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Burning Slow por Naga

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Notas del fanfic:

FICHA TÉCNICA (?)

Título: Burning Slow

Autor: Naga (Nyacseo)

Géneros: Romance, drama

Longitud: 75.625 palabras

Estatus: Finalizado

 

DISCLAIMER

BTS se pertenecen a sí mismos y a su empresa. Yo sólo utilizo su imagen para desarrollar mi creatividad. Cualquier parecido con su entorno, vida y personalidad es sólo fruto de mi imaginación y el contenido aquí escrito es mero entretenimiento sin pretender o asumir que tiene algún parecido con la realidad.

Ésta historia ha sido publicada también en Wattpad y AO3 bajo el mismo título y seudónimo. Si lo encuentras en un lugar que no sean éstos o en un idioma que no sea español, no soy yo. Denuncialo, por favor.

 

ADVERTENCIAS

• Contenido adulto: uso de palabras malsonantes, relaciones homosexuales explicitas, etc.

• Relación principal: Kim NamJoon x Park JiMin (MinJoon)

• Otros: Desarrollo lento. Fluff. Muy cursi. Light angst. Malentendidos. Tensión sexual. Lime. Apreciación a los encantos de JiMin (?). NamJoon!Centric.

• Debido a la insistencia en anteriores ocasiones me veo obligada a introducir esto como advertencia: puede que haya escenas subiditas de tono, pero NO HAY LEMON NI RELACIONES SEXUALES EXPLICITAS d84;  

 

VISUALS

(Fotografía perteneciente a ©HONEY BUBBLE)  

 

FACTS

• ALTO AHÍ, FORASTER@! Esta historia es la segunda parte de otra obra titulada Converse High. No es obligatorio haber leído la primera parte, pero si altamente recomendable, así que si no la has leído, te invito a que vayas y lo hagas para no perderte ni un solo detalle d84;

• Si has leído Converse High y te gustó lo suficiente como para venir a por más, déjame decirte ¡MUCHAS GRACIAS! Burning Slow completa la historia de Converse High desde el punto de vista de NamJoon... ¡Espera! ¡No! ¡No te vayas todavía! Me he asegurado de aportar un punto de vista diferente y no repetir casi nada de la primera parte. Burning Slow contiene capítulos totalmente nuevos de los que no se sabe nada en Converse High, y aunque hay algunos cuantos pasajes que es inevitable repetir, espero que para vosotros sea una experiencia nueva, como si lo leyeseis por primera vez d84; 

• Espero de corazón no estropear Converse High con esto TwT  

• Hay muchas referencias a Bangtan Bombs y programas en los que BTS ha participado en general. Para una completa comprensión del fic, es recomendable haber visto el episodio 3 de American Hustle Life. 

• Me encanta el feedback, si tienes algo que decir, seré feliz de escucharlo siempre y cuando sea una critica constructiva.

Sin más que añadir... ¡A leer!

Bangtan estaba un cuatro de julio en Los Ángeles, el día de la fiesta nacional.

El centro de la ciudad estaba masificado, las familias habían salido a celebrar el gran día de la nación, los niños corrían y jugaban, con pequeñas banderitas a estrellas y rayas en sus manos, las calles olían a comida y había música en cada rincón.

 

La tentación de unirse a todos aquellos americanos para pasarlo bien y comer barbacoa hasta reventar era enorme, pero ellos no estaban allí para celebrar, sino para trabajar.

Estaban en Los Ángeles para empaparse de la cultura hip-hop en el lugar de su origen, estaban allí para aprender a rapear, a cantar, a bailar, y a comportarse con un verdadero swag estadounidense.

 

A NamJoon, lo que más le intimidaba era la parte de bailar, pero desde que lo habían puesto en grupo con JiMin para aquella práctica, supo que no tenía de qué preocuparse.

 

Todos eran buenos bailarines en BTS.

Tenían a HoSeok y a JiMin, que habían estado bailando durante años; verlos bailar era un espectáculo digno de presenciar. Tenían el ritmo en la sangre, se movían como si éste fluyera a través de sus cuerpos y provocara una sensación hechizante que hacía imposible despegar la mirada de sus cuerpos cuando bailaban.

