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Inolvidable Amor por Sary

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Notas del fanfic:

Es la primera vez que escribo de esta pareja, es para una amiga muy querida se lo prometi para su regalo de cumpleaños.

Es la primera parte de la historia como ambos se conocen, en el capitulo veran los recuerdos de ellos mismos 

Notas del capitulo:

Espero les guste  aunque es la primera parte del capitulo y quizas haya alguna confusion la historia se ira desarrollando de a poco 

Inolvidable amor

Pareja: Isaka-Asahina

Todo comenzó como un cuento de hadas…
Los recuerdos de esa velada en la que te conocí se mantienen intactos.

Te observo durmiendo en nuestra cama, la tranquilidad de tu rostro, el largo de tus pestañas y tu piel sedosa en¬vuelta en las sabanas azules… eres tan hermoso.

Al principio creí imposible que te enamorarías de mí. Tú, que eres tan inalcanzable; libre como una mariposa. Te envidiaba, porque tú hacías lo que querías sin conformar a nadie, entretanto yo sólo vivía para conformar a mis padres.
Eres feliz con lo poco que tienes, tienes esa humildad que muchos carecen, ingenuidad, creatividad y, sobre todo, la sonrisa que nunca se borra de tu rostro. Eres entusiasta.

Yo te amo tanto…

Y, ahora estás aquí y todo me parece un sueño. Conocerte fue mi mayor tesoro, mi salvación; me hiciste conocer otro mundo, ver la vida de una manera distinta. Mi amor por ti es tan grande que sería tan difícil explicártelo.

El anillo que adorna celosamente en tu mano –signo de que me perteneces–, y esa hermosa vida que llevas dentro: nuestro hijo.
Mi mundo giró 360 grados, te volviste tan indispensable como el aire que respiro. Los recuerdos se agolpan en mi mente, algunos hermosos y otros nada agradables.

Toda nuestra historia de amor comienza como el típico cuento de hadas, pero con la magia de una vida plena y feliz, con dos corazones latiendo a la par y con la esperanza de amarse hasta la eternidad.






Diez años atrás.

Los músicos tocaban una linda balada lenta. Parejas danzando, sonriendo tan felices. En cambio …L estaba allí por su amigo. Veía sin interés alguno a las parejas y a la fiesta en sí.

Bostezaba, su postura era tan desganada que su amigo comenzó a molestarse. Una fiesta, era una excusa perfecta para conseguir una esposa, sus padres había insistido tanto a que fuera.

¬¬—Cambia esa cara, ¿quieres?¬¬¬¬¬—reprochó su amigo bebiendo su copa de whisky.

—No entiendo tu interés por conseguirme una pareja. Estoy bien así como estoy. — contestó de mala gana, ignorando las miradas interesadas de un par de jovencitas.

—Debes estar con alguien. Ningún hombre debe estar solo.

Pero el omitió los consejos de su amigo, simplemente se encogió de hombros. Nadie lo entendía, él quería estar con alguien pero lo que más deseaba era enamorarse verdaderamente de alguien. Las mujeres lo veían como un buen partido para su vida. Era joven, apuesto y una fortuna que heredaría dentro de poco. Todas eran unas caza fortunas.

El quería conocer a alguien que pusiera su mundo de cabeza, que lo amase sin el interés por ser rico o hijo de un ministro. Quería ser especial para esa persona. El sabía que había alguien destinado para él.

—Me voy afuera. Estoy aburrido y el lugar me abruma. —dejó su copa en manos de su amigo y se fue. Caminó por los jardines de esa gran mansión envuelta en flores y perfumes.
Se sentó en una banca, pensando si alguna vez conocería el amor de su vida o tendría que conformarse con algunas de las tantas caza fortunas que había a su alrededor.

Kaoru Asahina, hijo único del ministro de Japón. Estudió en las más prestigiosas escuelas de élite. Sus amigos eran todos niños ricos y mimados. Eran insoportables que más de una vez tuvo que golpearlos.

Su padre siempre ejerció presión sobre él. Colocándole como el sucesor del puesto como ministro.

Nunca se sintió parte de la élite como lo hacía creer su padre a los demás. Asahina era una persona humilde, él se basaba en la amistad verdadera, no si el otro tenía dinero o era pobre.
Sus grupos de amigos solo tenían una regla: tener un auto último modelo.
Mas allá de eso, respiró tranquilo cuando terminó la universidad.

