Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Aún te amo por Haruka Eastwood

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Los personajes de Kuroshitsuji Anime/Manga son propiedad de Yana Toboso, y la historia es completamente mia, escritan sin fines de lucro.

Notas del capitulo:

Hola!! Sé que nadie me extraña y por eso sigo haciendo historias corta venas (? Nah, mentira, ojalá les guste y si es así se agradecen comentarios ♥

Título: Aún te amo

Resumen: Aun recuerdo sus manos, sus besos y su aroma...

Categoría: Kuroshitsuji

Clasificación: Mayores de 13 años.

Género: AU. Romance. Drama.

Advertencias: Ninguna.

Autor: Haruka Eastwood

~ * o0O0o ♦ o0O0o * ~
Aún te amo

Ciel Phantomhive Pov

Capítulo único: Sin mi luna

Salí de casa sin rumbo fijo, y cuando me di cuenta, mis pies me habían llevado hasta aquel bar donde hablamos por primera vez. Apreté los labios, solté una maldición y di media vuelta cuando me tope con sus ojos, aquellos maravillosos ojos de un borgoña imposible, cuyas pestañas ébano con destellos azulados abanicaban su rostro con decadencia a la par que sus labios: turgentes y sensuales como solo puede serlo la boca de un hombre, formaban una sonrisa de dientes blanquisimos. Era una sonrisa cálida, desenfadada y tan nostálgica que algo dentro de mi pecho se oprimió hasta asfixiarme.

—¿Por qué? —deje la pregunta en el aire pero él pareció escucharme, deteniendo su paso y mirándome como si todavía le importara.

—Ciel…

—¿Por qué me sonríes?

—No lo sé —y ahí está de nuevo, aquella sonrisa que me enamoro aquel invierno de hace diez años.

—Deberías saberlo, te deje, me aleje y aun así…

—Te he superado.

Su voz, su dulce y aterciopelada voz ahora sonaba madura, desenfadada y tan segura que me estremecí, apreté los puños hasta que mis uñas se marcaron en la piel y contuve las lágrimas, porque yo no he podido superarlo, cada maldito día desde hace siete años vivo arrepentido de todo, de haber cometido la mayor estupidez de mi vida por miedo a amar a un hombre. Deje que mi familia gobernara sobre mi, que decidiera mi vida, mi futuro y mi todo.

—No me sorprende —solte mordaz, cargando mis palabras de ácido como si quisiera afectarlo cuando soy yo el que saldrá herido—. Yo también te olvide —¡Basta, basta! ¡¡Basta!! Es mentira, todo es mentira pero aun así… — hace cinco años me case con una bella mujer y tengo un hijo —¡Callate! Gritó mi subconsciente, era verdad que me case, me case con una mujer que no amo y que arrastre hasta mi inmundicia.

—Vaya, me alegro mucho.

Sonó tan sincero que estuve a nada de desechar mi mascara de frialdad, de resquebrajar todo y mandarlo por la borda mientras olvidaba mi estúpido orgullo y le abrazaba con todas mis fuerzas, enterrando mi cara en su fuerte pecho, cálido y tan reconfortante como él. Como sus palabras y su presencia. Aún recuerdo sus manos, sus besos y su aroma de aquellas tardes en donde permaneciamos acostados sobre la cama, viéndonos a los ojos entre sonrisas cómplices y besos ocasionales que aceleraban mi estúpido corazón.

—Y tu —murmure pese a lo catastrófico que sería saber que encontró a alguien más, pero es lógico, Sebastián es amable, risueño, seductor y alguien maravilloso, alguien a quien destroce por mi maldita debilidad—, ¿qué has hecho estos años?

—Muchas cosas —sonrió y creí entrever la tristeza en aquel gesto aunque solo era mi loca imaginación, mientras dirigía su vista al cielo—. Cuando terminamos me fui a España, me dedique a estudiar y obtuve notas sobresalientes —me miró con un brillo en los ojos que no conocía, entonces continuo—: hice la maestría en Alemania y cuando termine viaje a Rusia, en donde estuve trabajando.