JungKook también era increíblemente bueno, pero a menudo, las habilidades de JungKook hacían pensar a NamJoon que carecían de merito alguno cuando ese mocoso era capaz de hacer bien todo cuanto se proponía.

TaeHyung y YoonGi no eran el súmmum de la gracilidad, pero se desenvolvían bien en la pista. Sus movimientos ensayados en las coreografías sobrepasaban con creces la musicalidad y el ritmo de cualquier bailarín mediocre.

 Y luego estaban SeokJin y él, los eslabones débiles, las alas de Bangtan, a quienes ponían detrás para tratar de disimular lo terribles que eran bailando.

 

Por eso Jen Kitta, la coreógrafa que lideraba aquella prueba, los separó de esa manera:

El peor bailarín, con el mejor. SeokJin y HoSeok.

El nivel intermedio. JungKook, TaeHyung y Yoongi.

Y eso le dejaba a él junto a JiMin. Y no lo habría deseado de otra manera.

 

NamJoon amaba a HoSeok, era su mejor amigo, el único amigo de su misma edad, y lo necesitaba con desesperación en su día a día. Pero cuando se trataba de baile, las explicaciones laxas y poco razonables de HoSeok lo llevaban por la calle de la amargura.

 

— Pampampam, pam pam, pam y luego haces ¡PAM! ¡PAM! ¿Me entiendes?

 

— No, Hobi, no te entiendo una mierda.

 

HoSeok era puro instinto.

Sólo necesitaba escuchar la música para saber cómo moverse. Los pasos de baile fluían solos, no necesitaba pensar porque su cuerpo reaccionaba con la naturalidad de los elementos. Como el viento. Como el agua.

NamJoon era racional de los pies a la cabeza y unas cuantas onomatopeyas no eran suficientes para hacerle entender esa pasión, esa espontaneidad que HoSeok tenía con el baile. NamJoon necesitaba pensar el paso que debía dar a continuación, necesitaba asimilar la coreografía, memorizarla, ensayarla millón y medio de veces, y aun así, jamás llegaría transmitir la mitad del sentimiento de seguridad que HoSeok exudaba cuando practicaba estilo libre.

 

JungKook tampoco habría sido un buen profesor para él.

JungKook era tenaz e inflexible, orgulloso, impaciente... La tarea de enseñar a bailar a NamJoon le habría sobrepasado desde el mismo instante en que los hubieran emparejado juntos.

 

— En serio, hyung ¿por qué eres tan torpe?

 

— Lo estoy haciendo igual que tu.

 

— ¡No, no lo haces!

 

Lo más seguro hubiera sido que terminasen discutiendo y con el ánimo de NamJoon por los suelos. A veces JungKook tendía a abusar de ese cariño que sus hyungs sentían por él y no los trataba como a sus mayores, sino como iguales, y sus comentarios juguetones a veces escondían una malicia no intencionada que en el pasado, hicieron sentir mal a NamJoon.

 

JiMin, sin embargo, era el profesor de baile que mejor se ajustaba a sus necesidades de entre todos sus compañeros.

JiMin era paciente, tranquilo y conciso. Le explicaba los movimientos paso a paso, despacio, con calma, sin alterarse cuando NamJoon lo hacía tan mal que hasta hacía daño a la vista. JiMin era cálido y sonreía cuando NamJoon se veía incapaz de hacerlo, lo animaba cuando estaba a punto de rendirse, y le daba fuerzas cuando se sentía tan cansado que no podía dar ni un paso más.

 

JiMin era el perfecto profesor que NamJoon necesitaba, pero las condiciones a las que estaban expuestos no eran las ideales.

Sólo tenían veinticuatro horas para realizar la coreografía de una canción de tres minutos, memorizarla y ensayarla. El tiempo jugaba en su contra y NamJoon era un aprendiz lento cuando se trataba de baile.

No tenían un lugar donde practicar, de modo que se vieron obligados a bailar en medio de la calle. Los transeúntes suponían una distracción constante y sus miradas no hacían más que aumentar la presión y la vergüenza que NamJoon sentían.