Todo cambió esa noche del baile. Donde estaba tan absorto, que una voz aterciopelada y suave habló detrás de él.

— ¿Eres Kaoru Asahina?— sintió un extraño escalofrió que recorrió por todo su cuerpo. Hubo algo de aquella persona llamó su atención. Dio media vuelta encontrándose con un joven. Llevaba un antifaz y vestía un atuendo de príncipe, con bordes dorados y capa azul.
Hermoso…

— Y tú, ¿quién eres?—respondió algo turbado por ese joven.

—Soy el amigo de Zen. — contestó el joven sonriendo ampliamente.

El chico del antifaz se sentó a su lado. Asahina lo miro de pies a cabeza, tenía unos lindos ojos azulados y piel clara. Quedaron rodeados por el silencio. Kaoru no sabía qué decir. Quedó mirando un punto específico e ignorando al joven

— ¿Por qué estabas aquí solo?—preguntó de la nada. Iniciando la conversación, incómodo ante tanto silencio.

—No quería a nadie de compañía.

—Entonces, ¿quieres que me vaya?— estaba dispuesto a irse. Ya estaba tomando la posición de levantarse cuando una mano detuvo sus movimientos.
—Quédate. — sugirió.

Ese joven le daba tranquilidad a una noche magnifica. El baile seguía su curso. Mientras ellos se quedaron sólo en el silencio. Contemplando la hermosa imagen que el jardín le ofrecía.

Asahina, miró de reojo a su acompañante misterioso. Tenía dibujada una sonrisa en sus labios carmesí y sus ojos admiraban las flores. “¿Quién era?” Se preguntó Kaoru, ya sabía que era amigo de Zen pero, ¿por qué estaba con él?

— ¿Quieres caminar un poco? Mis piernas se adormecen. — dijo el joven. Se puso de pie de inmediato aunque Kaoru seguía en la banca.
Molesto…

Lanzó un bufido fastidioso, no sabía qué era lo que quería ese joven. Pues las personas que se acercaban a él sólo eran por mero interés, sus “amigos” eran falsos, jamás fueron leales y así quedó con el único que en verdad apreció su amistad verdadera: Kirishima Zen. Algo pesado, sincero y engreído pero una persona incondicional.

Caminaron por el jardín, el joven arrancó una flor y la olió. Adoraba las flores y el perfume que emanaban ellas. Le gustaba caminar bajo la lluvia y sentarse a ver las estrellas. …l era feliz con las pequeñas cosas que la vida le había dado. De lejos se notaba su transparencia y la humildad en su persona, de sus ojos brotaba inocencia y la sonrisa que no se borraba de sus labios.

El vivía la vida cada instante, cada obstáculo que llegaba era una prueba de superación. No obstante, siempre mantuvo la calma con su carácter siempre fue pacífico.

— ¿Te gusta?—cuestionó mirándolo con ternura

— ¿Eh?—confundido preguntó al perderse en sus azulados ojos. —Si—exclamo más perdido que consciente

La noche parecía agradable, fiel acompañante de su paseo. Todo a su alrededor tomaba otro significado, se sintió atraído por el joven. No supo la reacción de su cuerpo pues su mano habló por sí sola al tomar la otra.

El joven miró a Kaoru intrigado, pero al percibir la calidez de la mano de éste se dejó llevar. Inesperadamente Asahina se detuvo, como tratando de aclarar su acción, ¿Por qué se sentía así con ese chico?

El cosquilleo de su mano no era más que una ilusión que trato de sacar de su mente. Tratando de negar y justificar con curiosidad. Por un acto impulsivo y sentirse atraído por el joven, elevó la mano de este depositando en él un beso. El extraño joven quedo atónito y algo confundido.

Para Asahina todo era confuso ¿Por qué actuaba así? apenas lo conoce y su cuerpo ha hablado por sí solo, en medio de esa nebulosa confusión quedaron mirándose fijamente.
Estudiándose con la mirada tratando de averiguar que le pasaba al otro, Asahina nunca había sentido el palpitar tan fuerte de su corazón y sentir que el tiempo se detenía al mirar al joven.

