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mi querido principe por meyagatha

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En el castillo de la familia real Takahashi reinaba un rey injusto, soberbio, egoísta y muy malo. La gente era infeliz, tenía poca comida y además eran gobernados sistemáticamente. No podían realizar lo que les gustaran, sino que debían obedecer todas las reglas impuestas por Takahiro y su esposa.

 

-nhgg rey lo amo tanto- Yuri era una sirvienta, no tenia familia ni siquiera un titulo noble, solo su incondicional amor hacia su gobernador. El había sido tan bueno con ella que no pudo evitar caer a sus pies.

Todos sabían que ambos reyes se eran infieles pero nadie tenía el poder de objetar algo para impedirlo. El amor simplemente no existía en aquel palacio.

 

-lo se querida sierva lo se- luego de esa noche de pasión ninguno volvió a dirigirse la palabra. La chica de cabellos castaños y ojos verdes jamás se compararía con la reina Manami una mujer fina, de noble linaje y perfectas curvas, de cabello castaño claro y grandes ojos verdes iguales a los suyos.

Yuri lloraba incontables veces cada vez que amanecía sola en esa cama que había presenciado tantos encuentros románticos, pero nunca se imagino que aquel seria el ultimo. Nunca volvería a abrazarlo o a besarlo, solo se condeno a sufrir en silencio cumpliendo sus obligaciones.

 

Una hermosa noticia llego a su vida, estaba embarazada de su amado y eso la llenaba de emoción. Un fruto del amor entre ellos imagino,  sin siquiera pensar en las consecuencias que traería decirle a su amante la noticia.

Por supuesto que Takahiro no iba a reconocer a ese bastardo como heredero al trono por lo que le dio una fuerte suma de dinero a cambio de su silencio y su fidelidad.

Esa noche la ojiverde se permitió llorar como nunca lo había echo.  Prometió amarlo por siempre aunque eso le trajera la infelicidad de por vida y cuidar del pequeño que estaba en camino.

 

-Ritsu serás muy amado por tu mama- dijo viendo las estrellas y esperando que algún día la felicidad llegara a su vida.

 

Al pasar 3 años la reina quedo embarazada. Todos en el reino se alegraron por la llegada del nuevo heredero: Misaki ya que seria hermoso como lo eran sus padres. Ambos reyes estaban llenos de orgullo porque lograron concebir un heredero para seguir su linaje y evitar que la bondad llegara a su país.

 

-lo felicito majestad- dijo inclinándose Yuri con su pequeño de 3 años quien también respetaba a su rey sin saber que quien estaba sentado en ese trono gigante no era nada mas que su padre.

 

-gracias sierva y pequeño- Takahiro al ver al menor tuvo ganas de llorar. Era tan perfecto y bonito, con sus lindas manos sosteniendo un presente para el mismo.

 

-pa..ra..el…bebe - susurro levemente entregándole unas lindas medias tejidas a mano para el nuevo integrante de la familia.

 

-gracias. Puedes ir a ponérselas si quieres- inmediatamente el castaño fue corriendo a ver a Misaki quien lloraba desconsoladamente debido a la atención. Cuando el pequeño le puso sus calcetines el menor sonrío y le tomo de la mano. Todos quedaron asombrados ya que nadie fue capaz de detener el llanto del príncipe.

 

7años--------------------------------------------------------------------------------------------------------

 

-Misaki no puedo jugar contigo, sabes que me castigaran.- allí se encontraban ambos de nuevo. Los dos pequeños del castillo cometiendo travesuras en la cocina real en donde el cocinero Hiroki no tenía demasiada paciencia.

El heredero al trono era un niño amable y solidario debido a que fue criado por Yuri la cual no se negó a cuidar adecuadamente al castaño menor. Ella los quería por igual y los amaba de manera incondicional.

 

-tranquilo Ritsu. Mama no nos regañara- mama, así se refería a su cuidadora. La reina jamás tenia tiempo para el y el rey estaba en guerra contra los reinos vecinos quienes eran apoyados por la población que ya no aguantaba la presión impuesta por los reyes Takahashi.