Calor. Hacía calor. Y NamJoon sudaba mucho.

Y todo ello hacía que NamJoon fuera más torpe, más descoordinado que de costumbre. Su cuerpo no respondía adecuadamente, sus movimientos de baile eran rígidos y sin elegancia. Al lado de JiMin parecía un espantapájaros sin gracia, tratando de aparentar ser una golondrina.

 

NamJoon estaba frustrado por su propia ineptitud, pero aun así, intentaba dar lo mejor de sí mismo, no rendirse. No podía dejar que JiMin cayera con él.

Y aún con lo paciente y entregado que JiMin era, hasta él podía llegar a perder la esperanza en NamJoon. Y no podría culparlo, NamJoon tampoco tendría fe en sí mismo. Pero ver cómo JiMin perdía la paciencia con él fue un duro golpe que casi acabó con su determinación.

 

JiMin estaba mal.

A él también le estaba afectando la presión y el calor, y ver que NamJoon no avanzaba suponía un gran golpe a la moral de ambos.

 

— Vamos a hacer una pausa, hyung. Necesito escuchar de nuevo la canción.

 

El tono plano y un poco seco que utilizó JiMin fue el más claro indicio de lo molesto frustrado que estaba.

 

— No puedo hacer esto... — murmuró JiMin, ofuscado, dirigiéndose a NamJoon con amargura en su voz — Tengo ganas de llorar en este momento ¿sabes?

 

NamJoon, algo herido por aquel ataque, lo observo mientras el menor se ponía de cuclillas y escuchaba la música con los ojos cerrados. Su expresión tensa y agotada, el sudor goteando por su pelo y su cuello, la arruga en su ceño, la crispación en sus siempre sonrientes labios, y la tensión e incomodidad que se había generado entre ellos desde hacía un buen rato eran señales luminosas que indicaban a NamJoon que debía actuar.

Si dejaba las cosas así, más pronto que tarde iban a empezar a discutir, y las discusiones nunca eran buenas. Hacer enfadar a JiMin nunca era bueno.

NamJoon llevaba el suficiente tiempo siendo el líder de Bangtan como para saber exactamente cuando era necesaria una charla de motivación.

 

Mientras JiMin se aislaba intentando recuperar el temple escuchando la canción que debían coreografiar, NamJoon se acercó arrastrando los pies al equipo de grabación.

 

— Hey — los saludó con fingido ánimo, una rígida sonrisa en su cara mientras se rascaba la nuca con clara incomodidad — Sé que no debería pedíroslo, pero me gustaría que dejarais de grabar durante un rato...

 

La chica de producción frunció el ceño, pero el cámara y el asistente de sonido bajaron sus herramientas de inmediato.

 

— Ese no era el acuerdo... — lo regañó la encargada de producción — Estamos grabando un reallity show. Se supone que debemos filmaros en todo momento.

 

— Lo sé, pero necesito hablar un momento a solas con mi compañero. Realmente necesitamos hablar.

 

La mujer seguía mirándolo a los ojos, no parecía dispuesta a ceder, pero NamJoon vio el ligero cambio en su rostro mientras se mantenía en silencio, pensando.

 

— Hagamos un trato — ofreció la productora — Nos alejamos y os damos privacidad, grabamos video desde la distancia pero no tomaremos audio. Si el director pregunta, le diré que el micro se desconectó y tardamos un rato en darnos cuenta. A cambio, debes invitarnos a café después.

 

— Tenemos trato — aceptó NamJoon, estrechando la mano de la mujer con una gran sonrisa.

 

NamJoon regresó al trote junto a JiMin, que parecía no haberse dado cuenta de aquel breve intercambio con el equipo de grabación. NamJoon se alegraba que el director hubiese encontrado más interesante al equipo de Jin y J-Hope, pues de haber estado con ellos, no les habría permitido aquella pequeña trampa que había propuesto NamJoon.