En un instante su mano acariciaba el cabello del extraño joven evidenciándose un sonrojo, maravillado por las reacciones de su acompañante sonrió con dulzura y la mirada tierna que el chico le regalaba.

Esa noche no podía ser más perfecta, a la luz de la luna e iluminados por luces del jardín, los perfumes de las flores y el sonido de la música de fondo de la fiesta. Si no hubiera sido por ella quizás el momento hubiera sido más agradable.

— ¡Kaoru! —una voz interrumpió su cómodo paseo, de inmediato soltó su mano. Volteó encontrándose con una mujer atractiva, Haruko. En la universidad tuvieron una relación pasajera.

La mujer se acercó contoneando sus caderas con seducción. Saludando con un beso y un efusivo abrazo a Asahina.

— ¿Cómo estas, Kaoru? —preguntó pegándose a su brazo ignorando por completo la presencia del otro joven. Asahina quiso apartarla pero ella se rehusaba.

—Estoy bien, Haruko. —soltó con frialdad. Pues ella intentaba recuperar lo que había terminado.

—No seas tan frío conmigo. ¿Acaso olvidaste que fuimos muy buenos amantes? —respondió con malicia, sonriendo y besando su mejilla.
Kaoru la apartó, enojado. Decidió seguir caminando con el joven pero al voltear de nuevo no vio a nadie. …l ya se había ido. Ni siquiera sabía cómo se llamaba. Le preguntaría a Zen.
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Al día siguiente, el sol ya estaba alumbrando reluciente sobre la ciudad. La molesta luz le daba justo en la cara. Tomó su almohada y se tapó su rostro, odiaba el sol, y justo en el momento cuando iba a cerrar los ojos, el despertador resonó con su estridente sonido.

Molesto la apagó, se quedó mirando el techo pensando en aquel extraño joven. ¿Debería buscarlo o dejarlo? Bufó con fastidio. Ni siquiera sabía quién era, era alguien misterioso que amaba todo o eso lo creyó él. Extraño y loco.

Hay algunas personas que son extrañas y esa extraña manera de ser son las que te llaman la atención porque quieres saber más de ellas. Conocer su mundo, adentrarte en una fantasía sólo para olvidar que tu vida es una mierda.

Pero él no era una fantasía, era tan real como el agua, transparente y genuino. Muy pocas personas eran así, creía que no existían. Y justamente anoche la vida le puso una persona totalmente sencilla pero interesante.

Aunque anoche no supo la gloriosa razón por la cual le tomó de la mano. ¿Por qué rayos hizo eso? Buscar la respuesta sería imposible, porque no había una razón justificable.

Se levantó con algo de pereza, encaminándose al baño. Que a su parecer era muy extravagante. Parecía más un pent-house. Con un jacuzzi en el que cabían ocho personas, sin embargo en la ducha entrarían como unos diez; un armario enorme, una mesada de mármol y un espejo de gran tamaño. Sus padres exageraban.

Tomo un relajante baño, colocando un poco de aceite de almendras. Tenía a mano una pequeña radio así que la prendió colocando un CD y posteriormente reproducirlo. El sólo escuchar la melodía hizo que cerrara los ojos, y su mente quedó en blanco.

Su mente recordó al joven del antifaz. Repasó los ojos azulados lleno de ternura e ingenuidad; los labios, tan apetecibles. Simplemente perfecto, y era tan real. Pero ¿de dónde salió? … del espacio quizás.

Su pequeña charla y el paseo le agradaron bastante, disfrutó de su compañía a pesar de la insignificante interrupción. Abrió sus ojos. ¡Pues claro! Zen lo conoce.
Salió corriendo de la bañera tomando una toalla del armario y amarrársela a su cintura. Tomó el celular y marcó a su amigo. Tres veces sonó y lo mandó al buzón de voz, para su mala suerte Zen no estaba disponible. Bufó con molestia.
De su guardarropa extrajo un traje de color negro, escogió una camisa gris y corbata azul oscuro, zapatos italianos pulcramente limpios. Se vistió con rapidez, debía haber estado ya en el trabajo con su padre.

Cuando terminó, salió de la casa en la limosina que puso su padre a su disposición. Claro que aceptó a regañadientes, el chófer le abrió la puerta. Partieron rumbo a la oficina, hoy era día laboral, a pesar de que estuvo en una fiesta que obligadamente asistió.