 

-si tu lo dices- sin mas ambos niños tomados de la mano robaron gran parte del buffet real para devorarlo todo en cuestión de segundos. Sus risas y sus caras mostraban mucha complicidad y diversión, típica de la infancia.

 

-Ey ustedes dos-el cocinero había llegado y furioso empezó a perseguirlos sin descanso. Misaki y Ritsu corrieron sin parar hasta encerrarse en el cuarto del príncipe. Era costumbre usar aquella habitación como escondite de ambos.

 

-¿tu crees que se enojo?- pregunto el mayor temiendo que Hiroki vaya con el chisme al rey y su pequeño Misaki sea castigado.

 

-no te preocupes nada pasara- terminando esta frase le tomo la mano y le dedico una bella sonrisa. Desde allí se juro protegerlo siempre, cuidarlo y siempre estar a su lado por más que las cosas se pongan difíciles. Era como su hermano menor, su adoración, nadie podría evitarlo.

 

El día pasó y así llego una nueva preocupación: las joyas de la reina Manami habían desaparecido sospechosamente después de que Yuri limpiara su habitación. Por lo tanto la única culpable era ella: además de que alguien había puesto los objetos robados en su habitación. La perfecta trampa para hacer que echaran a la sierva que quería criar erróneamente a su hijo.

 

-Yuri te condeno al exilio.-sentencio el rey que no era capaz de matarla. Ella y Ritsu partirían al amanecer sin posibilidades de cambiar la condena.

La reina lo había jugado bien. Había eliminado del juego al verdadero heredero del reino y a su madre la amante de su esposo. Con ellos fuera Misaki era el próximo legítimo heredero.

 

-lo aceptare si es lo que el soberano manda- y así la mujer se retiro sin mas nada que decir, solo con unas pequeñas lagrimas que adornaban su rostro. Ya jamás vería a Takahiro, era hora de empezar una nueva vida.

 

En algún rincón de la habitación ambos niños permanecían abrazados, mientras Ritsu le contaba una historia de viajes a su adoración. Este lo escuchaba muy feliz mientras abrazaba cada vez más a su protector.

 

-jamás nos separaremos ¿verdad Ritsu?-pregunto el próximo heredero al trono fijando su mirada en la persona que amaba.

 

-siempre estaré cuidándote príncipe. Lo prometo- un pequeño beso firmo ese pacto de que jamás se separarían, un gesto tan simple como puro.

 

-y nos casaremos cuando yo crezca- eso había tomado desprevenido al sirviente quien comenzó a reír por lo bajo diciendo que ellos no podrían estar juntos.

 

-no me importa. Cuando sea príncipe me casare contigo quieran o no- el carácter del niño era fuerte, se podía ver en su mirada que no mentía. Pero lastimosamente un niño de esa edad era fácil de manipular.

 

-esta bien. Si es lo que deseas no podré negarme- ambos se quedaron dormidos en aquel lugar que fue testigo del ultimo encuentro de ambos chicos. El ultimo adiós sin ni siquiera saberlo.

 

El mañana llego y con el la partida de ambos castaños quienes o sabían que les depararía el futuro. Misaki lloraba por la ventana, mirando como su único amor se iba del castillo dejándolo solo, sin protección, allí en ese infierno del que era preso.

 

-Ritsu prometiste no abandonarme…- sin mas algo se quebró dentro de el. Su amor, su bondad todo se esfumo de aquel pequeño cuerpo.

 

-príncipe prometo volver cuando sea el momento….

 

 

 

-estupida mi desayuno esta frío. Arrodíllate y pídeme perdón- un chico de 18 años estaba a punto de convertirse en el próximo heredero. Todos decían que era la viva imagen de su padre, ya que el chico seria mucho peor.

 

-lo lamento majestad- decía yuki disculpándose con lagrimas pues sabia lo que iba a venir, la peor humillación del mundo.