—¿Por qué regresaste? —no quise sonar hosco, pero no debía hacerme ilusiones de un futuro con él, un futuro imposible en donde me lanzaría a sus brazos a la más mínima oportunidad. Yo forje mi destino, hice una vida y debo apartarme de él.

—Tenía que ver a mis padres para darles una gran noticia.

La sonrisa llegó hasta sus ojos, era tan resplandeciente y tan grande que temí lo peor, pero no hizo falta que dijera nada, repentinamente un hombre de piel cobriza y cabello platino apareció tras él, rodeó sus hombros con un brazo y se inclinó lo suficiente para depositar un suave beso en aquella mejilla que tantas veces acaricie con mimo y despacito. Sebastián es un hombre alto, con su metro ochenta me superaba por quince centímetros, pero aquel varón eran tan absurdamente grande que podía recargar fácilmente su barbilla sobre la cabeza de ese idiota.

—Te compré un regalo —ronroneó, volviendo a besar a Sebastián con una intimidad y ternura abrumadora, importando muy poco que la gente le viera con desaprobación—, estoy seguro que me amaras aun más.

—No estes tan seguro, Agni-san

—Ya lo veremos después, Sebastián-san.

—Estaré encantado.

Una sonrisa pícara y mirada seductora fueron suficientes para sonrojar a aquel hombre. Repentinamente, aquella penetrante mirada azul con matices grisáceos se encontró con la mía, viendome con recelo. No sé si lo hizo a propósito o inconscientemente, pero apretó más a Sebastián contra su cuerpo y el muy idiota en vez de molestarse, terminó sonrojándose como una jodida colegiala pese a tener veintisiete años.

—¿Amigo tuyo? —soltó mordas.

—No —afirmó viendome a los ojos—, él es Ciel, un conocido.

Conocido. La palabra rebotó dentro de mi cabeza en cien direcciones distintas, apuñalandome con furia pero lo tenía merecido, cuando terminamos también era nuestro aniversario. Lo había citado en el parque junto a la fuente, recuerdo que llegó sonriente, sujetando una rosa y una cajita de no más de diez centímetros, envuelta en papel azul. Al final la rosa quedó en el suelo, la había pisoteado hasta destrozarla mientras le decía con voz gélida que el juego terminó, que me daba asco y que desapareciera de mi vista.

La incredulidad se convirtió en lágrimas que empapaban sus mejillas con decadencia hasta perderse en el asfalto, su voz se quebró y su labio inferior temblaba mientras me suplicaba con voz ahogada que le dijera que todo era una broma, incluso me pidió perdón diciendo que si había hecho algo mal lo hablaramos, que no había necesidad de terminar porque me amaba más que a su vida, no conforme con eso, tome la pequeña caja de sus manos y la arroje a sus pies, afirmando que nada de eso era un error. Entonces di media vuelta y quise marcharme mientras lo escuchaba sollozar y gritar mi nombre.

Me sujetó de la mano y me obligó a verlo a los ojos, a decirle nuevamente que lo odiaba y que no quería saber nada de él… y lo hice. Lo abofetee, lo sujeté del cuello de la camisa y lo mire a los ojos mientras le decía de forma lenta y con un tono tan cortante que me daba asco, que lo odiaba y que jamás se atreviera a hablarme porque despreciaba a todos los que eran como él, pero todo aquello era para mi, yo me odiaba, me despreciaba y maldecía con cada fibra de mi ser… lo sigo haciendo cada maldito día.  

Lo que jamás vio es que yo también lloraba, de mis ojos no salían lágrimas pero lloraba incluso más que él, llore hasta que no quedo nada de mi, llore hasta convertirme en un cascarón vacío. Lo amaba y lo sigo amando con locura, pero tuve miedo de anteponer lo nuestro, de decirle a mi familia la verdad; tuve miedo al desprecio, al rechazo y a la soledad. Fui un cobarde que prefiere negar su homosexualidad con tal de ser aceptado dentro de una familia hipócrita y materialista cuyo único interés es subir de posición en la podrida sociedad plagada de mierda. Cambie lo mejor que me había pasado en la vida por un futuro lleno de porquería en el cual me hundo cada vez más.