 

NamJoon se sentó junto a JiMin, en la escalinata que precedía a aquel museo de Walt Disney, frente al que habían decidido practicar. JiMin no lo había notado, o no había querido notarlo, pero no le quedó más remedio que prestar atención a NamJoon cuando el mayor pasó la mano por su espalda para hacer que lo mirara.

JiMin abrió los ojos y lo miró con sorpresa, como si acabase de despertarlo de un sueño profundo y placentero. NamJoon sonrió para tranquilizando, frotando su espalda de arriba abajo hasta que su mano se posó en la nuca del menor, dándole un apretón amistoso y una ligera caricia en el cabello corto de la parte posterior de su cabeza.

 

El suave contacto consiguió que los hombros de JiMin dejaran aquella rigidez que se había impuesto en ellos, y lentamente, se quitó los auriculares, mostrándose dispuesto a escuchar.

 

— Escucha, JiMin... — comenzó a decir NamJoon, su tono suave y cuidadoso mientras seguía reconfortando al menor con su torpe contacto. Aun así, NamJoon se sentía nervioso, y frotaba su mano libre sudada contra los pantalones de chándal que llevaba, tratando de aminorar esa incomodidad — Siento mucho que esto no esté saliendo tan bien como debería... — NamJoon bajó la mirada, pero luchó porque sus sonrisa permaneciera — Sabes que el baile no es lo mío, y siento estar entorpeciendo tu rutina...

 

— ¡NamJoon-hyung! — lo interrumpió JiMin, haciéndole callar de inmediato.

 

NamJoon se sorprendió por el exabrupto, viendo la expresión preocupada y alarmada en los bonitos rasgos de JiMin.

A penas había llegado a decir lo que estaba en su cabeza para infundir ánimos, pero todo el discurso que había formado en su cabeza desapareció de un plumazo cuando sintió la mano de JiMin sobre la suya, apretándola con fuerza.

 

— No digas que lo sientes, por favor... — el desasosiego en su voz no era nada comparable al que transmitían sus ojos. Sus pequeños y dulces ojos que lo miraban con la inocencia y culpabilidad de un niño profundamente arrepentido — El que debería disculparse soy yo... — la mano que había reposado en su rodilla hasta el momento fue apresada por las dos de JiMin, tan fuerte que NamJoon empezaba a asustarse por el estado emocional de JiMin. El menor parecía que estaba a punto de ponerse a llorar mientras conducía sus manos unidas hasta su frente, como si rezara, como si la mano de NamJoon fuera su ancla para no hundirse — Es culpa mía... Estoy muy cansado, hyung... Siento que toda la responsabilidad de esta prueba recae sobre mi y la presión me está pasando factura... Si fallamos va a ser culpa mía. Realmente, no quiero perder en esto... Pero no debería ser desconsiderado contigo por eso. Lo siento de veras...

 

NamJoon soltó un ligero suspiro de alivio.

Había tomado la decisión correcta al tomar las riendas de la situación justo a tiempo. JiMin siempre había sido de los más emocionales del grupo y la estabilidad de todos ellos siempre dependía de que ellos, los más sensibles, estuvieran bien y se sintieran a salvo.

Con razón todo iba tan mal entre ellos. NamJoon lo estaba haciendo mal, muy mal, como siempre, pero era JiMin quien había estado a punto de quebrarse emocionalmente. NamJoon a menudo pecaba de ser poco perceptivo con los sentimientos ajenos, pero se alegraba de haber detenido la práctica antes de que JiMin llegara a ese punto de no retorno donde la ansiedad se haría dueña de su mente y su cuerpo.

 