 

-arrodíllate ante mi y bésame los pies maldita esclava-  a el le irritaba toda la gente así. ¿Por qué tenían que existir los pobres? ¿Qué no podían matarlos a todos?

 

La muchacha no tuvo mas opción que realizar lo que su futuro rey le ordenaba, pensando en que algún día toda la maldad de esos reyes seria castigada y el pueblo volvería a sonreír.

 

Misaki se levanto de su cama y saliendo de su habitación se dirigió a la sala del trono en donde su querido padre lo esperaba. Sus clases de como dirigir eran su principal tarea del día. Luego no tenia nada más que hacer por lo que se dedicaba a maltratar a todos los que pasaran. El era un ser superior por lo que ninguno tenia derecho a recriminar.

 

 

Mientras tanto en otro lugar un joven de 21 años, muy amable y trabajador se encontraba empacando para dirigirse a su nuevo hogar. Era el momento de regresar a su antiguo hogar, al lado del amor de su vida.

 

-Ritsu cariño, recuerda que Misaki ya no es aquel dulce niño. Ahora es un tirano que siguió los pasos de su padre. Por favor no cometas ninguna locura- su madre estaba preocupada. ¿Qué pasaría si Manami descubre que Ritsu volvió? Era capaz de mandarlo a matar con tal de que los dejara en paz. Si el rey descubría que Misaki no era su hijo todo lo que soñó para su hijo se desvanecería.

 

-lo se. Y tendré cuidado con la reina lo prometo- dándole un beso en la frente a la castaña el muchacho tomo sus cosas y fue en marcha al reino Takahashi en donde se hacían pruebas para un nuevo sirviente. Alguien que sea leal, confiable y eficiente.

El muchacho no dudo ningún segundo y se enlisto en la lista de jóvenes para servir al príncipe mimado. La tarea era difícil ya que todos terminaban renunciando debido al maltrato recibido pero el jamás volvería a dejarlo.

 

-Onodera pase por favor-una chica de colorados cabellos y dulce sonrisa lo observaba. El muchacho era muy apuesto con ojos verdes como esmeraldas y cabello castaño. Un diamante embruto.

 

Al entrar en la habitación un pastel cayo en medio de su cara mientras las carcajadas resonaban por todo el lugar. Era cierto, Misaki había crecido pero eso no quitaba que estaba muy feliz por verlo.

 

-será fácil deshacerme de ti maldito sirviente- su cara diabólica y sus manos entrelazadas mostraban mucho enfado, pero el ojiverde era capaz de ver mas allá de esa fría coraza. El muchacho estaba dolido y sabia por que. No se perdonaría haberlo dejado solo con esa familia que de seguro lo maltrato todo el tiempo.

 

-Misaki volví- solo bastaron dos palabras. Dos malditas palabras para que el príncipe lanzara un golpe contundente contra el rostro del mayor. Tenia fuerza debido a los duros entrenamientos de su padre por la guerra en la que estaban. Todas esas horas de juego perdidas por tener que entrenar sin descanso.

 

-¡IDIOTA!- el grito se escucho por todos los rincones del palacio pero nadie era capaz de interrumpir.

 

-cálmate Misaki. Se que no tuve tiempo de despedirme pero al menos quisiera que te muestres como en realidad eres. Deja de fingir ser malo porque no lo eres- terminadas estas palabras el castaño mayor abrazo fuertemente a su amado.

 

-suéltame. Te lo ordeno. Hare que te corten la cabeza si no lo haces- las lagrimas comenzaban a salir de su rostro. Había perdido contra quien odio durante sus años de vida. Lo odiaba por haberlo abandonado, por romper su promesa y dejar que sus padres lo convirtieran en lo mismo que ellos eran.

 

-no lo Hare. No te dejare ir de nuevo. Lo lamento Misaki, no podía llevarte conmigo porque nos matarían. Perdóname por haber sido un idiota.

 

Las palabras sobraban en ese lugar. Inmediatamente los labios de ambos se unieron con desespero y pasión. Ya no soportaban la idea de estar separados el uno del otro. El amor era más fuerte que el odio.