—Un gusto —dijo entre dientes, fingiendo una sonrisa afable y tendiendome una mano a modo de saludo—, soy Agni Arshad Satyendra, el esposo de Sebastián.

—¿Esposo? —solte incrédulo.

—¿Algún problema?

—No, para nada.

En ese momento solo quería llorar, abrazarme a mi mismo mientras me hacía ovillo en un rincón y permitirme sacar todo esto, sin embargo lo único que fui capaz de hacer es sonreir. Sonreí sinceramente, con dolor, con resignación y por última vez mientras era consumido por mis malditos demonios que me han quitado el sueño desde aquel día en que terminamos, entonces pensé que tal vez en un mundo paralelo en donde no hubiera sido tan orgulloso, seria yo quien estaría entre los brazos de Sebastián, con una sonrisa en los labios y el sentimiento de felicidad inundando mi pecho al saber que soy su esposo, su amigo, amante y cómplice en las buenas y en las malas.

—Me alegro mucho —baje la vista y metí las manos dentro de los bolsillos de mi pantalón—, debo marcharme, pero me alegré de verte…

Di media vuelta tentado a correr, pero una mano cálida me sostuvo del brazo como aquella vez, aun así no voltee, sabía que era Sebastián, su presencia, su aroma almizcleño y su calor son inconfundibles pero me obligué a mantenerme en mi lugar porque en cuanto lo viera acabaría rompiendome en mil pedazos y esta vez sería yo quien lo llamaria entre sollozos mientras lo veía marchar. Pero él no hizo nada para que lo viera, tan solo sentí como ponía algo en mi mano.

—Siempre me pregunté porqué lo guardaba, muchas veces estuve tentado a tirarlo pero no podía —soltó mi mano pero permaneció tras de mi—, es tuyo y ahora que te lo he dado, el ciclo se cierra… al menos así es para mi, porque finalmente he podido dar vuelta a la página y continuar. Espero que tu también puedas hacerlo, Ciel…

No entendía lo que quiso decir, me quede en la misma posición unos minutos más hasta que pude alzar la mano, entonces la vi, era la cajita que Sebastián tenía aquel día, el papel azul estaba algo maltratado pero se veía cuidado pese a los años. No podía abrirla, al menos no aún y sin quererlo empecé a caminar cabizbajo, llegando al parque en donde todo acabo y justo frente a la fuente, testigo de mi más grande estupidez, abrí la cajita con mano temblorosa. Un inmenso nudo se formo en mi garganta, las lágrimas comenzaron a salir sin control y fui incapaz de refrenar el sollozo.

Dentro de esta había dos cartas perfectamente dobladas que cubrían un anillo, un hermoso anillo cuyo engarce era de platino, había sido hecho a mano para el diamante que reflejaba la luz haciéndola parecer fuego, los destellos se irradiaban hacia arriba, tan brillantes que me pregunte si no sería magica. No tengo idea de cuánto tiempo la contemple, pero quise morir, desaparecer y regresar el tiempo, sin embargo, trague saliva con dificultad, guarde el anillo en la caja y tome una carta. Al abrirla vi la fecha de hace siete años.

Con cada palabra me sentía peor que una mierda. Sebastián no solo me pedía matrimonio, me proponia irme a vivir con él, confesandome que esa misma mañana había hablado con sus padres contándole lo nuestro, incluso ponía que les amenazo con que no volverían a saber nada de él si se oponian a nuestra relación. Joker lo apoyó sin pensarlo y Beast se mostro un poco más reticente a aceptar la idea de que su único hijo era gay, pero al final sonrió y dijo que mientras él fuera feliz ellos lo apoyarian indudablemente, terminando con una frase cursi que atesoraré hasta el fin de mis días.

En este punto no sabía si leer la segunda carta, me tomo una hora decidirlo pero lo hice, y cuando la desdoble, inhale profundamente viendo el atardecer unos segundos antes de enjugar mis lágrimas y comenzar a leer.

 

 

 

Ciel....

Es extraño volver a escribirte porque ya no existe aquella calidez, sobre todo hacerlo de esta forma que parece fría y demasiado ajena a todos los sentimientos que una vez te profese, no sé si me de a entender, espero que si. Aunque no importa mucho porque dudo que leas esto, ¿sabes? Actualmente han pasado cuatro años desde que terminamos… puede ser mucho tiempo o muy poco, no lo sé.