— Eh, JiMin... mírame... — le pidió NamJoon suavemente, sin soltar sus manos ni dejar de dibujar tiernas caricias en su espalda, tratando de empezar a reconfortarlo con aquel afecto físico que JiMin siempre necesitaba, aunque nunca lo pidiera. El menor alzó su rostro y miró a NamJoon con los ojos aguados y su esponjoso labio inferior en un ligero puchero que casi hizo reír a NamJoon por lo adorable que era. Por suerte, consiguió reprimir aquella oleada de ternura, pues sabía que JiMin no se lo tomaría muy bien en el estado que estaba — Es una prueba de baile, es lógico que te sientas responsable, y es lógico que quieras ganar. JiMin, si perdemos, obviamente va a ser mi culpa... — NamJoon rió, tratando de transmitir que no estaba molesto, y que en absoluto le afectaba proclamarse un mal bailarín. JiMin no rió, pero sus ojos se vieron más serenos tras un par de parpadeos, y dejo de verse como si estuviera a punto de llorar en cualquier momento — No debería decir esto, pero creo que nos lo hemos estado tomando demasiado en serio... Hemos venido a entrenar, y no deja de ser trabajo, pero nosotros siempre nos divertimos trabajando. Hoy me atrevo a decir que no nos estábamos divirtiendo ninguno de los dos... — JiMin pareció pensárselo unos segundos, para después negar con la cabeza, confirmando lo que NamJoon acababa de decirle — Me apuesto lo que quieras a que los demás se lo están pasando genial, y aquí estamos nosotros, amargándonos... — JiMin suspiró, y, por fin, NamJoon pudo sentir cómo la tensión en sus hombros empezaba a aflojar — Seguiremos dando lo mejor de nosotros, pero vamos a relajarnos un poco. Voy a intentar bailar lo mejor que pueda, JiMin, pero ten en cuenta que si perdemos, no va a ser por tu culpa, ni por culpa de tu coreografía. Si perdemos es porque yo bailo como una muñeca hinchable y tengo el flow de un ladrillo. Pero tú vas a hacerlo genial, vas a bailar tan bien que vas a hacer llorar a esos yanquis de pacotilla porque van a ver que no te llegan ni a la suela de los zapatos — ésta vez JiMin sí rió, un poco sonrojado, avergonzado y complacido — Jen va a hacerte tantos cumplidos que no se te va a borrar la sonrisa en una semana, y va a apreciar tanto tu trabajo duro porque te lo mereces.

 

Ésta vez, JiMin sonrió de verdad. Sus ojos convirtiéndose en hermosas medias lunas, presionados por sus lindas y rechonchas mejillas. Sus tiernos labios estirados, mostrando unos dientes blancos y disparejos, tremendamente adorables por algún motivo, rompiendo la imagen de absoluta perfección, convirtiéndolo en más humano, más natural, más hermoso.

 

— Pero tú no puedes rendirte, hyung — la suave y melódica voz de JiMin se llenó de determinación y energía, repentinamente había vuelto a ser el mismo alegre y entregado JiMin, recargado de fuerzas positivas — No puedes dejarme solo en esto.

 

— ¿Quién dijo que me rendía? — refunfuñó NamJoon, juguetonamente, rodeando toda la extensión de los estrechos hombros de JiMin con uno solo de sus brazos, apreciando lo pequeño que era directamente contra su cuerpo — Somos un equipo. Voy a intentar hacerlo lo mejor que pueda para no dejarte mal, pero siempre voy a ser el eslabón débil en la coreografía, así que no te sientas mal por mi culpa.

 

— Nadie va a sentirse mal a partir de ahora — afirmó JiMin, con total seguridad, dando un último apretón a la mano de NamJoon justo antes de levantarse y estirar sus piernas y brazos para poder seguir practicando — Tú lo has dicho, hyung, vamos a dar lo mejor de nosotros y nos vamos a divertir en el intento. Hemos venido a Estados Unidos a aprender, y fallar también forma parte del aprendizaje. Si Jen no está contenta con nuestro trabajo, aceptaremos su crítica y aprenderemos de ella. ¿De acuerdo, hyung?

 

NamJoon sonrió con orgullo, mirando a JiMin desde aquella perspectiva al estar sentado, desconocida para él.

Parecía un JiMin diferente al que había estado consolando apenas un par de minutos atrás. JiMin era fuerte y decidido, con una energía que derrochaba carisma y confianza en sí mismo. En el escenario, JiMin sacaba esas cualidades para demostrar a su público que, aunque fuera un hombre pequeño, su presencia podía llenar un estadio entero. En la vida diaria, JiMin a veces necesitaba un empujoncito para que surgieran aquellas ganas de demostrar lo mucho que valía.

