisiera ser tan idiota como tú.

Izaya se levantó de su cómodo sillón, empezaba a sentir pequeñas navajas clavarse en su piel. Su garganta ardía y su pecho dolía a su vez que quemaba con intensidad.

La única persona que provocaba sentimientos en su interior estaba quebrándose por alguien más.

—Shizu-chan… ¿quieres que te consuele?

Y aquel experimento comenzó todo. Ese círculo vicioso de lastimarse el uno al otro, herirse por fuera y romperse por dentro.

Tantas veces había soñado en tener al rubio debajo de él gimiendo y jadeando, conteniendo la respiración y estremeciéndose ante cada toque.

Y ahora que lo tenía… todo era tan hueco.

Tan distante.

Pero a pesar de que fuera un sentimiento gélido, lo necesitaba.

Shizuo Heiwajima era el hombre más fuerte de la ciudad, pero en los brazos del Orihara se sentía como el cristal más fino.

El Heiwajima no deseaba  tener sexo con cariños, no le gustaban las caricias suaves, no necesitaba palabras reconfortantes… lo quería fuerte, doloroso, sin piedad.

Tal y como su relación fue desde el inicio.

Y tal como era ahora.

—Shizu-chan es realmente diferente cuando está en mi cama…—jadeó las palabras Izaya, sintiendo como todo en sus adentros se agrietaba.

Cada día… era más difícil lidiar con ese vacío que se transformaba en un hoyo negro que consumía todo.

Mío.

Se mío.

Quiero que seas mío.

—Hablas demasiado Izaya, vine a que follemos no a escucharte—gruñó con rabia y con ese aliento lleno de alcohol… en consecuencia una estocada profunda se infiltró en el interior de Shizuo logrando que este emitiera un sonido gutural desde su garganta.

Esos jadeos serían sus risas.

Los rasguños serían sus caricias.

Los moretones serían sus abrazos.

Y las mordidas serían sus besos.

Ese ere su tipo de amor.

Las sábanas siempre terminaban llenas de sangre y semen y lo único que quedaba a la mañana siguiente eran las coletillas de cigarro de Shizuo.

“Kasuka”

Algunas noches el nombre de su hermano escapaba de los labios urgidos de Shizuo y eran esos días donde el Orihara le insertaba más “amor.”

Y eran esos anocheceres donde aprendió lo que era llorar.

Y eran los momentos donde más lo extrañaba al despertar.

Porque si un día Kasuka correspondía a aquellos sentimientos parciales, en ese instante su “amor” se terminaría.

Vivía con el miedo de que lo abandonaran un día cualquiera y ese fuera el adiós sin que lo supiera.

Shizuo Heiwajima se había quedado en el corazón de Izaya Orihara como una cicatriz o quemadura e Izaya solo era una mordedura que se iría con el tiempo.

—Necesitas amor, yo te lo daré.

Siempre le decía aquello cuando el otro cruzaba el umbral de la puerta de su departamento.

Cada día ebrio…

Al parecer era la única manera en la que tenía el valor de ir por su suplente de Kasuka.

Se besaban hasta que sus bocas sangraban y entonces aquel líquido se volvía su bebida favorita.

Desgarrador.

Su amor era lastimoso.

Ellos se amaban hasta sangrar.

Porque Shizuo no podía tener a su hermano e Izaya no tenía espacio en la vida del rubio.

Después de otra noche juntos, el pelinegro miro los cigarros del Heiwajima y tomo uno para acto seguido encenderlo y fumarlo.

El humo inundó la habitación y sintió como su fragilidad amenazaba con salir, desvió la mirada hacia la melena dorada y la espalda llena de rasguños del Heiwajima.

—Shizu-chan… ¿Qué se siente amar a tu propio hermano?

—No me fastidies Izaya

Sonaba patético.

Su pecho dolía y no era debido a la nicotina.

—Shizu-chan eres patético

¿Pero a quién se lo decía realmente? De seguro a su propio reflejo.

—No me importa. Tú te acuestas conmigo así que eso te hace más patético.

Y lo era. Era todo un melodramático.

Era absurdo.

Era tan disparatado que lo único que deseaba era burlarse de sí mismo hasta que ese nudo en su faringe se desvaneciera.

Pero todo estaba bien, porque al menos en aquellos instantes Shizuo era suyo y no de su propio hermano.

—Si yo no estuviera ¿cómo desahogarías tu frustración?

Necesidad. Izaya deseaba que Shizuo sintiera necesidad de él, que fuera una droga como este lo era para él, incluso no le importaba si lo que había dicho segundos antes sonaba como una amenaza.

—Bebería hasta perder el conocimiento. No te creas especial.

Ah.

Rechazado por completo.

—Ah~ Shizu-chan es insensible.

Y con aquel comentario burlón oculto su debilidad.

Pasó sus largos dedos por la cabellera de Shizuo y sintió como sus extremidades se derretían en aquel acto suave que no le era permitido.

—¿Qué haces Izaya?

—Nada

Jaló con rudeza el cabello del contrario y escucho el quejido por parte del hombre, sonrió con falsedad y dejo que su herido corazón se siguiera haciendo añicos. Se colocó encima del rubio y estrujó su pene semi-erecto sin piedad alguna.

Sin compasión, como él lo hacía con sus emociones.

—Un día deberíamos intentar tener sexo sin que estés borracho… el aroma a alcohol está empezando a fastidiarme.

—Eso sería desagradable.

Oh.

Era verdad… el alcohol era lo único que alentaba al Heiwajima a acostarse con él.

Lo necesitaban.

Tomo las caderas del rubio y las elevó para que se acomodara en una posición más flexible y entonces lo empezó a penetrar sin importarle la falta de preparación.

Los gritos de angustia resonaban en las paredes pero el Orihara solo podía escuchar el crujido de cada parte de su interior rompiéndose.

De seguro Shizuo se estaba quebrando también.

—Oye Shizu-chan…—jadeo agachándose hasta quedar cerca del oído del rubio— ¿Qué pasaría si me enamorara de ti?

—E-eso… sería asqueroso.

El golpe final.

No eran nada.

Solo podría tener su cuerpo, pero nunca sería importante para él.

Una mera sombra de su amor parcial.

—Tienes razón. Sería asqueroso.

Pero los dos eran repugnantes. Uno por usar a un sustituto y el otro por no ser sincero.

Pero esa era su clase de amor.

La mañana llego y el Orihara abrió los ojos, no pudo contener la cara de asombro al ver como la espalda llena de heridas seguía a su lado.

¿Por qué no se había marchado aun?

Siempre lo abandonaba… aun cuando Izaya gritara internamente.

—Si muriera, vendría del mismísimo infierno por ti… no puedes dejarme. No te lo permitiré.

Murmuro levemente y no escucho respuesta alguna.

Ellos seguirían de esa forma…

Amándose hasta sangrar y rompiéndose en pedazos.

Tal vez un día, Shizuo Heiwajima aceptaría las caricias de Izaya Orihara y poco a poco su relación podría irse transformando en una que no los destruyera.

Pero a pesar de todo, mientras estemos juntos no me importa no tener compasión alguna de tu glacial corazón”

—Shizu-chan, te odio.

—Yo te odio más Izaya.

Ah.

Definitivamente esa era su declaración de amor eterno.

Fin.

 

Notas finales:

Gracias por leer

Espero sus reviews.


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