A tres cuadras antes de llegar al edificio le dijo al chófer que parara ya que compraría su café y unas masitas dulces. Al ingresar al local, estaba repleto de gente esperando su pedido, pero para él no fue necesario sacar un turno, allí estaba una amiga que lo conocía. Al verlo le sonrió, se escabulló hacia la parte de atrás donde ya tenía embolsado el pedido de Asahina.

—Aquí tienes Kaoru. —le entregó el pedido sonriéndole con afecto.

—Gracias.

Salió de allí entre empujones llegó a la puerta de salida. Gracias a que conocía a la joven que trabaja ahí no tenía que esperar tanto.

— ¡Cuidado! —una voz hizo que girara el rostro, un joven chocó contra él tirando unas masitas y cupcakes que llevaba en una bandeja.

—Oye, ¿acaso no tienes ojos? —respondió enojado al joven que estaba en el suelo juntando lo que había caído.

—L-Lo siento mucho, señor. —levantó la vista mirando al sujeto. Asahina se sorprendió al ver esos ojos azulados, lo conocía. Miró confundido al chico, tal parecía que él no le recordaba.

—Te conozco. —murmuró Kaoru. El joven lo miró extrañado, era la primera vez que lo veía. Se levantó del suelo luego de recoger lo que cayó.

—Disculpe. Pero es la primera vez que lo veo. —respondió el mesero, sosteniendo la bandeja con las masitas. —Me confunde con alguien.

—No. No es la primera vez que veo esos ojos y juro que jamás olvido un rostro. —Asahina sonrió felizmente pues encontró al chico del antifaz.
Su corazón golpeó fuertemente su pecho, una inmensa alegría se adueñó evidenciándose en su rostro.

—Tú eres el chico del antifaz. —eso sorprendió al joven, era evidente que no recordaba a Asahina o mejor dicho quería evitar pensar en él.

Los ojos marrones del castaño alto, lo observaban con lentitud estudiando cada expresión que hacía el joven. Adorable, era la palabra con la que Kaoru podría describirlo. La forma en que sus emociones dejaban al descubierto su torpeza sin siquiera pensarlo, Isaka se había topado con el sujeto que conoció anoche.

Aunque logró de alguna forma evadir su pregunta, podía jurar que Asahina lo reconoció al instante, a pesar de no tener el antifaz. Los dos se quedaron viéndose uno con sorpresa y el otro estaba a punto de saltar de felicidad.
El destino juntó sus caminos, sin que ellos lo buscaran.

— ¿Cómo estás? —preguntó el mayor atreviéndose a saber más del joven misterioso.

—Muy bien. —fue la escasa respuesta que obtuvo, hizo una mueca de decepción pues esperaba algo más que eso.
Asahina quería conocer todo de él. Su pasado, su presente, sus gustos, la música que le gusta escuchar, su comida preferida… Por alguna razón quería todo de él y de una forma u otra lo conseguiría.

—Anoche, no me dijiste tu nombre. —reprochó el mayor con interés

—Isaka Ryuuichirou. —le dijo sonriendo ampliamente formándose dos hoyuelos. Asahina tomó nota mental de ese importante dato, era obvio que no lo olvidaría. —Y, ¿el tuyo?

—Kaoru Asahina.

Estrecharon sus manos como un signo de saludo. Los dos sintieron un cosquilleo que electrizó los vellos de su cuerpo. Que sensación rara e inexplicable, que te deja confundido, noqueado. El amor es la magia más hermosa, misteriosa e impenetrable que podemos sentir. El ser humano es el ser más privilegiado en tener semejante sentimiento, tan grande pero tan pequeño que es imposible abarcar todo.

¿Qué era lo que el destino quería hacer con ellos?, ¿qué buscaba? ¿Enredar a sus corazones, quizás? Un sentimiento especial se comenzó a formar en sus corazones aunque ellos aún no eran conscientes. Una mirada, un gesto, una sonrisa o simplemente palabras podían desarrollar el gran sentimiento de amor.

La extraña manera que tienen las personas de enamorarse en la vida, constituye sólo algo tan simple pero valioso para el flechazo.