 

NamJoon se puso de pie, agradecido por tener a alguien tan maravilloso como JiMin en su vida, tan humilde y orgulloso a la vez, a veces tan fuerte y grandioso que insuflaba vigor a todo el grupo, y a veces tan delicado y vulnerable que daban ganas a NamJoon de levantarlo en el aire y gritar a los cuatro vientos lo increíble que era, para que él mismo se lo creyera.

 

— Vamos a por ello, JiMin.

 

NamJoon se levantó y de inmediato se sumergieron una vez más en la práctica, llenos de vida y motivación.

El equipo de grabación regresó sin necesidad de ser llamados al ver que NamJoon y JiMin regresaban a su rutina, y continuaron grabándolos sin intervenir.

A partir de ese momento avanzaron lo que no habían podido en todo el día. JiMin estaba más relajado, y NamJoon más concentrado, la dinámica que ambos tenían se había restaurado y estaban más compenetrados que nunca, haciendo que la creatividad fluyera con mayor facilidad.

 

La tarde pasó como un suspiro, comenzaba a anochecer y su rutina estaba terminada justo a tiempo para tener toda la noche para practicar. Estaban agotados y sudorosos, pero satisfechos con el resultado que darían por la mañana, cuando mostraran su coreografía ante Jen.

Aunque no ganaran, ambos podrían aparecer con sus barbillas en alto y mirarse a los ojos con la certeza de que lo habían dado todo para aquella prueba.

 

Contemplaron la posibilidad de regresar, ducharse y cambiarse de ropa para ir a cenar y reponer fuerzas para seguir ensayando, pero a medida que había empezado a caer el sol, la gente tomó las calles, moviéndose de un lado para otro en las celebraciones del día nacional.

NamJoon había captado retazos de algunas conversaciones en las que hablaban de unos fuegos artificiales que iban a lanzar aquella noche y cuando se lo comentó a JiMin y al equipo con la intención de acudir al evento, no estaba muy convencido que apreciaran demasiado la idea. Sin embargo, JiMin se mostró deseoso de ir, y la productora aceptó sin reticencias al ver lo duro que habían trabajado, alegando que el momento de los fuegos artificiales sería un buen material para el show, apresurándose a contactar con el resto de las unidades para que todos fuesen a verlos desde distintos puntos de la ciudad.

 

JiMin estaba tan contento de tener aquellos momentos de libertad que NamJoon se alegraba de haberse atrevido a sugerirlo. Él mismo se había emocionado al darse cuenta de que habían terminado justo a tiempo para ir a ver los fuegos, no tendría ni que haberse planteado el callárselo, pues era una muy buena idea, tan buena que hasta sería un punto en común para el capitulo del programa.

 

Se unieron a la multitud que inundaba la calle, empapándose del ambiente festivo. JiMin estaba entusiasmado al ver la cantidad de gente que había mientras se dejaban guiar por la corriente hacia un mejor lugar donde contemplar los fuegos.

NamJoon también estaba un poco, demasiado, exultante. Se encontraba tan a gusto con JiMin a su lado, tenía tantas ganas de contemplar los fuegos con él que no cabía en sí de la emoción.

 

— Se supone que debes ver los fuegos artificiales con la persona que amas... Te quiero, JiMin — acabó diciendo sin pensar, entre broma y broma, con mucha verdad entre medias, mostrándole su mano para que la tomara.

 

JiMin rió divertido al escuchar su declaración, y tomó la mano de NamJoon sin dudar.

 

— Yo también te quiero, hyung — contestó JiMin, riendo, pero con sinceridad.

 

— Que tristes somos — se burló NamJoon, caminando con JiMin de la mano.

 

Se suponía que debía ser triste. Los fuegos artificiales se veían con la novia, pero ninguno de ellos tenía novia. A penas tenían tiempo para conocer chicas.

 Pero NamJoon no se sentía triste en absoluto. Había dicho la verdad cuando dijo que quería a JiMin. Lo quería mucho. Muchísimo. Tanto que quería verlo sonreír a todas horas, quería verlo bailando porque sabía que eso lo hacía feliz, quería verlo durmiendo porque se veía sumamente adorable, quería verlo todos los días y asegurarse que estuviera sano, a salvo y feliz.