 

La noche llego y con ello una nueva unión nació entre ambos jóvenes quienes estaban desnudos y abrazados en aquella cama que los había ocultado cuando eran niños. Ya no discutían, ya no se golpeaban solo la paz y la calma reinaba en aquel lugar.

 

-te amo Misaki- susurro tiernamente el mayor acariciando los cabellos castaños de quien mas amaba. Era la hora de tomar el mando, de evitar que el futuro rey sea asesinado por el pueblo los cuales planeaban revelarse y asesinar a toda la familia real. Ya nadie podría tomar el poder, vivirían en paz y sin preocupaciones.

 

Esa noche el rey había descubierto la verdad a través de una carta. Su hijo, la persona que crío desde pequeño no era en realidad de su sangre. La reina le había mentido toda la vida y eso era imperdonable por lo que de inmediato su cabeza estaba en una charola de plata para que sirva de ejemplo. La maldad que corroía por sus venas era imposible de parar.

 

Al día siguiente seria la coronación del castaño menor el cual estaba desconcertado al ver a Ritsu vestido igual que el. Su mirada era seria y sus ojos mostraban melancolía.

 

-¿Por qué vistes así?-pregunto extrañado debido a la curiosidad.

 

-Misaki.. El verdadero heredero de este reino soy yo. Van a matarte si subes allí. Tienes que escapar pronto, nadie sabrá donde estas ya que las personas no saben como vistes. Toma mi ropa y no vuelvas.

 

El ojiverde estaba en shock. Su padre no era el verdadero, ya no sabia quien era quien solo que seria asesinado si tomaba el mando. Pero no podía permitir que el amor de su infancia sea asesinado. No lo permitiría.

 

-noo dijiste que no me abandonarías- las lagrimas otra vez estaban surgiendo, a penas ayer eran las personas mas felices de la tierra y en ese momento sentía desfallecer.

 

-prometí protegerte ¿no? Eso es lo que voy a hacer- saliendo al balcón real un sonriente rey lo esperaba junto a sus aliados para coronarlo como príncipe. Takahiro no se quedaría con el fruto de un engaño por lo que había envenenado la corona para que su bastardo muriera en el trono.

 

-y ahora Misaki Takahashi Será coronado como rey de este pueblo- algo raro había allí, la cara de arrogancia de su hijo no estaba sino una expresión amable y dulce que solo una mujer pudo brindarle y se llamaba Yuri.

Allí fue cuando descubrió que no era Misaki quien estaba detrás de esas ropas sino Ritsu, su verdadero hijo, fruto del amor de un pasado escrito con codicia y ambición. Pero fue demasiado tarde, el pequeño estaba tirado en el suelo, sufriendo la agonía de un envenenamiento injusto y macabro.

 

-perdóname hijo perdóname- lagrimas salían de aquel padre que veía como la vida de su hijo se esfumaba de sus manos.

Las personas atacaron, toda la familia real se encontraba muerta y nadie podría heredar el trono. La monarquía había terminado y con ella las injusticias y la pobreza.

 

Aquel hermoso pueblo volvió a prosperar, los árboles crecían, las sonrisas volvieron y la música reinaba en el reino verde el cual estaba derrumbado.

Misaki había encontrado a Yuri quien lloro inconsolablemente la muerte de su único hijo, pero sabia que el no podría vivir cargando con la conciencia de haber permitido que Misaki muriera. Por otro lado el castaño era la persona mas bondadosa, aprendió a cocinar, a realizar los labores del hogar y posteriormente se caso con Akihiko Usami un noble de buena posición económica quien hacia que el chico sonriera todos los días.

Felicidad tras felicidad trajo a su vida ese hombre de grises cabellos y ojos violetas sin embargo el jamás podría olvidar a su único amor.

 

-espérame Ritsu ya voy contigo- la brisa no volvió a soplar para su corazón y una tranquila calmar invadió todo su ser.

 

-bienvenido amor-.

 

 

 

 

 


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