—Disculpa mi atrevimiento. —habló rascándose la nuca en señal de nerviosismo. — ¿Me darías tu número? —el joven lo miró por un buen rato ante el inesperado pedido. Lo pensó detenidamente, a ese sujeto sólo lo conoció ayer en la noche, si bien le agradó su compañía y lo poco que habían hablado. Quizás… sólo por un instante supuso que ellos podían tener una gran amistad o algo más que eso.

—Claro.

Podía jurar que ese día era perfecto, su sonrisa no se borró durante la jornada de trabajo. A muchos de los empleados ya comenzaba a asustarle la sonrisa imborrable de Asahina, es que ese sujeto eran muy raras las veces que demostraba estar feliz o triste y aquel día más de uno quedo asombrado.

Al terminar su jornada laboral Asahina tomo su portafolio y salió de aquel edificio de veinte pisos. Con su mente con solo una imagen: Isaka Ryuuichirou. Se acordó que esa misma mañana había conseguido el número de celular de él, no dudo ni un instante, tomó su celular dio a la opción de mensajes y escribió en el. Sin borrar esa sonrisa de felicidad lo envió esperando una pronta respuesta.

“¿Quieres ir al parque éste fin de semana?”

El sonido de las puertas del ascensor abriéndose indicándole que había llegado a la planta baja salió con total lentitud camino sosteniendo su portafolio y su otra mano metida en su bolsillo. Al estar fuera de su trabajo escucho como su celular sonaba, supo que Isaka había contestado.

“¡claro que sí!”…

Su sonrisa se ensanchó aun más todo había sido increíble. Rezaba a todos los santos para que ese fin de semana llegara pronto.

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Si su amigo lo viera diría que estaba a punto de volverse loco. Su habitación era un completo desastre, ropas esparcidas por toda la cama y zapatos en el suelo. Estaba hecho un caos ¿en qué demonios estaba pensando cuándo se le ocurrió invitarlo a salir? Evidentemente Asahina lo hizo sin pensar ahora estaba en una encrucijada. ¿Cómo debía vestirse para una cita? ¿Formal o informal?

—Y ahora, ¿Qué mierda hago?—musitó desesperado ante su indecisión—si serás idiota Kaoru

Al final bufo con cansancio y optó por un pantalón oscuro una remera con cuello v de color azul y unas zapatillas de color negro. Al menos estaba presentable, se miro varias veces al espejo observando si estaba bien arreglado busco su perfume y se roció por todo el cuerpo. Aunque exagero bastante él quería oler bien.

Por otro lado, Isaka no se desquicio tanto en buscar que ponerse, para él ese no era un problema ya que se mostraba tal como era. Con unos jeans gastados y una camina manga corta celeste y una zapatillas blancas con franjas negras, su vestimenta no era algo que le importase mucho.

Miro su reloj si salía ahora llegaría a tiempo así que se apuró tomó sus llaves y salió. Camino sin prisas, dejando que el viento revolviera su cabello. Esa mañana era brillante con el sol radiando a lo alto del cielo, las aves volar y escuchar sus cantos.
Desde que sus padres le echaron de la casa él se rebuscó como sobrevivir. Trabajaba en una cafetería su sueldo no era de un millonario pero por lo menos le ayudaba a vivir. Se permitía comer y algunas que otras salidas.

Aprendió a valorar las pequeñas cosas y ser feliz con lo que tiene, sus compañeros le recriminaban su actitud pues él consideraba que la felicidad estaba en ver las cosas maravillosas que la vida nos ofrecía todos los días. Se tomaba los problemas con humor, eso no quería decir que era divertido sino que el miraba el lado positivo de las cosas.

Si bien sus padres fueron crueles y manipuladores él era distinto. Un chico con un corazón noble, sencillo y sin prejuicios. A veces pensaba que era adoptado porque era tan evidente la diferencia más de una vez se golpeó por pensar de esa manera.

Tampoco juzgaba a sus padres por ser ellos así pero simplemente la forma en que lo trataban y le obligaba a comportarse de una manera que él no quería. Llego a veces a ser tan hipócrita que hasta el mismo se desconoció y todo llegó a su fin cuando decidió ponerle punto final, sus padres le corrieron de la casa dejándolo sin nada. Se llevo solo puesto.