 

Encontraron un lugar donde había mucha gente sentada, esperando, y supusieron que era un buen lugar donde ver los fuegos. Ciertamente, el cielo estaba despejado y no había ningún edificio alto que pudiera eclipsar las vistas.

 

La primera explosión los tomó por sorpresa, pero se pusieron de pie para ver mejor, sus miradas dirigidas al cielo, maravillados por el espectáculo de fuego y luces en el firmamento.

NamJoon no cabía en sí de felicidad, sintiendo que estaba viviendo un hermoso momento en su juventud y no podía evitar querer compartirlo con JiMin, bromeando constantemente para poder escuchar su melodiosa y suave risa, contrastando con los fuertes estallidos de los artificios.

 

— ¡Siento como si mi corazón fuera a estallar!

 

Sus corazones parecían haberse sincronizado con las detonaciones, pero fue el comentario de JiMin el que hizo que la inspiración fluyera de NamJoon.

Las rimas acudían a su boca sin pensarlas mientras miraba el cielo nocturno lleno de color. Los fuegos artificiales se parecían a la vida, brillando intensamente antes de apagarse y desaparecer con lentitud. Por eso había que atesorar los momentos especiales con la mejor compañía.

La voz de contratenor de JiMin se le unió, coreando sus frases, repitiéndolas con una suavidad y una delicadeza que convertía la improvisada composición en una obra de arte.

La compañía de JiMin era invaluable. Su presencia, insustituible.

 

NamJoon sintió que debía apartar la mirada del cielo, pues la visión de JiMin en aquellos momentos debía ser un recuerdo que debía grabar a fuego en su mente para contarles a sus nietos lo feliz que había sido en aquellos momentos.

 

El corazón de NamJoon saltó en su pecho, y nada tenían que ver los fuegos artificiales con eso.

 

Las luces de colores danzando en el cielo eran hermosas, pero JiMin lo era aun más. Los fuegos artificiales reflejándose en sus ojos mientras su sonrisa resplandecía como la de un niño.

De repente, no había fuegos, no había gente, no había cámaras... sólo estaba JiMin.

JiMin dichoso. JiMin radiante. JiMin feliz.

JiMin siendo lo más hermoso que NamJoon había visto en su vida.

 

Siempre lo había dicho. Siempre lo había sabido. JiMin era guapo. JiMin era apuesto. JiMin era bello.

Nunca se había avergonzado de decir en voz alta lo bien parecido que JiMin se veía a sus ojos.

Pero ahora lo estaba mirando bajo una luz diferente.

La luz de la confianza, el respeto, la convivencia. La luz que le había permitido ver los entresijos de su personalidad, su verdadera forma, sus verdaderos colores. La luz que le había hecho descubrir que JiMin era bello por dentro y por fuera.

Pero ahora, como si se hubiese quitado una venda de los ojos, NamJoon podía ver la belleza de JiMin con los ojos del corazón.

Una belleza que sólo alguien que está enamorado podría ver.

 

El pecho de NamJoon se hinchó en reconocimiento de aquel sentimiento, la comprensión insuflando una calidez reconfortante a todo su cuerpo, la necesidad de besarlo tirando de él para cumplir su deseo. Y la intensidad salvaje de esas sensaciones asustándolo le obligaron a apartar la mirada de JiMin para poder controlarse.

 

¡Cielo santo!

Había estado a punto de hacerlo.

Se había imaginado tomando el rostro de JiMin y unir sus labios en el beso más dulce que, con seguridad, NamJoon habría tenido en su vida. Las cámaras habían captado como se había quedado mirando al menor con corazones saliendo de sus ojos y una sonrisa bobalicona tan patética que todo el país se reiría de él si llegaban a emitirse.

Y eso no era lo peor.

Lo peor era que acababa de darse cuenta de que se había enamorado.

Se había enamorado de su compañero de grupo.

Se había enamorado de Park JiMin. 

 

¿Qué demonios iba a hacer ahora?


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