He de contarte que cuando te fuiste del parque me quede ahí junto a la fuente, tontamente espere que volvieras pero no paso, fui demasiado iluso y pese a saberlo continue allí como si buscara un milagro, incluso una explicación coherente que sabía, jamás llegaría. Las horas transcurrieron lentamente hasta que anocheció, recargado en ella como un vagabundo, uno muy bien vestido…

Cuando mamá me encontró, corrió a abrazarme diciendo lo preocupada que estaba ya que eran las cinco de la madrugada y llevaban buscandome desde las doce, gritando entre sollozos que la policía era incompetente, entonces me preguntó si estaba bien, qué había pasado y por qué lloraba, la verdad no me había dado cuenta de que seguía llorando. Todo lo que pude hacer fue señalar la rosa y susurrar tu nombre, creo que ella me entendió porque ya no dijo nada, solo me abrazó.

Después de eso te busque pero habías desaparecido y tu familia jamás quiso darme una razón de ti, sé que nunca les agrade y que me consideraban un aprovechado, un “muerto de hambre” según tu padre. Es normal que lo pensaran ya que como sabes, ocupaba el apellido de mamá en lugar del ostentoso de papá, muchas veces te dije el motivo, así que me daba curiosidad por qué nunca le dijiste nada a tus padres. Ahora lo pienso y sería divertido ver la expresión de Vincent al saber que el chiquillo muerto de hambre era el heredero de una multinacional, es absurdo pero durante mucho tiempo me molesto.

Él me ofendia y tu te quedabas callado, desde entonces debí sospechar, debi alejarme de ti pero ahora entiendo todo, tus acciones, tus palabras y tu “despedida”. Me tomó años pero ya sé lo que sientes y me da tristeza, te conozco y cada vez te hundirás más y más gracias a tu orgullo, pero al igual que tu, soy debil o tal vez mi amor no fue suficiente para mantenerte a mi lado, tal vez me rendí antes de tiempo. Debí luchar por ti, debí hacerte entrar en razón pero no puedo obligarte a nada, menos ahora.

Éramos y somos adultos, unos que saben distinguir lo correcto, lo mejor, levantarse y seguir adelante en vez de hundirse más en el barro. No eramos unos niños, Ciel, teníamos prioridades y la tuya quedo más que clara tras aquella férrea determinación impresa en cada palabra despectiva que estoy seguro, no eran para mi, y creeme, en verdad deseo que tu decisión haya sido la mejor, si no lo fue jamás es tarde para ser feliz, para cambiar el rumbo de las cosas. Por mi parte te digo que antes de darme cuenta te había superado, me enamore como jamás creí volver a hacerlo y soy feliz.

Lo único que me queda por decirte es que jamás mires hacia atras, sigue adelante y sonríe… sonríe porque tienes la sonrisa más bonita que he visto en mi vida…

 

 

 

Deje de leer, no podía continuar, solo me quedo limpiarme las lágrimas mientras una sonrisa se dibujaba en mi rostro al contemplar el cielo cuajado de estrellas. No me di cuenta del momento exacto en que anocheció pero ahora tenía clara una cosa, mire mi mano izquierda y quite mi sortija de matrimonio poniendome la que me dio Sebastián. Extrañamente, acepto que lo perdí para siempre pero aun tengo mucho por hacer, y esta vez es lo correcto, lo que debí hacer siete años atrás…

—Dejar de esconderme —porque no importa que aun lo ame con toda el alma, él es feliz y yo debo serlo, aunque siempre me quedara el recuerdo de sus manos, sus besos y su aroma…

~ * o0O0o ♦ o0O0o * ~

Fin

Notas finales:

Espero que les haya gustado, la hice con amor nwn y como dicen, no todos los finales son felicez xD en fin, cualquier duda o comentario es bien recibido, solo os digo que esto no tendra continuación.

Pinshe Ciel emo, se lo merece (? 

Gracias por leer y les deseo un lindo día.

Haruka Eastwood


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).