Y a pesar de toda la injusticia que soporto aun así extrañaba a sus padres. En las noches cuándo salía de su trabajo se pasaba por su antigua casa, queriendo llegar y hablar con sus padres pero la cobardía no lo dejaba y simplemente se marchaba de aquel lugar.

Ahora la vida le estaba poniendo algo bueno. Conoció a Kaoru Asahina una sola noche y sentía que el corazon iba a salirse de su pecho. Debía reconocer que ese día estaba muy nervioso Kirishima le dijo que se animara en ir a esa fiesta que le presentaría a alguien, por supuesto sabía las mañas de su amigo por conseguirle pareja. Pero jamás le dijo que esa persona era hijo de un ministro y además muy rico, obvio que él no iba tras su riqueza sino la curiosidad lo mataba y se dijo ¿Por qué no?

Y allí estaba en camino a su cita con Asahina, le parecio alguien inteligente pero con una tristeza. Lo percibió con tal solo verlo, se notaba que guardaba muchas cosas y se refugiaba tras una apariencia falsa.

Sonrió cuando Asahina lo tomo de la mano no se espero que él hiciera eso y mucho menos que un cosquilleo recorriera su cuerpo. Era imposible negar que Asahina no le provocara algo.

Se sentó en una banca observo la hora en su reloj de muñeca al parecer había llegado un poquito temprano. Suspiró cerró sus ojos por unos momentos y dejó que la brisa chocara en su cara. Evidentemente presentía que la vida le estaba poniendo algo bueno en su camino.

Veía a familias paseando con sus hijos, amigos que se divertían en los juegos y parejas que buscaban lugares románticos para cuidar su intimidad y refugiarse para soltar sus pasiones más ocultas.
No paso ni dos segundos cuando su vista se fijó en una figura conocida. …l venía caminando con total tranquilidad, vestía muy informal pero a la vez atractivo. El viento revolvía su cabello y en su cara resplandecía una sonrisa. Su corazón comenzó a acelerarse y un rubor cubría sus mejillas.
Asahina se percato de la mirada de Isaka poniéndose nervioso. Sus manos temblaban y su respiración se dificultaba a cada paso que daba acercándose aun más al misterioso chico del antifaz.

—Hola—saludo el castaño llegando su lado, respiro profundo para que su voz no se le notara nerviosa. Le regaló una sonrisa tranquilizadora o eso intentó.

—Hola—levantó su mirada hacia el más alto para responder. —el día está muy hermoso—

—Así es—dijo elevando su rostro hacia el cielo, observando el azul del firmamento y descubrir la majestuosidad con que el sol iluminaba a la tierra.

Dirigió su mirada hacia Isaka, no dudo en admirar la belleza de su rostro. Quizás estaba desvariando por pensar que un hombre era hermoso. Se sentó a su lado admirando el paisaje que ese día le ofrecía.

Muy pronto el menor se levantó tomando la mano del mayor y arrastrarlo por todos lados. Primero subieron a los autos chocadores. Asahina en un principio se negó, no quería sufrir algún accidente.

Pero ahí estaba Isaka convenciéndole en que sería divertido y mostrando su mejor cara de sonriente. A esto el mayor no se podía resistir viendo al menor actuar como todo un niño.

Al salir de allí con un Asahina algo mareado y desorientado inmediatamente fue conducido a la montaña rusa. Al momento de que comenzó a andar Isaka se prendió a su brazo.

Era imposible decir que eso no le agrado más bien hizo que todo su cuerpo bailara. Con una sonrisa estampada en su rostro se dispuso a disfrutar de ese día.
Luego de estar jugando de aquí y allá Asahina pidió un respiro, divisó una cafetería, donde ambos se encaminaron para comer algo y charlar un poco.

Al entrar inmediatamente un mesero le ofreció una mesa y el menú. Isaka pido un refresco con una tarta de frambuesa y Asahina una soda. El mesero se retiro con las órdenes anotadas.

— ¿Te has divertido hasta el momento?—se atrevió a preguntar el menor

—Debo decir que nunca he corrido tanto—manifestó mirando fijamente al chico del antifaz—No me divertía hace tiempo. Entre el trabajo y los estudios no dejan tanta libertad—

—Pero la vida no gira en torno a ello Asahina—confeso esta vez mirando al mayor con seriedad y con un extraño brillo en sus ojos que Asahina no supo descifrar—Deberías relajarte un poco

Cuando el mayor iba a responder el mesero llego con sus ordenes y coloco sus platos frente a ellos, se retiro dejándolos solos. Asahina fijó su vista en la lata de soda algo extrañado y rememoro cuando fue la última vez que salió con sus padres a una cena sin que los negocios interfirieran en sus charlas.

Había pasado tanto desde que su padre tuvo la idea de ser ministro y su madre diseñadora. Ambos se concentraron en avanzar y llegar alto pero se olvidaron de él. Dejaron de compartir almuerzos y cenas, paseos para volverse todo solo soledad.

Sus padres ahora viéndolo hecho un hombre querían a toda costa que él se casara. Pero nada mas todo era pura conveniencia para luego él ocupar su lugar de ministro. Sinceramente odiaba todo. Absolutamente todo.

—la vida es algo muy serio para tomarse tan a la ligera—objetó con algo de frialdad en su voz.

—¿Crees que me tomo todo a la ligera?...esa noche cuando llegue al salón ya te había visto hablar con Zen y sabes te vi tan amargado. Eres alguien muy joven para tener una cara de esa manera. Pero vi algo en ti y me sentí identificado contigo
Asahina no le gustó nada escuchar aquello. ¿Amargado….él? claro que no, solo estaba tan fastidiado con sus padres que quieren manejar su vida. —según tu que viste. —

Alrededor se formo un ambiente algo tenso. Las personas eran ajenas a esto, solo ellos dos podían sentirlo, Isaka solo sonrió pero no contesto solo tomo el tenedor corto un pedazo de su tarta y se lo llevo a su boca.
Tal vez era muy pronto para hablar de él y de su pasado.

Finalmente al terminar de comer se dirigieron al parque tomaron asiento bajo un árbol y solo se dedicaron a mirar a parejas andar en botes en forma de cisnes. Todo era muy meloso para Asahina pues a decir verdad nunca tuvo citas de esa manera. Su noviazgo con Haruko se basaba solo en sexo y de ahí no pasaba a mayores.

Nunca sintió nada por ella excepto atracción y deseo pero enamorarse y amar a alguien nunca. Sus padres siempre le decían que el amor es basura una pérdida de tiempo en la vida solo importa subir más alto. Alguna vez pensó así y no culpaba a sus padres sino también el teniendo algo de culpa por acatar todo lo que ellos decían.

—Que estúpido—dijo observando pensando en todo, Isaka lo miro confundido pero su mirada se suavizó y comprendió su situación.

—No eres nada romántico supongo—

—Supones bien…

—yo lo veo lindo. Cada uno demuestra su amor a su manera

—o si claro…una caja de chocolates, flores, una cena bajo la luz de la luna y un paseo en bote. Esos detalles aburren, el amor debe ser expresado con cada fibra del cuerpo y no en esto que solo cuesta dinero.

— ¿Tú que harías?

—La verdad no lo sé cuando ame a una persona lo sabré

—Eso es…estúpido. Si no lo sabes ahora como sabrás si estás haciendo lo correcto—

— ¿me crees estúpido?

—...—

—tu silencio me contesta. Solo digo lo que pienso además ¿por qué perder el tiempo? Si al final todo el mundo se separa, nada dura para siempre

— ¿Por qué no vamos a la casa del terror?—sugirió Isaka cambiando de tema

—Claro estoy seguro que gritaras como niña—hablo con tono burlón en su voz Isaka frunció el seño y le saco la lengua al mayor. Asahina ante ese gesto no se resistió, se acerco al rostro del otro y deposito un beso en su mejilla. El menor se sonrojo hasta las orejas.

Asahina esbozo una sonrisa y se levanto dejando Isaka confundido. ¿Qué fue eso?

Pero a alguien no le gusto ese gesto. Una figura observaba desde lejos a ambos jóvenes. Esa persona no veía dos amigos sino una pareja en su primera cita bastaba con ver la sonrisa de Asahina que ese chico le provocaba algo. Y no le gusto nada, porque Kaoru era solo suyo.
Notas finales:

Espero les haya gustado y me dejen un cometario 

Nos veremos pronto 


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